Jul 08, 2005 18:58
El comentario del amigo Pablo sobre la música "clásica" o no "clásica" y su incitación a que confiese acerca de otros discos, con el trasfondo que me parece que conlleva (porque me he topado con él más veces) a saber, una especie de velado reproche hacia mi persona por escuchar solamente música clásica, como si las "demás" me parecieran inferiores (algunas me lo parecen), me lleva a uno de los asuntos que más me han preocupado siempre; por eso lo pongo aparte, en vez de como respuesta a su intervención, para que sea más pública.
La cuestión empieza con el eterno problema de cómo llamar a la música "clásica". Como el lenguaje se va configurando por el uso (como una especie de selección natural) y no se puede imponer por decreto, yo creo que la mejor manera de llamarla es así, "clásica", porque nos entendemos todos, aunque sea un término imperfecto y plantee problemas (por ejemplo, confundirla con la música del clasicismo, tomando la parte por el todo): pero quizá la mejor manera de llamarla fuera "música culta", por oposición a la música popular; música culta porque se estudia y se enseña, deviene de una tradición, tiene una historia, una teoría, etc. Hay músicas que no son del todo populares ni del todo cultas (o mejor dicho: son populares y cultas a la vez), pero lo bueno es que tienen su denominación específica, por lo que seguimos entendiéndonos todos: flamenco, jazz...
El problema de fondo de todo esto, tanto del reproche velado como de la denominación de la música, es que mucha gente se empeña en confundir el plano estético con el moral, y eso de "culta" (tanto la denominación como la propia música en sí, la "música clásica")les suena a algo antipático y elitista; resulta difícil de escuchar, no produce un placer inmediato... De lo que se trata es de que todo sea igual, porque "todo es igual de respetable". ¡Faltaría más! En el plano moral tan respetable es, y tan ciudadano, y tan persona, y tan digno, quien escucha una sinfonía de Mozart que la flautica de un afilador. Estamos de acuerdo. Pero eso no es incompatible ni tiene nada que ver con el hecho de que una sinfonía de Mozart sea más interesante estéticamente (por decirlo de una forma suave y políticamente correcta), que la flautica; y que una canción de Bisbal, si vamos al caso. Porque, repito, son planos distintos. A ver si nos damos cuenta de una vez que establecer una jerarquía estética, conceder un valor artístico a obras que lo merecen fundándonos en un juicio razonado y en un análisis no implica establecer una jerarquía social ni moral; otra cosa es que esos juicios y análisis puedan (y deban) ser cuestionados y, llegado el caso, desechados; pero siempre mediante otros juicios y análisis que se prueben mejores. Moralmente, la música rock es muy respetable; y quienes la escuchan; estéticamente, para empezar ya no estamos ante una cuestión de respetabilidad o no: estamos ante una cuestión de comparación y valoración. Esto y no otra cosa es lo que, por ejemplo, hace Kundera cuando explica por qué la música clásica y el jazz le parecen estéticamente superiores al al rock: analiza éste y muestra por qué resulta menos interesante y menos innovador (la polifonía del Renacimiento resulta mucho más avanzada y vanguardista). Explica:
"Voces humanas prevalecen por encima de los instrumentos, voces agudas sober voces graves; la dinámica carece de contrastes y persiste en el inmutable fortissimo que trasforma el canto en aullido; al igual que el jazz, el ritmo acentúa el segundo tiempo del compás, pero de una manera sincopada y más ruidosa; la armonía y la melodía son simplistas y ponen así de releve el color de la sonoridad, único componente inventivo de esta música [...] el motivo melódico no tiene espacio para desarrollarse, no hace sino repetirse, sin evolución y sin conclusión..." (Milan Kundera: Los testamentos traicionados, Barcelona: Tusquets, p. 252. Traducción de Beatriz de Moura.)
A mí no deja de hacerme gracia que a nadie le parece elitista Rafael Nadal (que hace cosas con su brazo que muy pocos pueden hacer), o Beckham (¿cuánta gente normal puede ir a sus fiestas?) u "Oasis" destrozando habitaciones de hotel y, sin embargo, la pobre cultura debe someterse siempre a criterios pseudodemocráticos y rebajar su exigencia para que nadie vaya a sentirse mal u ofendido o inferior, en lugar, ese alguien, de tratar de ser él el que mediante un esfuerzo se aúpe para comprender y valorar ciertas cosas que, además, lo van a enriquecer. Pero esto es lo que hay, y así nos va a todas, como suele decir un poeta ilustre.
teoría,
música