Titulo: (NO) Just Another Boy
Fandom: EXO RPS
Pareja: Suho/Luhan
Disclaimer: Nada es mio, salvo la historia.
Notas: Escrito para el
Seoul Nights del foro
Masquerade Forums, en la edición del verano de 2014.
Un error puede tenerlo cualquiera, pero cuando ese implica un chino cabreado al que confundes con una chica en un autobús lleno de universitarios sabes que algo va a salir mal.
(NO) Just Another Boy
Era un día normal como tantos otros. Temprano. Demasiado temprano para su cuerpo que se negaba a despertar aún del todo. Aunque realmente a lo que se negaba era a pasar otro día más en vela tras otra larga noche en la biblioteca de la universidad repasando para los exámenes trimestrales. De ahí volvía, abrazado a su mochila que descansaba en sus rodillas, mientras en sus oídos sonaban las canciones más movidas de su grupo favorito con el único propósito de mantenerle despierto hasta su parada (no sería la primera vez que se dormía y se la saltaba).
Todavía era temprano pero las calles de Seúl ya estaban llenas de gente. El autobús hacía una leve incursión en un par de barrios de la ciudad, fuera del campus, en busca de los estudiantes más madrugadores. Una de tantas líneas especiales universitarias y por eso iba a rebosar de veinteañeros con sus mochilas, teléfonos de última generación y reproductores de música; que charlaban alegremente en un murmullo que estaba haciendo que las canciones que resonaban en su cabeza no sirviesen de nada para mantenerle despierto.
Debía de haberse quedado dormido porque le sobresaltó un pequeño golpe en el hombro. Quizás había sido alguien al pasar hacia la puerta, pero el golpe se repitió y Luhan abrió los ojos y subió la mirada hacia el artífice de los golpes bajando el volumen de la música en el proceso. Un chico de pelo negro y piel blanca le sonreía desde un poco más arriba.
-Hola preciosa, ¿sabes quién soy? Soy Kim Joonmyun y hoy la suerte te sonríe.
Luhan no podía creerse lo que estaba sucediendo. Aquel tío estaba mal de la cabeza. Puso los ojos en blanco y trató de descifrar de nuevo sus palabras. Quizás al estar tan cansado le había oído mal y le había preguntado por una dirección o algo así.
-¿Qué pasa guapa? ¿No me oyes por culpa de la música? -insistió quitándole uno de los auriculares tirando del cable. Fue con ese gesto cuando Luhan estalló, odiaba que la gente entrase en su espacio personal sin su permiso.
-¡Oye! ¿Qué haces? -le encaró con el ceño fruncido consiguiendo tan sólo que el otro sonriese más pensando que había captado su atención-. Mira, tío te has equivocado de chica; yo no soy una de tus conquistas así que sigue tu camino.
-Eso es porque no sabes quién soy -insistió de nuevo Joonmyun.
-Sí sé quién eres. Kim Joonmyun, el tío que liga con esa ridícula frasecita -contraatacó levantándose de su asiento y elevando algo la voz cansado de tanta tontería, consiguiendo que parte del autobús se fijase en la escena-. Y perdona que te lo diga, pero esta vez te has equivocado porque: uno, no soy una chica y dos, hay que ser bien tonta para dejarse liar con una frase tan barata. Ahora si me disculpas.
Sin esperar respuesta por parte del otro, pasó a su lado hasta la puerta del autobús y se bajó aprovechando que éste se había detenido. Había sido una salida triunfal y aún podía ver la cara de estupefacción de Kim Joonmyun a través de los cristales del autobús. Un gran éxito personal, sino fuese porque se había bajado dos paradas antes de su destino y ahora le tocaría caminar diez minutos hasta su residencia. Una mañana redonda.
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Mientras tanto en el autobús, un silencio casi sepulcral se había instalado entre la marabunta de gente. Tan sólo se oía la voz pregrabada que iba diciendo las paradas y avisando de los consejos sobre cómo usar adecuadamente los autobuses de la línea. Kim Joonmyun estaba allí plantado, delante del asiento que había ocupado hasta ahora la que él pensaba que era una hermosa joven con la que podría comer aquel día y que acababa de humillarle delante de unas treinta personas. Aún trataba de asimilarlo.
-¡Joonmyun! -la voz grave de Chanyeol fue la que se abrió paso en el silencio y rompió la extraña magia del momento haciendo que, de pronto, todo el mundo estallase en murmullos y comenzase a teclear en sus móviles, compartiendo la noticia-. ¿Qué demonios ha pasado? -como siempre, Park Chanyeol era un manual de absoluta discreción.
-¿No lo has visto Chanyeol? -ésa era la voz de Jongdae, su otro mejor amigo. Siempre mordaz y con la lengua afilada dispuesto a dar una respuesta ingeniosa a cualquiera-. Porque hay por lo menos veinte personas que pueden darte una descripción detallada de lo que ha pasado, ¿verdad?
Con una sola mirada, la mitad del autobús se replegó sobre sí mismo y no dijo nada bajando sus cabezas para volver a lo suyo mientras sus amigos se acercaban a él. Joonmyun podría haber dicho algo, cualquier cosa, pero la realidad era que estaba demasiado impactado por lo sucedido para esbozar siquiera lo que debía pensar. Fueron ellos quien le bajaron en la siguiente parada, Jongdae le cogió del brazo y le obligó a andar mientras Chanyeol cargaba, detrás de ellos, con su mochila.
No llevaban ni cien metros andados cuando se detuvo y suspiró mirando al cielo. Era la primera vez que le sucedía algo así, tan extraño que no sabía cómo definirlo, pero también era la primera vez que alguien se atrevía a enfrentarse a él de esa forma. Y eso le gustaba.
-No te preocupes Joonmyun, en un par de días se habrán olvidado del tema - Chanyeol trataba de animarle a su manera mientras Jongdae negaba con la cabeza pensando en cómo el grandullón de su amigo podía ser tan positivo. Por una vez ninguno sabía qué pasaba por la cabeza de su amigo.
-No quiero que se olviden del tema. Quiero que le encuentren. Quiero saber quién es ese chico -sentenció Joonmyun mirando a sus dos amigos decidido.
-¿Para qué? ¿Para vengarte? -preguntó Jongdae negando con la cabeza tratando de hacerle entrar en razón-. Olvídalo, es una tontería. Fue un error, culpa de ese chico por vestir tan dudosamente.
-No quiero vengarme. Quiero saber quién es. Y cuando lo sepa… quiero una cita con él.
Si no fuese porque Joonmyun estaba demasiado concentrado en trazar un plan para descubrir quién era aquel misterioso joven habría encontrado graciosa la forma en la que Jongdae se había quedado sin palabras y Chanyeol había abierto los ojos, como si fuesen a salírsele del sitio. Pero tenía cosas más importantes en las que pensar.
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-Así que eres la nueva conquista de Kim Joonmyun -le recibió su compañero de cuarto, Yixing, en cuanto entró por la puerta.
-¿De qué hablas? -preguntó lanzando bien lejos la mochila y derrumbándose en su cama. El chico levantó la cabeza de su libro.
-De tu aventura en el autobús esta mañana. Es de lo único que hablan mis compañeros de clase en el chat grupal de kakao. De cómo dejaste planchado a Kim Joonmyun.
-No quiero hablar de eso -gruñó con la cara enterrada en la almohada-. Sólo quiero dormir hasta la hora de comer. Estoy harto de pensar y si alguien me habla una sola vez más sobre ese tío le tiraré el microondas a la cabeza.
-En ese caso, te aconsejo que apagues el móvil -le recomendó Yixing ahogando una risa- Yo tengo clase a las diez pero volveré a la hora de comer, ya te despierto cuando vuelva.
-Sí, sí, vale -le despidió con un movimiento de su brazo sin casi fuerza.
Cayó presa del sueño apenas acabó de decir eso y no recuperó la consciencia hasta que la mano de Yixing le sacudió, horas después, para despertarle. La habitación olía a fideos instantáneos y su compañero tenía una expresión seria.
-¿Qué pasa? -preguntó mientras se frotaba los ojos desperezándose.
-Luhan, ¿qué le hiciste a Kim Joonmyun? -le preguntó mostrándole una papel que el otro cogió con algo de miedo. En él se leía que el susodicho, Kim Joonmyun, ofrecía una recompensa por cualquier información por el chico que le había agraviado en el autobús aquella mañana.
-Genial. Simplemente genial. Ahora no podré ni salir de la residencia -bufó molesto haciendo una bola con el papel-. ¿Quién se cree que es? ¿El rey de la universidad?
-Bueno… en parte lo es. Sus padres son gente influyente y hacen buenas donaciones y ya sabes… -el chico asintió desmotivado-. Pero no tienes que esconderte en tu habitación. No necesariamente. Tienes un punto a tu favor.
-¿Ah, sí? ¿Cuál? -alzó las cejas nada convencido por la sonrisa de su compañero. Cuando Yixing tenía una idea solía salir mal parado.
-Él te ha conocido con el pelo largo y castaño. Pues ya está. Es la hora de un cambio de look. Tienes suerte de que conozca a tanta gente guay.
-Más bien a gente loca que trabaja en teatros de dudosa reputación -suspiró riéndose al final-. Está bien. Llama a tu contacto. Pero nada de rojos. Rubio, que traiga tinte rubio. No quiero destacar.
-Creo que destacar más de lo que lo has hecho hoy sería imposible Luhan.
El cojín que se estrelló en la cara de Yixing sólo hizo que su risa se intensificase aún más.
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En parte Yixing tenía razón. Destacar más de lo que lo había hecho en el autobús parecía imposible, pero en una clase de traductores donde todos se conocían, cualquier cambio era asociado a alguna razón especial. Así que Minseok, su compañero de asiento desde primer año y prácticamente único amigo en la universidad salvo Yixing, no tardó en interrogarle.
-No me malinterpretes. El rubio te queda bien y el corte también pero… ¿y ese cambio de look? -preguntó nada más verle al día siguiente.
-Una larga historia de la que no quiero hablar -masculló mientras se sentaba en su sitio y sacaba las cosas para la clase.
-¿Tiene que ver con el rumor de que un chico muy parecido a ti, o al menos a como eras tú ayer, le montó una escena en uno de los autobuses de la mañana a Kim Joonmyun, don Juan declarado de la línea 77?
Luhan le miró sentarse a su lado esbozando una pequeña sonrisa mientras se lo preguntaba y supo que en realidad lo hacía para confirmarlo más que para otra cosa. Suspiró y enterró la cabeza en su libro de lingüística aplicada.
- ¿Tú también Brutus, hijo mío? ¿Tú también? -Minseok estalló en risas a su lado.
-Anda melodrama con patas, no es para tanto. Al menos ha servido para que te cortes el pelo. Nadie más tendrá que sacar pelo tuyo de la ducha porque has taponado el desagüe.
Iba a replicarle pero tan sólo pudo gruñirle y darle un golpe en el brazo porque el profesor había llegado. Minseok se guardó la risa pero no borró la sonrisa hasta pasados diez soporíferos minutos de clase. Fue entonces cuando el móvil de Luhan vibró con un nuevo mensaje. El ahora rubio pensó que sería de su compañero pero se equivocaba. Era de un número que no conocía.
“Sé quién eres. Si no quieres que te delate a K.J. reúnete conmigo detrás del laboratorio de química tras la hora de la comida.”
Luhan bufó. Llevaba un único día tras el encontronazo con aquel tío y ya le odiaba a muerte. Como si no tuviese bastante con los exámenes trimestrales como para colmo tener que lidiar con chantajistas de poca monta que se creían descendientes de una mezcla de la Yakuza y la mafia siciliana.
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-Yo no iría solo. Podría ser peligroso.
-¡Anda ya! ¿Qué van a hacerle Yixing? Esto es una universidad, no la mili, ni un manga. ¿Piensas que van a estar cuarenta tíos esperándole para darle una paliza por humillar al don Juan de Kim Joonmyun?
-Espera, ¿cómo que humillarle? ¿Cuándo le he humillado yo? -preguntó Luhan cortando la conversación en la que llevaban diez minutos. Estaban en la cafetería sentados comiendo, o al menos intentándolo en el caso del rubio, mientras sus amigos trazaban el plan de ataque para ir a esa misteriosa reunión. O algo así-. El que me confundió con una chica fue él, así que el humillado en esta ecuación soy yo. Que quede claro. No es muy halagador que te confundan con una chica así de buenas a primeras.
-Hombre… reconoce que con el pelo largo y con tus rasgos Luhan… si no te fijas bien… uno puede llegar a equivocarse -se defendió Minseok.
-¿Qué? ¿Me estás diciendo que parezco una chica según de qué lado me mires? -los otros dos guardaron silencio-. Genial. ¿Sabéis qué? Ya me las arreglare yo solo. Me voy a por el vestido y los tacones para ir a ver a mi chantajista -gruñó con rencor mientras clavaba una mirada de rabia en Minseok y se levantaba de su silla
-¡Espera! Luhan no te pongas así -Yixing intentó retenerle pero el chico ya había salido de la cafetería rápidamente.
Mientras caminaba por los pasillos hacia el laboratorio de química pensó en las palabras de Minseok. En parte tenía razón. Había heredado la fragilidad física de su madre así como su belleza por lo que mucha gente siempre había cometido ese error. De pequeño sobre todo. Cuando en las fiestas se ponía la ropa tradicional la gente mayor solía llamarle niña y regalarle dulces y flores equivocándose siempre con su género. Empezó a importarle cuando en el colegio los niños, tan crueles como siempre, comenzaron a meterse con él. Pensaba que había superado finalmente esa etapa, pero al parecer no era así.
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La parte de atrás del laboratorio de química estaba llena de contenedores de residuos variopintos (desde cartón hasta líquidos inflamables) y salpicado de moho donde apenas llegaba la luz del sol. Con cada paso que daba las palabras de Yixing sobre la posible emboscada sonaban en su mente y parecían más factibles a pesar de lo estrambótico que le había parecido mientras comían. Cuando llegó al centro del círculo de contenedores vio una figura. Un chico que parecía más joven que él, no podía estar más que en segundo, que le miraba sonriente.
-Al fin -fue su saludo.
-He venido. ¿Qué quieres? -preguntó a la defensiva nada más le tuvo delante. Tenía el pelo negro, demasiado negro para ser su color natural y una sonrisa traviesa bailándole en los labios continuamente.
-Charlar un rato. Conocerte -fue su respuesta.
-¿Y para eso es necesario que venga hasta aquí? Habría sido más normal quedar en la cafetería, ¿no crees?
-En la cafetería hay mucha gente, y están tus amigos. Quería hablar a solas contigo -le explicó tranquilamente. Luhan arqueó una ceja.
-¿Eres un acosador? -le dijo directamente haciendo que el otro empezase a reír de forma escandalosa.
-No. No soy un acosador pero si lo fuese, ¿qué te hace pensar que te lo diría si me lo preguntases?
-Eso es verdad -reflexionó el rubio-. En ese caso, ¿cuál es tu nombre acosador-no-acosador?
-Baekhyun. Byun Baekhyun -se presentó tendiéndole la mano-. Y en realidad… estoy esperando a alguien más. -le dijo guiñándole un ojo.
-¿A alguien más?- preguntó de nuevo el chino sintiéndose perdido.
-Espero que esta vez tu información sea mejor que la anterior Baek, lo de que el profesor de física cuántica no recicla adecuadamente no sirve ni como chismorreo para el blog de mi prima pequeña.
La voz que acababa de oírse era la del tercer invitado y heló la sangre a Luhan. La conocía bastante bien. La había oído en varios discursos en la inauguración del trimestre cuando los mejores alumnos hablaban en público a los demás para darles ánimos, la había oído cuando trataba de ligar en el autobús cada mañana con su mítica frase y era la misma voz que había dejado muda la mañana anterior cuando había intentado ligar con él. La voz de Kim Joonmyun.
-Ahora ya estamos todos -declaró Baekhyun-. ¿Ves Joonmyun? Por eso soy tu mejor fuente. ¿Quién más podría haberte encontrado al chico que te humilló ayer delante de todo un autobús?
Luhan se giró para encararse al recién llegado que parecía tan estupefacto como él. Quizás al principio no se creía las palabras de Baekhyun, pero al verle la cara y ver quién era su expresión cambió y frunció el ceño visiblemente.
-Muchas gracias Baek. Te debo una. Ahora déjame a solas con él.
-Hecho. Yo no sé nada. Si alguien me pregunta, aquí no hay nadie. Buena suerte -le dijo a Luhan antes de irse.
El rubio tragó saliva, respiró hondo y esperó el golpe.
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El golpe nunca llegó. Al menos no el puñetazo, el empujón sí. Joonmyun le empujó contra uno de los contenedores de metal y le acorraló allí mientras le miraba con rabia, sin decir palabra. Luhan trataba de descifrar lo que decía su mirada pero eran demasiadas cosas. Había vergüenza, rabia, enfado y, sobre todo, indecisión. Y seguían sin hablar. Tan sólo eran dos universitarios en un espacio muerto del campus, respirando uno frente al otro y sin decirse nada. Únicamente mirándose. Lo gracioso era que después de todo Luhan no se sentía incómodo, simplemente expectante
-Lo siento -acabó diciendo el chino tras largos minutos de silencio. Eso pareció hacer reaccionar a Joonmyun-. No debería haber sido tan borde en aquel autobús. Podría haber sido algo más… delicado. Venía de la biblioteca de estudiar toda la noche y tenía sueño. Digamos que me pillaste de mal humor, lo siento.
Era una disculpa aunque realmente una parte de su ser se sentía ultrajada por tener que disculparse por algo en lo que la víctima había sido él. Después de todo, al que habían confundido con una chica había sido a él, ¿verdad?
-No acepto tu disculpa.
-¿Cómo? -parpadeó confundido el chico.
-Que no acepto tu disculpa. Ni pienso disculparme -Joonmyun se separó de él-. Es culpa tuya que yo esté así ahora -el chino estaba sin palabras oyéndole-. Pensé que eras una chica e intenté ligar contigo y ahora no sólo no puedo dejar de pensar en ti, sino que pienso que eres más guapo que todas las chicas con las que he salido. Y es culpa tuya. Así que no pienso aceptar ninguna disculpa de tu parte hasta que no te hagas responsable de esto.
-¿Perdona? -Luhan parpadeó un par de veces tratando de asimilar lo que acababa de decir el otro-. Responsable… ¿responsable de qué exactamente? ¡Imbécil! ¿Es culpa mía lo que tú pienses o dejes de pensar de mí? -estalló finalmente apretando los puños-. ¡Anda y que te den!
-¿A dónde crees que vas? No te dejaré en paz hasta que no accedas a tener una cita conmigo -dijo haciendo que el chino detuviese su airoso andar fuera de aquella zona aislada.
-¿Qué? Tú estás mal de la cabeza -contestó el rubio volviéndose hacia él-. ¿Por qué haría algo así?
-Si no lo haces… le diré a todo el mundo quién eres en realidad -Joonmyun sonrió malicioso-. Tengo acceso a los archivos de tu expediente y sé quién son tus padres. Tú verás.
-No serás capaz de hacer algo así -dijo mirándole con algo de miedo en su mirada. Joonmyun no cambió su expresión-. Eres miembro del consejo de estudiantes…
-Pruébame -la sonrisa de estar completamente seguro de las cartas de su mano desarmó a Luhan. Ni siquiera sabía que estuviese jugándose algo tan importante. Ya no era sólo su integridad, era el honor de su familia y eso estaba por encima de todo.
-Está bien. Una. Sólo una -claudicó finalmente-. Saldré contigo. Tendré una cita contigo. Lejos del campus. Muy lejos y me dejarás en paz.
-Hecho -el coreano le tendió la mano para sellar el pacto.
-Y más te vale cumplir tu promesa, Kim Joonmyun. No querrás verme enfadado -amenazó estrechándosela.
-Seguro que estas aún más guapo -le aseguró guiñándole un ojo.
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Una de las cosas que más le gustaba a Luhan de Yixing era su sexto sentido para saber cuándo algo iba mal. A pesar de que parecía que vivía en su propio mundo a veces era más observador que cualquier otra persona y notaba los detalles a su alrededor con una perspicacia increíble. Aunque en esta ocasión, Luhan había sido bastante obvio. Las tres cajas de galletas de chocolate, las dos tarrinas de helado de kilo, los cinco sobres de fideos instantáneos, las latas de refresco que iban en pack de doce, el ordenador y él envuelto en su edredón eran como un cartel de neón en la habitación que compartían.
-¿Qué ha pasado? -preguntó nada más volver de sus ensayos de la tarde. Yixing siempre volvía muy cansado de esos ensayos e, incluso así, tenía tiempo para ayudarle si era necesario, como en ese momento-. ¿Tan mal fue la reunión con el anónimo del mensaje? -Luhan desvió la mirada de la pantalla de su ordenador y le miró con su mejor cara de pena.
-Fue horrible. El tío me vendió a Kim Joonmyun y cuando pensé que iba a darme una paliza… -se le hacía imposible hasta seguir. Tragó saliva y se hundió algo más en el edredón. Yixing intentó acabar la frase por él.
-¿Te besó? -Luhan se puso totalmente rojo y salió de su encierro para negarlo categóricamente.
-¡NO! -exclamó intensamente, demasiado quizás-. Me pidió una cita -murmuró desviando la mirada-. Bueno, mejor dicho me amenazó para conseguirla. Tengo que salir con él o le contará a todo el mundo quiénes son en realidad mis padres.
-Oh, vaya… en ese caso estás jodido -sentenció su compatriota cogiendo una galleta de una de las cajas. Luhan le dirigió una mirada reprochadora por su actitud.
-¿Eso es lo único que vas a decir? ¿Oh, vaya? Está en juego mi vida, ¿sabes? ¡Mi vida! -exclamó desesperado.
-Bueno… si quieres… ¿Cuándo habéis quedado? -intentó de nuevo el chico.
-Este sábado. Después de que acabe su reunión con el consejo de estudiantes -gruñó el rubio.
-¡Ah, bien! En ese caso tenemos tiempo -dijo entusiasmado el castaño levantándose y rebuscando en su lado de la habitación en busca de algo. Luhan enarcó una ceja.
-¿Tenemos tiempo para qué exactamente? ¿Para matarme? ¿Suicidarme? ¿Matarlo a él? ¿Huir del país? ¿Cambiarme el nombre? -proponía no muy esperanzado el rubio. Ya había pensado en todo aquello y nada le convencía. Bueno lo de matarle sí, pero no tenía el número de ningún mafioso a mano.
-No tonto -se rió Yixing dándose la vuelta con su cartera en la mano-. Para ir de compras para el gran día. Porque… no pensaras ir así, ¿verdad?
-Sí, claro. ¿Por qué no? ¿Qué tiene de malo mi ropa? Es cómoda y cumple bien su cometido.
-Luhan… ni una palabra más. Ni una o seré yo quien rebele al mundo de quién eres hijo -amenazó Yixing poniéndose serio. Todo el mundo sabía que cuando el castaño se ponía así lo mejor era no llevarle la contraria-. Menos mal que me tienes a mí.
Sí, qué gran suerte la suya. Sin él no iría a sufrir una media de cinco horas de tiendas por el centro de Seúl buscando algo a la moda, que tan sólo se pondría una vez y que no iría para nada con su forma de ser. Amigos… divino tesoro.
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Mientras esperaba en la entrada del centro comercial donde había quedado con Joonmyun (en la otra punta de la ciudad, tal y como habían acordado), Luhan tuvo que reconocer que esta vez ir de compras con Yixing no había resultado tan horripilante. Habían ido directos al grano, a por algo cómodo, y su compañero no le había tenido horas dando vueltas, ni probándose mil cosas. Lo cual agradecía enormemente porque odiaba hacer eso. Finalmente habían comprado unos vaqueros nuevos ya que los del rubio estaban muy gastados, una camiseta, una sudadera y nada más. Lo mareante había sido ver los precios. Podía permitírselo, sí, pero era una salvajada. Y Yixing no iba a convencerle con eso de que costaba tanto porque era de marca. Seguía siendo una tontería pagar aquellos precios por tres cosas.
-¿Luhan? Vaya, sí eres tú. Tenía miedo equivocarme. Estás muy guapo -el aludido enarcó una ceja con confusión. Como forma de ligar era muy pobre y como cumplido pésimo. Se lo pasó porque había llegado a la hora y porque, en fin, era una cita por obligación. Aunque tampoco pasó desapercibido para su ojo el hecho de que le había mirado de arriba abajo y había desviado la mirada en cuanto había confirmado que era él.
-Gracias. Supongo. ¿Qué película quieres ver? -preguntó nada más entraron camino al cine. El otro parecía algo más cohibido ahora, era como si al no estar en su elemento toda su seguridad se desvaneciese. Luhan estaba empezando a ver su salvación-. Me han hablado muy bien de una, si te parece bien que yo elija claro -al ver el asentimiento del otro sonrió encantado. Las cosas iban mejor de lo que esperaba. Ya que tenía que pasar por aquella tortura… iba a hacer sufrir a su chantajista un poco.
Dos horas después, toda la sala lloraba a moco tendido mientras la protagonista le rogaba a su padre que no se muriese de cáncer antes de ver a su nieto nacer. Luhan comía palomitas divertido mientras a su lado Joonmyun trataba sin éxito de contener las lágrimas (y los mocos). La cita era para chantajear a Luhan, pero por ahora era éste quien tenía información más que interesante de un respetable miembro del consejo de estudiantes.
-No sé cómo has aguantado toda la película sin llorar -le dijo el castaño al salir del cine aún limpiándose las lágrimas. El rubio se giró a él esbozando una sonrisa.
-Fácil. Yo me distancio de los personajes -le explicó sonriendo pícaro-. Vamos a comer algo -propuso tirándole del brazo.
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Aunque Luhan nunca lo admitiría, Joonmyun era gracioso una vez dejaba de lado la fachada de repelente miembro del consejo estudiantil. Sabía cotilleos de casi todos los profesores y alumnos respetables, además de juegos divertidos para beber soju. Mientras la carne se hacía, las botellas de licor iban cayendo poco a poco y ellos iban hablando cada vez más y más, conociéndose sin casi darse cuenta.
-Oye, te lo dije el otro día pero quiero repetirlo -le llamó el chino tras beber una copa-. Lamento la forma en la que sucedió todo aquello en el autobús. No quería causar ningún problema a tu imagen con las chicas ni nada de eso.
-No te preocupes -le restó importancia el castaño haciendo un gesto con la mano demasiado descoordinado para su gusto-. Tenías razón. Mi frase está muy gastada. ¿Quién en su sano juicio iba a caer con una frase tan estúpida? -se rió mientras alargaba las vocales un buen rato fruto del alcohol-. En realidad te estoy casi agradecido. ¡Casi, eh! ¡Casi! Me ha servido para darme cuenta de muchas cosas.
-¿Ah, sí? ¿Cómo de qué? ¿De qué necesitas repertorio de frases nuevas? -bromeó el rubio rellenando su copa y dándole la vuelta a la carne.
-Entre otras cosas -aceptó Joonmyun-. Pero sobre todo me he dado cuenta de que a veces la mujer más hermosa es precisamente lo que menos esperamos. En mi caso, un hombre -Joonmyun estalló en carcajadas tras decir aquello y bebió de su copa dejando a Luhan con una sensación rara, como que acababa de decir algo profundo pero que la forma no había sido del todo la correcta. O algo así. No estaba muy seguro de tener la cabeza despejada para entender sus razonamientos.
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La mañana siguiente llegó a Luhan de dos formas. En forma de resaca gigante por beber demasiado licor en poco tiempo y tener poca comida en el estómago. Y en forma de desorientación porque palpaba a su izquierda y tocaba aire donde debía estar su mesita de noche. Además el tacto bajo sus pies no era el de su alfombra. Ni su cama parecía realmente su cama. Era cómoda pero… no era su cama. ¿Dónde demonios estaba? No tardó mucho en descubrirlo. Exactamente dos segundos. Los que tardó en chillar cuando una mano le tocó la espalda y eso le despertó del todo. Y con el grito se despertó el otro inquilino de la cama y el dueño del piso. De pronto todo el mundo estaba despierto y Luhan conoció a la familia Kim al completo. Al menos a la segunda generación, o la tercera, no estaba seguro de poder pensar con claridad, el sueño se mezclaba con la resaca mientras se presentaban respetuosamente.
-¿Así que vives con tu hermano? -preguntó con una taza de café en la mano, después de duchado y recuperado del susto.
-A veces. Cuando no me apetece volver a casa de mis padres o tengo una conquista.
-¿Ahora soy tu conquista del sábado noche? -le miró con cara de incredulidad haciendo que el chico se riese con ganas. Luhan se unió al segundo porque había algo en la risa genuina de Kim Joonmyun que la hacía contagiosa.
-No. Simplemente cuando nos subimos al taxi te dormiste y yo no sé la dirección de tu residencia, ya te lo he explicado. Pensé que no pasaría nada porque durmieses aquí. No pensé que fueses a gritar de ese modo porque te tocase. Ni que tuviese la lepra -se quejó bebiendo de su café.
-La lepra no sé, pero un cáncer te aseguro que sí que eres -bromeó Luhan dejando la taza en el fregadero y volviéndose hacia él. La cocina era enorme pero en ese instante, mientras Joonmyun le miraba, se le estaba haciendo enana-. Bueno, creo que es hora de que me vaya. Gracias por el desayuno y la ducha.
-Y por la cita, ¿no? -contraatacó Joonmyun poniendo cara de perrito apaleado intentando darle pena. Luhan esbozó una sonrisa mordaz.
-No, por la cita no. Eso era un chantaje. Los chantajes no se agradecen.
-Lástima. Tendrá que ser en otra ocasión quizás -se lamentó el castaño volviendo a beber tras chasquear la lengua.
-¿En otra ocasión? -preguntó confuso el chino.
-Claro. En otra cita. Tendré que seguir intentándolo hasta que aceptes salir conmigo sin que sea bajo chantaje y sin usar mi frase estrella, ¿no? -Luhan se rió pensando que bromeaba, pero cuando Joonmyun no le acompañó si no que mantuvo el gesto serio, la sonrisa desapareció de su cara.
-Es una broma, ¿no?
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No era una broma. Para nada. Podría llamarse capricho, pero broma no. Joonmyun le había marcado como su conquista, presa, destino…. había muchas formas de llamarlo y casi todas las usaban en el campus. Luhan ya ni se molestaba en esconderse. Igual que no se molestaba en enfadarse ni ofenderse cuando Joonmyun aparecía en algún momento de su horario, normalmente el menos oportuno, para pedirle una cita. La primera vez casi le rompe la cabeza con una silla. Literalmente. Estaban en clase de lingüística y el inteligente de Kim Joonmyun entró diciendo que debía dar una noticia importante sobre el consejo de estudiantes. Cuando se puso a rapear si quería salir con él casi le tira la silla desde su sitio, y él normalmente es de los que se sienta en la parte de atrás en esa clase.
Ahora ya no hacía caso. Joonmyun llevaba dos meses intentándolo y sólo había conseguido gastar dinero en bombones, flores, entradas para conciertos a los que Luhan llevó a Minseok o Yixing, cenas a las que no asistió, regalos que devolvió a las tiendas, y demás intentos infructuosos de conseguir un sí por su parte. El rubio tenía que reconocer que tenía fuerza de voluntad. Muchísima. Más de la que él estaba dispuesto a soportar.
-¿Qué lees?
-Uno de los libros que nos han mandado para este curso.
A veces, como en esos momentos, Joonmyun aparecía y era tolerable porque no venía a preguntarle si quería ser su novio ni nada de eso, tal sólo estaba allí, sin más. A esas horas la biblioteca apenas tenía gente lo cual era bueno porque Luhan odiaba el murmullo constante de los móviles vibrando y la gente cuchicheando. Aunque, bien mirado, eso era lo que él estaba haciendo ahora mismo.
-¿Es muy tostón? -siguió preguntando el castaño acercándose a mirar por encima de su hombro.
-Bueno, es soportable. Seguramente lo sería más si no estuviese en inglés -el rubio sonrió con ironía sabiendo de sobra que sería igual de aburrido en cualquier idioma del mundo.
-Léeme un trozo.
De haber sido cualquier otra persona quien se lo pidiese y en cualquier otro momento, Luhan se habría negado, pero Joonmyun había cruzado los brazos delante de él y los usaba de improvisada almohada para descansar la cabeza mientras le miraba esperando a que comenzase. Así que lo hizo. Empezó a leer aquel maldito libro con el que llevaba una semana atascado. Ni siquiera debía de estar pronunciando bien la mitad de las palabras, pero no debía de importar mucho porque el castaño seguía mirándole fascinado y no decía ni una palabra. Leyó hasta que el capítulo se acabó y, entonces, cerró el libro. No tenía ni idea de lo que acaba de leer y estaba seguro de que Joonmyun tampoco.
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-Explícame otra vez por qué tengo que ayudarte precisamente yo.
-¿Otra vez Luhan? Porque eres chino.
-No creo que sea el único estudiante chino del campus.
-No, pero eres el único que conozco lo suficiente para traer a casa de mi hermano a que me ayude con el trabajo, así que deja de preguntad lo evidente y ayúdame con esa bolsa, ¿quieres?
Era irónico. Su vida últimamente era muy irónica. Habían pasado de la humillación en un autobús, al odio, a la obsesión platónica y ahora a la amistad estrambótica. Porque estrambótica era la única palabra que podía definir su relación. Ahora al menos Joonmyun había dejado de insistir en sus ataques directos de pedirle citas en cualquier momento y lugar cosa que agradecía (aunque internamente, y nunca lo admitiría, echaba de menos tanta atención). Estaban en ese punto en el que hablaban, se mandaban mensajes y eran dos universitarios normales. Tan normales que hasta se ayudaban con los trabajos.
-De verdad que no entiendo para qué necesitas mi punto de vista, yo llevo años sin vivir en Beijing. Mi opinión no será un punto de vista actual y válido.
-¿Qué te había dicho de quejarte?
También estaba el punto de las bromas y la confianza que habían alcanzado. Ésa en la que se decían las cosas sin ninguna clase de formalismo ni nada por el estilo. Ni apellidos, ni hyung, ni nada de eso. Tan sólo dos chicos haciendo el tonto. Era raro pero estaba bien. Tenía una relación parecida a la que tenía con Yixing, pero a la vez no se parecía en nada a ella. Luhan no sabía cómo catalogarla. No tenía ni idea.
-¿Estás seguro de que sabes cocinar? ¿No sería más seguro encargar las cosas a domicilio? ¿O incluso salir a comer fuera? Por el bienestar de la cocina de tu hermano…
-Tranquilo que yo controlo. He hecho esto un millón de veces.
Así era. Tantas las había hecho, que la millón una se le olvidó algo y casi arde la cocina. Por suerte había un restaurante cerca con comida para llevar y la cocina no sufrió mucho… tan sólo una sartén quemada y un buen susto.
-¿Teníamos que cogerle algo a tu hermano? -preguntó Luhan tras terminar de cenar, mientras recogía los platos y tiraba los papeles.
-No. No va a venir a cenar hoy. Está de viaje a Jejú. Volverá el lunes -le explicó Joonmyun colocando a su vez los vasos en el fregadero y quedando muy cerca de Luhan. La cercanía le ponía bastante nervioso, sobre todo porque las anteriores intenciones nada claras de Joonmyun le ponían alerta. Jamás había sabido la verdadera razón detrás de tanto insistir en aquella cita y su obsesión con él.
-Bueno pues, mejor empezar con el trabajo, ¿no?- propuso el rubio.
Luego lo asimilaría a cámara lenta y se daría cuenta de lo que no vio en ese instante. La mirada de Joonmyun, sus pupilas dilatadas, como respiraba más hondo de lo normal, como no podía mantener las manos quietas. Esas cosas que primeramente pasan desapercibidas hasta que repites la escena mil veces en tu cabeza. Eso era lo que sucedería luego, porque en ese mismo instante lo único en lo que podía pensar Luhan era en cómo respirar a la vez que intentaba no entrar en pánico por el simple hecho de que Joonmyun le estaba besando.
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Desde su más tierna infancia Joonmyun había tenido malas ideas. ¿Meter los gatos en una caja y esperar a ver qué pasaba cuando alguien la abriese? Mala idea. El señor Park tuvo que ir corriendo al hospital a ponerse cerca de siete puntos de sutura en la cara por los arañazos. ¿Probar a crear ácido sulfúrico con el juego de química que le habían regalado por navidad aquel año? Malísima idea. Tuvieron que reponer la alfombra del salón que era la favorita de su madre. ¿Algo más cercano en el tiempo? ¿Besar a traición a Luhan? Ésa fue de las peores… y a la vez de las mejores ideas de su vida.
-¿¡Qué te crees estás haciendo!? -el puñetazo se le clavó en la mandíbula con una fuerza descomunal. Tanta que casi cae en el suelo. La pared paró la caída y le dejó allí, mirando al objeto de su deseo rabioso y confuso-. ¿¡Se puede saber qué te pasa!? -preguntó a punto de pegarle otro puñetazo si no contestaba al instante.
-No me pasa nada. ¿Es que no te ha quedado claro después de tanto tiempo que me gustas? ¿Cómo tengo que decírtelo? -era cómico, pero el gran orador de las ceremonias de inauguración de curso se quedaba sin palabras para expresar sus sentimientos de manera clara y sencilla.
-¿Decirme qué exactamente? Estoy harto de que hagas el tonto a mi alrededor con lo de invitarme a salir. Ya te pedí perdón dos veces. Ya está bien. No tienes que humillarme de esta forma. Déjalo ya -Luhan estaba realmente cansado de aquella lacra en su ser y aún más de estar pendiente siempre del comportamiento de Joonmyun alrededor él.
-Es que no es ninguna tontería. Yo quiero salir contigo -se defendió el coreano-. De verdad de la buena. Lo del autobús fue un desafortunado malentendido, sí, pero me sirvió para conocerte y cuanto más sabía de ti más me fascinaba y…
Luhan le miraba parpadeando lentamente, incrédulo, incapaz de creerse lo que estaba oyendo y a punto de desmayarse, darle una paliza a alguien o quemar algo. Cualquiera de las tres opciones era totalmente válida y recomendable.
-Lo que intento decir es que las veces que te pedía salir no eran apuestas, bromas o simples cumplidos de borrachos, eran verdad. Todos y cada uno de ellos eran intentos de que te fijases en mí y me encontrases al menos un poco fascinante para que quisieses conocerme.
Luhan se apoyó en la encimera de la cocina tratando de asimilar todo lo que estaba oyendo esa noche y que todo tuviese sentido en su vida y en la cronología de hechos desde aquella mañana en el autobús de la línea 77. Sobre todo, que todo tuviese un porqué.
-¿Y sabes lo más gracioso de todo? Que aquel día, el día en que saliste conmigo bajo coacción, fue el más feliz de mi vida. Por no hablar del hecho de que dormiste en la misma habitación que yo. En la misma cama. ¿Sabes el autocontrol que hay que tener para poder hacer eso? ¿Las veces que tuve que decirme a mí mismo que tenía que ser fuerte y no besarte mientras dormías? Fue horrible y no sé cómo lo pude hacer, en serio. Pero mereció la pena. Todo lo que he hecho por ti, ha merecido la pena.
-Espera un momento -le cortó el rubio masajeándose las sienes con incredulidad intentando despejar las ideas de su mente-. ¿Me estás diciendo que llevas meses intentando que me fije en ti? ¿Qué todas aquellas ideas locas eran para que me fijase en ti y diese algún paso? ¿Qué todo ha acabado así, aquí, ahora, porque no has visto ninguna señal? -el castaño asintió algo cohibido.
-Básicamente…. Sí.
-Voy a matarte…. -declaró con rabia acercándose a él y cogiéndole la cara con ambas manos-. ¿Qué necesitabas idiota? ¿Un cartel con luces de neón? -preguntó antes de besarle con ganas mientras se reía por su estupidez. La de ambos.
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Epílogo.
Madrugar siempre era una tarea titánica para Luhan. Mucho más cuando tenía que hacerlo para ir a estudiar a la biblioteca. En los exámenes cuatrimestrales le había ido bastante bien, pero la tranquilidad nunca dura demasiado cuando se es estudiante universitario, siempre hay exámenes a la vuelta de la esquina.
La música sonaba en los auriculares de su reproductor de música a media voz, ese día había amanecido particularmente frío así que había sacado su bufanda favorita y la llevaba enrollada al cuello para darse calor. El murmullo del autobús era una cacofonía lejana un tanto molesta, pero a la que apenas hacia caso preocupado más por el temario que debía repasar y porque el termo con el café que llevaba no se abriese y terminase bañando los apuntes.
Tan abstraído estaba que no notó como alguien se acercaba a su lado hasta que no estuvo a dos centímetros de él y le tocó el hombro. Durante un segundo Luhan sintió un déjà vu demasiado vívido de algo que había sucedido no hacía demasiado tiempo. Recuerdo que se agravó cuando alzó la mirada y se encontró con los ojos castaños de Joonmyun, que esbozaba una sonrisa divertida. Los ojos del chino imploraron y suplicaron mudamente que no lo hiciese pero, al parecer, Kim Joonmyun no podía dejar pasar una oportunidad así. Se aclaró la garganta y si había alguien en el autobús que no se había percatado de la escena, tras ese gesto, comenzó a prestarles atención.
-Hola preciosa, ¿sabes quién soy? Soy Kim Joonmyun y hoy la suerte te sonríe.
Misma frase, mismas personas, pero distinto momento en el tiempo. Había gente que guardaba silencio expectante, otros cuchicheaban esperando su reacción y algunos hasta hacían apuestas. Los más valientes hasta grababan el momento para enviarlo luego por kakao a sus amigos como prueba grafica de lo que estaban viviendo en persona. Quizás fue por eso por lo que actuó así. O simplemente aquel día se había levantado juguetón. O tal vez no iba a ser siempre Joonmyun quien ganase la partida.
-Creo que tienes razón. Hoy es mi día de suerte.
Si la respuesta había sorprendido a Joonmyun no lo pudo saber a ciencia cierta porque tan pronto como lo dijo le cogió de la cinta de la bandolera que llevaba cruzada y tiró de ella para acercarle a él y poder besarle. Delante de todo el autobús. Repleto de estudiantes. Toda una flota de testigos gráficos de que Kim Joonmyun no sólo seguía usando frases anticuadas para ligar, sino que estas funcionaban incluso con hombres. Cuando se separó, Luhan sonreía travieso y Joonmyun no sabía a dónde mirar de lo avergonzado que estaba.
-Llegas tarde Joonmyun, te dije a las siete. No a las ocho -le reprendió haciéndole sitio a su lado. El aludido se sentó aún algo rojo gruñendo por lo bajo.
-Tú también has cogido el de las ocho así que no tienes derecho a reñirme -se defendió como bien pudo tratando de ignorar las miradas del resto del autobús.
-Yo tengo excusa. Yixing tiene hoy examen y estuvo practicando hasta bien tarde anoche. ¿Cuál es la tuya? -preguntó mirándole.
-Tendrás morro. Si me tuviste hasta las dos de la mañana despierto por culpa de que Yixing no te dejaba dormir y me mandabas mensajes porque te aburrías.
-¡Oh! Cierto. Perdóname cariño -le dijo cogiéndole del brazo y acurrucándose a su lado para que le perdonase.
Podría catalogarse como la típica discusión tonta de pareja. En realidad lo era. Una de las tantas que habían tenido desde aquella noche en la que Joonmyun se confesó torpemente y comenzaron una relación romántica. Claro que era la primera vez que medio campus presenciaba una de ellas. Los móviles echaban humo, las miradas ni siquiera intentaban ser discretas y para cuando bajaron del autobús en la parada de la biblioteca, Luhan estaba seguro de que tres cuartas partes de la universidad sabía la noticia.
Para ser sinceros, le daba igual. Si era necesario se pondría un cartel con luces de neón que dijese que estaba enamorado de Kim Joonmyun, el don Juan de la línea 77. Su don Juan. Su novio.
Fin