Capítulo 3. [Original, It's only life] [Tabla Frases, Menteoriginal] [3/9]

Sep 05, 2008 19:09

Título: ¿Debería de...?
Fandom: It's only life.
Personajes: Varios
Rating: PG
N/A: Este capítulo ha costado un poquito, pero al fin está aquí. Me gusta, la historia empieza a coger una trama un poco más...consistente, por decirlo así.
Palabras: 1527
Tabla | Propmt: #1. ¿Debería de...?


Todas las personas tienen días malos. Son de ese tipo de días en los que te levantas y lo primero que piensas es que no te tendrías que haber levantado, o bien que ese día va a pasar algo malo. El segundo pensamiento fue el que se le cruzó por la cabeza a Raquel aquel lunes cuando se despertó, a pesar de que lo ignoró por completo.

Se dirigió al trabajo con esa sensación de inseguridad que intentaba ignorar, convencida de que tener ese presentimiento no era razón suficiente para faltar al trabajo y así que en él tuvieran alguna excusa para despedirla, con lo que necesitaban el dinero.

Nada más entrar una de las chicas que andaba por allí le paró.

-Raquel, el jefe te estaba buscando. Dijo que te esperaba en su oficina cuando llegaras.
-Gracias, Soph.
-De nada.

La chica continuó su camino, y Raquel desvió el suyo hacia el despacho de Ryan Hoffman. Su jefe no le caía bien, y aquella reunión era la prueba de que aquel no era un buen día.

Llamó a la puerta un par de veces y entró al despacho cuando escuchó que Hoffman se lo indicaba. El hombre, con el que se llevaba más de diez años, se encontraba sentado en su silla. Más bien despatarrado en su silla, como si fuera el sofá de su casa. Le molestaba que él se dedicara a tocarse la nariz mientras el resto intentaban ser todo lo productivos posible.

-Señor Hoffman, me han dicho que quería verme.-dijo, todo lo respetuosa que pudo.
-Si, Raquel…porque puedo tutearte, ¿no? Es mejor que nos tuteemos.-asintió como si estuviera hablando consigo mismo, y continuó hablando.-Toma asiento.

Raquel obedeció y se sentó en una de las dos sillas que había frente a la mesa de trabajo del hombre. Desde allí podía verle mejor, y podía notar la sonrisa de satisfacción crecer en su cara. Ryan Hoffman era un hombre que, a pesar de sus cuarenta años, parecía tener diez más de los que tenía. Las canas se entreveían entre su oscuro pelo, y tenía unas entradas considerables. Era casi de su misma altura, aunque con bastantes quilos más que ella. No llegaba a sobrepeso, pero tampoco estaba lo que se decía delgado.

-¿Y para qué me buscabas?-preguntó Raquel, impaciente por salir de allí.

Hoffman se levantó de su asiento y rodeó el escritorio hasta apoyarse en él justo delante de donde estaba sentada Raquel, provocando que ella tuviera que mover ligeramente la silla hacia fuera para no chocar. Se inclinó un poco hacia ella y Raquel inconscientemente echó un poco hacia atrás su cabeza.

-Verás…es que me gustaría saber si, fuera del trabajo, podríamos vernos algún día. Me gusta conocer a mis empleadas más a fondo antes de considerar si merecen un mejor puesto.

El hombre levantó una de sus manos y le retiró el pelo de la cara a Raquel, colocándoselo tras la oreja. Raquel se estremeció, y no supo muy bien si fue de asco o directamente de repugnancia. Si lo había entendido bien, aquel tipo estaba proponiéndole un ascenso, pero con una condición: o se acostaba con él antes, o nada. Sintió pena por la mujer de aquel hombre, y después sintió mucho asco por el propio Hoffman.

-¿Qué me dices? ¿Estarás dispuesta?

Iba a contestar que no se atreviera a ponerle una sola mano más encima y que se metiera su ascenso por donde le cupiera, pero el ruido de la puerta la interrumpió antes de que pudiera decir cualquier cosa. Al despacho entró uno de sus compañeros de trabajo, Chris.

-Señor, necesitamos a Raquel en el laboratorio.

Ryan miró a Raquel y a Chris y después asintió, dando a entender que ella se podía ir. Raquel ni se molestó a preguntar para qué la necesitaban, simplemente se levantó y salió del despacho como alma que lleva el diablo. Una vez fuera, Chris la paró.

-Gracias.-dijo ella, antes de que él pudiera decir nada.
-No me las des. Sé cómo es Hoffman, y llevabas demasiado tiempo ahí dentro.

Cuando el profesor dio por terminada la clase, Sara necesitaba urgentemente mucho tippex. Sus apuntes estaban llenos de letras sueltas, dibujitos y similares. Pero, sobretodo, estaba llena de “Chase” repetidos por todos los márgenes. Se sentía tonta. Era como haber vuelto a la adolescencia, a esa temporada en la que podía quedarse horas mirando a un chico. Y aquella vez el chico se llamaba Chase Bradford, estaba un par de filas por delante de ella y llevaba una camiseta negra que le hacía una espalda perfecta a su modo de ver.

-Sara, vuelve en ti.-murmuró para si misma mientras recogía los folios.-Pareces una adolescente hormonada-se recriminó.

A pesar de sus auto reprimendas, se permitió el lujo de volver a mirar a Chase. Él también recogía sus apuntes y, por un segundo, levantó la vista y sus miradas se cruzaron, Sara se volvió en seguida y sintió cómo enrojecía, a la vez que volvía a sentirse tonta.

Estaba a punto de salir de la clase cuando alguien le dio un par de toques en la espalda. Se giró esperando encontrarse con cualquiera de sus compañeras dispuesta a contarle hasta el más mínimo detalle de lo que hubiera pasado en su clase, pero su sorpresa fue enorme cuando se encontró de cara con el culpable del estado de sus apuntes.

-Hey, ¿qué hay? Chase Bradfort.-dijo él, a modo de presentación.
-Sa…Sara Jiménez.
-Genial, Sara, encantado.-continuó Chase mientras ambos salían de allí.-No eres de aquí, ¿verdad?
-No, soy española. Estoy aquí por una beca.-contestó Sara, sorprendida.
-Si, tu nombre te delata.-repuso el chico.-En fin, el caso es que estoy buscando compañero para el trabajo que nos han puesto.
-¿Nos han puesto un trabajo?-interrumpió Sara.

Genial, ahí estaba la prueba de que no atender en la universidad no era bueno. Lo peor de aquello era que Chase la estaba mirando como si estuviera preguntándose de dónde había salido aquel bicho raro.

-Lo ha dicho antes el señor Blackwood.
-Oh, estaría distraída en ese momento.-comentó Sara, intentando remediar su metida de pata.-Dices que estás buscando compañero, ¿no? ¿Qué tengo yo que ver en eso?
-Tenía la esperanza de que fuera mi compañera. Te veo siempre tan atenta, tomando apuntes y esas cosas, que supongo que se te dará bien la asignatura, ¿no?-explicó Chase.
-Si, bueno, no se me da mal, pero prácticamente nos acabamos de conocer, ¿no sería más lógico pedírselo a algún amigo tuyo?
-Lo sería, si no fuera porque, aparte de que la mitad estudian otra carrera, la otra mitad van fatal en esta asignatura. Necesito aprobar, ¿serás tan amable de ser mi compañera?

Chase la miraba casi suplicante, y a pesar de sacarle casi una cabeza Sara sentía como si estuviera de rodillas delante de ella rogándole que aceptara. Pero no se conocían apenas, y vale que le gustaba un poquitín -o mucho-, pero no era razón suficiente, no iba a jugarse su aprobado cogiendo como compañero a alguien que no sabía siquiera si era de confianza.

-Tal vez.-murmuró.
-¿Tal vez?-repitió él, desconcertado.
-Mañana te lo diré, ahora llego tarde a mi siguiente clase.

Y según dijo eso se giró y comenzó a caminar rápidamente por el pasillo, alejándose de él.

Según se tiró al sofá, muerta de cansancio, aparecieron Raquel y Sara por la puerta. La primera iba algo seria, la segunda bastante más alegre, y entre las dos pudo contar cuatro bolsas.

-Traemos comida china.-explicó Sara, levantando sus bolsas.

Ángela sonrió y se levantó de nuevo para ir a la cocina, donde sus dos amigas ya habían entrado y se dedicaban a sacar la comida de las bolsas y colocarla sobre la mesa.

-¿Qué tal vuestro día?-preguntó mientras sacaba los vasos de uno de los armarios.
-Raro.-escuchó a Sara.
-Horrible.-contestó Raquel.- ¿Y el tuyo?-añadió.
-Pasable.-comentó ella.

Las tres se sentaron en la mesa casi a la vez y comenzaron a servirse la comida antes de contestar.

-Un chico de mi clase, Chase Bradford, me pidió que fuera su compañera en un trabajo para la universidad. Me gusta ese chico, pero por otro lado casi ni le conozco, y además…-contó Sara, más atenta a la comida y a sus pensamientos que a lo que las demás decían.
-Mi jefe es un depravado. Va, el muy capullo, y me dice que o me acuesto con él o no tengo mi ascenso. Estoy pensando dimitir. Si no fuera porque necesitamos el dinero…-decía Raquel, de manera que tampoco prestaba atención a las demás.
-Yo no consigo concentrarme. Estoy todo el día pensando en Daniel, en su visita del otro día. Me dijo que se quedaría aquí un tiempo, pero no ha vuelto a llamarme ni he sabido nada de él, y no se qué hacer, porque quiero llamarle pero, ¿y si se ha ido?-explicaba Ángela, absorta en su historia.
-¿Debería de aceptar?
-¿Debería de dimitir?
-¿Debería de llamarle?

Lo preguntaron prácticamente a la vez, y entonces fue cuando se dieron cuenta de que las tres habían estado contando sus historias al mismo tiempo. Se rieron y comenzaron de nuevo a contarlas, esa vez de manera más ordenada.

Cuando se acostaron solo una de ellas seguía dudando.

longitud: capítulo, personaje: varios, -original, fandom: it's only life, comunidad: menteoriginal

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