Masterpost A pesar de su firme decisión de vengar la muerte de su padre Xiumin se encontró, un mes después, cómodo en la rutina diaria del Red Ruby. No podía decir que le había sido fácil, porque nadie se lo había puesto fácil.
Tras salir de cubierta Tao le había llevado hasta el camarote del médico mientras miles de ojos les seguían en su camino. No sabía si iba a poder soportar muy de seguido aquellas miradas lascivas sobre su cuerpo y por primera vez en su vida quería taparse con toda la ropa que pudiese encontrar. El chino le condujo por un par de corredores hasta que llegó a una puerta doble, donde llamó y esperó a que le invitasen a pasar.
-¡Oh! Tao, ¿a qué debo tu visita?
La sonrisa del médico era suave y no parecía llevar ninguna doble intención pero Xiumin ya no se fiaba de nadie en aquel barco. Todos parecían estar medio locos o al menos tener más de una cara. El chico, porque no sería mucho mayor que el resto de los oficiales del barco, le miró intrigado por su presencia. Tao se puso detrás de él y le empujo levemente.
-Es el hijo del jefe de la tribu que atacamos ayer; Xiumin. -explicó con su marcado acento-Chen-ge ha conseguido que el capitán le enrole como grumete. Me ha mandado a verte por si tiene alguna herida o algo.
-Ya veo.
Los ojos marrones del médico se posaron en su cara y le escrutó unos segundos antes de levantarse de la silla de su escritorio, donde había estado escribiendo hasta que entraron, y rodearla para acercarse a él.
-¿Entiendes mi idioma? No voy a hacerte daño. Soy médico. Es una especie de…
-Sé lo que es un médico. -le cortó algo brusco Xiumin. La cara del otro pareció ensombrecerse y al instante se sintió mal por haberlo dicho de esa forma. -Teníamos un náufrago en el pueblo que era médico. Un japonés.
-Ya veo. ¿Y dónde está ahora? -preguntó curioso pero la mirada de Xiumin fue suficiente para saber que dicho médico había corrido la misma suerte que la mayoría de su pueblo. Lay suspiró y prefirió no entrar más en el tema. -Supongo que jamás te han hecho un examen médico, ¿verdad?
-No. Los utensilios esos -señaló al estereoscopio que descansaba sobre la mesa. -se perdieron cuando tiraron al médico al mar.
-Deduzco que no naufragó por causas naturales entonces.
-No. Unos piratas abordaron su barco y le echaron a los peces. Sobrevivió de milagro. -No había que ser un genio para saber que Xiumin estaba usando la historia de su amigo, el médico, para poner de manifiesto su odio hacia los piratas y todo lo que tenía que ver con ellos. Lay suspiró cansado y cogió su instrumental para proceder a examinarle.
-Esto está frío así que trata de no darme un puñetazo cuando lo sientas, ¿vale?
Xiumin asintió pero tuvo que recordarse no hacerlo cuando sintió el metal sobre su piel. Lay le hizo respirar mientras le examinaba con aquel extraño aparato y luego le curó los rasguños que tenía en los brazos y piernas, así como el golpe de la cara que parecía que empezaba a amoratarse.
-Debo suponer que es un regalo de alguno de nuestros oficiales, ¿no es así? -le preguntó mientras le ponía un ungüento frío para calmar la zona.
-Un regalo de vuestro capitán. -gruñó con odio. Lay sonrió divertido.
-Nuestro capitán. Ahora también es el tuyo y, créeme, tenerlo en tu contra solo te traerá más problemas. Piensa a largo plazo, Xiumin. -le aconsejó quitando la gasa de su cara. -Bien, esto ya está. Estas perfectamente sano. Salvo esos golpes que se curarán en unos días, no creo que necesites nada para poder ponerte a trabajar enseguida. Aun así, si Chen tiene alguna duda que venga a verme, ¿vale, Tao? -el moreno asintió.
-Gracias Lay-ge. Se lo diré. -el chico hizo una profunda reverencia y abandonó la sala para esperar a Xiumin en el pasillo y llevarle a su próximo destino.
-Gracias. -le dijo antes de irse. Cuando estaba a punto de salir la voz de médico le detuvo.
-Xiumin, en serio. Plantéatelo a largo plazo. No todos acabamos aquí por propia voluntad pero no es tan malo una vez te acostumbras.
Le despidió con un guiño y una sonrisa pero Xiumin no podía dejar de pensar en que no pensaba quedarse allí mucho tiempo. Cuanto menos, mejor. Pensaba conseguir su venganza y luego irse de allí rápidamente. Sólo necesitaba la oportunidad.
La siguiente parada fue la cocina. Aún no era mediodía pero ya había mucha actividad en ella. Los marineros encargados de prepararla iban de un lado a otro con ingredientes y cacerolas preparando los guisos. Dar de comer a tanta gente era toda una tarea titánica y en medio de todo aquel caos había un chico que los guiaba a todos. Estaba apoyado contra una de las mesas y troceaba verduras con destreza mientras daba órdenes a diestro y siniestro. Tao se acercó a él por un lado, hablándole lentamente y haciendo que casi soltase el cuchillo del susto.
-¡Tao! ¡Deja de hacer eso! ¿Qué te he dicho de ser tan silencioso? Voy a ponerte un cascabel como a los gatos. -le amenazó provocando un leve sonrojo en el chico. -A ver, ¿qué pasa? ¿Qué le pasa ahora al contramaestre? -le preguntó mientras pasaba por delante de él un chico una olla casi tan grande como él. -¡Eh! ¿A dónde vas con eso? No está aún, otros cinco minutos más al fuego. ¡Venga, que es para hoy!
-Chen-ge me ha pedido que te pida algo de comer para el nuevo grumete. -le dijo el moreno en un momento en que pareció calmarse. D.O. giro la cabeza a donde apuntaba la mano de Tao para encontrarse con Xiumin, que le miraba esperando el veredicto del cocinero.
-Vaya, ¿qué tenemos aquí? ¿Un salvaje al que domar? -comentó riéndose.
-No soy un salvaje. Soy más civilizado que vosotros que matáis a la gente por gusto. -le contestó al segundo Xiumin, antes de que Tao pudiese interferir. El cocinero se le quedó mirando suspicazmente antes de estallar en una sonora carcajada.
-Me caes bien, salvaje.
-Me llamo Xiumin, no “salvaje”. -le gruñó cansado de que todos en aquel barco parecieran tenerle menos respeto que a un taburete.
-Lo dicho. -sonrió mirándole de nuevo divertido. -Me caes bien, Xiumin. -le dijo pronunciando su nombre a modo de bandera blanca. El aludido asintió aceptando su extraña disculpa y, antes de que pudiese decir nada más, D.O. ya estaba dando voces de nuevo. -A ver, traedme un poco de pan y queso para este muerto de hambre. Rapidito chicos, no tengo todo el día para esperar por vosotros. -Rápidamente, uno de los pinches puso en la mesa a su lado un poco de pan y queso. -¿Pretendéis que lo pase a palo seco? ¿Dónde está el ron, grumetes de tres al cuarto? -Al grito ya había una botella frente a ellos y D.O. sonreía satisfecho. -Ala, siéntate y aliméntate.
Xiumin hizo lo que le mandaba y se sentó en el taburete que le pasó Tao, cerca de donde el cocinero seguía cortando verduras. El queso estaba bueno, el pan no muy duro y el ron entraba bien a pesar de quemarle la garganta al pasar. Llevaba casi media hogaza de pan cuando notó la mirada de D.O. sobre él, atento. Hasta había dejado de cortar las verduras. Hizo un gesto con la cabeza preguntándole mudamente que pasaba y la sonrisa del castaño no le auguró nada bueno.
-¿Piensas pasearte por el barco de esa guisa? Porque si es así vas a tardar muy poco en darte cuenta de que hay unos cuantos necesitados del calor de otro cuerpo, no sé si me entiendes. -Xiumin asintió enfadado con el tema. Él no iba provocando, esta era su ropa normal.
-Chen-ge me ha dicho que le deje algo de mi ropa cuando vaya a enseñarle dónde dormirá; pero primero me mandó a darle de comer y a ver a Lay-ge.
-Ya veo. Aun así no es recomendable que ande por aquí así. ¡Sehun! -a su grito un chico pálido y delgado emergió de entre una montaña de ollas y se acercó a él rápidamente.
-¿Si, D.O.-hyung?
-Vete a tu camastro y tráeme la camisa más grande que tengas. No podemos dejar que este pobre chico se pasee por ahí siendo el centro de todas las lascivas miradas del barco. ¡Vamos! Corre. -El chico asintió frenéticamente y echó a correr fuera de la cocina mientras D.O. le miraba divertido. -Estos grumetes….En fin, ¿y cuál va a ser tu tarea Xiumin? -le preguntó interesado.
-No lo sé. El contramaestre, Chen, ¿no? -D.O. asintió. -Me ha dicho que ayudaré a limpiar y esas cosas.
-¿Sabes trepar?
-Si…claro. Subía a los árboles a recoger fruta en la isla. -le contestó confuso por la pregunta.
-¿Y sabes navegar?
-Algo. Barcos pequeños; pero un marinero me enseñó cuando era más joven a leer cartas de navegación y entiendo las sencillas. -D.O. sonrió enigmático y antes de que Xiumin pudiese preguntarle, Sehun volvió a entrar con una camisa blanca de lino en la mano.
-Bien. Bien. Pruébatela a ver si te vale y cuando acabes podéis iros.
Una vez con la camisa ya puesta Xiumin tuvo que reconocer que se sentía algo más seguro por lo que apuró el queso y el pan con renovadas fuerzas. Cuando acabó de comer, empujó la comida con lo que quedaba de ron en su vaso y se levantó.
-Muchas gracias.
-De nada. Tan solo… ten cuidado, ¿vale? No me gusta ver cómo se aprovechan de los grumetes. -Xiumin no tenía que preguntar de qué hablaba porque veía una cierta preocupación en sus ojos. -Un solo consejo. Primero ataca, después pregunta. Te salvara la vida más veces de las que te imaginas.
Con aquel consejo revoloteando en su mente, unido al de Lay, Xiumin salió de la cocina siguiendo a Tao camino al camarote del chino. Obviamente no era un camarote para ellos solos pero sí que era una zona bastante alejada y tranquila dentro del bullicioso recinto. En aquella habitación podía haber entre quince y veinte camastros y hamacas, hacinadas una contra otras para acoger a cuanta más gente mejor. Tan sólo los oficiales tenían derecho a un camarote propio y no todos. El contramaestre compartía camarote con el cartógrafo y el timonel con el médico. Tan solo el capitán y el segundo de abordo tenían el privilegio de tener uno propio. Y luego estaba el otro camarote que durante mucho tiempo le parecería el mayor misterio de Red Ruby. Pero eso lo descubriría más tarde, por ahora lo único que tenía en mente era cómo iba a dormir con tanta gente a su alrededor.
Tao le enseñó cuál sería su hamaca y le explicó que Sehun, el chico de la cocina, y él estaban en aquella parte porque eran los más nuevos. Aprovechando el momento a solas y mientras le buscaba unos pantalones de su talla entre la ropa de Sehun y la propia, Tao le contó cómo había acabado allí. Le habían secuestrado en su pueblo natal, en la parte norte de China y le habían vendido a un tratante de esclavos que estaba dispuesto a venderle al mejor postor. Para su suerte, el barco donde viajaba a su fatal destino, fue abordado por los piratas del Red Ruby y fue de los pocos supervivientes. A todos les dieron la opción de quedarse en el barco como mano de obra pero pocos lo soportaron. Algunos cayeron en las redes de los más sádicos y perversos miembros de la tripulación, otros no podían con la vergüenza de lo que habían hecho con sus cuerpos y se arrojaron al mar buscando una salida.
-¿Y tú? ¿De qué grupo eres? -le preguntó mientras recogía los pantalones que le tendía.
-De los que devolvían los golpes.
Le contó que, con el tiempo, le dejaron en paz tras romperle la nariz a unos cuantos. Lay tuvo bastante trabajo y decidieron no meterse más con él. No es que fuese una vida muy interesante pero podía vivir siendo un marinero más. Lo que peor llevaba eran los abordajes pero se hizo a esa parte de la vida pirata como mejor pudo. La historia de Sehun era parecida. Había llegado mucho más tarde que él. Un día estaban atracados en uno de los puertos seguros y de pronto el chico estaba suplicando al contramaestre que le dejase enrolarse. Baekhyun, el timonel al que Xiumin aun no conocía, estaba con Chen en ese instante y vio algo en el chico que le hizo convencer al otro para que le dejase entrar a formar parte de la tripulación.
No fue hasta unas semanas después, mientras Tao le enseñaba sus tareas, que el chico al fin se abrió al chino y confesó que se había escapado de casa donde le pegaban y usaban como mula de carga. No es que quisiese cambiar su destino ni nada de eso, pero ansiaba ver mundo, por lo que no dudó en coger una barca de remos y huir. Una tormenta le hizo naufragar y acabar en la isla donde encontró el Red Ruby; lo demás era historia.
-Sehun es muy reservado y algo arisco, pero es un buen chico. Seguro que os llevaréis bien. -le aseguró con una sonrisa.
Xiumin no estaba seguro de que fuese a llevarse bien con alguno de los miembros de la tripulación pero por ahora le valía con ese primer contacto para ir entendiendo las jerarquías y autoridades. Porque una cosa era el papel que decía quien mandaba y otra muy distinta quien llevaba verdaderamente las riendas del barco.
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Tardó algo más en conocer al resto de los oficiales. A Baekhyun le conoció una semana después de entrar a formar parte del barco tras asignarle la tarea de limpiar la cubierta y las cocinas como principal tarea. Sabía que D.O. había intercedido por él con Chen para que le dejasen a su cargo. El cocinero parecía ser un poco la madre de todos porque cuidaba de que ni Tao ni Sehun se metiesen en problemas. Al parecer, Xiumin formaba ahora parte de dicha familia porque D.O. se esmeraba en que se hiciese rápidamente con el ritmo del barco.
Aquella tarde no había mucho que hacer en la cocina así que estaban todos sentados alrededor de la mesa, Tao, Sehun, D.O. y él; esperando a que fuese una hora medianamente decente para ponerse a hacer la cena. El barco se balanceaba lentamente ya que apenas había brisa y el calor les hacía ir casi dormidos de un lado a otro. D.O. repasaba en una lista todas las cosas que se iban acabando y las que necesitarían con más urgencia en cuanto atracasen. Tao y Sehun habían recibido permiso para beberse a medias una botella de ron por lo que Xiumin era el único sereno cuando D.O. habló.
-Lo siento Xiumin, te ha tocado. ¿Puedes ir hasta el timón y preguntarle a Baekhyun cuanto estima que tardaremos en llegar a tierra? Si te pregunta le dices que es para calcular cuánto me durará la comida.
No le hacía mucha gracia salir por allí solo, aún sentía las miradas del resto de la tripulación y ya había tenido algún encontronazo con alguno de los peores; pero era verdad que los otros dos no estaban para ir a preguntar nada a nadie. Suspirando se levantó de la mesa y salió de la cocina camino a la cubierta.
A pesar de todo tenía que reconocer que el barco era hermoso. No era el típico que se veía por aquellas aguas y eso lo hacía aún más especial. La madera rojiza era una buena señal de cual barco era pero por ahora no habían tenido ningún problema. Habían avistado un barco mercante hacia un par de días pero el capitán había denegado el permiso para abordarlo diciendo que ahora mismo su objetivo era volver a puerto seguro y reparar el palo que se había roto con la tormenta del primer día.
Porque sí, había habido tormenta al día siguiente al que Xiumin entró a formar parte de la tripulación. Él lo vio como una señal divina de que los dioses no estaban contentos con el robo y la ofensa que se habían cometido pero aun así el barco sobrevivió a la tormenta. Los rayos caían a ambos lados del bergantín pero ninguno caía en su interior. Xiumin se permitió rezar unos segundos, los pocos que tuvo mientras iba de un lado a otro asegurando la carga con Tao por la cubierta, y pidió que uno de los rayos hundiera la nave. Tuvo contestación a medias. Un fuerte relámpago cruzó el cielo y se estrelló contra el palo de mesana, partiéndole la parte de arriba.
No hubo heridos graves, sólo magullados y gente con algún corte algo profundo. Lay apenas tuvo que trabajar aquella noche y cuando, al día siguiente, evaluaron los desperfectos vieron que no era tan grave como habían pensado con la tormenta aun encima. Habían perdido parte del palo pero todavía había sujeción para la vela baja, por lo que podían seguir navegando. Y siempre les quedaban los otros dos que podrían llevarles a puerto sin peligro. Lo único que supuso fue el cambio de la ruta y por lo tanto el cambio de muchas otras tareas en el barco. Por eso D.O. estaba haciendo inventario de la comida, para asegurarse de que podrían volver sin problema. Y por eso mismo le tocaba a él subir hasta el timón a preguntarle a Baekhyun cuánto tardarían en avistar tierra.
Salir a cubierta era como saltar a una sartén: el sol daba de lleno aún a esa hora de la tarde sobre la madera y la hacía arder bajo sus pies. Le habían dado unos zapatos para que no se le clavasen las astillas de la madera pero ni la tela impedía que el calor llegase hasta la piel. Caminó todo lo que pudo a la sombra hasta que llegó a las escaleras que subían hacia la popa del barco. La balaustrada quemaba pero mejor agarrarse a algo por si el calor le sobrellevaba. Arriba, justo encima del timonel, habían improvisado un toldo con la tela más opaca y ligera que habían encontrado para que Baekhyun pudiese refugiarse bajo ella mientras conducía el barco.
Le encontró mirando la carta de navegación y haciendo cálculos sobre la destartalada mesa que usaba normalmente y que había vivido épocas mejores. Sólo llevaba los pantalones oscuros doblados hasta casi las rodillas y se había quitado las botas como casi toda la tripulación. Llevaba un pañuelo recogiéndole el pelo y tan sólo vestía un colgante largo sobre el pecho. Xiumin se fijó en que era una llave antes de que el otro notase su presencia y se girase para verle.
-¿Y tú eres...? -le preguntó nada más girarse aunque estaba casi seguro de que le conocía, hasta ahora parecía ser el chisme favorito de todo el barco.
-Xiumin. -el timonel asintió reconociendo el nombre y poniendo cara, al fin, al salvaje que habían enrolado en la tripulación. -Me envía D.O. para saber cuánto tardaremos en llegar a puerto. -Baekhyun se rió por la seriedad de sus palabras así como por la pregunta. Suspiró y volvió a mirar los papeles, apoyándose en los cantos de la mesa.
-Si los cálculos de Suho no fallan y la brisa se mantiene así… Llegaremos en otras dos semanas. Pero hay algo en el ambiente que parece que vaya a cambiar pronto. ¿No lo notas?
El timonel cerró los ojos y respiró profundo, perdido en sus pensamientos. A Xiumin le parecía una tontería pero se dejó llevar por la energía del otro y le imitó. Respiro todo lo profundo que le permitieron sus pulmones y entonces se dio cuenta: una leve nota de agua no salada en el ambiente, como una tormenta que hueles antes de que llegue.
-Sí. Agua.
Baekhyun abrió los ojos y le miró sorprendido de que aquel chico pudiese notar también esos matices pero sonrió, encantado con el descubrimiento.
-D.O. no se equivocó contigo por lo que veo. Tienes algo especial, Xiumin. Quizás tú puedas ayudarnos después de todo.
Aquella revelación le dejó con más preguntas que respuestas pero no parecía que el timonel fuese a seguir hablando así que prefirió volver a la sombra de la cocina. El toldo estaba bien pero no había ni una leve brisa y tan solo podía tapar el sol, el calor seguía siendo agobiante.
-Dile a D.O. que una semana, semana y media como mucho y con suerte. -le detuvo cuando ya se había dado la vuelta para irse. -Y, Xiumin, cuando quieras puedes venir a verme. Nadie suele venir a darle conversación al pobre timonel. -le guiño un ojo divertido antes de volver a los mapas y dejarle marchar.
Xiumin deshizo el camino hasta la cocina, aliviado en cuanto entró en las tripas de la nave y la sombra le recibió. Apenas había gente por los corredores, cosa que agradece por los anteriores choques con la tripulación. Por norma no le hacen caso pero alguno siempre parece querer molestarle más de la cuenta. Bajó a la primera cubierta y caminó por el corredor de los camarotes en silencio. No quiere molestar a nadie de aquella parte porque sabe que están descansando. Xiumin no comprende cómo el capitán puede estar cansado cuando apenas sale de su camarote pero no es cosa suya averiguarlo. Dejó atrás el del segundo de abordo también y, cuando casi había llegado a las escaleras, oyó una puerta que se abría detrás de él. Se giró con algo de miedo porque las sorpresas en aquel barco nunca han sido buenas.
La puerta que se abría levemente es la del camarote que hay entre el del capital y el de Kris. Nadie le ha mencionado quien descansa allí y sus suposiciones vagaban entre que era algo así como el despacho del capitán o la sala del botín. Sin embargo, hay alguien viviendo en esa habitación y ese alguien salía justamente en esos momentos por la puerta.
Es un chico; tiene que serlo porque sólo admiten hombres en la nave, pero no lo parece. Lleva el pelo bastante largo y recogido con una cinta en la parte baja de la cabeza. Va vestido con lo que debería ser un camisón de mujer pero no parece tal prenda. Es casi como una toga larga y amplia, de un azul claro que tiene pinta de haber sido hecha a medida para él. Va descalzo, cosa nada extraña con los días así, y camina hacia el primer camarote; el del capitán. Él se quedó completamente congelado viendo a aquella figura avanzar por la madera y durante un segundo se preguntó si sería un fantasma, pero no se sentía como uno. Había abierto la puerta y la tocó para cerrarla. Además, él no daba la sensación de ser un espíritu y Xiumin sabía bien distinguirlos; era parte de su entrenamiento como chamán.
Estaba decidido a dejarlo estar y no decir nada, a desaparecer por su camino y, justo cuando decidió hacerlo, el fantasma tocó a la puerta del camarote y en el hueco de la escalera se oyó su nombre.
-¡Xiumin! -era la voz de Tao que le llamaba porque llevaba dos largos minutos congelado en lo alto de las escaleras.
Aquel chico se giró ante el grito y durante un segundo sus miradas se cruzaron. Tenía una cara preciosa y fina que le hace volver a dudar de si en verdad no será una chica que el capitán tiene retenida lejos de los ojos de toda la tripulación. Sus ojos parecen casi tan asustados como los de él y Xiumin apenas puede reaccionar ante su mirada. La puerta del camarote abriéndose y la posibilidad de encontrarse con Virus le hacen salir de su ensoñación y correr escaleras abajo a reunirse con Tao. No llega a ver al capitán pero sabe que ha sido él quien ha ido a abierto la puerta. Solo esperaba que no le hubiera visto.
Se encontró con Tao en la segunda cubierta, la de los oficiales de segunda y las cocinas. El chino estaba aún achispado y sonriente pero se le congeló cuando le vio llegar jadeando y alterado.
-¿Ha pasado algo, Xiumin? ¿Han vuelto a intentar hacerte algo? -llevaban toda la semana esquivando a ciertas facciones de la tripulación que mantenían la primera orden del capitán como válida y querían divertirse con él.
-No. Es el calor. No pasa nada. -le mintió descaradamente pero Tao lo dejó pasar porque el ron le ha atontado los sentidos.
Caminaron juntos hasta la cocina donde D.O. se dedicaba a zarandear a Sehun para que despertase y se pusiera a pelar las patatas, todo eso unido a la retahíla de gritos e “insultos” que guardaba en su vocabulario el cocinero.
-¡Sehun! ¡Despierta de una vez o te aseguro que yo mismo te echaré a los peces! -la entrada de los otros dos liberó momentáneamente al chico de sus gritos. -¡Hombre! ¡Ya era hora! Pensaba que Baekhyun te habría secuestrado o algo. ¿Y bien?
-Ha dicho que siendo optimistas; semana, semana y media. -le dijo cogiendo los restos del vaso de ron de Tao y bebiéndolo de un golpe. La acción no pasó desapercibida para D.O. que aun así no mencionó nada.
-Pues vamos bien. -respondió en su lugar. -Está bien, racionaremos la carne entonces. Tao, vete a buscar a los cocineros porque no pienso ponerme a hacer la cena yo solo. Xiumin, tú despierta a este idiota y ayúdale a pelar las patatas. Yo voy a preguntarle al capitán que quiere para cenar.
Xiumin asintió y estuvo a punto de comentarle a D.O. algo sobre aquella figura pero se detuvo antes de decir nada. No sabía hasta qué punto el cocinero podía servir en su propósito ni realmente qué secretos escondía ese barco. Si la leyenda que corría alrededor de Virus era verdad, no había nada bueno en aquel barco; así que prefería indagar por su cuenta primero.
Consiguió despertar a Sehun y ambos comenzaron a pelar las patatas sin rechistar. Tao volvió al poco con el resto de los cocineros que se empezaron rápidamente con sus tareas, quejándose del calor que hacía allí con los fogones encendidos. El último en llegar fue D.O. con gesto serio, haciendo que la cocina quedara en silencio porque nadie se atrevía a quejarse delante de él. No en su cocina si sabían lo que era bueno. No dijo nada y se puso a repartir órdenes precisas para la cena del capitán pero Xiumin no pudo evitar notar que su mirada se detenía cada poco sobre él, que fingía seguir con las patatas ajeno a todo. Le ponía nervioso su mirada, sobre todo porque intuía que puede estar andando al filo del abismo de nuevo y no podía permitirse el lujo de perder la vida antes de completar su venganza.
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Tres días después llegó la tormenta. No era una llena de rayos y truenos, sino agua fresca que sirvió para refrescar la madera del barco y las esperanzas de los marineros. También hubo una buena brisa que les hacía poder volver a navegar a buen ritmo y, si las predicciones de Baekhyun se cumplían, puede que alcanzaran puerto en una semana sí continuaban con esa buena racha.
Xiumin seguí haciéndose a sus tareas y más o menos tenía un horario establecido. Se levantaba al alba, junto con Tao y Sehun, y ayudaban a hacer el desayuno para la tripulación. En cuanto acababan y recogían la cocina, se dedicaban a las tareas de limpieza del barco. Solían ser bajo la cubierta, arreglando los camarotes de los oficiales pero sin entrar en el misterioso. Por prudencia Xiumin no limpiaba la primera bajo cubierta, sólo la segunda donde se encontraban los camarotes compartidos de los segundos oficiales, la cocina y el comedor para los mismos. También es donde estaba el despacho del cartógrafo, lleno de libros y cartas náuticas. Aun no le conoce pero según Sehun es un buen tío.
Cuando no limpiaban los camarotes, a veces les encargaban la cubierta si tenían necesidad de ayuda extra. Baekhyun solía encargarles que se ocuparan de la popa para tenerlos vigilados porque seguían en el punto de mira de varios de los miembros de la tripulación y, a pesar de ser piratas sanguinarios, había vínculos casi de familia entre algunos de ellos. Luego les tocaba ayudar a hacer la comida. Por las tardes se dedicaban a ellos mismos: Sehun y Tao se refugiaban en la cocina con D.O., que les malcriaba dándoles ron, pero Xiumin huía a la cubierta con Baekhyun. Se sentaba en la balaustrada, cerca del timón, con las piernas colgando hacia la cubierta inferior y viendo cómo el barco se deslizaba por las aguas sin problema.
-Tenías razón en tu suposición. -le dijo al poco de que llegase la tormenta junto a la brisa que hinchaba las velas y les hacían avanzar con más rapidez. -El tiempo iba a cambiar.
-El aire no puede engañar a mi nariz.
-¿Es una especie de don sobrenatural? -le preguntó curioso, mirándole divertido. Y quizás, sólo quizás, había empezado a tener esa costumbre extraña de casi coquetear con el timonel que le parecía divertida y le hacía olvidar en qué barco navegaba.
-No. -se rió Baekhyun que esta vez llevaba las botas y la camisa puestas aunque se le abría casi hasta el estómago, tapando más bien poco. -No existen los dones sobrenaturales. No existe la magia. Crecí en una familia de pescadores, vivíamos del mar así que desde muy pequeño sé cuándo el aire trae agua. Es la razón por la que soy el timonel.
Xiumin a veces quería decirle que la magia sí existe, que él la practicaba (o al menos algo parecido) pero sabe que no le creería. Era lo gracioso de aquel barco. Corrían todo tipo de leyendas sobre él pero su tripulación parecía no hacer caso a ninguna de ellas. Bueno, quizás el capitán sí pero Xiumin no había vuelto a cruzárselo desde el día en que mató a su padre. Le vio un par de veces cuando llevaban la comida al comedor de oficiales pero no cruzaron palabra y él no hizo aprecio de su presencia allí. Quizás hasta se había olvidado de él y, por una parte, deseaba que fuera así porque entonces no verá llegar el golpe cuando cumpla con su venganza.
Aquel habría sido un día más si no fuese porque Tao tenía guardia de noche en el timón. Normalmente Baekhyun solía aguantar varios días sin dormir pero tras el agotamiento de los calurosos, Kris le obligó a dormir al menos una noche por lo que un guardia era algo necesario. El barco se deslizaba solo y Tao tenía los conocimientos suficientes para corregir el rumbo si se desviaba mucho; así que él fue el elegido.
Tras cenar algo en la cocina y recogerlo todo, Sehun y Xiumin bajaron a su camarote a intentar dormir algo para el día siguiente. Sehun se había hecho varios cortes en las palmas de las manos limpiando los cañones aquella mañana porque le habían pedido que ayudara a falta de otro para hacerlo. No pudo negarse pero fue la peor decisión de Chen qué, en cuanto vio que le sangraban tanto las manos, le volvió a mandar a la cocina tras ir a ver a Lay. El médico le había vendado y le había dado una pomada para poner cuando se cambiase las vendas así que, Xiumin era su improvisada enfermera esa noche.
-A ver, siéntate Sehun. -le indicó un sitio en el camastro mientras acercaba el candil para poder ver bien sus manos. El chico se mordía los labios nervioso porque indudablemente dolían mucho. Eran heridas pequeñas y no muy profundas pero eran muchas y acababan siendo incómodas. -Voy a tratar de no hacerte mucho daño, ¿vale?
El chico había asentido y le había dejado quitarle las vendas casi sin rechistar y soportando el dolor mordiéndose los labios, pero Xiumin jamás llegó a curarle las heridas. Cuando iba a hacerlo aparecieron varios de aquellos marineros que siempre evitaban y les apresaron. Xiumin podría haber escapado pero fueron tan silenciosos que no los notó a su lado hasta que no fue demasiado tarde.
Eran media docena y, mientras dos inmovilizaban a Sehun, otros dos hacían lo mismo con él. El que parecía ser el jefe se acercó a él y le cogió la cara mientras Xiumin le miraba con todo el odio que podía concentrar en sus ojos. El pirata le echó su aliento ponzoñoso en la cara mientras se acercaba a él con ninguna buena intención. Una de aquellas manos se coló bajo su camisa y el tacto de aquellos dedos llenos de mugre contra su piel le revolvió el estómago.
-Soltadme. -siseó incapaz de controlar el enfado que le hacía rechinar los dientes. Si pudiese, en esos instantes, les mataría a todos.
-¡Oh! El salvaje tiene la lengua muy larga. -decía sonriendo, complacido con su próxima víctima. -¿Será lo suficiente larga como para satisfacernos a todos?
Los otros reían sus gracias mientras toqueteaban a Sehun cerca del otro camastro. La sangre comenzaba a bombearle rápidamente en las venas. Él podía defenderse sin problema alguno pero sabía que Sehun no. Tao le cuidaba tanto precisamente por eso, tenía la sospecha de que le habían hecho algo tan horrible que la defensa del chico ante un ataque así era quedarse quieto y con los ojos idos. Más de una vez había tenido que rescatarle con la camisa rota y las manos de algún baboso tocando todo lo que podían.
-¡Sehun! -le llamó sorprendiendo a todos y haciendo que el chico le mirase con miedo, sus ojos de nuevo vivos. -Tranquilo, te sacare de esta. -le aseguró haciendo que los seis hombres se riesen por su descaro.
-¿De verdad crees que puedes contra los seis, pequeño salvaje? Te someteremos antes de que puedas siquiera intentarlo. -le prometió, volviendo a acercarse a él.
En otras circunstancias habría esperado a que se relajasen, fingiendo cooperar, pero no cuando Sehun también estaba en peligro. Y estaba seguro de que el rumor de la facilidad con la que se dejaba dominar habría corrido ya como la pólvora.
Tenía las piernas libres así que, aprovechando la sorpresa y su flexibilidad cultivada de años ejercitándose en la isla, subió las piernas hasta el cuello del que tenía enfrente y rodeó con las rodillas su cuello. De la sorpresa los otros dos le soltaron, aprovechó la gravedad para apoyar las manos en el suelo y, sin soltar el cuello del primero, girar las piernas y conseguir la torsión necesaria para dejarle inconsciente en el suelo. Luego tan solo deshizo el amarre y recuperó la verticalidad con un salto.
Al verlo libre los otros cinco montaron en cólera y, mientras uno se quedaba reteniendo a Sehun, los demás le atacaron con las navajas que acababan de sacar. La única que le preocupaba era una daga que tenía uno de ellos, las demás no eran problema. Cintó a los dos primeros que le atacaron mientras propinaba un codazo en la nariz a otro que venía por su derecha, rompiéndole el tabique. El de la daga era el último pero su postura de ataque incluía las piernas abiertas así que aprovecho la posición y le asestó una patada en la rodilla, rompiéndole casi con seguridad la rótula y haciéndolo caer desequilibrado a la vez que soltaba la daga.
Recogió el arma del suelo mientras su anterior propietario se retorcía de dolor sobre la madera del camarote y se giró hacia los otros tres que quedaban. Uno apenas veía por el dolor y la sangre que salía de su nariz rota, los otros dos se planteaban como atacarle mientras el que aún retenía a Sehun les apremiaba a hacerlo antes de que alguien oyese el barullo. Demasiado tarde.
-¿Qué pasa aquí? -oyeron una voz desde el otro extremo de la habitación. El contramaestre acababa de hacer acto de presencia, quizás alertado por los ruidos que provenían desde allí. -¿¡No me habéis oído!?
-El salvaje nos ha atacado señor. -dijo el que todavía apresaba a Sehun. -Estábamos hablando tranquilamente y de pronto nos atacó. Ha dejado a Lee sin rodilla y a Know sin nariz. Es intolerable Chen-sshi, hay que darle un escarmiento a este salvaje.
-Me parece bien Kang, siempre y cuando sea verdad. -mencionó otra voz detrás del contramaestre. -¿Podrías explicar que haces inmovilizando a Sehun? No parece que vaya a escaparse a ningún lado.
Al entrar en el camarote Xiumin se fijó en aquel recién llegado. Parecía ser uno de los oficiales porque venía con Chen y posiblemente estaban en medio de una de las tantas reuniones nocturnas que celebraban antes de acostarse. Tenía el pelo negro y alborotado, cortado irregularmente, cosa que le daba un aspecto más juvenil. Iba vestido como casi todos los oficiales: botas negras de cuero curtido, pantalones oscuros y una camisa pulcramente abrochada. La diferencia era que llevaba un chaleco rojo que daba la nota de color al conjunto. Llevaba un pequeño aro de lo que parecía plata en el lóbulo y estaba apoyado contra la pared, los brazos cruzados mirando suspicazmente a los cinco hombres aun despiertos.
Ante sus palabras, el marinero llamado Kang soltó a Sehun que se arrimó lentamente a la pared más alejado de ellos, cerca de aquel recién llegado que posó una mano sobre su hombro queriendo tranquilizarle. Chen seguía mirándoles a todos suspicazmente, quizás queriendo entrañar que había pasado allí. Fuese lo que fuese no era momento para tratarlo así que dictó las órdenes inmediatas.
-Aclaremos esto mañana, el capitán ahora no tiene tiempo para vuestras tonterías. Del salvaje me ocuparé yo. -le hizo un gesto a Xiumin para que tirase la daga, cosa que hizo a regañadientes mientras se acercaba a él nada contento. -Y ahora desapareced de mi vista. Id a que Lay os arregle los desperfectos que os ha hecho un solo hombre contra seis. Y llevaros a vuestro amigo. -les recordó mientras procedían a irse.
Una vez quedaron los cuatro solos en aquella habitación, Chen miró a Sehun y a Xiumin intermitentemente, tratando de averiguar qué debía hacer. Fue Suho, el recién llegado, quien le sacó de su indecisión.
-Sabes que te están mintiendo descaradamente. -le aseguró sin dejar de agarrar a Sehun por el hombro que parecía algo más tranquilo pero seguía pálido del susto. -No es la primera vez que tratan de sobrepasarse con Sehun.
-Lo sé, pero hoy el capitán ha pedido que no le molesten así que no puedo arreglar esto.
-Bueno, mañana será otro día. -le recordó Suho sonriendo. -Por ahora vamos a darle una infusión a Sehun y nos contáis qué ha pasado.
Suho y Sehun abrieron la procesión hacia la cocina donde D.O. todavía estaba acabando de contabilizar las reservas de comida. Quedaba gente por los pasillos terminando tareas antes de irse a dormir por lo que al paso de los dos oficiales y las dos nuevas adquisiciones del barco todos se giraban a ver qué pasaba. Nada más entrar en la cocina, el cocinero notó que algo iba mal. La cara de Sehun seguía pareciendo la de un fantasma y Xiumin seguía rumiando su enfado casi sin contener los gruñidos.
-¿Qué ha pasado? -preguntó levantándose de la silla para ir a ver a Sehun. Le llevó hasta una silla y volvió a mirar al resto. -¿Qué ha pasado? ¿Tengo que gritarlo para que me lo contestéis?
-Eso hemos venido a averiguar. -respondió Suho sentándose en otra silla y esperando a que los demás se acomodasen. D.O. fue a preparar una infusión para Sehun que se la tomó sin rechistar y luego se unió a la improvisada reunión. -¿Y bien?
-Nosotros no hicimos nada. -empezó Xiumin rechinando los dientes. -Yo estaba curándole las manos a Sehun como me había mandado Lay esta tarde y, cuando quisimos darnos cuenta, cayeron sobre nosotros y nos inmovilizaron. Creo que a Sehun no llegaron a hacer nada porque tumbé a uno de ellos.
-Sí, lo cual es impresionante. ¿Cómo demonios dejaste inconsciente a Kwon y le rompiste la rodilla a Lee? -preguntó Chen totalmente alucinado. Xiumin tuvo la decencia de sonrojarse ante sus cumplidos.
-Bueno, sé defenderme. -fue lo único que respondió. Por unos segundos, Chen le siguió mirando esperando a que dijese algo más pero Xiumin no pensaba hacerlo.
-Eres una caja de sorpresas. -dijo por todos Suho que le miraba sonriendo. -¿Algo más que debamos saber de ti? -le preguntó divertido, sabiendo que no diría nada. Sin embargo, Xiumin se sonrojó porque no sabía cómo tomarse aquello. Nunca le habían alabado por saber combatir, en la isla todos sabían cómo hacerlo.
-La cuestión es que el capitán tiene que hacer algo al respecto. -dijo de pronto D.O. mientras seguía acariciando el cuello de Sehun quien no había levantado la mirada de la infusión que bebía. -No podemos seguir rescatando a Sehun de esos babosos.
-Siempre puede aprender a defenderse. -propuso Suho revolviéndole el pelo al chico.
-Suho, sabes que no está en la naturaleza de Sehun pelear; Tao ya lo ha intentado.
-Es defensa personal, Chen; debería saber defenderse. -seguía el cartógrafo exponiendo.
-Perdonar que os interrumpa. -dijo el castaño. -Pero… ¿Quién eres tú exactamente? -preguntó al moreno con una mirada confusa.
-¿¡No os habéis presentado!? -exclamó de pronto D.O. llevándose una mano a la cara. -Sois un desastre.
-No. No lo hemos hecho, era más urgente traer a Sehun aquí. -le recordó sin dejar de sonreír. -Soy Suho, oficial de este barco y el cartógrafo asignado porque nadie más sabe leer los mapas ni la letra de Virus. -explicó divertido.
-Eso es verdad. No la debe entender ni él. -bromeó a su vez Chen.
-Bueno, eso de los mapas puede tener solución. -dijo de pronto D.O. mirando hacia Xiumin con una sonrisita divertida. -Nuestro amigo aquí presente también sabe leer cartas navales. -mencionó, señalándole con el dedo.
-¿En serio? -preguntó Suho interesado. -Vaya pues sería genial que pudieses ayudarme con algunas, hay muchas desactualizadas que seguro que puedes completar. Después de todo has vivido siempre en esta zona del Pacífico, ¿verdad? -Xiumin asintió algo cohibido por el giro de la situación.
-Espera, espera, para el carro. -le frenó Chen levantando las manos para enfatizar sus palabras. -Te recuerdo que el capitán tiene que dar permiso para ello. Hasta que él no lo decida, las tareas de Xiumin son limpiar y ayudar a D.O. en la cocina.
-En ese caso habrá que ir a hablar con el capitán.
La sonrisa de Suho demostraba que tenía mucha fe en que conseguiría su propósito. Xiumin no estaba tan seguro de que el capitán aceptase su ayuda. Desde que había entrado a formar parte de la tripulación, Virus no había dado muestras de interesarse lo más mínimo por él y dudaba que empezase a hacerlo sólo porque el cartógrafo pidiese un ayudante. Estaba completamente convencido de que en caso de dejarle ayudar a Suho, lo haría solo por la parte práctica de dicho consentimiento.
Se quedaron un rato más hablando hasta que Sehun empezó a bostezar y decidieron irse a dormir. No se fiaban de que no volviesen a estar en peligro por lo que decidieron que compartirían camarote con Chen y Suho. Dormirían en parejas y, para no estresar más a Sehun, el chico lo haría con Xiumin que parecía darle tranquilidad.
A mitad de la noche Sehun seguía sin conseguir conciliar bien el sueño por lo que Xiumin comenzaba a preocuparse de verdad por el chico, parecía casi enfermo y la infusión que le había dado D.O. no parecía haber hecho efecto. Con toda la ternura que le inspiraba aquel joven le intentó calmar de su pesadilla acariciándole el pelo lentamente como lo haría una madre; tenia practica de haber cuidado miles de enfermos antes en la isla por lo que no le resultó difícil.
Tarareó muy bajito una nana y cuando el chico pareció más tranquilo se decidió por ayudarle a descansar. Comprobando que los otros dos dormían sacó del interior de su camisa el colgante de jade que siempre llevaba consigo. Lo cogió en su mano y tras recitar un pequeño conjuro en su lengua la piedra brillo levemente con un resplandor verde intenso que depositó en la frente de Sehun. La cara del chico se relajó casi por completo y su respiración se hizo más constante y pesada haciéndole ver que ya dormía a salvo de las pesadillas.
Sonrió satisfecho y se acostó a su lado, dejando espacio por si el chico necesitaba acurrucarse contra él, cosa que no tardó mucho en suceder. Acabó cayendo en un sueño profundo por primera vez desde que vivía en aquel barco, aquel camarote cerrado le daba cierta sensación de seguridad al igual que los dos oficiales que descansaban en el otro camastro. Claro que si hubiese sabido que Suho permanecía despierto mientras él usaba su magia en Sehun, habría rectificado su opinión al instante. Ahora su poder mágico no era tan secreto.
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Part I. Part III.