Fic de Hawaii Five-0 - Felicidad
Hace un año que no escribo, nada, de ningún fandom. No sé por qué, pero simplemente las musas desaparecieron. Y me daba bastante pena, la verdad, porque lo haga mejor o peor da igual, el caso es que me lo pasaba realmente bien escribiendo.
Hasta hoy. Quizá necesitaba un fandom nuevo, no lo sé. Pero el caso es que hoy se me encendió una lucecita y tuve la necesidad de escribir esto.
Es muy, muy, muy cortito, y es muy posible que no lo lea nadie o casi nadie. Pero no importa, he vuelto a escribir y estoy encantada. De verdad, tendríais que ver la sonrisa que tengo ahora mismo.
En fin, al lío, que sino la introducción va a ser mas larga que el propio fic.
Hawaii 5.0 (ya os dije que ando muuuy pillada con el mcdanno). Y eso, algo mcdanno terriblemente corto y terriblemente edulcorado. Puro azucar. Muy de princesas Disney.
Felicidad
Steve McGarrett apenas recuerda la última vez que fue feliz, realmente feliz. Antes de la muerte de su madre, por supuesto, porque después…
No es que haya crecido siendo un adolescente especialmente triste, pero no recuerda ningún momento de auténtica felicidad después de cumplir los 15. La muerte de su madre destrozó su familia, la desintegró, y desde entonces ha vivido con un deje de amargura que no le ha abandonado nunca.
A lo largo de los años ha tenido momentos de euforia, sí, varios en realidad, en los cuales esa amargura apenas se dejaba notar. Como cuando un partido le salía especialmente bien y marcaba varios touchdowns, o como cuando volvía vivo de sus misiones y lo celebraba con sus compañeros. Y también recuerda con cariño el día que se convirtió en un SEAL. Euforia, sí. Alegría, puede que también. Pero ¿feliz? ¿Completamente feliz? No.
Hasta que anoche, entre susurros, Danny le confesó que quizá… << sólo quizá, McGarrett, así que no te emociones >> …Hawaii podía ser un bonito lugar para vivir. << Y no te rías o negaré haber dicho esto >>, añadió Danny.
Afortunadamente la oscuridad de su habitación ocultó su risa y los besos de Danny ahogaron la carcajada que estuvo a punto de soltar.
Y hoy, sentado en la orilla, frente al mar, ve como Danny juega con Grace entre las olas. Oye los gritos emocionados de la niña, y la sonrisa de satisfacción de su compañero le hace sonreír a él también.
Y una sensación de poderosa y absoluta felicidad le embarga hasta casi dejarle sin respiración.
Hoy vuelve a ser feliz. Completamente feliz.
Hoy vuelve a tener una familia.
Fin
Oisss, que peso me he quitado de encima.
Hasta hoy. Quizá necesitaba un fandom nuevo, no lo sé. Pero el caso es que hoy se me encendió una lucecita y tuve la necesidad de escribir esto.
Es muy, muy, muy cortito, y es muy posible que no lo lea nadie o casi nadie. Pero no importa, he vuelto a escribir y estoy encantada. De verdad, tendríais que ver la sonrisa que tengo ahora mismo.
En fin, al lío, que sino la introducción va a ser mas larga que el propio fic.
Hawaii 5.0 (ya os dije que ando muuuy pillada con el mcdanno). Y eso, algo mcdanno terriblemente corto y terriblemente edulcorado. Puro azucar. Muy de princesas Disney.
Felicidad
Steve McGarrett apenas recuerda la última vez que fue feliz, realmente feliz. Antes de la muerte de su madre, por supuesto, porque después…
No es que haya crecido siendo un adolescente especialmente triste, pero no recuerda ningún momento de auténtica felicidad después de cumplir los 15. La muerte de su madre destrozó su familia, la desintegró, y desde entonces ha vivido con un deje de amargura que no le ha abandonado nunca.
A lo largo de los años ha tenido momentos de euforia, sí, varios en realidad, en los cuales esa amargura apenas se dejaba notar. Como cuando un partido le salía especialmente bien y marcaba varios touchdowns, o como cuando volvía vivo de sus misiones y lo celebraba con sus compañeros. Y también recuerda con cariño el día que se convirtió en un SEAL. Euforia, sí. Alegría, puede que también. Pero ¿feliz? ¿Completamente feliz? No.
Hasta que anoche, entre susurros, Danny le confesó que quizá… << sólo quizá, McGarrett, así que no te emociones >> …Hawaii podía ser un bonito lugar para vivir. << Y no te rías o negaré haber dicho esto >>, añadió Danny.
Afortunadamente la oscuridad de su habitación ocultó su risa y los besos de Danny ahogaron la carcajada que estuvo a punto de soltar.
Y hoy, sentado en la orilla, frente al mar, ve como Danny juega con Grace entre las olas. Oye los gritos emocionados de la niña, y la sonrisa de satisfacción de su compañero le hace sonreír a él también.
Y una sensación de poderosa y absoluta felicidad le embarga hasta casi dejarle sin respiración.
Hoy vuelve a ser feliz. Completamente feliz.
Hoy vuelve a tener una familia.
Fin
Oisss, que peso me he quitado de encima.