El debate
Voy a escribir esto hoy porque la gracia de un pronóstico es manifestarlo antes de que tenga lugar el hecho acerca del que se pronostica. Si acierto, me llevo el mérito. Si me equivoco, la verdad es que nunca me ha importado rectificar entre amigos, sobre todo en algo en lo que uno tampoco se juega nada.
El debate de mañana lo va a ganar Zapatero. Creo esto porque, según el esquema de la comunicación de Jakobson, el discurso del candidato del PSOE no se centra en el referente (es más, su discurso carece de referente), sino en el propio mensaje. Esto quiere decir, continuando con Jakobson, que Zapatero emplea en un grado extremo cuando habla la función poética del lenguaje: lo que dice no tiene que ver con la realidad, sino que atiende sólo a la construcción del mensaje en sí mismo y los juegos formales que se obtienen en éste mediante la redundancia de sus distintos planos (retruécanos, paralelismos, repeticiones). Vamos, lo que es la poesía pura. Y la poesía pura no es verdad ni mentira, ni lógica ni ilógica (porque, repito, no remite a ninguna realidad externa a sí misma), y por tanto resulta irrefutable. Y encima es bonita, claro. Cualquier intento de oponer a eso la función referencial del lenguaje, objetiva, lógica, vinculada con los hechos (la realidad), está condenada al fracaso.
El debate de mañana lo va a ganar Zapatero. Creo esto porque, según el esquema de la comunicación de Jakobson, el discurso del candidato del PSOE no se centra en el referente (es más, su discurso carece de referente), sino en el propio mensaje. Esto quiere decir, continuando con Jakobson, que Zapatero emplea en un grado extremo cuando habla la función poética del lenguaje: lo que dice no tiene que ver con la realidad, sino que atiende sólo a la construcción del mensaje en sí mismo y los juegos formales que se obtienen en éste mediante la redundancia de sus distintos planos (retruécanos, paralelismos, repeticiones). Vamos, lo que es la poesía pura. Y la poesía pura no es verdad ni mentira, ni lógica ni ilógica (porque, repito, no remite a ninguna realidad externa a sí misma), y por tanto resulta irrefutable. Y encima es bonita, claro. Cualquier intento de oponer a eso la función referencial del lenguaje, objetiva, lógica, vinculada con los hechos (la realidad), está condenada al fracaso.