Mi proceso creativo.

Oct 20, 2008 20:19

Y porque un comentario mío terminó inspirando a Angie, el post que lo causó. O bueno. La idea del post que lo causó. Y en español porque no estoy segura de poderle hacer justicia al tema si lo pongo en inglés.

Mi disclaimer, antes que nada, es que todo esto es subjetivo. Estoy plena y completamente conciente de que, aunque sí he estudiado un poco del tema y que no estoy hablando completamente sin saber, hay mucha, mucha más gente aquí que sabe más que yo. Esto no se trata de un 'todo eso está mal', sino que estoy expresando mi muy personal, único e irrepetible punto de vista hacia MI proceso creativo, o al menos parte de él.

Cómo siempre, el debate es completamente bienvenido. Lo único que pediría - si es que puedo pedir algo - es que si quieren comentar a esto se tomen unos momentos para ver que esto no es un ataque, esto ni siquiera está tratando de decir 'esto es lo correcto'. Esto es, simplemente. Yo. Más yo. Y luego yo.

... pero claro, quiero ser escritora, y mi punto de vista está influenciado por el hecho de que, como buena 'escritora', el mundo se centra en mí, luego en mí, y después en mí.

Así que...

Mi proceso creativo.

He perdido de cuenta el número de veces en que alguien me ha dicho 'tal escritor es racista' o 'tal escritor es misógino' o 'tal escritor es homofóbico' porque, la verdad, a menos que sea algo muy, muy, excesivamente obvio, rara vez me voy a fijar en las terceras intenciones del autor. Admito ser bastante naïve cuándo estoy leyendo (u observando) algo, y aunque generalmente soy buena captando las primeras y segundas intenciones en la trama, casi siempre me pierdo el hilo que mucha gente parece poder encontrar, ese hilo negro de odio, miedo o ignorancia que, por lo que pareciera, todo en la actualidad lleva consigo. Digo 'pareciera', nuevamente, porque no es algo que a mi me conste.

Generalmente trato de no investigar sobre los autores de nada porque me gusta mantener una ilusión al respecto. La realidad siempre pierde ante la fantasía, y saber que alguien que escribió algo que amé es un drogadicto violento que odia a los perros ensucia mi experiencia de un texto, y yo soy celosa de esas cosas. Y entonces, por regla general, yo no voy a estar enterada de si Mengano Sutano siempre escribe que las mujeres violeta de cabellos negro son dominatrices prostitutas, o si los enanos azules de orejas puntiagudas siempre tienen sus derechos chuecos. A menos que sea un escritor que lea siempre, esos matices los pierdo en el entretejido.

Me he dado cuenta, también, que parte de esto se debe a la forma en que fui críada porque puedo decir que soy una de las personas afortunadas a quienes sus padres no trataron de meterla en la heteronormativa del género. Por esto quiero decir que uno de mis primeros juguetes fue un taller de carpintería de plástico junto con libros, que tuve pelotas y balones pero que también tuve peluches, y si las pedía muñecas. Mis padres nunca fueron de regalarnos Barbies a mis hermanas y a mi, pero la sociedad de tíos y parientes por regla general es lo que regalaban a una familia con sólo niñas. Pero también, por regla general, en mi casa los juegos de té se convertían en platillos espaciales o auxiliares para los talleres de pintura que mi papá nos organizaba los fines de semana, que las Barbies se quedaban semanas y semanas arrinconadas y usábamos su ropa para otras cosas. Creo que el único juguete que mis padres nunca nos compraron fueron pistolas, porque dentro de ellos mis padres siempre siguieron siendo los hippies de Make Love Not War.

Entonces, yo crecí siendo una niña delicadamente tomboy. Mi abuela me enseñó el manual de Carreño cuándo yo tenía seis años y yo era la adoración en las casas de mis amigas porque decía por favor, gracias, llevaba mi plato a la cocina y ayudaba a recoger la mesa. Pero también era la niña que se subía a los árboles, que jugaba fútbol con los niños, que aprendía a montar a caballo y a andar a bicicleta y que se caía mil veces en un día y se volvía a poner de pie. La educación que mis padres nos dieron fue muy neutral: uno no dice groserías no porque eres niña, sino porque decir groserías no sólo muestra falta de educación y respeto, también muestra la falta de inteligencia que uno tiene por conformarse con un 'chinga tu madre' en lugar de tratar de explicar tu punto de vista. Uno se pone de pie para darle el lugar a un anciano o a alguien cansado sin importar si eres hombre y mujer. Ayudar a cruzar la calle a una persona es algo respetable.

Puedo decir claramente que, por mi educación, tengo tanto de 'caballero' como de 'dama'. Y como toda creación está influenciada, obviamente, por su creador, eso es algo que se traduce en mi experiencia como lectora tanto como de escritora. En mi experiencia como lectora, eso quiere decir que salvo por contadas excepciones, el sexo físico de una persona es lo que menos me interesa en lo que decide si un personaje me llama la atención o no. Lo mismo con las parejas que me gustan. Un personaje se me va a hacer interesante si muestra un je ne se quais, incluso si no comparto su punto de vista tiene que haber un momento de química entre nosotros que haga que todo valga la pena. Una pareja me gusta si veo esa misma química y si me puedo meter en un trío intermetatástico entre ellos.

Y entonces es que a mi me cae luego el baldazo de agua fría cuándo veo a otras personas quejándose de que el personaje A siguió el cliché de los personajes A de tener las patas abiertas y el palo atravesado, igual a todos los personajes A que han existido. Y es entonces que mi experiencia se amarga un poco, porque hay dos partes de mi que se pelean. La parte de mi que es más cínica y conocedora, y la parte de mi que, aún hoy, a veces se sorprende de la discriminación. Porque una cosa es saber que algo existe y otra cosa es entenderlo, y me temo que, posiblemente porque viví una niñez tan ideal y porque tuve una experiencia tan neutral en donde se me permitía hacer 'todo', hay una parte de mi que no llega a entender que soy la excepción más que la regla. Como dije al principio, soy escritora. Tiendo a hacer todo parte de mí.

Luego de eso, viene la reflexión sobre mis propios personajes, sobre mis textos. ¿Caí en el mal cliché con los personajes A, B y C? ¿Hice mal en mostrar la relación de B y C en la manera en qué lo hice? Y aunque esto es bueno, claro, porque uno rara vez va a querer insultar a alguien sin querer (menos un escritor. Si un escritor quiere insultar a un gran grupo de personas, el peor insulto que puede haber es haberlo hecho sin querer. Te puedes perdonar el no haber sido lo suficientemente sarcástico e hiriente cuándo estabas haciendo una crítica, pero absolutamente no te puedes perdonar el haberte perdido la oportunidad de no haber dicho nada y aún así haberlo diche. El YoYoYo no te perdona eso), a la vez es malo. ¿Por qué? Porque al ponerte - o okay, volvamos al yo: odio cargar a mucha gente a mis espaldas - al ponerme a pensar en todos los demás, empiezo a dudar de mi texto y de mi misma.

Y para todo el ego que un escritor llega a tener, generalmente es una estatua de mondadientes sin ningún tipo de pegamento.

¿Cuál es el punto de esto, además de que obviamente me gusta escuchar mentalmente mi propia voz, y de que disfruto viendo mis palabras aparecer en la pantalla? Bueno. Que como yo generalmente NO pienso en el sexo como definición del personaje, generalmente me cuesta trabajo darme cuenta que muchas personas no van a ver lo mismo. Que muchos al momento de leer 'mujer' ya van a estar juzgando sin haberle dado tiempo siquiera al personaje de decir 'pío'. Y luego hay que tener cuenta que el inglés y el español están en contra mía, porque no me permiten la ventaja de tener pronombres neutros utilizables.

Pongamos un ejemplo de una novela que espero terminar pronto, Ofel. Ofel que usa vestidos y lleva una muñeca y que por más de la mitad de la novela se piensa que es niña hasta que se descubre que no. 'Trasvesti' escucho el comentario de los Otros. 'Transexual', quizá. Y en ese momento empiezo a sentir las expectativas que me están echando sobre los hombros. Y entonces pienso 'pero 'Ofel' hizo eso porque tras la tortura, no podía ser simplemente 'Sam', no cuándo todo su mundo fue destruido. Y no lo hizo porque era fácil, o porque él en realidad era una niña en un cuerpo de niño. Hizo eso porque necesitaba ser alguien más, alguien distinto, y necesitaba poder seguir vivo sin estarlo'. Y me pongo a pensar en todos los personajes, y empiezo a dudar de mis propias intenciones. No importa qué tan inocente o planeado fue un comentario, empiezo a pensar si fue bueno o no, si debí haber escrito otra cosa, de si debería olvidarme de esto de escribir y correr a una montaña y hacerme hermitaño.

... y la verdad, muchas veces, sigo sin entenderlo. Y sí, posiblemente esto se deba a que de niña, yo fui de las afortunadas que pudieron ser tanto príncipes como princesas como sapos como astronautas como lo-que-pudiera-imaginar.

writing: meta

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