La dream novel universal
Universal no porque esté bien hecha, ni porque tenga un master del universo en escribirlas, sino porque puedes poner al chico que más te guste en ese momento, no he dado nombres así que es freestyle.
Esto se me ocurrió el año pasado, una tarde de nieve, saliendo de un examen bastante desastroso y que me había dejado el ánimo por los suelos... La he releído 20 veces imaginando cómo quedaría con diferentes personajes, y quien más quien menos, echándole un poco de imaginación, creo que podría dar el pego con la mayoría de los chicos de Prince of Tennis (salvo que pongas un ejemplo muy muy exagerado como Kin-chan... mira, de hecho debería escribir una versión personalizada sólo para él xD)
Warnings: Cursi de narices, como casi toda dream novel que se precie xD
-¿Qué tal ha ido?
Tan pronto como oí su voz, levanté la vista para mirar a los ojos de mi novio. Le dediqué una sonrisa triste y sacudí la cabeza.
-Necesito un abrazo -dije casi en un susurro-. De los que hacen época.
Sin mediar palabra, me rodeó firmemente con sus brazos (uno en torno a mi cintura, otro alrededor de los hombros, para asegurarse de que estaba bien sujeta) y me estrechó con tanta fuerza que, por un momento, creí que iba a quedarme sin respiración.
Mi cara quedó casi totalmente sepultada en su pecho. Podía sentir el familiar roce de la tela de su uniforme contra mi mejilla, cuando oí que preguntaba sin soltarme:
-¿Con beso incluido?
No pude reprimir una sonrisa, esta vez más amplia. Mi voz sonó medio ahogada aún por el abrazo:
-Eso es opcional.
-Entonces, opto por dártelo -declaró.
Separándose de mí sólo lo justo para que pudiera levantar la cabeza, me besó tierna y largamente... un beso, también, de los que hacen época.
-Gracias por venir a esperarme -le dije poco más tarde, cuando caminábamos muy juntos, su brazo sobre mis hombros, entre la gente y el frío del invierno-. Ha sido una sorpresa muy agradable.
-¿Te sientes mejor?
-Sí... y lo necesitaba. Gracias.
-¿Qué habrías hecho si no llego a venir? -preguntó de pronto. Me encogí de hombros.
-No lo sé. Aguantarme hasta que pudiera volver a verte. O llorar un poquito, que a veces también sirve.
Hubo un breve silencio.
-Entonces, he hecho bien en venir -dijo algo más serio. Me pareció que me miraba con cierta preocupación.
-Vamos. No lo decía en serio. Lo de llorar -mentí mientras me apretaba más contra él. Su abrazo era increíblemente cálido en aquella tarde helada.
-Te invito a chocolate caliente. Dicen que el chocolate también ayuda a hacer sentirse mejor a una chica.
-Suena bien.
Unos suaves copos de nieve cayeron tímidamente sobre nuestras ropas. Recordé mientras caminábamos todas aquellas veces en las que me había sentido así, en las que había necesitado un abrazo, y no había tenido a nadie para dármelo. En mi sonrisa ya no quedaba tristeza ni preocupación; sabía que en aquel momento, mientras estuviera a su lado, nada podría quitarme esa sensación de felicidad.
Esto se me ocurrió el año pasado, una tarde de nieve, saliendo de un examen bastante desastroso y que me había dejado el ánimo por los suelos... La he releído 20 veces imaginando cómo quedaría con diferentes personajes, y quien más quien menos, echándole un poco de imaginación, creo que podría dar el pego con la mayoría de los chicos de Prince of Tennis (salvo que pongas un ejemplo muy muy exagerado como Kin-chan... mira, de hecho debería escribir una versión personalizada sólo para él xD)
Warnings: Cursi de narices, como casi toda dream novel que se precie xD
-¿Qué tal ha ido?
Tan pronto como oí su voz, levanté la vista para mirar a los ojos de mi novio. Le dediqué una sonrisa triste y sacudí la cabeza.
-Necesito un abrazo -dije casi en un susurro-. De los que hacen época.
Sin mediar palabra, me rodeó firmemente con sus brazos (uno en torno a mi cintura, otro alrededor de los hombros, para asegurarse de que estaba bien sujeta) y me estrechó con tanta fuerza que, por un momento, creí que iba a quedarme sin respiración.
Mi cara quedó casi totalmente sepultada en su pecho. Podía sentir el familiar roce de la tela de su uniforme contra mi mejilla, cuando oí que preguntaba sin soltarme:
-¿Con beso incluido?
No pude reprimir una sonrisa, esta vez más amplia. Mi voz sonó medio ahogada aún por el abrazo:
-Eso es opcional.
-Entonces, opto por dártelo -declaró.
Separándose de mí sólo lo justo para que pudiera levantar la cabeza, me besó tierna y largamente... un beso, también, de los que hacen época.
-Gracias por venir a esperarme -le dije poco más tarde, cuando caminábamos muy juntos, su brazo sobre mis hombros, entre la gente y el frío del invierno-. Ha sido una sorpresa muy agradable.
-¿Te sientes mejor?
-Sí... y lo necesitaba. Gracias.
-¿Qué habrías hecho si no llego a venir? -preguntó de pronto. Me encogí de hombros.
-No lo sé. Aguantarme hasta que pudiera volver a verte. O llorar un poquito, que a veces también sirve.
Hubo un breve silencio.
-Entonces, he hecho bien en venir -dijo algo más serio. Me pareció que me miraba con cierta preocupación.
-Vamos. No lo decía en serio. Lo de llorar -mentí mientras me apretaba más contra él. Su abrazo era increíblemente cálido en aquella tarde helada.
-Te invito a chocolate caliente. Dicen que el chocolate también ayuda a hacer sentirse mejor a una chica.
-Suena bien.
Unos suaves copos de nieve cayeron tímidamente sobre nuestras ropas. Recordé mientras caminábamos todas aquellas veces en las que me había sentido así, en las que había necesitado un abrazo, y no había tenido a nadie para dármelo. En mi sonrisa ya no quedaba tristeza ni preocupación; sabía que en aquel momento, mientras estuviera a su lado, nada podría quitarme esa sensación de felicidad.