Pues esto es un regalo de cumpleaños atrasadísimo para
lupus_errabunda; que escribe genial y que recomiendo a todo el mundo que la lea y le diga lo maravilloso que es lo que escribe. Sé que llega tarde, sé que es algo mediocre y sé que no tengo excusas para el retraso.
Supongo que más vale tarde que nunca.
Fandom: Prince of Tennis
Grupo: Rikkai (y en esta ocasión bastante de Seigaku)
Universo: Any day you wake up, maybe you die
Advertencias: Yaoi, AU medieval, y en general NC-13
Tema: #Ley 19.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.
No hay nada tan pequeño que no pueda estallar fuera de proporción
Niou sabía que Seigaku, más que cualquier otra ciudad, poseía la leyenda de ser inconquistable. Más incluso que Tenipuri, la ciudad en la que residía el Rey Supremo Sakaki y su corte. El motivo principal para que Seigaku fuese considerada como tal eran las cuatro murallas que separaban el castillo del Lord del campo abierto. Cada una de ellas marcaba un sector de la ciudad. En el central, estaba el castillo, construido sobre la parte más alta de la colina sobre la que se había edificado la ciudad. Entre la primera muralla y la segunda se sucedían las casas de mercaderes ricos, eruditos y nobles. Era la zona con más soldados privados de la ciudad y había que gozar de una licencia especial para atravesar esas puertas tranquilamente.
Entre la segunda muralla y la tercera se encontraba la zona comercial. Los mercados, las posadas respetables, pequeñas boticas llenas de hierbas y otros ingredientes para brebajes curativos -materias primas que Niou podría convertir en venenos mortíferos- y ese tipo de pociones inofensivas. Lo habitual y necesario para que una ciudad resultase próspera económicamente, si bien tenía que admitir objetivamente que el mercado de Rikkai resultaba mucho más exuberante, debido, probablemente, al hecho de que estar en el centro le permitía poseer productos de todos los rincones.
El último nivel era el más interesante. De no haber estado allí para hacer un trabajo, Niou se habría divertido en los burdeles, los antros de mala muerte y confundiéndose con la multitud de maleantes que pululaban en todo barrio bajo de toda ciudad. Durante sus días en palacio se había dado cuenta de que al Lord le desagradaba realmente la gente de los niveles más bajos, pero como Lord Oishi muy bien le había recordado, no se podía hacer nada para hacer desaparecer a un cuarto de la población. Aun así, no había demasiada criminalidad dentro de los muros de la ciudad, por lo que Niou se había sentido tentado de decir en voz alta que dejase de quejarse de vicio.
-¿Adónde nos dirigimos?- inquirió observando de reojo a Fuji mientras traspasaban la primera muralla.
-El palacio no es el lugar más adecuado del mundo para el tipo de conversación que vamos a tener, así que resultará más privado si hablamos en mi casa.
Niou se encogió de hombros. No le importaba el lugar en el que Fuji quisiese morir. Siempre se había sentido orgulloso de su generosidad con los moribundos. Y toda persona que se plantease enfrentarse a él era un moribundo.
Siguió al hombre esbelto y menudo esperando que enfilase hacia una de las calles de ese nivel, todas llenas de grandes y magnificentes mansiones. En especial, le llamó la atención una de ellas, con los techos en bóvedas que terminaban en picos; del mismo estilo arquitectónico que la de Renji en Rikkai.
-Es la casa de Inui.- le explicó Fuji reconociendo la curiosidad en su mirada.- Un estilo bastante característico, aunque tengo que reconocer que la decoración interior deja bastante que desear. Algo que tampoco importa demasiado porque Inui, como todos los nobles del Consejo, reside en el castillo.
-¡Oi! ¡Bishounen-tachi!
Niou y Fuji se giraron al mismo tiempo para ver a un hombre vestido con unos extraños y holgados ropajes negros acercarse a ellos. Ni por un segundo Niou se dejó llevar por la inocencia que transmitía la sonrisa del hombre. Sus ojos brillaban demasiado y con demasiada inteligencia.
-Nanjiroh-san.- saludó cordialmente Fuji, aunque Niou pudo notar perfectamente que tras la sonrisa que en apariencia no había variado ahora había cierta cautela que antes no estaba presente.- No sabía que habíais vuelto de la corte del Rey.
-Sakaki es tan estirado como siempre.- se quejó llevándose una mano a la cabeza.- En cuanto Osamu decidió regresar a su casa no me quedó más remedio que volver.
-Seguro que el Rey se siente más aliviado.- concedió Fuji con una sonrisa.
-Bueno, ya sabes, siempre he creído que estos hombres tan regios y firmes necesitan a personas peculiares a su alrededor para no volverse locos.- Niou, mientras observaba fijamente las miradas que intercambiaban ambos hombres tuvo la sensación de que el tal Nanjiroh no terminaba de hablar del Rey.- Tu hermana te envía saludos. Y sus hijas ya son dos pequeñas señoritas que serán tan guapas como su madre.- al hablar de las niñas, su sonrisa adquirió cierto tinte pervertido que llevó una sonrisa a los labios de Niou y provocó que Fuji entreabriese los ojos.- ¡Fuera de mi alcance, lo sé! ¡Lo sé! Tu hermana dijo lo mismo. Las niñas estaban emocionadas con la noticia de su primo. Supongo que tengo que felicitarte.
-Gracias.- replicó Fuji sin dejar que su sonrisa flaquease ni un poco ante ese “supongo”.- Seisuke es un niño sano que estoy seguro de que crecerá para ser fuerte. Ahora si nos disculpas, mi viejo amigo aquí presente.- señaló a Niou, que trató de dulcificar la sonrisa de suficiencia que bailaba en sus labios. Lo de “viejo amigo” le había parecido terriblemente divertido.- y yo queríamos intercambiar viejas anécdotas de la infancia.
-Por supuesto, por supuesto. Yo voy a ver si mi hijo ha dejado los juegos y se ha interesado por fin en la preciosa Sakuno.
-Buena suerte con eso.- deseó Fuji sardónico mientras el hombre se alejaba. Reanudó su camino, dirigiéndose a la puerta de la segunda muralla y sorprendiendo a Niou, que seguía esperando alguna gran mansión de los Fuji en la ciudad.- Espero que hayas disfrutado de tu encuentro con Lord Echizen.
-¿Lord Echizen?
-Lord Nanjiroh Echizen. El legendario héroe de la guerra de hace veinte años contra los Tsubasianos, que derrotó a Ozora Tsubasa y que junto con la derrota que Wakabayashi sufrió a manos de Sakaki, puso fin a la guerra. El mismo Lord Echizen que renunció al trono y al título de Lord Seigaku, cediéndoselo a un jovencísimo Lord Yamato. El padre del Echizen que has visto por aquí y por allí en palacio; mayormente en compañía de Lord Seigaku o de Sir Momoshiro.
Niou supo que Fuji estaba disfrutando explicándole detalles que ya conocía sólo para resaltar que se acababa de topar con una leyenda viva del reino y no se había dado cuenta de lo realmente fuerte que era la persona frente a él. Y no era que Niou fuese una persona capaz de molestarse por algo así -porque no lo era- pero le irritaba que se considerasen mejor que él en su campo. Fuji no era Yukimura para tener ese tipo de actitud con justificación.
Siguieron descendiendo por una de las calles principales del mercado en dirección a la tercera muralla. Niou supo entonces que seguramente la casa de Fuji estaba camuflada entre algún burdel de mala fama y alguna casa de mercenarios, dónde nadie esperaría toparse con una persona con el prestigio y poder de un Fuji. Sobre todo, si ese era El Fuji de esa generación. Imprevisible y sorprendente, algo que decía mucho sobre su enemigo. Lo suficiente para que la emoción en el interior del pecho de Niou chisporrotease de nuevo.
-¡Fuji!- les gritó uno de los guardias de la tercera puerta. El asesino, sin perder la sonrisa, alzó las cejas en una pregunta muda.- Kikumaru-sempai estaba buscándolo.
-Gracias por el recado, Arai.- respondió con calma y tranquilidad el hombre.- Y ya te he dicho que me tutees.
-Sí, señor.- asintió el guardia solemnemente.- Ha dicho que te esperaría en tu casa.
-Gracias.
Tras asentir ligeramente, Fuji retomó el mismo paso tranquilo y calmado, como si tuviese todo el tiempo del mundo, para dirigirse hacía una pequeña casa de apariencia ruinosa que se situaba justo al lado de la última de las puertas principales. Había otras tres, situadas en los puntos cardinales, e incluso la tercera muralla contaba con más de una puerta. La segunda y la primera eran las únicas con una sola entrada y una sola salida.
-¿Has disfrutado del paseo?- inquirió Fuji conforme se acercaban.- Por cierto, todavía no sé tu nombre.
-Niou.
-¿Yukimura? Interesante.- respondió Fuji reevaluándolo con la mirada. Niou se sintió satisfecho al darse cuenta de que su valor había aumentado varios puntos en los impresionantes ojos azules que lo observaban fijamente.- Parece que las cosas se están moviendo más rápido de lo que cabría esperar.
-¡Fujiko!- gritó un hombre pelirrojo en cuanto los tuvo en su campo de visión, interrumpiendo el intercambio de miradas.- ¡Fujiko!
Sir Kikumaru corrió hacia ellos con un saco al hombro que parecía pesado. Se detuvo resollando delante de Fuji y cuando consiguió recuperar el aliento lo agarró por los hombros, con una mueca sombría oscureciéndole la cara alegre que en opinión de Niou lo hacía parecer más un bufón que alguien importante en la corte.
-¡Tienes que salir de la ciudad ahora mismo!
-¿Qué ocurre Eiji?
-¡No hay tiempo! Ochibi te espera en el bosque.- miró a Niou con el ceño fruncido.- ¿Quién es este?
-Mi nuevo aprendiz.- respondió con tranquilidad Fuji sin perder la sonrisa. Niou decidió que ese comentario iba a ganarle una muerte dolorosa a Fuji.- Me ha acompañado desde la casa de la familia.
-¡Tenéis que desaparecer nyah!
Sin más palabras, comenzó a empujar a Fuji hacia la salida. Niou se planteó escaquearse para que no lo alejasen de la ciudad pero la mirada de reojo que le dedicó Fuji era una advertencia clara y no iba a ser él quien cometiese un error de principiante. Mientras Fuji no estuviese muerto no podría acercarse a Lord Seigaku. Así que tendría que seguirles la farsa.
Salieron de la ciudad y caminaron por uno de los senderos que conducía al bosque que había a media hora de caminata. Kikumaru no habló en todo el camino excepto para apresurarlos y cada dos por tres dedicaba miradas furtivas cargadas de preocupación hacia las murallas. Niou, al lado de Fuji en todo momento, sintió un mal presentimiento al fijarse en el pequeño destello de confusión en el rostro de su rival. Él tampoco las tenía todas consigo y sabía que podía ser todo un acto para atraparlo a él y eliminarlo. La posibilidad estaba ahí y por mucho que su razón le dijese que era improbable, su instinto estaba demasiado bien entrenado para desconfiar.
-¡Daos prisa!- escucharon una voz proveniente del linde del bosque.
Lo primero que Niou vio fue un gran caballo negro; seguramente alguno de los sementales de guerra que ocupaba un puesto privilegiado en los establos de Lord Seigaku.
-¿Qué ocurre Echizen?- inquirió Fuji cuando estuvieron delante del caballero. Niou, como el observador avispado que era, sintió la orden tras la pregunta como una bofetada en la cara. Y de nuevo, los ojos azules del asesino estaban abiertos y le resultaba imposible no sentirse fascinado por el brillo metálico que poseían. Sin embargo, Echizen no se amilanó. Un buen par de ojos tenía él también. Grandes y dorados, cargados con una intensidad diferente a la de Fuji pero igual de poderosa. Yanagi tenía razón al sentirse preocupado con Seigaku. Contaban con varias personas de lo más interesantes.
-Es oficial que estás exiliado.- anunció apretando los puños con furia.- Lord Seigaku te ha desterrado de sus tierras.
-No creo que envíe la guarida a apresarme.- respondió Fuji con calma. Niou se preguntó como se sentiría en ese momento. Había visto el dolor del rechazo de Tezuka en el asesino, así que por muy buena que fuese su fachada en algún lugar tendría que haber alguna fisura.
-¡Nyah! ¡No lo entiendes!- se quejó Kikumaru volviendo a agarrarlo por los hombros y agitándolo.
-Cuando me dirigía a supervisar los entrenamientos.- dedicó una significativa mirada resentida al asesino.- Me crucé con Oishi y Taka-san que venían acompañados por una pequeña embajada de Higa.
-¿Higa?
-¡Quieren tu cabeza nyah!- soltó Kikumaru sin poder aguantar la espera. Fuji lo miró con los ojos abiertos, advirtiéndole sin piedad que se mantuviese callado y quieto durante un rato. Niou sintió ganas de asentir para sí mismo al ver la efectividad de la mirada.
-Continúa Echizen.
-Lord Higa los ha enviado con un tratado de paz. Si se les entrega la cabeza de la persona que destrozó a Hirakoba para ser ajusticiado en su territorio declararán la paz y firmarán un tratado para mantener las buenas relaciones con Seigaku. En caso de resistirse, tus acciones sobre su noble serán consideradas la primera acción de la guerra.
-Y Seigaku el culpable de su comienzo.- terminó Fuji, ya sin sonrisa, pero con una mirada calculadora. Niou sentía ganas de tararear. Las cosas habían tomado un giro repentino a su favor.- Inteligente.
-Cuando hablaron con Lord Seigaku, él les comunicó que habías sido exiliado y que eran libres de perseguirte si lo deseaban. Lord Chinen insistió en que si de verdad habías sido exiliado, Lord Seigaku tenía el deber de colaborar en tu captura, puesto que sino sus buenas intenciones resultarían más que dudosas y quizá Lord Higa terminaba decidiendo que después de todo no queríamos la paz. Oishi y Taka-san han intentado hacerlos recapacitar y enmarañarlos un poco en cuestiones legales; pero Lord Seigaku.- Niou sonrió divertido. Echizen escupiendo veneno cada vez que pronunciaba el título de Tezuka le recordaba a Akaya cuando se enfadaba con Sanada.- no tiene intención de hacerles caso.
-Y de todas formas, sin Inui presente todos esos intentos son vanos.- terminó Fuji con una sonrisa dulce.
-Me voy contigo.- anunció Echizen con resolución.- Estoy harto de...
-Vamos, vamos, Echizen. No digas cosas de las que te arrepentirás. Eres el heredero, tu lugar está junto a Lord Seigaku.
Fuji dio dos pasos hacia la figura que ahora temblaba de furia. Echizen iba a protestar cuando los brazos del asesino se enroscaron a su cuerpo y el hombre de cabello castaño se estiró lo suficiente para posar beso delicado sobre los labios del caballero. Aunque Niou ya tenía una idea bastante clara de lo que había entre las tres personas más fuertes de Seigaku, confirmarlo siempre resultaba satisfactorio. Maravillado, notó como la tensión desaparecía del cuerpo del más joven; y para cuando Fuji dio un paso hacia atrás, sólo quedaba tristeza en el rostro de Echizen.
-Cuida bien de Tezuka.- le dijo calmado el hombre del cabello castaño.
-¿Cómo puedes pedirme que lo cuide? ¡Quiere verte muerto!
-No. No te confundas, Ryoma. Si quisiese verme muerto habría cortado secamente a Oishi y a Taka-san y habría salido él mismo a buscarme. Dejó que tú y Eiji os escabulleseis de allí para que me avisaseis. Simplemente, no quiere verme. Pero no quiere matarme.
-Pero...
-Nada de peros. Terminará habiendo guerra. Y Tezuka lo sabe. Ganadla.
-¿Y tú que vas a hacer Fujiko?- inquirió Kikumaru, casi con lágrimas en los ojos.
-Oh, yo me arreglaré. Siempre lo hago. Y me apetecía viajar así que aprovecharé.- comentó con ligereza el asesino dando dos pasos hacia el pelirrojo y abrazándolo.- Dadle las gracias de mi parte a Oishi y a Taka-san.
-Fuji...
-Vamos, Echizen. Estaré perfectamente. No deberías preocuparte por mí. Además, mi aprendiz aquí presente es alguien con mucho talento y viajando los dos juntos no nos ocurrirá nada.
Niou sintió los inquisitivos ojos dorados sobre él, casi diciendo “si dejas que le ocurra algo te mataré”.
-Tenemos que regresar.- dijo Echizen recuperando la compostura.- No te recomiendo que regreses a la casa familiar. Ni en Rokkaku ni con tu hermano. Son lugares demasiado débiles en caso de tener que enfrentarse a nosotros.
-Lo sé, lo sé.
Echizen dio dos pasos para pegarse de nuevo a Fuji y esa vez fue el quién posó un beso apasionado (Niou diría que hasta inspirador para su imaginación) sobre los labios delicados del asesino, que conservaba la sonrisa incluso en el beso. Cuando después de un par de minutos seguían sin despegarse el uno del otro, Niou comenzó a tamborilear con uno de sus pies en señal de impaciencia. Fuji dio un paso atrás y le dedicó una mirada sardónica.
-Enviaré mensajes a Yuuta para que tenga precaución y se encargue de la seguridad de tu esposa y tu hijo.- fue la despedida de Echizen antes de seguir a un Kikumaru lloroso en dirección a la cuidad.
Fuji esperó de pie frente al caballo a que Echizen y Kikumaru dejasen de estar a la vista.
-Los dioses están de mi parte Fuji.- fue el primer comentario de Niou.- Si dejo que te apresen nada se interpondrá entre tu querido Tezuka y yo.
-Vamos, Niou. Estás con Yukimura y me parecías alguien inteligente. No lo estropees ahora.- advirtió Fuji divertido.- Enfrentarte a mí no sería sabio. Ya no tengo por qué dejarte con vida.
-No conseguirías derrotarme Fuji. Tienes un serio exceso de confianza en ti mismo.
-No, Niou. No lo tengo. Soy mejor de lo que te imaginas.- el rostro del hombre frente a él se endureció y los ojos azules sin la sonrisa eran temibles incluso para alguien como él que se consideraba sin miedos.- Y nunca he llegado a mi límite. No sé dónde está el tope para mis habilidades. Aumentan cuando necesito que aumenten. Y no puedes enfrentarte a eso y salir victorioso.
-Sólo necesito tiempo, Fuji. Tienes demasiados enemigos deseosos de colgar tu cabeza en sus murallas.
-Nadie ha capturado nunca a un Fuji, Niou, y yo no voy a romper esa tradición. Pero estamos perdiendo el tiempo, porque si nos encuentran, tienes las mismas posibilidades que yo de quedar sin cabeza.
Niou no podía negar que eso era cierto. Aunque Lord Seigaku decidiese dejarlo regresar a Rikkai o encarcelarlo, Lord Higa aprovecharía la ocasión para asesinarlo y avanzar un paso en su guerra contra Yukimura. Pero salir de Seigaku sin haber conseguido nada no era lo que Lord Rikkai querría; y Niou lo conocía lo suficiente como para saber que prefería enfrentarse a todos los asesinos del reino que a Yukimura furioso.
-No me apetece matar a nadie.- anunció Fuji subiendo al caballo de un ágil y elegante salto. Tendió una mano para que Niou se acomodase a su espalda.- Y tú tampoco tienes cara de querer enfrentarte a mí en un combate a muerte -que no ganarías, por cierto- así que te propongo otra solución: llévame ante Lord Rikkai como un preso.
-¿No decías que los Fuji no eran capturados nunca?- inquirió, reticente a tomar la mano que seguía extendida frente a él.
-Oh, pero no voy a dejar que me matéis. Y siempre puedo escapar.
-Subestimas a Yukimura.
-Para nada. Pero me crucé con él cuando era un niño y me pareció alguien interesante. Y creo que le compensará que le lleves a un Fuji vivo antes que recibir un paquete con tu cabeza como regalo.
A Niou no le gustaba que le hablasen así. Nadie le hablaba así. Pero no tenía otras opciones y estaba seguro de que a Yukimura le interesaría Fuji y la información que podían obtener de él.
Tomó la mano con firmeza y partieron rumbo sur.
***
Yukimura estaba enfadado.
No muchos podrían darse cuenta de ello, pero Sanada y Yanagi, que estaban reunidos con Lord Rikkai en la sala del consejo, reconocían el exceso de dulzura en su sonrisa como una de las señales del Apocalipsis.
-Entonces Renji.- dijo con su voz dulce y musical.- ¿Todavía no hay noticias del niño?
-No creo ni que nuestro mensaje haya podido llegarles, Seiichi.- respondió con calma Yanagi. Sanada, apoyado contra la ventana, se estremeció ligeramente. No solamente la sonrisa de ángel de Yukimura le parecía mortífera; la calma en Yanagi era inhumana.
-¿Noticias de Yagyuu?
-No desde hace dos días.
-Que fue cuando nos envió esa escueta nota en la que decía que Atobe marchaba hacia el norte con intención de aniquilar a Tezuka. Destruyéndonos a nosotros en el camino, supongo.
-Hay un 97% posibilidades de que esa sea la intención de Lord Hyotei y su estratega Lord Oshitari.
-Y si no recuerdo mal, Shiraishi no ha considerado nuestra oferta lo suficientemente apetitosa para unirse a nosotros temporalmente y se va a mantener al margen de todo. Hasta que estemos todos destruidos y ellos, con sus fuerzas intactas, puedan derrotar fácilmente a cualquiera que haya ganado. Lo que deja al bueno de Shiraishi con un pie en el trono.
-Sí Seiichi, seguramente esas son sus intenciones.
-Y Tezuka sigue vivo y no tenemos noticia alguna de Niou o del Fuji al que tendría que estar enfrentándose.
-No, Niou tendría que haber completado su misión a estas alturas, así que hay un 93% de posibilidades de que no lo haya conseguido y no vaya a hacer en un futuro próximo. De esa cifra, un 78% de posibilidades implican que ha muerto a manos de Fuji o que ha sido sometido al mismo proceso que Hirakoba y Akutagawa.
Yukimura guardó silencio y Sanada contuvo un suspiro. Un par de minutos después, uno de los pajes de palacio entró. En la bandeja que portaba faltaba la jarra de vino de Hyotei con la que Yukimura siempre tomaba su almuerzo.
-¿Y el vino?- preguntó con una sonrisa aún mayor y el tono más dulce que antes. Yanagi, sorprendido, había abierto los ojos e intercambió con Sanada una mirada preocupada.
-La última botella se terminó ayer mi Lord, eso dijeron en las bodegas, mi Lord.- dijo el pobre muchacho deteniéndose a mitad de camino.
La sonrisa de Yukimura creció.
-Renji,- dijo con suavidad Lord Rikkai.- haz que cuelguen a todo el personal de las bodegas, por favor.
-Yukimura.
-¿Quieres decirme algo Geniichirou?- la mirada que le dedicó al caballero carecía de dulzura. Sólo a él lo miraba así; sólo con él caía por completo su dulzura. Sólo Sanada podía ver el interior implacable que Yukimura siempre escondía de todo el mundo.
-No vas a colgar a personal del castillo porque se te haya terminado el vino. Hay miles de botellas más a tu disposición y esto es una tontería.
-No hay nada tan pequeño que no pueda saltar fuera de proporción.- fue el críptico y severo comentario de Yukimura.
Sanada lo miró con decisión. Necesitaba lograr que Yukimura perdiese energía asesina, porque en ese momento era capaz de aniquilar a media ciudad sólo para olvidarse de lo enfadado que estaba por el fracaso de sus planes. Pocas cosas había que le desagradasen tanto como perder; aunque en ese caso estuviese perdiendo contra unos planes imaginarios que de antemano Sanada sabía que iban a terminar mal. Y era error de Seiichi por haber subestimado a sus enemigos.
Se apartó de la ventana y caminó hacia la salida, deteniéndose en la puerta y sin girarse a ver a su señor.
-Te espero en la sala de entrenamiento.
-¿Vas a desafiarme?
-Voy a entrenar contigo. Ahora mismo. Almorzaremos después.
Sanada salió del cuarto suspirando. Una buena sesión de entrenamiento privada (que terminaría perdiendo él, como siempre) y sexo después del ejercicio físico calmarían a Lord Rikkai lo suficiente como para que su mente se aclarase y empezasen a pensar en otro tipo de acciones para volver a tener los ases de la partida en su mano.
La vida de Sanada había sido más fácil antes de enamorarse de Yukimura.
Gracias por leer ^_^