Mar 02, 2008 06:00
Y una tanda de Crossovers para Fuji. En el que el otro personaje "destacable" es Ichimaru pues... digamos que fue una ida de pinza flipante y... ya lo leeréis. Los dos primeros podrían haber dado como resultado smut del interesante, pero hoy no estoy de humor para escribir smut, así que se han quedado en un par de situaciones raras. Creo que los tres tienen su buena parte de crack, pero no soy yo quién para juzgar, así que me dejo de rollos y los cuelgo ^_^
Fandom: Prince of Tennis/¿Bleach?
Personaje: Fuji + Gin + personajes random de otros fandoms
Advertencias: AU, Crossover ¿NC-13?
Tema: #11- Quebrar.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto. Los que no son suyos pertenecen a sus respectivos autores, por lo que tampoco me pertenecen.
Quebrar
Fuji siguió a sus compañeros de equipo y juntos cruzaron las puertas. Había sido Atobe el que les había hablado de la convención, y, aunque a él no le apetecía demasiado ir, había tenido que conformarse y aparecer por allí. Tezuka lo había ordenado. No había réplica que surtiese efecto. Al menos, no si quería seguir gozando de los privilegios que ser el prodigio del Seigaku le confería, todos obra y gracia de su estoico capitán. Una pareja de mujeres los abordaron nada más entrar.
-¿Prince of Tennis?- preguntó una consultando la lista que guardaba en la carpeta negra que tenía entre los brazos. Tezuka asintió.- Bien, diríjanse hacia donde están las chicas con el uniforme azul, por favor.
-¿Qué crees que pasa aquí Buchou?- preguntó Momo mirando hacia Tezuka. Fue Inui quién le respondió.
-Hay un 87% de posibilidades de que nos estén reuniendo con Hyotei y los otros equipos.
Era cierto. Delante de otras dos mujeres con uniforme azul estaba Atobe quejándose de la falta de trato preferente que le ofrecían. Yukimura, junto a Sanada, sonreía mientras permitía que Kirihara asustase a los chicos de Fudomine. Tachibana parecía demasiado ocupado hablando con Chitose.
-¿Seigaku?- inquirió con alivio una de las mujeres.- Ya podemos organizaros y enviaros a las salas que os corresponden.
-¡Escuchadme todos!- la otra mujer se puso de puntillas y agitó las manos pero no causó silencio en absoluto. Los jóvenes allí reunidos la ignoraban. Atobe, resoplando fastidiado entre dientes, alzó el brazo y chasqueó los dedos. Se hizo la madre de todos los silencios.- Muchas gracias Keigo.- el capitán de Hyotei parecía dispuesto a gritarle por llamarlo por el nombre de pila pero la mano de Oshitari sobre su hombro lo contuvo.- Bien, aquellos que nombre por favor diríjanse a la sala que les indico. Ryoma Echizen adelántate.- cuando estuvo frente a las dos mujeres, la otra le puso una pegatina en el pecho con la palabra “Protagonista” en ella.- Primera planta sala uno. Tezuka, Sanada, Tachibana, Chitose, Kurobane y Akutsu, primera planta la sala que pone SuperSemes.- los seis salieron de allí mirando con enfado contenido a las dos mujeres. Atobe empezó a refunfuñar que él debería estar en esa categoría.- Fuji, Shiraishi, Yukimura, Niou y Oshitari, quinta planta, Sala Sádicos.
Fuji recogió su pegatina y encabezó, al lado de Yukimura, el camino hacia su destino.
-¿Sádicos?- inquirió Shiraishi mirando fijamente la pegatina.- Yo no soy como vosotros.
-¿Qué tal tu brazo envenenado?- la sonrisa de Oshitari la compartieron los otros, y el capitán del Shitenhouji no pudo más que echarse a reír.
Cuando abrieron la puerta de la sala que les correspondía fueron sorprendidos con la presencia de un buen puñado de personajes que sonreían de lado. El más escandaloso, sin duda, era un tipo vestido con lo que parecía un saco hecho con una cortina de baño y con el pelo gris peinado hacia atrás. Había varios más vestidos igual, entre ellos, el ¿hombre? rubio al que le gritaba.
-¿Deportistas?- preguntó un tipo que tenía las orejas puntiagudas y el pelo rubio. A Fuji le recordó a esos duendes malvados que salían en las ilustraciones de sus libros de mitología europea.
Se apartó del grupo y, de pronto, se encontró mirando hacia alguien que tenía una actitud que reflejaba la suya propia. Los ojos cerrados y una sonrisa. Iba vestido de blanco y el pelo lila le caía sobre la frente con delicadeza. Aumentó su sonrisa y empezó a caminar hacia él. la empuñadura de una espada en la cintura llamaba su atención.
-¿Y tú eres?- preguntó el hombre sin cambiar un ápice su compostura.
-Fuji.
-Ichimaru. De Bleach. Mano derecha de Aizen-sama, que está en la sala de malos-malísimos en el otro lado de la planta.
-Prince of Tennis. Prodigio del Seigaku, casi autónomo de las órdenes de mi capitán.
-¿Y que hacéis vosotros para ganaros la vida?
-Ya sabes, jugar al tenis. Aniquilar oponentes y esas cosas.
-¿Aniquilar? Interesante. Y... ¿qué técnicas usas?
-Unos golpes especiales que sólo yo puedo hacer. Además, nunca pierdo.
-¿Ganas y ya?
-Pues sí.
-Mal hecho.- abrió un poco los ojos.- Hay que quebrar al oponente. Destrozarles mentalmente. Darles la mano haciéndoles creer que quieres tranquilizarlos y justo cuando lo has logrado, destrozar todas sus esperanzas. Que tiempos aquellos.- suspiró, todavía con los ojos rojos fijos en los azules de Fuji.- Últimamente no hago nada más que estar con Aizen-sama. Mis grandes momentos de gloria pasaron cuando Hitsu-chan dejó de pensar que era la encarnación del diablo. Aunque haber quebrado el espíritu de Rukia fue muy reconfortante.
-¿Quebrar a los rivales? Eso es lo que hice con Mituki.- musitó Fuji pensativo. Volvió a cerrar los ojos y sonrió.- Fue divertido. Debería hacerlo más.
-¿Quebrar?- Yukimura se había acercado a ellos y los miraba con una de sus grandes sonrisas.- Lo que tendríais que hacer es aniquilarlos, como yo.
Gin y Fuji se quedaron observando la belleza del rostro de Yukimura. Ese fue el instante que un chico joven realmente parecido a Fuji y vestido con una especie de uniforme verde oscuro aprovechó para hacer aparición en la sala. Escuchó hablar a un tipo de pelo verde y tres espadas.
-¡Hijikata!- gritó sacando su bazooka y poniéndoselo al hombro.
El tipo rubio que parecía un duende sacó una colección de metralletas al mismo tiempo que el rubio de los que llevaban puestas las cortinas de baño hacía se quedaba al lado de un bicho blanco.
Todos dispararon a la vez.
Y así fue como el hotel en el que se celebraba la Primera Convención Anual de Personajes Inter-Fandom desapareció de la faz de la tierra.
Fandom: Prince of Tennis/Naruto
Personaje: Deidara + Fuji
Advertencias: yaoi, AU, Crossover ¿NC-13?
Tema: #7- Mordaza.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto. Los que no son suyos pertenecen a sus respectivos autores, por lo que tampoco me pertenecen.
Mordaza
Tenipuri siempre había sido una nación que no se interesaba por los conflictos. Al ser un lugar pequeño, sus ninjas pasaban desapercibidos en el conjunto de la totalidad de los otros países. Por otra parte, los Ancianos eran los primeros en promover una política de no agresión con ningún país. Eran el único que nunca había estado en algún tipo de guerra con alguna aldea secreta. Ni siquiera con Konoha, que parecía ser la receptora de las intenciones hostiles del resto del mundo. Ojii, Banji y Sumire hacían un buen trabajo.
Gracias a esa no notoriedad de su aldea secreta, podían permitirse el lujo de viajar libremente de un lugar a otro. Como no contaban con ningún Bijuu ni siquiera los tenían en cuenta las organizaciones criminales.
Pero era una aldea como otra cualquiera, llena de clanes y ninjas poderosos. Nanjiroh, el Tenikage, contaba con un pequeño ejército de grandes muchachos capaces de igualar el nivel de criminales de rango S.
Y, dado que sólo utilizaba el libro cuando estaban faltos de dinero, no eran muchas veces las que tenían que salir de la villa para misiones de alto rango.
Sin embargo, en pleno invierno, el cumpleaños del hijo del Tenikage se acercaba y su padre quería regalarle un lugar para jugar a no-se-sabía-bien-qué que había visto en uno de sus viajes diplomáticos a un lugar muy, muy lejano llamado Wimbledon.
Yukimura, como líder del ANBU de la aldea, había formado equipos para capturar a algunos de esos criminales por los que les darían mucho dinero. Y ese era el motivo para que Oshitari, Niou, Dan y Fuji avanzasen a paso rápido entre los árboles sin hojas. Por suerte, ayer habían dejado la nieve atrás.
-Será mejor que nos separemos.- musitó Yuushi, que había sido elegido jefe de equipo. Dan era el médico y ni Yukimura estaba tan loco como para confiarle a Niou o a Fuji el liderazgo de un equipo.- Nuestros objetivos tienen que estar por aquí. Cuatro horas para encontrarse en el punto Z.
Con un asentimiento de cabeza, los cuatro ninjas se separaron, Dan acompañando a Oshitari, y Niou y Fuji cada uno en una dirección.
El instinto de Fuji era muy especial. Al fin y al cabo, provenía de uno de los linajes más importantes de la villa. No tardó ni media hora en atraer a su presa a una trampa que había creado para él. Y, al ver la sonrisa en los labios del rubio, supo que el ninja se había dejado engatusar en las redes de Fuji.
-Deidara, es un placer conocerte.- musitó quedándose a la vista del rubio. Estaba sentado en una rama y sonreía.
-¿Y tú eres...?
-Fuji Syusuke para servirte.- en un pestañeo estaba frente al rubio, tendiéndole amistosamente una mano.
-¿Qué quieres?
-Pues supongo que si te pido educadamente que me sigas para entregarte a quién ha puesto precio por tu cabeza no me vas a hacer ni puñetero caso, así que mejor nos saludamos antes de empezar a pelear ¿no crees?
-¿De dónde coño has salido?- inquirió el rubio alejándose de un salto varios metros.
-Eso no importa, hombre.- la sonrisa de Fuji creció un poco más.- He oído hablar de tu arte. Yo también soy artista ¿sabías? Fotógrafo.
-Las fotografías no son un arte capaz de superar al tiempo.- replicó el rubio con un ademán desdeñoso.- No tienen lo fundamental.- chasqueó los dedos.- El arte es un bang, aprendiz. Una explosión tan maravillosa y efímera que permanece en el recuerdo para siempre. La belleza consumiéndose casi sin dejar tiempo de ser contemplada.
-Me temo que difiero. No es necesaria la explosión, la destrucción. Una fotografía de esa belleza dejaría constancia de esa belleza. Incluso aunque no desapareciese. Porque las cosas solo son como son durante un momento. Y no son como eran ni como serán al siguiente porque el tiempo lo cambia todo.
Deidara frunció el ceño considerando el argumento y cómo podría rebatirlo.
-Pero estarán ahí. Accesibles al recuerdo de un solo vistazo. El arte debe permanecer en la memoria.
-Una fotografía permanece en la memoria.
-Todavía te queda mucho por aprender, muchacho.- el rubio abrió la cremallera de su bolso y sacó un poco de una sustancia blanca similar a la masilla.
-¿Ya te estás poniendo serio? Saa... - abrió ligeramente los ojos y dejó caer su sonrisa un poco.- Vas a obligarme a hacer lo mismo.
-Voy a mostrarte el poder de mi arte.
Ambos saltaron hacia atrás en el mismo momento. La boca en la mano derecha de Deidara creando un pájaro de tamaño medio. Fuji no podía negar que la escultura era hermosa, pero sus fotografías eran mejores. Sacó una de las láminas de papel que guardaba junto a él. Al hacer el sello con las manos, los tres trozos de tela se volvieron reales. Otra imagen más conjuró una hermosa ballena.
-Hakugei, sella su arte.- susurró mientras hacía otra de sus técnicas y una golondrina descendía del cielo para atacar a Deidara por la espalda.
Fuji aprovechó la ocasión para acercarse a él, dando gracias de su constitución ligera. Deidara se resistió y escapó un par de veces del alcance de Fuji, las criaturas de ambos aumentando por momentos. Mientras el rubio se veía obligado a utilizar su dragón de C3, Fuji recurría a su última técnica, Hoshi Hanabi, y ambos se daban cuenta de que el que ganase tendría que matar al otro.
La tela de las mordazas seguía en las manos de Fuji, que había sido incapaz de sellar las bocas de Deidara. Siempre era tan excitante tener un buen rival...
-Tu arte es hermoso.- le dijo convocando el sello que hacía que todas sus criaturas volviesen a su lugar de origen en las fotografías de Syusuke. Deidara aceptó la tregua y envió a sus esculturas de chakra lejos. Los dos se quedaron quietos viéndolas explotar.
-Sólo una cosa más.- Deidara se acercó a él y antes de que Fuji se diese cuenta, el rubio lo había atrapado en sus brazos y lo estaba besando apasionadamente.- Gracias por el intercambio de talento.
Antes de que diese un paso hacia atrás, el joven ninja de Tenipuri apretaba al miembro de Akatsuki contra su cuerpo, derritiéndose cuando las lenguas de las manos del rubio empezaron a lamerle el cuello y la parte baja de la espalda. Deidara era un bang, como su arte. Apasionado y lleno de lenguas.
-Será mejor que te alejes, tengo que reunirme con mis compañeros.
-¿Has desistido en tu tarea de capturarme?
-No se puede matar a un prodigio del arte.
-Me han gustado tus fotografías, aprendiz. Volveremos a vernos y terminaremos el intercambio de opiniones.
El rubio hizo uno de sus pájaros blancos y alzó el vuelo. La golondrina y el fénix de Fuji volvieron a volar para verlo perderse en el horizonte.
-Yukimura se va a enfadar.- suspiró con desgana.- Pero bueno, siempre podemos contar con Tezuka y Sanada para que cumplan su misión y recauden el dinero suficiente para el Tenikage.
Fandom: Prince of Tennis/D.Gray-Man
Personaje: Kanda/Fuji
Advertencias: yaoi, AU, Crossover ¿NC-13?
Tema: #29- Infierno.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto. Los que no son suyos pertenecen a sus respectivos autores, por lo que tampoco me pertenecen.
Infierno
Hacía años que Kanda era un exorcista. Llevaba en la Orden Oscura el tiempo suficiente como para conocer bien su funcionamiento. Hasta la aparición de Walker había sido todo bastante normal. Que el enano y el Conde del Milenio hubiesen aparecido al mismo tiempo (aunque sabía que el Conde había estado siempre ahí) no le gustaba. Y Lavi se había convertido en un gran amigo del otro enano, que cada vez más parecía arrastrar al resto de personajes hacia él. No iba a consentir que le hiciese lo mismo que a los demás.
Komui le había dicho que cabía la posibilidad de que en esa pequeña aldea hubiese Inocencia escondida. Así que avanzó hacia el bosque y se adentró en él, sus sentidos siempre alerta. A lo lejos, escuchó un grito. Se dio prisa en llegar hasta el lugar de origen y se encontró con dos muchachos, más o menos de su edad, enfrentándose a un Akuma. Lo que le faltaba. Se fijó en los dos chicos mientras daba un salto hacia delante y activaba su inocencia.
El que parecía más joven estaba tirado en el suelo, los ojos abiertos de terror mientras observaba como la criatura atacaba al otro muchacho, que estaba de pie cubriéndolo con su cuerpo de los ataques. Valiente.
-¡Métete con alguien de tu tamaño!- le gritó a la criatura cortándole uno de los brazos (si podían ser llamados así). En un pestañeo, el demonio había desaparecido.
Sabía que debería asegurarse de que los dos chicos se encontraban bien. Sabía que debería acercarse a ellos y ser amable porque en esa ocasión no tenía ni a un Buscador ni a Lavi (ni al enano) para hacer esas comprobaciones por él. Odiaba tratar con la gente.
-Gracias.
Se giró y vio al chico que se había aguantado de pie mirarlo con sus ojos azules abiertos. Era una mirada fuerte y Kanda no podía menos que respetarla. No tenía una mirada dulce como Allen y, sin embargo, intuía que la delicadeza de ese muchacho podría ser mayor que la de ese idiota.
-¿Tu compañero se encuentra bien?- inquirió sin saber muy bien por qué se interesaba por ellos.
-Yuuta está bien.
-¿Qué hacíais aquí?
-Buscamos a un amigo. Ha desaparecido del pueblo y el único lugar en el que puede estar es el bosque.
-¡Aniki!- el chico del suelo se estaba levantando. Kanda percibió como temblaban sus piernas.- ¿Estás bien?
-Sólo son rasguños.- el chico de pelo moreno cerró los ojos y esbozó una sonrisa para su hermano pequeño. Kanda lo observó detenidamente y supo que probablemente tuviese la muñeca izquierda rota. Y, aún así, era loable que resistiese tanto contra el demonio.- Íbamos a casa, acompáñanos porque creo que no podrás encontrar nada hoy. Está anocheciendo, y el bosque no es seguro por las noches.
Kanda decidió aceptar su ofrecimiento. Ese chico de ojos azules ahora ocultos lo estaba confundiendo. Lo confundía tanto que hasta estaba siendo amable. Y era guapo. Muy guapo. Tan guapo que había conseguido que se fijase en él. La situación de Lavi con Allen lo estaba empezando a crispar, si había llegado al extremo de fijarse en humanos normales y corrientes.
El pueblo estaba desierto. Kanda había visto muchos pueblos así. todos aquellos que estaban cerca de un fragmento de Inocencia y eran asaltados por los Akuma se convertían en pueblos fantasma, con sus habitantes demasiado temerosos para salir de sus casas, mucho más cuando se acercaba la caída de la noche. Odiaba al Conde del Milenio.
-¡Syusuke!- una mujer joven se acercó corriendo al mayor de los dos hermanos cuando los vio aparecer por la calle. Dirigió una mirada de reojo a su atuendo y Kanda compuso su expresión más arrogante.- ¡Yuuta! Entrad en casa.
La mujer no puso ninguna queja a la presencia de Kanda con ellos. Le indicaron la habitación que iba a ocupar y lo dejaron solo por su propia petición. Un rato después, mientras estaba tumbado sobre la cama organizando sus ideas e impresiones del lugar, Syusuke apareció por la puerta, que abrió antes de escuchar la respuesta del exorcista a los dos toques que había dado.
-Te he subido tu cena.- dijo con los ojos cerrados y sonriendo. A Kanda no le gustaba esa expresión. El muchacho daba la impresión de ser demasiado frágil, y la mirada que le había visto mientras defendía a su hermano era de todo menos frágil.
-Gracias.
-Espero que te guste.- se sentó en el escritorio y lo observó comer, acrecentando su sonrisa cuando Kanda tosió. Estaba todo lleno de wasabi y no se había preparado para algo así. El chico se merecía la muerte por haberlo visto débil frente a un plato de comida.- Lo siento, lo siento, siempre se me escapa la mano.- fue entonces cuando Kanda pudo ponerle un calificativo a su sonrisa: sádica.- ¿Estás aquí por los demonios?- preguntó tras haberlo dejado comer en silencio. Se había puesto serio y había abierto un poco los ojos.- No ha dejado de desaparecer gente del pueblo. Al día siguiente vuelven y en apariencia, todo sigue como antes, pero yo sé que no son los mismos.
-Probablemente hayan sido convertidos en Akuma por el Conde o infectados por alguna habilidad de uno de mayor nivel.
No estaba en su naturaleza suavizar el golpe, y el chico no dio muestras de necesitar que le dulcificasen la verdad.
-Voy a destrozar al que sea su jefe.- dijo con decisión.- Nadie se acerca a mis seres queridos.
Y de nuevo, estaba ahí eso que había provocado un tirón en la cintura de Kanda al conocerlo. Esa decisión y esa fuerza que luchaba por escapar de su apariencia angelical para cumplir sus intenciones de destrozar. Le gustaba esa actitud. Dos que él conocía podría aprender de ella. Pero en el mundo real, con querer no era suficiente.
-No puedes. Los exorcistas somos los únicos que podemos derrotar a esas criaturas.
-Podré.- el chico se levantó y tomó la bandeja con la comida que Kanda ya se había terminado. Salió de allí cerrando la puerta casi sin hacer ruido.
La mañana siguiente, Kanda se levantó con el alba para adentrarse en el bosque y recorrer los alrededores en busca de la inocencia que se suponía que estaba por ahí. Cuando puso un pie en la planta baja, Syusuke lo esperaba, jugando con una pelota amarilla que golpeaba utilizando una raqueta contra la pared.
-Voy contigo. No conoces los alrededores.
No estaba en la naturaleza de Kanda decirle que se quedase en su casa. Si el chico era tan inconsciente como para salir y enfrentarse a lo que él haría frente, era su problema.
Caminaron en silencio y cruzaron el pueblo de extremo a extremo. La teoría del muchacho era cierta. Kanda calculó que la mitad de los habitantes eran demonios y que habían reconocido su vestimenta como la de un Exorcista, así que decidió adentrarse en el bosque, lugar en el que no pondría en peligro a los humanos que quedasen en el pueblo.
-Vuelve a casa. Esto se va a convertir en el infierno.
-Lo sé.- el chico volvía a tener los ojos abiertos y la intensidad de su mirada era intoxicante para Kanda. Tanto, que ni siquiera se molestó en insistir.- No te preocupes por mí, soy muy fuerte.
Cuando el ataque comenzó no pudo evitar tratar de protegerlo, aunque para su sorpresa, el chico no dejaba de lanzar la pelota hacia los demonios con éxito. Le recordó a Daysa y de pronto extrañó a su viejo amigo (aunque jamás admitiría en voz alta que era su amigo). Sin embargo, la pelota era mucho más precisa en sus golpes de lo que había sido la campanilla de su amigo. Pero no era un exorcista, y del infierno no se iba a salvar un adolescente con un par de juguetes. Kanda vio angustiado como lo derribaban y, uno de los Akuma, el nivel dos que los comandaba, amenazaba con pisar la raqueta que había utilizado para golpear la pelota.
-¡No!-gritó el joven con desesperación, cubriendo el juguete con su cuerpo.- ¡Fue un regalo de Yuuta!
Y, para sorpresa de todos, ocurrió el milagro. La inocencia que buscaban estaba en esa raqueta. Y, al parecer, Syusuke era compatible con ella, porque de pronto, se levantó y utilizó su recién adquirida arma anti-Akuma para enfrentarse al nivel 2 que tenía delante. Kanda sabía que eso sería demasiado, por mucho que acabase de convertirse en exorcista, así que en dos pasos se plantó entre Syusuke y el demonio.
-Ocúpate de los demás.- ordenó plantándole cara al más fuerte.
Minutos después, Kanda terminaba con su enemigo al mismo tiempo que el último (y extraño) golpe del chico de ojos azules terminaba con el último de los de nivel 1. ambos tenían heridas y estaban llenos de suciedad, sangre y sudor.
-Has sobrevivido al infierno.
-Gracias.
Mientras Kanda limpiaba la sangre de su katana, Syusuke se había pegado a él.
-Y te has convertido en exorcista.- lo observó de reojo.- Vendrás conmigo a la sede de la Orden Oscura.
-Vale.- volvía a sonreír, aunque seguía manteniendo los ojos abiertos.
-Me llamo Kanda.
-Gracias por destruir el infierno, Kanda.
Sorprendiendo al exorcista, Syusuke posó un delicado beso sobre sus labios.
Muchísimas gracias por leer ^_^
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