Mi primer fic del año pasado. En principio serían una serie de drabbles relacionados a la idea de la unión entre la pareja antes de romper el hechizo, pero como que me gustó más solo insinuar que se gustaban así que lo terminé cambiando. Quice relacionarlo con cada momento de la película y darles más días para conocerse. También explicar mi punto de vista de por qué Belle puso esa cara cuando la bestia se convirtió en humano. Para mi siempre ha sido de que no le molestaba que fuera bestia y lo prefiría a un chico churro XD XD XD Ojalá les guste.
La Bella y la Bestia
Autor: Amaltea Olenska
Parejas: la bestia/Bella
Rating: PG 13
Resumen: Alguna vez se han preguntado por qué a diferencia de otras películas Disney, “La Bella y la Bestia” no termina en una boda? Algunos dirían que termina en una fiesta de compromiso como en “La Bella Durmiente”, pero yo creo que es porque ya estaban casados.
Alguna vez se han preguntado por qué a diferencia de otras películas Disney, “La Bella y la Bestia” no termina en una boda? Algunos dirían que termina en una fiesta de compromiso como en “La Bella Durmiente”, pero yo creo que es porque ya estaban casados.
Belle era no solo una prisionera sino también la señora del castillo, cuya única prohibición era importunar a su esposo. Sus ataques de ira eran terribles y la pobre muchacha procuraba no hacerlo enojar. Sabía de lo que era capaz y el daño que podía causar sin darse cuenta. Pero esta no era la razón por la que era cuidadosa con el amo. Había algo más. Algo que no se podía ver. Quería conocerlo y entenderlo, porque estaba segura, de que por dentro, no era una bestia.
Luego del incidente con los lobos, la bestia que había creído prudente darle a Belle su propio cuarto para no molestarlo, decidió vigilarla personalmente por las noches para que no escapara nuevamente.
-Mis reglas se mantienen -le dijo-. Y a partir de hoy me aseguraré de que no rompas tu promesa.
Bella no dijo nada mientras su señor terminaba la frase con un sonido gutural que demandaba respeto. Obedeció como no era su naturaleza cuando este le ordenó acostarse y no se movió, esperando el siguiente movimiento de su esposo. La bestia no dijo nada. Unos angustiosos minutos pasaron y el señor del castillo seguía sin pronunciar palabra o gruñido.
Belle miró de reojo el lugar donde yacía la bestia junto a la ventana. Se había recostado en el suelo y la miraba receloso. Entendiendo que no se movería de ahí, Belle se quedó dormida iluminada por la pálida luna a los ojos de su indescifrable centinela.
CAP II
La bestia no era el único con mal carácter. Bella también era bastante temperamental cuando se le acababa la paciencia, y no es que fuera impertienente con el amo, le temía al daño que podía causar, es solo que a veces su enojo podía más. Había cosas que no podía tolerar. Si se portaba como un niño engreído, entonces lo trataría como a un niñó engreído.
Era en esos momentos cuando la bestia la veá como realmente era, una persona con defectos y no su vía de regreso a ser humano. Lo sacaba de quicio. La insolente no le tenía ningún respeto y siempre debía tener la última palabra. Testaruda. Era la única que se atrevía a contradecirlo. La única... La bestia se confundía mucho con todo eso. Lo abrumaba intentar entenderla.
-Dios dijo ámalas, no entiéndelas -decía Lumiere.
-Es solo una chica que no sabe cómo funcionan las cosas aquí, amo, no debería molestarse por eso -corroboraba Cogsworth.
-Y es precisamente porque no sabe nada que tiene su mérito -replicaba la señora Potts.
-Tiene razón -confirmaba Lumiere.- Si ella supiera lo importante que es para nosotros, su interés por usted no sería sincero.
-Ella se interesa por mí? -dijo la bestia sintiendo que había escuchado mal o algo no encajaba bien.
-Por supuesto! -sonreía Lumiere.
-Ella pone mucha atención en su presencia, amo, quiere conocerlo mejor -se vió obligada a explicar la señora Potts.
-Solo tiene que aprovechar la situación, amo -decía Cogsworth como quien explica un juego de ajedrez.- Hacer los movimientos correctos y...
-Voilá! Todos seremos humanos otra vez! -sentenciaba Lumiere como si fuera lo más fácil del mundo.
-Pero debe ser paciente, amo -dijo la señora Potts bajando la emoción del momento.- Estas cosas toman tiempo.
-Yo no tengo tiempo! - Gruñó la bestia poniéndole fin a la conversación.
Era cierto que Bella era amable con él a veces, pero otras lo sacaba de sus casillas. Quizá si lo conociera mejor... no haría nada que lo moleste... No. Ella nunca querría a un monstruo. Esa era la conclusión a la que la bestia llegaba toda las noches, entonces miraba su reloj y se dirigía a la habitación de Bella para su guardia nocturna.
Siendo como era, se repetía, ella nunca lo querría. La veía ponerse el pijama sin inmutarse. Si él quería que se quedara debía retenerla a la fuerza. Bella se metía entre las sábanas, y solo después de que dejara de moverse, la bestia se colocaba en su puesto, siempre con los ojos fijos en ella. Sin pensamiento alguno y todos los sentidos alertas, la bestia se convertía en puro instinto durante las horas de vigilia. No movía ni un músculo sino hasta los primeros rayos del sol. Entonces se levantaba y salía de la habitación sin perder de vista a su presa, hasta el útimo segundo. Una vez cerrada la puerta, se desplomaba de cansancio, y todo abatido se dirigía a su propio habitad. Quizá a dormir un poco. Quizá a seguir pensando en Bella.
CAP III
Los días pasaban en el castillo con la nieve cubriendo cada rincón de piedra, haciendo la vista más agradable sin tanta gárgola dispuesta a saltarte encima. Pero no solo el aspecto era más agradable sino también el delicado ambiente y la convivencia entre los habitantes encantados y su huésped. Cada vez los berrinches de la bestia eran más aislados y todo parecía ir mejorando a cada minuto. Será posible romper el hechizo?
Belle no estaba consciente del rol que jugaba en aquel recinto, solo sabía que mientras durante el día podía ver cambios favorables en su señor, por las noches la figura imperturbable de la bestia la seguía vigilando desde el otro lado de la habitación.
-Por qué duermes tan alejado? - le preguntó al cabo de una semana. La bestia se tomó su tiempo pero al final contestó.
-Soy demasiado horrible, podría perturbar tu sueño -dijo rascándose el cuello como cada vez que sentía incómodo.
Habían tenido un agradable día juntos y era una pena que al finalizarlo existiera tal indignación. Belle se sentó en la cama y le dirigió una sonrisa incrédula a la enorme sombra debajo de la ventana que escondía su rostro entre las patas.
-Sabes? Me alegra estar contigo durante el día. Por qué no me acompañas también durante la noche? -Su interlocutor casi se atora con algo.
-Quieres… que duerma contigo? -preguntó entre incrédulo y ofendido.
-Puedes dormir junto a la cama. Así podríamos conversar antes de dormir.
Tenerlo cerca. Ella quería tenerlo cerca. No le daba miedo su presencia ni repulsión su apariencia. Lo quería? No, no era posible. Ella lo hacía sin dobles intenciones, lo estimaba como amigo y solo quería ser amable. La bestia se lamentaba en silencio pero sin perder la oportunidad que no creía tener, levantó todo su peso y se deslizó hasta un lado de la cama, donde como un gran perro guardián, se durmió. Quizá no lo amaba. Quizá no rompa el hechizo. Ese tipo de cosas ya no parecian tan importantes como la luz de la luna.
CAP IV
La bestia pasaba la mayor parte del día encerrado en su habitación pero a veces se lo veía transitar por los oscuros pasillos. Si Bella lo interrumpía de sus turbios pensamientos, este parecía salir de un sueño, intentaba decir algo mientras se rascaba el cuello y luego se iba sin decir a dónde. Era difícil iniciar una conversación con él e intentar ver más allá de garras y colmillos. Luego de tanto leer Bella sabía que las cosas no eran tal y como se daban sino que siempre traían un trasfondo, y si iba a pasar el resto de su vida en ese lugar al menos debería conocer mejor a su anfitrión.
Para empezar, no sabía cómo llamarlo. Todos en el castillo eran sirvientes y lo llamaban amo, pero Bella en su orgullo se negaba a llamarlo así por más que algo de verdad hubiera en aquella palabra. Era prisionera y casada a la fuerza pero aún conservaba su libre albedrío. No era una esclava ni mucho menos un objeto que se pudiese poseer. Lo malo era que su única opción alternativa era “la bestia”, y eso tampoco sonaba muy apropiado que digamos. Es que acaso no tenía un nombre?
Por las noches la relación entre ellos era diferente que en el día, más fría y al mismo tiempo más íntima. Ya varias noches habían pasado desde que la bestia accediera acostarse más cerca de su esposa, pero aún no sucedía nada parecido a una conversación. Un ocasional “buenas noches” vaciaba, si era posible, aún más el silencio.
Desde su almohada, Bella podía ver perfectamente su lomo levantarse con cada respiración haciendo resplandecer su pelaje a la luz de la luna. Era una tentación para su alma ávida de nuevas experiencias. Levantó temerosa sus dedos dispuestos a tocarlo, pero se reprimió en el último momento.
-Eh… bestia…
-Mmm?
-Hay alguna otra manera en que pueda llamarte?
-Te refieres… a un nombre?
-Si.
-Yo… solía tener uno, hace mucho tiempo… supongo que olvidé que lo tenía.
-Por qué?
-Pues… siendo así no me gusta sentirme humano, o recordar lo que era.
-Lo siento.
-No, está bien. Me siento mejor estando contigo -eso la hizo sonreír.
-Eh… Bella…
-Mmm?
-Tú puedes llamarme Adam.
Y con ese tesoro, se durmió pensando que quizá mañana si se atrevería a entrelazar sus dedos en aquel sedoso pelaje.
CAP V
Para la Bestia era difícil lidiar con sus nuevas emociones de adulto. Había pasado muchos años sin madurar su obstinación de niño mimado, pero ahora se veía obligado a ceder, y no quería hacerlo, o si?
Cuando Bella lo invitó a acostarse más cerca de ella, dejó toda precaución en el suelo, junto al razonamiento que según él lo mantenía cuerdo: retenerla porque nunca querría estar con él voluntariamente. Mas en ese momento le pedía tenerlo cerca. Si antes estaba confundido, ahora... era peor.
Su mente divagaba por situaciones que en otro tiempos hubiera creído imposibles siquiera de imaginar. Ya no podía mirarla a los ojos, y definitivamente, ya no podía verla ponerse en el pijama. Se daba cuenta ella de lo que estaba pasando?
-Bella...
-Si?
-Qué es lo que más te gusta?
-A mi? Pues Leer.
-Leer? Qué es lo que te gusta de leer?
-Bromeas? Son fantásticos! -dijo ella incorporándose en la cama.- Puedes vivir aventuras, conocer lugares exóticas, ponerte en situaciones inverosímiles y hasta introducirte en la mente de las personas más enigmáticas que te puedas imaginar -se emocionaba tan fácil.- Por qué la pregunta?
-Por nada -solo quería conversar con ella.- Bella...
-Si?
-Podrías contarme una de esas historias?
-Claro
Pero la verdad era que quería oír su voz. Dulce y embargada de emoción. Por primera vez en años, la Bestia dormía profundamente. Se levantaría al alba antes que su huesped, claro, solo que esta vez, sonreiría al despertarse contemplando el rostro de aquella de quien estaba seguro se había enamorado. Si ella estaba aquí, qué más podría importar?
CAP VI
El pequeño Chip tampoco perdía el tiempo y pasaba todo el que podía con Belle, y por qué no? Con el amo. Como todo niño estaba lleno de preguntas y Belle resultó ser la maestra de la que todos los niños se enamoran.
La Bestia que escuchaba atento cada palabra de su esposa, no solo lo hacía apreciarla cada vez más, sino que abría su mundo oscuro y tenebroso por casi 10 años. Al caer bajo una terrible maldición, dejó de cultivar su intelecto y lo poco que había aprendido debido a su carácter caprichoso, se le iba olvidando con cada arrebato de ira.
Empezaba a entender que no solo lo material era importante y quería darle a entender de la misma forma en que ella lo hacía, lo mucho que le importaba. Deseaba más que nada hacerla sentir como ella lo hacía sentir.
-Las damas desean que los hombres tomen el control -le aconsejó Cogsworth.
-No creo que Belle sea de ese tipo, yo creo que ella busca a alguien que la tome en cuenta. Alguien con quien compartir -señaló la señora Potts.
-Y no olvide ser delicado, amo -sonreía Lumiere.- Ella debe sentirse especial.
El resultado. No estaba seguro de cómo debía hacerlo.
CAP VII
Toda las mañanas al despertar, Belle notaba la ausencia de su vigilante, y ese día no fue la excepción. Pensaba que si se quedaba despierto toda la noche cuidándola, tendría que dormir en algún momento del día.
A pesar de todo lo que su curiosidad podía explotar en el castillo, sentía pena por su padre que debía estar desolado con una taza de café en una mano y un destornillador en la otra, sin atreverse a usar ninguno. Al encontrarse sola no podía más que añorar aquellos días en el pueblo ayudando a su padre con algún nuevo invento, y esperaba con ansias ver pasar a la bestia para distraer su mente.
La bestia, que dormía poco y casi no se dejaba ver , siempre estaba al tanto de lo que Belle hacía. Verla lo tranquilizaba. De alguna forma alejaba cuanto pensamiento tormentoso se había acumulado con los años. Las heridas que le hicieron los lobos ya casi habían sanado, mas conservaba puestos los vendajes que su hermosa prisionera le había colocado. Toda esa bondad desinteresada lo abrumaba. Debía agradecérselo.
Intentaba pasar con ella cada momento del día en lugar de admirarla de lejos, y cada encuentro furtivo en los pasillos era motivo para querer obsequiarla con algo. Hasta que un día dio en el clavo. La biblioteca. Belle estaba tan encantada que siempre le leía fragmentos de sus obras favoritas si no se las leía completas. Ella le sonreía. Le sonreía de verdad. La bestia atesoraba cada instante creyendo que tanta felicidad podría escapársele en cualquier momento.
CAP VIII
Días más tarde, había una ominosa tormenta de nieve afuera, pero dentro del estudio, el calor de la chimenea opacaba cualquier rezago de frío o malestar. La pareja estaba sentada junto al fuego asando malvaviscos y sus implacables espías decidieron que todo estaba perfecto y que no necesitan ayuda, así que los dejaron solos.
Ellos ni se dieron cuenta de que ya no eran observados de tan divertidos que estaban rememorando las bromas de cierto candelabro a un reloj muy importante. Tal vez fue lo tarde de la hora. Tal vez fue el exceso de azúcar, o quizá simplemente por comodidad, lo cierto era que Belle había dejado reposar su cabeza en su acompañante, y este no sabía qué hacer.
-Belle… -tanteó él.
-Si? -respondió ella levantando la mirada sin dejar su confortable lugar.
Él se quedó prendado de aquellos ojos. No sabía lo que ella pensaba o sentía, pero él estaba perdidamente enamorado. La contempló descaradamente mientras acariciaba su cabello. Ella le sonreía consintiendo su tacto y disfrutando la intimidad del momento. También lo miraba directo a los ojos escrutando su profundidad. Quiso corresponder al atrevimiento de su esposo y tímida rozaba el rostro de la bestia. Tenía un pelaje tan suave… y sus ojos se atraían cual imanes.
Un beso. Era lo único que faltaba para completar la escena, eso y que él fuera humano. Creyendo que había abusado de su suerte, la Bestia rompió el silencio.
-Me leerías ese libro otra vez?
-Claro -dijo ella cogiendo el libro que estaba sobre el sofá, y para sorpresa de la Bestia, se volvió a recostar sobre él para dar lectura. Ella empezaba a ser conciente y estaba casi segura de lo que sentía por él. “Quizá” pensaba mientras jugueteaba con el pelaje de su señor sin dejar de leer. Era tan cálido.
El amo del castillo ya no intentaba descubrir si Belle solo era amable o si en verdad le agradaba. Ya no importaba. Era feliz con cuanto poseía. Realmente feliz. “Habrá que celebrarlo”, pensaba. “Mañana se podría dar un baile como en los buenos tiempos”.
Fin