Para descansar un poco de Fuji ^^

Feb 04, 2008 14:46

 Me apetece un descanso de Fuji, y probablemente al resto del mundo también, así que ayer, cuando me di cuenta de que no podía dormir y no era capaz de seguir estudiando y tampoco me apetecía irme a los drabbles de Fuji, decidí darme un paseo por Rikkai. Algunos de los que han salido me gustan, especialmente el último.

El primero es perfectamente ajustable con el canon; el segundo un AU como una catedral en el que los chicos de Rikkai no son chicos sanos y deportivos; el tercero una parodia con un personaje muy OOC de forma intencional; el cuarto un análisis del equipo desde el punto de vista de uno de los personajes que menos uso y el quinto la siguiente entrega del AU medieval centrado en Yagyuu.

Como lo prometido es deuda, y las deudas malas; quiero que los cinco drabbles sean el regalo retrasado de cumpleaños para 
nakuruchanporque soy un desastre y no los escribí cuando debería. Así que tarde y en fecha completamente aleatoria, su regalo ^^

Fandom: Prince of Tennis
Grupo: Rikkai
Advertencias: Yaoi en todos, NC-13 en general, y probablemente habría que tener más cuidado con el segundo por varias de las imágenes que puede conjurar.
Tema: #Ley 11; #Ley 12; #Ley 13; #Ley 14; #Ley 15.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Takeshi Konomi. Ni son míos, ni saco beneficios haciendo esto.

Errar es humano. Culpar de eso a alguien es aún más humano

Yukimura miraba a sus titulares con ese brillo en los ojos que lo convertía en el ser más terrible sobre la faz del planeta. Akaya, frente a él, agarraba la mano de Renji tratando de esconderse pero sin atreverse a dar un paso y que su capitán descargase sobre él toda su furia.

-No voy a repetir la pregunta.- su tono era de hielo y aseguraba que lamentarían no haberle respondido a la primera.- Akaya.

Kirihara tembló un segundo antes de mirar a los demás en un segundo. Tenían que librarse de eso. Y tenían que salir vivos. Sólo conocía a una persona lo suficientemente fuerte como para lidiar con Yukimura en ese estado anímico.

-¡Sanada-fukubuchou!- medio sollozó y medio gritó.

Cuando Yukimura se dio la vuelta para buscar a Sanada, Akaya sintió que las piernas le temblaban y se dejó caer al suelo respirando profundamente. Nadie asustaba tanto como Buchou cuando se ponía así. Nadie, ni Fukubuchou ni siquiera el maldito Tensai-san. Absolutamente nadie.

-¿Creéis que Sanada sobrevivirá?- preguntó Jackal, que se había dejado caer al suelo al lado de Marui.

-Seguramente.- musitó Niou, relajándose y volviendo a su pose habitual de maleante. No iba a reconocer que Yukimura lo asustaba, pero lo hacía. Yagyuu se mofaría de él y lo utilizaría como uno de esos argumentos interminables por los que no debían estar juntos, o en los que hacía disertaciones sobre sus fallos de comportamiento, sino fuese porque él sentía el mismo miedo.

-Hay un setenta por ciento de posibilidades de que a Geniichiro no le ocurra nada y consiga tranquilizar a Seiichi.- Renji miraba ausente la puerta por la que el furibundo capitán acababa de entrar.

-Si dice la verdad Yukimura se enterará de que hemos sido nosotros y que él en realidad no ha hecho nada.

Un escalofrío los recorrió a todos tras la afirmación de Marui, que se había tirado sobre la pista y miraba el cielo con nubes olvidando que no estaba mascando el chicle que tenía en la boca.

Se meterían en un problema de los grandes si ocurría algo así. Si Sanada le contaba la verdad a Yukimura, ellos estaban muertos. Porque, encima, habían mentido a su capitán. Pero no podían evitarlo y estaban dispuestos a asumir las consecuencias si su último salvavidas (Sanada) fracasaba.

Ellos habían sido los que habían obligado al encargado del club y los otros profesores a limitar las horas de tenis, incluyendo la intensidad de sus entrenamientos. No podían permitirse que ahora que Yukimura se estaba recuperando de todo volviese a recaer por un sobreesfuerzo. Tampoco era admisible que se lesionase al empezar demasiado duro con sus músculos poco acostumbrados al ejercicio. Llevaban media hora jugando mal a propósito y todos habían notado como el aura asesina de Yukimura crecía conforme su juego y las noticias de los cambios en el trabajo del club se mezclaban.

-Sanada cargará con las culpas.- dijo Yagyuu completamente seguro.

Y todos sabían que era cierto. Todos sabían que probablemente en ese mismo momento Yukimura estaba gritándole a Sanada cosas horribles y quejándose por la reducción en el entrenamiento y porque hubiese obligado a los titulares a ir suave con él. Sentado con sus útiles de caligrafía delante, la expresión del otro joven no cambiaría en lo más mínimo en todo el tiempo. Escucharía los gritos de Yukimura y absorbería hasta las últimas gotas de amargura en ellas. Entonces, se levantaría, sujetaría al capitán por los hombros y le diría alguna de esas cosas que siempre decía antes de cada partido. No dejaría ver que la idea no había sido suya, y probablemente diría que los titulares no tenían la culpa de absolutamente nada, que él era el culpable.

Por eso, Akaya pensaba dos cosas del fukubuchou aunque no lo confesaría ni ante un Yukimura furioso (o quizá sí, pero él no quería volver a ver a Buchou mirarlo como lo había mirado antes así que no iba a probar a provocarlo nunca jamás en la vida). Por una parte, Sanada-fukubuchou era la única persona del mundo lo suficientemente fuerte para soportar la ira de Yukimura-Buchou. Por otra, que aceptase las culpas constituía la última prueba necesaria para poder afirmar que Sanada-fukubuchou no era humano. Todo ser humano normal le echaría la culpa a otro, y él aceptaría unos errores que no eran suyos. Odiaba cuando no podía evitar que la admiración y el respeto que sentía hacia Sanada Geniichiro llenasen de calidez su pecho.

Lo que ninguno de los titulares sabía, aunque probablemente Renji lo supusiese, era que Sanada no necesitaba decirle alguna de esas frases a Yukimura. Lo único que tenía que hacer era abrazarlo, como había hecho durante un largo y difícil año, hasta que Seiichi se calmase y las lágrimas que le provocaba la rabia de ser débil se agotasen.

Todas las cosas buenas de la vida son ilegales, inmorales o hacen engordar

Su jefe tenía una máxima: “Todas las cosas buenas de la vida son ilegales, inmorales o hacen engordar”. Él, mientras se dedicaba a hacer los recados para sus sempais, coincidía.

Por desgracia, el no podía disfrutar casi de ninguna. Por eso pensaba que su vida era una mierda, pero Akaya no se iba a quejar por una chorrada semejante.

Primero tenía que suplir a los mayores de las ilegales. Y con esa intención estaba sentado en ese banco concreto de ese parque. Al frío, maldiciendo a su contacto al tiempo que miraba el reloj, y viendo como el cielo se iba cubriendo progresivamente de nubes. Al fin, la figura imposiblemente alta apareció al fondo y entrecerró los ojos esperando a que llegase y se sentase con él.

-Chitose-san... dijimos hace veinte minutos.- fue lo primero que le dijo conforme los dos estuvieron sentados.

-Tuve que dejar a mi hermana pequeña en casa de una amiga y me retrasé.- comentó el mayor sin darle demasiada importancia. El ceño de Akaya se frunció por la impaciencia. Chitose dejó caer un pequeño paquete al lado del otro chico.- Eso era lo que querías ¿no?

Akaya lo abrió para comprobar que estuviese todo. El chocolate para Yagyuu-sempai, las pastillitas de colores de Niou-sempai, el polvo blanco de Sanada-fukubuchou, el líquido transparente de Renji-sempai, los botes de colores para Yukimura-buchou y el paquete de hierba para Marui-sempai y Jackal-sempai. Estaba todo. Sacó un rollo de billetes y se lo lanzó al hombre moreno.

-¿Dentro de dos semanas, misma hora mismo sitio?

-En la bolera mejor. Trae a alguien más y echamos una partida.

Asintió guardándose el fastidio que le producía el plan, pero sabía que no podía decir nada. Las drogas de Chitose eran las mejores. Buchou le había dicho que sólo podían pillárselas a él porque al parecer, uno de los hombres más importantes de la policía, llamado Tachibana, estaba metido en su negocio, junto con un pez gordo de las farmacéuticas llamado Shiraishi. Suspiró. A él le daba igual quién fuese toda esa gente. No se metía ninguna sustancia de ese tipo y no lo haría nunca. Akaya estaba seguro de que sería lo que llevaría a sus sempais al fondo. Bueno, eso y que fuesen los seres más inmorales del planeta, aunque en esa categoría él también se incluía.

Niou-sempai y Yagyuu-sempai estaban considerados terroristas por la opinión pública, aunque claro, sólo los otros miembros de la organización secreta sabían que eran ellos. Su talento para convertirse en cualquier otra persona ayudaba a que pobres infelices que se enemistaban con la Platinum terminasen siendo acusados de sus crímenes. La Golden estaría en prisión gracias a ellos de no ser por los contactos que Tezuka-san había movido para evitarlo.

Jackal-sempai y Marui-sempai tenían todo tipo de fetiches raros. Una amplia gama implicaba lamer comida de partes del cuerpo de alguien, pero su principal pecado era torturar gente. Disfrutaban viendo a los demás esforzarse y ellos superarlos como si nada. Por eso, eran los encargados de reclutar nuevos miembros. Por suerte para Akaya, cuando él había ingresado, ya era lo suficientemente peligroso por si mismo como para no sufrir bajo sus manos. La mayor parte de los muchachos se rompían ante la actitud de Jackal y las burlas de Marui.

Yukimura-buchou, Sanada-fukubuchou y Renji-sempai eran los peores, en todo. Uno de sus pasatiempos favoritos consistía en dejar que Buchou se vistiese de chica inocente con ropa demasiado provocativa para que gente de todo tipo lo acosase en la calle. Entonces aparecía Sanada en su papel de malo y los zurraba hasta que la sangre salpicaba hasta a Yukimura. Cuando el pobre desgraciado gritaba por ayuda, aparecía Renji-sempai, vestido como un ser humano respetable, y creaba esperanzas en el pobre hombre para después romperlas una a una. A esas alturas, Buchou solía estar siempre encima de Sanada lamiéndole la sangre de los puños. Akaya lo sabía muy bien. Los había visto.

En cuanto a él, su inmoralidad... su inmoralidad podría ser también su droga. Le encantaba que lo follasen. Le encantaban esos días en los que Marui y Jackal lo llevaban con él y le dejaban jugar con dulces sobre el cuerpo de Marui-sempai. Le encantaba ver como toda la compostura de Yagyuu-sempai desaparecía mientras entraba y salía de él al mismo ritmo que Niou hacía en el cuerpo de Yagyuu. Pero lo mejor (y lo peor, al mismo tiempo) era cuando Buchou, Fukubuchou y Renji-sempai lo llevaban con ellos. A veces, hasta le dejaban ser el que daba los golpes.

La única cosa de la que todos disfrutaban y que no constituía un billete directo de ida al infierno eran las cenas en Rokakku’s, uno de los mejores restaurantes de la ciudad. El problema era que eso engordaba.

No se enoje, desquítese

El rumor se fue extendiendo por entre los jugadores del club de tenis. De boca en boca y tergiversándose más y más conforme el número de gente enterada crecía. Sólo preocupaba a los titulares, en realidad, que eran los únicos que no lo estaban considerando divertido para nada.

-¡Oi Hiroshi-kun!- Yagyuu frunció el ceño y no se dio cuenta de que su expresión dejaba ver mucho sobre sí mismo en comparación con lo que era habitual.- ¿Vamos a robar comida con Masa-kun y Bunta-kun?

Un escalofrío recorrió la espalda de Yagyuu al escuchar los nombres. Hiroshi-kun, Masa-kun y Bunta-kun. Dio un paso hacia atrás y chocó contra la ventana. La imagen que tenía frente a él lo estaba asustando mucho. Tanto como Yukimura en uno de sus ataques de ira.

-¡Oi, Hiroshi-kun!

-Será mejor que vayas a buscar a Niou-kun.- le dijo todavía sufriendo síntomas de conmoción. Rezó mentalmente para que la mole se alejase de él y fuese a emplear su hiperactividad a otro lugar. Niou tenía que poder lidiar con él. yagyuu, a pesar de lo mucho que odiaba perder, no sería capaz ni en un millón de años.

-¡Voy!- exclamó en un grito alegre dejando el aula.

Solo en la suya, Yagyuu respiró profundamente un par de veces. Ese ser que acaba de estar ahí no era Sanada. Para empezar por lo más superficial, no llevaba la gorra, tenía la corbata floja, la camisa por fuera, el pantalón arrugado y manchado y uno de los zapatos rotos. Y estaba terriblemente despeinado. No quería ni entrar a analizar el cambio drástico de personalidad. Niou podría lidiar con él.

***

-¡Masa-kun! ¡Masa-kun!- Niou no se dio por aludido hasta que el rostro horrorizado de Marui le hizo seguir el dedo del pelirrojo que apuntaba hacia la figura que corría dando saltitos hacia ellos.- ¡Masa-kun, Bun-chan!- la voz era ridículamente aguda y estridente. Sanada se detuvo frente a ellos.- ¡He estado buscándoos durante un rato! ¡Sois malos, os escondéis de Gen-chan! ¿Qué hacéis?- se puso detrás de Niou invadiendo su espacio físico y quitándole el bote de pimienta de las manos- ¡Le echáis pimienta a los pantalones del equipo de baloncesto! ¡Que guay! ¿Me dejáis a mí también?

-Yagyuu, deja de hacerte pasar por Niou, y Niou... ¡¡deja de burlarte de Sanada!!

Marui había dado un salto hacia atrás y gritado lo que le parecía la única explicación lógica al problema.

-¡Bun-chan piensa que Gen-chan no es Gen-chan...!- se quejó Sanada con voz de niña histérica y sonando como si fuese a empezar a llorar de un momento a otro.

Niou dio un paso atrás y sujetó a Marui que parecía que iba a empezar a correr.

-Joder, te juro que YO soy el puto verdadero Niou, ostia...- musitó con la voz rota y una cantidad de palabras mal sonantes que le indicó a Marui que estaba diciendo la verdad. Ninguno de los dos aceptaba que eso que tenían delante de él fuese Sanada.- ¿Quién eres y que has hecho con nuestro Sanada?

-¡No me creéis!- al instante, Sanada empezó a llorar de la misma forma que las fangirls histéricas cada vez que hacían algo que no les gustaba.

El terror dio alas a las piernas de Niou y Marui que dejaron la lavandería olvidándose por completo de echarle la pimienta a los uniformes del equipo de baloncesto.

***

-¡Aka-chan!

Akaya apartó la vista de Jackal interrumpiendo su alegato de porque no hacer los deberes de inglés y molestar al equipo de fútbol era la mejor actividad para el descanso y miró hacia la voz desconocida pero ligeramente familiar que le había gritado. Sus ojos se abrieron de terror al ver a Sanada corriendo hacia ellos de una forma muy poco estoica. Dio un paso para medio esconderse de él detrás de Jackal.

-¡Yo no he sido!

Se tapó la boca con las manos. Las malas costumbres nunca desaparecían.

-Que aburrido. ¿Te apetece venir conmigo a molestar a los sempais del equipo de fútbol?

-Sanada... ¿estás bien?- preguntó Jackal mirando al fukubuchou como si le hubiese salido otra cabeza.

-Claro.- esbozó una sonrisa de oreja a oreja y los otros dos se quedaron mudos de la impresión.- Jackal... ¿nunca has pensado en ponerte una peluca afro? El afro es genial para una personalidad tan ardiente como la tuya. Te elevaría a nuevos niveles, y el chico ese de Seigaku con la doble personalidad no sería más que una sombra a tu lado.

Jackal no dijo nada. Simplemente dio un paso hacia atrás con cautela, igual que si fuese un cazador enfrentándose a una bestia peligrosa.

-¿Vienes conmigo por ahí Aka-chan?

-Ehmm... tengo deberes. Sí. Eso. Deberes. De inglés. No puedo, eh... Sanada...eh... fukubuchou.

-¿Deberes? ¿Para que vas a hacerlos? ¡Es más divertido molestar a los sempais! ¡Vente conmigo!

-¡¡¡No!!!- gritó cuando Sanada lo agarró de la muñeca.- Tengo muchos deberes.

Corrió y volvió a poner los libros sobre la mesa, sentándose frente a ellos y empezando a hacerlos sin rechistar, aguantando el aliento hasta que eso saliese de allí. Tenía que ir corriendo a avisar a Yukimura-buchou para que trajese de vuelta a Sanada-fukubuchou y se llevase eso de delante de su presencia.

***

Yukimura y Renji habían sido avisados por Yagyuu del extraño comportamiento de Sanada. Un rato después, Niou y Marui habían ido hacia ellos y contado una atroz historia sobre Sanada llorando porque ellos no querían dejarle echar pimienta sobre los uniformes del equipo de baloncesto. Jackal trayendo consigo a un Kirihara lloroso y asustado fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de Yukimura y Renji.

-Seiichi, creo que deberíamos ir a comprobar que Sanada no esté enfermo u haya tomado algún tipo de alimento en malas condiciones que haya podido provocar el problema psicológico y un trastorno de la personalidad.

Se estaban levantando cuando escucharon una música a través de la megafonía del instituto.

-Esta canción está dedicada a Yukimura Seiichi y a Yanagi Renji con todo mi amor.

Los titulares se congelaron. No por el hecho de que estaban escuchando a Sanada cantar una canción cuyo estribillo incluía “Valentine Kiss” repetidas veces, y sí más bien porque acababa de declarar su amor a los otros dos. Hasta Yukimura parecía sorprendido y confuso.

-Es una muy pobre prueba de mi eterno amor por vosotros, pero quiero confesar públicamente que estoy dispuesto a ser vuestro esposo si me aceptáis y que os amaré y que ni la muerte podrá destrozar lo que siento por vosotros. Seré vuestro caballero de brillante armadura y entregaré hasta mi última gota de sangre para defenderos y daré mi vida por vosotros. Lucharé para que el mundo no nos dé la espalda y así podamos demostrar nuestro amor libremente, en una tierra de paz e igualdad para todos en dónde no importe que ames a un hombre o a una mujer, o a dos o a los que sean. Podemos adoptar a Akaya y cuidarlo como si fuese nuestro pequeño hijo.

En el aula, Akaya, redobló su llanto y se abrazó con fuerza al estupefacto Yukimura murmurando “¡No le dejes llevarme! ¡Quiero de vuelta a Sanada-fukubuchou! ¿Va a morirse, Yukimura-buchou? ¡Sálvalo!”

***

Sanada apagó el micro con una sonrisa siniestra en la expresión. Llevaba todo el día riéndose. Le estaba costando sudor y sangre lograr una actuación convincente, pero merecía la pena por ver sus caras. Se giró hacia la figura que estaba frente a él y lo miró sin ápice de expresión en su rostro.

-Muchas gracias por echar a todo el mundo fuera del edificio, Fujiwara.

-Espero que después de esto tus chicos aprendan a respetarte un poco más y no te lleven a límites como aquel día.- respondió el capitán de kendo mencionando el día en el que había estado a punto de considerar a los jugadores de tenis como engendros del diablo. Al día siguiente Sanada había ido a disculparse y le había dicho que trabajaba en una idea para solucionarlo.

-Pásate por mi casa después y tendremos un combate amistoso bajo la supervisión de mi abuelo.- propuso Sanada como agradecimiento por el apoyo y colaboración del otro joven.

-Será todo un honor Sanada-san. ¿Puedo llevar a mi mejor luchador conmigo?

-Por supuesto.

Fujiwara salió de la sala y Sanada aprovechó para girarse hacia la figura alta que había apoyada contra la ventana.

-Muchas gracias por el consejo y la ayuda, Tezuka.

El joven de gafas dejó de observar las instalaciones y se volvió hacia él, asintiendo y con su expresión solemne de siempre.

-Te dije que funcionaría. En mi equipo tuvo mucho éxito.

-Lógico. Hablaré con Yukimura para comentarle lo del entrenamiento conjunto.

-Bien. Voy a buscar a Fuji.- estiró la mano y Sanada la estrechó. Tezuka levantó un ápice la comisura de los labios y sus ojos brillaron maliciosos.- Me encargaré personalmente de que te envíe una copia de cada una de las fotos que ha sacado.

-Gracias.

Cuando se quedó solo, Sanada se volvió a sentar en el cómodo sillón y se recostó satisfecho contra él. Su idea de desquitarse en vez de ponerse furioso tras lo horribles que habían sido todos ayer había funcionado. Sólo tenía que fingir un poco más para que pensasen que había sido algún tipo de enfermedad y después la amenaza de volver a verlo así los contendría.

El infierno son los demás

A veces, Jackal se preguntaba cómo había ido a parar a Rikkai.

En Brasil se rodeaba de buena gente. La persona que le había enseñado a jugar al tenis y ayudado a perfeccionar su técnica era definitivamente una buena persona. Lo había elegido a él. Le había ayudado. Y, mientras jugaba con un chico de segundo y golpeaba la pelota mecánicamente, no dejaba de darle vueltas al asunto. Ahí, nadie parecía entender siquiera el significado de ayudar.

Akaya siempre iba a lo suyo. A veces era hasta cruel. Jackal lo sabía bien, al fin y al cabo, le había tocado ser su niñera durante demasiado tiempo. Lo único que le importaba al chico de segundo era superar a Yanagi, Yukimura y Sanada. No, admiraba su tenacidad pero no era muy dado a ayudar.

Un golpe más rápido que los demás llamó la atención de su oído y vio a Yagyuu en la posición que se quedaba cada vez que utilizaba el Laser Bean. Yagyuu tampoco era trigo limpio. Educado y caballeroso sí. Nadie podía negar eso, porque era cierto que lo era. Pero al mismo tiempo, todos los titulares sabían que eso no implicaba que fuese buena persona. Podía estar alguien muriéndose delante de Yagyuu que si no le pedía por favor que llamase a la ambulancia el chico de gafas no se molestaría en hacerlo. Además, pasaba demasiado tiempo con Niou.

Jackal consideraba a Niou el más peligroso de todos. Siempre tramando algo, siempre rodeado de secretos y huyendo de la luz del sol como si fuese algún tipo de criatura del infierno que estaba camuflada en la vida de un estudiante de instituto. Por norma general, el trataba de evitar quedarse cerca de Niou tanto como le era posible. No le tenía miedo, pero ser precavido no iba a matarlo.

En Rikkai estaba también el ser más inhumano que había conocido nunca. No se podía considerar a un obseso de los datos como un ser humano. Probablemente sin que ninguno lo supiese Yanagi estaba desarrollando algún tipo de teoría químico-físico-matemática que sirviese para explicar el amor o el alma o alguna de esas cuestiones inexplicables mediante la lógica para los seres humanos. Eso no era normal. No era normal transformar a los seres humanos en datos y reducirlos a un análisis antes de olvidarse de ellos y pasar a otros sujetos de estudio. Eso no podía ser normal.

-¡Akaya!- el gritó de Sanada lo distrajo y observó como el fukubuchou castigaba al más pequeño por haberse parado a reír en medio del entrenamiento.

Sanada era terrible. Probablemente el único con algo de corazón de todos, pero tan estricto y severo que el músculo no tenía ni que saber como se suponía que tenía que funcionar. Ni imaginárselo. Probablemente Sanada careciese de toda imaginación y no fuese capaz ni de escribir cuatro líneas de un cuento. Seguramente pensaba que eran una pérdida de tiempo, igual que todo lo que no fuese entrenar, y entrenar y entrenar.

-¡Vuestros movimientos son terribles!

Yukimura-buchou. Lo respetaban todos como a un dios. Probablemente fuese lo más parecido a uno que se iba a dar en el tenis. Verlo jugar era como ver poesía en movimiento. Tan frágil y tan firme a la vez... no había palabras para describir el juego de Yukimura. Y puede que por esa belleza que tenía su tenis, que él mismo poseía y lo convertía en un chico etéreo y vulnerable en apariencia; puede que por ello fuese el más terrible de todos. No tenía piedad alguna. Ni compasión. Le divertía que Akaya destrozase a sus rivales. Le divertía ver a Sanada siendo tan práctico que casi parecía tan inhumano como Renji. Jackal estaba seguro de que hasta tenía una especie de pacto con Niou por el que le dejaba cierta carta blanca en el instituto. Yukimura Seiichi era un monstruo.

Si había que salvar a alguno de ellos, Jackal elegiría a Bunta. Bunta no era malo. Al menos no del todo. Era travieso. Un niño grande con demasiada energía y que pasaba demasiado tiempo con Niou. Una persona que sonreía como él cada vez que alguien le llevaba un dulce no podía ser malo aunque la idea de robar los sujetadores de los equipos femeninos hubiese sido suya. La culpa de ese comportamiento era sin duda del chico de pelo blanco. Además, cuando les tocaba cuidar de Akaya juntos, que era las más de las veces, Jackal había visto momentos en los que Bunta lo trataba como si fuese su hermano pequeño. Y eso era adorable en ambos.

Definitivamente, no sabía cómo había acabado encajando de alguna forma extraña ahí. En días especialmente malos, creía que ellos eran el infierno y él había cometido un pecado horrible y por eso merecía estar allí.

Esas veces, cuando caminaba hacia la salida siempre escuchaba gritar a Bunta que lo esperase para ir juntos a casa. Incluso no era extraño que alcanzase a ver a Yagyuu y a Niou riéndose mientras caminaban hacia la salida; seguidos de Yanagi y Yukimura, ambos sonriendo mientras observaban a Akaya revoloteando alrededor de Sanada y a este sonriendo bajo la gorra.

Entonces sentía en su interior la respuesta. Daba igual que todos fuesen demonios. Todo ser humano guardaba uno en lo más profundo de su alma. Ellos, simplemente, eran sinceros con esa parte y la admitían igual que las demás.

Y que cojones, era un infierno que merecía la pena.

Use vestimenta apropiada y el papel se representa solo

Lord Yagyuu revisó una vez más su aspecto en el espejo de los aposentos que Lord Hyotei había dispuesto para él. Una de las primeras cosas que había aprendido en su larga carrera era que el aspecto era fundamental para conseguir sus objetivos. Máxima número 4 de todo buen espía: “Use vestimenta apropiada y el papel se representa solo”. Se ajustó el cinto de cuero tratado con la fórmula secreta de los curtidores de Rikkai y aseguró sus espadas bien en él. Palpó bajo su camisa la cota de malla y los pequeños frascos de veneno que le había prometido llevar consigo en todo momento a Masa. No quiso pensar en el asesino. Habían pasado tres semanas desde que él había partido hacia Hyotei y en una más los movimientos de Lord Kirihara, Sir Marui y Sir Jackal quedarían al descubierto para todos. Dejar que su mente se preguntase si a Lord Niou le iba bien en el norte no le iba a ayudar en nada.

Se puso el jubón y la capa, colocando como broche el escudo de Lord Rikkai. Se ajustó las gafas y conjuró su expresión imperturbable. Estaba listo para continuar la farsa.

Salió de sus aposentos y cruzó el castillo hasta el salón de banquetes en el que la cena se serviría en cinco minutos. Esa tarde iban a celebrar un baile especial en honor a la festividad de la uva blanca, típica del reino y cuyos caldos recorrían los lugares más selectos del mundo. Era toda una suerte poder asistir a la Fiesta del Cava. Normalmente no permitían la presencia de extranjeros. Que Yagyuu fuese el invitado de honor era una de las muestras del poder de la diplomacia, ese que Masa no entendería nunca.

De nuevo lo tenía a él en su cabeza, y no podía permitirse las distracciones.

En tres semanas se había enterado de muchas cosas. Las más importantes relacionadas con la alta cúpula de la corte de Lord Hyotei. Atobe Keigo era un personaje de lo más interesante y estaba rodeado por otros igual de peculiares. El único peligroso Lord Oshitari, pero no entraba en los planes de Yagyuu subestimar a los demás por simple que pareciese su pensamiento.

-¡Lord Yagyuu!- se giró cuando pronunciaron su nombre con una sonrisa educada en la expresión. Sir Ootori se acercaba a él sonriendo abiertamente, su armadura tintineando a su paso. Yagyuu creía que era absurdo que el protocolo del sur exigiese que los Comandantes del Ejército acudiesen a las celebraciones oficiales con la ropa oficial. Si a Akaya alguien le decía que tenía que ponerse algo así era capaz de arrancar cabezas a mordiscos.- Espero que disfrutéis del banquete. Pocas veces los extranjeros tienen la oportunidad de degustar el menú especial de la Fiesta del Cava. Hoy es un día para relajarse y emborracharse sin miedo.

-Será para ti.- musitó enfadada otra voz. Yagyuu saludó a Lord Shishido con una inclinación caballerosa de cabeza.- Todo mi batallón estará de guardia y no podemos probar ni una gota.

-Es una verdadera lástima, Shishido-san.- replicó Ootori pareciendo realmente compungido. Yagyuu lo comparó ahora con Marui. Marui en su lugar no habría dejado de burlarse de Shishido y picarlo. Por suerte Jackal no tenía el carácter explosivo y voluble de Shishido.- Atobe-san no me permitió intercambiar turno contigo. Dijo que por una vez en cuatro años me iba a obligar a disfrutar de la celebración.

-¿Y los anteriores?- la pregunta de Yagyuu era de mera curiosidad amistosa. O eso parecía. Todo dato que fuese capaz de recoger sería útil.

-El primero cambié turno con Oshitari-san, el segundo con Jiroh,- una sombra cruzó su rostro al mencionar el nombre de Lord Akutagawa, el asesino de Lord Hyotei.- y el año pasado con Shishido-san.

-Será mejor que os marchéis antes de que nuestro señor,- dijo con infinito sarcasmo y algo de desdén.- se impaciente y mande llamar por vosotros. Su mesa tiene que estar completa antes de que el aparezca elegantemente tarde.

Yagyuu le dio las gracias y le deseó una buena guardia antes de encabezar el camino al interior del salón de banquetes. En la mesa presidencial ya se encontraban cuatro de los comensales, entre ellos Lord Oshitari. Yagyuu reforzó su concentración. Siempre necesitaba hacerlo cada vez que se acercaba al hombre de pelo azul. Para su eterno agradecimiento, Kabaji, el guardaespaldas personal de Lord Hyotei entró acompañando a Lord Akutagawa.

Mirarlo le provocaba escalofríos. Él lo había conocido antes. Había visto su vitalidad y su carácter espontáneo y alegre. Incluso su belleza tranquila. No era ni una sombra de ese Jiroh Akutagawa que él recordaba. Estaba demasiado delgado y las ojeras parecían permanentes bajo su rostro. Se había enterado de que sólo hacía dos meses que había vuelto a aprender a caminar y ahora se esforzaba con el habla no con demasiados progresos. Tras ellos entró Atobe con el ceño fruncido que ocultó tras una sonrisa prepotente que todos consideraban su marca personal.

-¡Qué comience la fiesta!- anunció antes de sentarse en su lugar.

Los presentes alzaron sus copas y bebieron a la salud del Lord. Yagyuu controló mucho la cantidad de bebida que ingería. La suficiente para no levantar sospechas pero innecesaria para terminar perdiendo facultades.

Horas después, cuando el lugar se había llenado de música y borrachos, decidió retirarse. Ninguno de los hombres que le interesaban estaban por ahí, así que carecía de sentido que siguiese. No pudo evitar volver a pensar en Masa. Se le rompería lo poco que le quedaba de alma si lo veía igual que a Jiroh. El momento en el que el rubio se había encontrado con un tenedor y un cuchillo sin saber que hacer con ellos le había dolido. Atobe había ordenado inmediatamente que le troceasen la comida y le había explicado con voz dulce como tenía que sostener el tenedor y utilizarlo para comer. La respuesta de Jiroh había sido una sonrisa que no era ni el reflejo de la sombra de una de sus sonrisas anteriores y un ‘Asias...Tobe’.

El no soportaría ver a Niou así. Sentía que el pensamiento le quemaba y traicionaba todo su ser, pero casi prefería que muriese antes de que volviese así. Quien quiera que hubiese sido, era cruel y terrible.

-Sería mejor que te calmases Atobe.

Al escuchar la voz de Oshitari proveniente de una sala cercana, Yagyuu se aseguró que no había nadie por allí y se colocó en un lugar desde dónde podía escuchar la conversación perfectamente.

-¿Qué me calme? ¿Qué me calme?- gritó Lord Hyotei fuera de sus casillas.- ¿Es que no lo has visto, Oshitari?

-A nosotros también nos duele, Atobe.

-No igual.- Yagyuu percibió el obvio dolor en su voz y supuso que su cara lo mostraría más claramente.- ¡NO SABE NI COGER UN PUTO TENEDOR!

-Atobe.

-No te acerques y no insistas en tranquilizarme, porque no voy a hacerlo. He esperado suficiente para ver mejorías en él pero no las hay. No parece capaz de superar el punto en el que está ahora.

-No te precipites, Atobe.

-No me estoy precipitando. Quiero muerto a Tezuka, y a Echizen y a toda su puta corte. Y dejaré al bastardo que le ha hecho esto a Jiroh, a MI JIROH, para el final. Tendrá la peor muerte que se haya inflingido mucho. Ore-sama se encargará de esto.

-Una batalla abierta es muy peligrosa Atobe.

-Me da igual. ¿No eres capaz de entender que me dé igual? Mi título dejó de importar en el momento en el que me crucé por primera vez con Jiroh. Y ahora, por culpa de alguno de los bastardos de Lord Seigaku, está ASÍ.

-Se rumorea que ese bastardo es un Fuji, Atobe.

-Es un Fuji. Me lo ha confirmado la amante del Rey.

-Tezuka es fuerte. No vayas directamente hacia él. Exígele la cabeza de Fuji como ofrenda de paz para evitar una guerra.

-No me llega, Oshitari, quiero destruirlos.

-Al menos, danos tiempo para preparar las tropas.- masculló Oshitari saliendo de la sala y cerrando la puerta de un portazo.

Yagyuu aprovechó para dirigirse a sus aposentos a toda velocidad. Tenía que enviar una misiva a Lord Rikkai con las noticias. Una guerra abierta entre Seigaku y Hyotei sólo supondría beneficios para ellos.

***

-¿De quién han llegado noticias tan urgentes como para que retrases nuestra salida, Sanada?- preguntó Jackal siguiendo al hombre más alto por los pasillos en dirección al despacho de Lord Rikkai. Tras él, Marui y Akaya no habían dejado de refunfuñar desde que Sanada había ido a buscarlos apresuradamente.

El mejor guerrero del reino no se molestó en responderles. Les abrió las puertas y esperó a que los tres pasasen y cerró tras ellos.

-¿Qué pasa?- inquirió Marui mirando directamente hacia Yanagi.

Fue el propio Lord Rikkai el que levantó la vista de los documentos que había sobre su mesa y respondió.

-Lord Yagyuu ha escrito. Hyotei va a atacar Seigaku.

Esto ha sido todo por hoy ^^

Ya sabéis que adoro los comentarios así que dejadlos ^^

EDIT: Para no spamear y esas cosas. He visto el primer capítulo de Beauty Boys y Masa no puede ser más guapo ni queriendo. Konii me trae recuerdos del segundo casting.

En realidad, no debería haber reído tanto. Al fin y al cabo, después de ver que hacen con los jugadores de tenis, unos peluqueros-maquilladores-estilistas con superpoderes y super tecnicas no deberían sorprenderme ^^

Pero bueno, MASA *_*

masa, rikkai, fic, fic: any day you wake up maybe you die

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