A días chungos... fics!!!!

Aug 01, 2007 21:23


Ayer he ido a ver de nuevo La orden del Fénix. Me encanta esa pelicula. Me encanta lo sutil que es, lo mucho que se dice sin palabras, las insinuaciones y lo bien que refleja el libro. Es una suerte, la verdad. Y aunque sé que me faltan por hacer varios de los drabbles de las peticiones de canciones, no pude evitar escribir unos que no tienen nada que ver con eso.

Este primero es un fic de un libro que está escribiendo alguien muy importante para mí. Ella se merece lo mejor del mundo, y si mis vanos y fútiles intentos por escribir la hacen feliz, que no se diga que no lo intento. Ah, y el protagonista es mi personaje favorito de todo el futuro libro.

Titulo: De la primera vez que Keith vio a Axel
Fandom: En el Silencio
Palabras: 695

Keith nunca había sido un niño fácil. Más bien, nunca había sido un niño fácil en su casa, con su familia. Sólo salvaba a su hermana. Pero sus padres... sus padres eran harina de otro costal. Cuando se detenía y pensaba, algo no muy habitual en él, siempre había creído que si los odiase su vida sería mucho más sencilla. Pero no los odiaba. Algo en él se lo impedía, quizá se le podría echar la culpa a su madre por enseñarle a respetar a sus mayores. La parte rebelde y revolucionaria de Keith siempre estaba discutiendo con esa otra que respetaba las decisiones de sus padres. Pero, pese a todo, estaba ahí, con el edificio rojizo ante sus ojos.

Suspiró antes de seguir la marea de jovenes hacia el interior. Como siempre, no podía evitar mirar a todo aquel con el que se cruzaba. Observar a los tíos por la calle era tan natural como respirar para él. Y había algunos bastante interesantes. Ya haría vida social cuando supiese en que aula tenía clase. Recorrió el vestibulo hasta llegar a un gran tablón de anuncios. Buscó su clase y, cuando descubrió en que aula llevaban ya dos horas con las clases, empezó a subir las escaleras hasta el segundo piso.

No es que fuera porque quería, pero esa iba a ser su primera clase de Anatomía, y, como él bien decía, la "anatomía" debía ser una de las pocas cosas interesantes de la carrera. Como él, había más gente. Esperando en la puerta. Se fijó en una niña, de cabello castaño claro y ojos marrones que cambiaba su peso de una pierna a la otra. Nerviosa. En realidad parecía una niña. ¿Ya tenía dieciocho años para estar estudiando en la universidad?

Un molesto timbre sonó, llevandose con él las esperanzas de que en la Universidad no cambiaban las clases con el sonido del puñetero timbre, que siempre lo despertaba cuando mejor dormía o en medio de una interesante fantasía sexual con el chico de turno. Parecía que los timbres perseguían la vida de todo estudiante. Un profesor trajeado y con cara de malas pulgas salió del aula, seguido por aquellos que iban a aprovechar los diez minutos entre clase y clase para fumarse un cigarro. Keith entró, sin fijarse demasiado en el casi centenar de alumnos que llenaban la habitación. Se sentó en el primer lugar que vio, posó su carpeta sobre la mesa, y se sacó el bolígrafo del bolsillo. Empezó a tamborilear al ritmo de la canción que había sonado justo antes de apagar su mp3 y ojeó con cara de aburrido la pizarra en la que estaban escritas cosas de la clase anterior.

Medicina iba a ser un asco.

Entonces, no pudo resistirse más a la tentación de analizar a sus futuros compañeros de carrera. Menos de medio minuto más tarde, ya había descubierto un grupo de chicas que lo miraban de reojo y sonreían con caras de embobadas. Parecían de esas que se tomaban las cosas en serio y se dedicaban a estudiar. Keith esbozó media sonrisa traviesa. Ya tenía a quien pedirle los apuntes. La llegada de los que habían salido a fumar distrajo su atención, y sus ojos, sagaces a la hora de distinguir "especimenes" interesantes (gracias a la experiencia) fueron atrapados instantaneamente por uno de ellos. Alto, esbelto, y tan guapo que la mano del boligrafo se quedó en el aire y perdió el ritmo de la canción que tocaba. Necesitaba hablar con él.

Sin importarle no ser comedido, se giró en su asiento para ver en dónde se sentaba. Verlo sonreír tampoco fue bueno para su imaginación. Algo en él le decía que tendría posibilidades, que era de los "suyos".

-¡Silencio, por favor!

Maldiciendo mentalmente, Keith volvió la vista al frente para observar a la mujer que iba a darles clases de Anatomía. No prestó atención a nada de lo que ella dijo. Como esa era su ultima clase de la mañana, salió del edificio y, mientras se ponía los cascos del mp3, pronunció en voz alta lo que iba a definir su curso de acción a partir de ese día.

-Tendré que venir a clase.

Y os dejo con otra cosilla. De Harry Potter. Ligero y corto. Pero con aparición estelar de Draco. Ah, y Spoilers del 7ª

Titulo: Era culpa de las ¿¿hormonas??
Fandom: Harry Potter
Palabras: 1075

Ron sudaba en sus ropas muggles. Era un súdor frío y pesado, incómodo. Harry, por su parte, estaba acalorado por dentro. Necesitaba descargar ese calor de alguna forma.

Ninguno de los dos podía quejarse. Si Hermione o Ginny los escuchaban hablar de lo molesto que era todo, ellos les estarían dando la razón y, por nada del mundo iban a cometer semejante locura. Tenían suficiente poder sobre ellos para, encima, regalarles más así como así.

-Nosotras nos marchamos. Mañana hablamos. Divertíos.

La risa malevola de las dos muchachas las acompañó mientras salían por la puerta del Caldero Chorreante. Ellas se iban a la fiesta de despedida de soltera de Susan Bones. Más por compromiso hacia su prometida, Harry y Ron habían sido invitados a la fiesta de Zabini. Ninguno de los dos tenía ganas de aparecerse en el local que el Slytherin había reservado para la celebración. Un cubil de serpientes no era como cumplir las fantasías más alocadas de ambos hombres. Y menos así.

Quizá con un poco de maldad por su parte, ambos habían decidido ir vestidos a lo muggle. Seguro que los Slytherin llevaban pomposas túnicas de gala. Además, que Ron no se pondría una cosa así jamás. Cada vez que se acercaba a una Harry le recordaba su maravillosa túnica del baile de navidad de cuarto. Y los días en los que se creía que Ron era tonto habían terminado tiempo atrás.

Con desgana, pero sin quejarse por las sensaciones extrañas que los recorrían (ahora frío, ahora calor, luego dolor de espalda, falta de energía que daba paso a un subidón de adrenalina), salieron del local para aparecerse en la dirección que aparecía en las invitaciones.

-Joder... esto es asqueroso.

-Y la fiesta va a ser peor.

-Tenemos que vengarnos por esto Harry. No podemos permitir que hagan con nosotros lo que quieran.

-Hay que pensar en algo.

Los dos se detuvieron frente a un gran portón de metal plateado. Un chico salió a abrirles y comprobar sus invaticiones.

-¿De verdad tenemos que ir?-preguntó Ron en un susurro en la oreja de Harry. El moreno sólo asintió con desgana. Seguía sintiendo que le ardía la piel por dentro. No era desagradable, era... fastidioso. Quería que ese calor desapareciese.

Una discoteca que mezclaba el estilo muggle y el mágico los recibió. Había varias mesas con comida por los laterales, y, en la barra, camareros y camareras guapísimos servían bebidas. Justin, su antiguo compañero de Hufflepuff, los vio nada más entrar. Harry, que siempre había pensado que era gay (y que le había gustado él) se quedó medio paso por detrás de Ron para evitarlo. No es que fuese mal tipo. Ni siquiera era feo. Pero no. Y ni siquiera iba a registrar en su parte lógica que su subconsciente había pensado en hacer eso con Justin. No. Se negaba.

-¡Harry! ¡Ron! ¿Que tal? Ya me había dicho Roger que estabáis invitados, pero no estaba seguro de veros. Os informo, que tenéis cara de perdidos. ¿Acabais de llegar no? Claro, siempre habéis podido permitiros lo de llegar tarde. Pues eso, que la barra de allí es de bebidas muggles, y la del fondo de bebidas mágicas. Dentro de una hora el local abrirá para los muggles, Zabini dice que así, con desconocidos sería todo más interesante. Extraño sentido del humor el de los Slytherins... ¡Ah! Por allí va Roger. Nos vemos luego.

Ron y Harry tardaron más de un minuto en recuperarse de tanta información junta.

-¿Este está con un Slytherin?- preguntó Ron impresionado.- ¿Es el mismo tío que pensaba que eras el puto heredero de Slytherin y escapaba de ti por los pasillos?

-Ya ves.

-Sí, vamos a beber algo. ¿Con alcohol esto se pasará?

-Podemos probar. Si nos emborrachamos mucho, fijo que deja de ser todo tan incómodo. Y mañana termina la prueba.

Fueron directos hacia las mesas de las bebidas mágicas. La cerveza de mantequilla no iba ser sufiente así que optaron por Whisky de fuego Ronald y Harry Ron de grosella. En la tercera copa, estar rodeados de serpientes ya no les parecía tan malo. Hasta fueron a felicitar, cuarta en mano, a Zabini por echarle un par y casarse. Ron vio entonces a un jugador de los Cannons y marchó a hablar con él, dejando a Harry sólo frente a su quinta copa de Ron. Se estaba dando cuenta que beber para que ese calor desapareciese no era la mejor solución. Porque ahora tenía mucho más calor.

-Pareces acalorado, Potter.

La voz seguía arrastrando indolentemente las palabras. Harry alzó la mirada vidriosa para encontrarse con un Draco Malfoy de mirada igual de vidriosa. Quizá gracias a todo lo que sentía por dentro, Harry recordó lo cómoda que era la varita de Draco. Suave y más pequeña que la suya, que se adaptaba a él mejor que cualquier otra... En ese instante la parte racional de Harry era tan pequeña que ese subconsciente de ideas extrañas con chicos que había sentido que estaban obsesionados con él en el colegio ahogaba cualquiera otra posible línea de pensamiento. Al calor la asociación de palabras parecía gustarle. Draco+varita+calor+¡joder que guapo está el desgraciado de Malfoy con ropa muggle!

-Algoasídebeser. Si me disculpas, Malfoy...

Huyó de allí todo lo rápido que le fue posible. Si se quedaba dos minutos más con Draco en ese estado, iba a hacer cosas de las que después se arrepentiría. Llegó hasta donde Ron hablaba y lo agarró del cuello de la camiseta sin darle tiempo a dirigirle la palabra.

-¿Que pasa Harry? ¡Estás tan sonrojado como cuando te pillé besando a mi hermana en su cuarto el día de tu cumpleaños!

-¡Nos vamos!

Sus voces arrastraban las palabras con ese deje de todos aquellos que están disfrutando de ese estado alcoholizado de alegría desenfrenada. En el caso de Harry, además del calor, había enfado.

-Es todo culpa de esas dos brujas.- masculló rebuscando en los bolsillos la varita.- ¡Si no nos hubiesen hecho sentirnos como si tuviesemos la regla esto no habría pasado!

-¿Y qué ha pasado? La fiesta no era tan mala...

Su voz racional se tomó la revancha por su poca fuerza de antes diciéndole que Ron, a pesar de estar en el mismo estado, no se había imaginado con Draco Malfoy en la cama. La negación se hizo amiga de Harry. Era por las hormonas. Nada más. Y no iba a volver a extrañar la varita de Draco. No señor.

fic, drarry, en el silencio, hp

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