Fic de Bones - Who are you?

May 22, 2009 01:07

Un post "The End in the Beginning" de estos que tanto están abundando... lo sé, original donde los haya. Y precisamente por eso publico YA. Tenía pensado hacerlo mañana después de echarle un último vistazo pero como veo que en cualquier momento aparece otro fic contando lo mismo que yo o Twitter!Booth y Twitter!Brennan me van a pisar las ideas y me voy a estresar mucho, prefiero hacerlo esta noche y quitármelo de en medio. Se que mañana me voy a arrepentir de esto pero de perdidos al río.

Es una mezcla entre angst, comfort, fluffy y algo mas... Todo contado desde el punto de vista de Booth. Con spoilers de toda la serie, desde el primer capítulo al último. Ah, y nada de "conexión entre dos mentes", olvidaros de eso.

Y no es que el título sea muy original tampoco pero tengo sueño y ahora mismo no se me ocurre otra cosa.


Who are you?

Cuando abre los ojos lo primero que ve es un rostro que no conoce. Si no estuviera tan cansado posiblemente se preocuparía al ver el gesto de alarma que pone la desconocida cuando la pregunta << ¿Quién eres? >> Ella le dice algo sobre una operación y algunas complicaciones. Mira a su alrededor y ve lo que sin duda es un hospital ¿Está en hospital? ¿Por qué? No lo recuerda pero no le importa. Sólo quiere volver a cerrar los ojos y seguir durmiendo.

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Cuando vuelve a despertar, no sabe después de cuanto tiempo, ve a la misma joven de preciosos ojos azules junto a un médico que enfoca a los ojos con una pequeña linterna.

-¿Agente Booth? Por favor, siga el punto de luz con la vista. ¿Sabe donde está? ¿Me puede decir su nombre?

¿Agente Booth? ¿Es agente? ¿Y de donde? ¿La policía? ¿La CIA? ¿El FBI?

-¿Estoy en un hospital?

-Sí agente Booth. Le sometimos a neurocirugía para extirparle el tumor que tenía alojado en el cerebro ¿Lo recuerda?

-Me temo que no.

La joven de preciosos ojos azules ahoga un gemido e intenta retener las lágrimas.

-Bien. Parece que el coma le ha producido amnesia. No es muy común pero de no es la primera vez que ocurre. Le haremos algunas pruebas. Tranquilícese.

Curiosamente no está muy nervioso. Supone que debería estarlo pero no lo está. Sencillamente se siente como si estuviera debajo del agua, como abotargado, con todos los sentidos amortiguados... pero no nervioso. No sabe cuanto le durará la sensación.

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Los médicos han estado toda la mañana haciéndole pruebas. Le han dicho que se llama Seeley Booth y que es agente federal pero él no recuerda cuando entró en el FBI ni el haber estado en Quántico aunque es capaz de recordar muchas de las normas de la Oficina. También recuerda la música y la letra del Barras y Estrellas y lo ha tarareado durante un rato. Y aunque recuerda la lista completa de los presidentes de los Estados Unidos apenas tiene recuerdos de su infancia y cuando le han preguntado el nombre de su padre se ha puesto nervioso pero no sabe por qué. Sí que ha recordado que tiene un hermano que se llama Jared... aunque no consigue poner un rostro a ese nombre.

La joven de preciosos ojos azules sigue allí. Le ha dicho que se llama Temperance Brennan, que es antropóloga forense y que trabaja con él. Le ha gustado que estuviera a su lado durante todas las pruebas cogiéndole de la mano. Tiene una bonita sonrisa.

El médico dice que parece ser que tiene amnesia, posiblemente de carácter transitorio, debido a una pequeña hemorragia focalizada en el lóbulo frontal que le afecta a los recuerdos personales pero no a los cognoscitivos y que la medicación y la estimulación sensorial le ayudará a recordar. La joven de preciosos ojos azu... no, Brennan, tiene que acordarse de llamarla Brennan, le explica que de momento no podrá recordar a las personas o muchas de sus experiencias pasadas pero que conserva todo lo que ha aprendido estudiando y que las fotos, los olores, las voces le pueden ayudar a recordar. Se lo dice con lágrimas en los ojos y él siente que se le desgarra el corazón al verla llorar. No sabe por qué pero no quiere que sufra. Haría cualquier cosa, cualquier cosa, porque ella no sufriera.

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Cuando el médico les deja solos se intenta disculpar.

-Lo siento.

-¿Por qué Booth?

-No me gusta verte llorar.

Ella respira hondo y esboza una sonrisa mientras le coge de la mano.

-Nada de esto es culpa tuya. El postoperatorio se complicó y... Pero no te preocupes, yo te ayudaré a recordar. Estarás bien muy pronto.

-Gracias- contesta él sonriéndola a su vez. Saber que ella va a permanecer a su lado le hace sentirse bien.

-Bien ¿qué quieres saber?

Tiene un millón de preguntas rondándole en la cabeza pero de momento se conforma con saber que es lo que le une a ella.

-¿Nos conocemos mucho?

-Bastante, sí. Llevamos cuatro años trabajando juntos y nos conocemos bastante bien.

-¿Somos amigos?

-Sí.

-¿Y... algo mas?- no está muy seguro pero cree que no debería haber hecho esa pregunta.

Brennan va a decir algo pero se arrepiente.

-Si te refieres a si mantenemos relaciones sexuales, no, no las mantenemos. Nunca lo hemos hecho. Sólo somos compañeros.

La contestación le resulta conocida, como si la hubiera oído otra vez y no sabe por qué pero también le decepciona un poco.

-Cuéntame algo sobre mi.

-Pues... ya te han dicho que eres agente federal, pero antes de entrar en el FBI estuviste un tiempo en el ejercito. Tienes 37 años, no estás casado y tienes un hijo que se llama...

-¡Parker!- el nombre le sale sin pensarlo.

Brennan le mira entre sorprendida y esperanzada.

-¿Recuerdas a Parker?

Y de repente un torbellino de imágenes inunda su cabeza. Se ve a si mismo a los pies de una cama de hospital, una joven rubia con aspecto extenuado descansa en ella y entre sus brazos se agita un diminuto niño recién nacido. Rebecca. Parker. Los nombres le golpean de repente. Ella le ofrece al niño para que le coja y él se siente feliz porque pensaba que no se lo iba a permitir. Se acerca a la madre y al niño y coge a este suavemente meciéndole en sus brazos. Tiene miedo de que se le caiga pero una alegría y un orgullo indescriptibles le embargan de tal manera que siente que no puede respirar. Su hijo.

Cuando levanta la vista y mira a Brennan ahora es él el que tiene lágrimas en los ojos.

-Tengo un hijo- dice. Y sonríe.

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Ella le dice que van a venir a verlo los "squints".

-¿Quién son esos?- pregunta él.

-Nuestros amigos. Trabajan con nosotros en el Jeffersonian. Nos ayudan a descubrir asesinos y resolver casos.

-¿Por qué les has llamado squints?- pregunta extrañado.

-Es como les llamas tú.

-¿Y ellos no se enfadan? No es un apodo muy cariñoso.

-Al principio no les gustaba pero ahora ya se han acostumbrado.

Ella baja la vista al decir eso pero él no sabe por qué.

Al rato llegan cuatro personas. Una joven morena y sonriente, un crío con traje que intenta aparentar mas edad de la que tiene sin conseguirlo, un tío bajito con barba que le llama colega y una mujer afroamericana muy guapa. Les mira y tiene la sensación de que falta alguien, de que el grupo no está completo.

Le cuentan que la joven sonriente, Angela, es artista y que estuvo prometida con el tío con barba, Hodgins, que es asquerosamente rico y asquerosamente paranoico, que el tío con traje, Sweets, en realidad no trabaja en el Jeffersonian sino también en el FBI como psicólogo y que es, precisamente, su psicólogo, y que la mujer afroamericana, Cam, es su amiga desde hace quince años, << ¡quince años! >> piensa asombrado, y que han compartido muchas cosas juntos. Cuando Cam le hace esta última observación no se le escapa la mueca de desagrado de Brennan. Luego tendrá que preguntarla por qué.

Hablan, bromean y le aseguran que pronto estará bien y que podrá volver a trabajar. Sweets da su opinión como profesional y sin buscarlo a él le viene un nombre a la cabeza. Zack.

-¿Dónde está Zack?- pregunta mirando a Hodgins porque algo le dice que es a él al que tiene que preguntar.

-¿Zack? ¿Zack Addy?- responde él asombrado.

Brennan se abre paso entre los demás y llega hasta él.

-¿Qué recuerdas de Zack?

<< Tú sabes más del deber y el honor que cualquiera que yo conozca >>. Irak. El rey del laboratorio. Gormogón.

Poco a poco la historia del joven antropólogo se hila ante él sin necesidad de que se la cuenten.

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El silencio de la noche envuelve el hospital mientras él intenta dormir sin conseguirlo. Mientras se sume en una agitada duermevela le vienen imágenes a la cabeza, flashes y trozos de conversaciones que no sabe si son recuerdos o sueños. Pero hay algo, algo en concreto que…

Se ve si mismo vestido con uniforme militar de campaña, las mejillas cruzadas con dos trazos negros, inmóvil y apuntando no sabe a quién con un rifle. Es un francotirador. Está en los Balcanes, en una guerra absurda a la que sabe que volvería si se lo pidieran por defender el honor y la libertad. La bandera americana hondeando al viento. Recuerda el frío insoportable y el calor sofocante. Las horas eternas esperando para disparar. El miedo a morir y el dolor de matar. Los compañeros caídos y todas aquellas personas a las que él ha matado. Reza por su alma y por la de ellos.

Abre los ojos ahora ya completamente despierto.

Brennan dice que es una buena persona, la mejor que ha conocido nunca. Lo que acaba de recordar le hace dudar de lo que dice ella. En ese momento piensa si quizá la amnesia no es una bendición.

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Por la mañana Brennan llega con dos cafés y una bolsa de papel. Él tiene dos círculos oscuros bajo los ojos y ella no puede evitar notarlo.

-Tienes ojeras ¿No has dormido bien?- le pregunta preocupada.

-No demasiado. Recordé algo.

-¿Qué?

-Cuando estuve en Kosovo.

Brennan suspira y se sienta a su lado.

-¿Exactamente que has recordado?

-No puedo estar seguro, claro- él esboza una sonrisa triste -pero creo que todo. Toda la gente a la que maté.

-Era tú obligación, Booth. Estabas en el Ejército y cumplías órdenes- dice mientras le coge la mano.

Él mira las manos de ambos entrelazadas y sabe que esto ya ha ocurrido alguna otra vez. Levanta la vista y se encuentra con la mirada de ella llena de una confianza ciega hacía él.

-Sí, pero…

-Nunca me lo has contado todo pero estoy segura de que todo lo que hiciste tenía un por qué.

La mira asombrado.

-¿No te lo he contado todo? ¿Nos guardamos secretos?- no puede creérselo ¿como puede esconderle nada a alguien por la que empieza a sentir que daría su vida?

-Todo el mundo tiene secretos, Booth. Es inevitable- le explica como si fuera un niño.

-¿Tú también me guardas secretos a mi?

La inocencia de la pregunta parece que la desarma.

-Pues… sí, alguno- y sonríe tímidamente.

-¿Cual?

-Es un secreto, Booth- ríe -Pero algún día te lo contaré, te lo prometo. Quizá cuando acabe todo esto.

Le gusta como suena eso. Le hace sentirse bien, aunque no sabe por qué.

De repente el olor a café recién hecho le llega y mira curioso hacía la bolsa.

-¿Me traes café?

-Sí. Y algo más. Adivina.

Él se ríe con ganas.

-Apenas soy capaz de recordar mi propio nombre y ¿quieres que adivine lo que me traes? Eres cruel, Brennan.

-Tienes razón, no es justo- dice mientras desenvuelve lo que hay en la bolsa. -Tarta. Te encanta la tarta. Y esta es tu favorita.

En cuanto le da el primer bocado le asaltan recuerdos sueltos… la tarta que hacía su abuela, las que tomaba cuando acababa de entrenar en el instituto, las que ha compartido con Brennan en el diner…

-A ti no te gusta la tarta- recuerda de pronto.

-¡Te acuerdas de eso!- sonríe ella.

-Y eres vegetariana- añade feliz. Cada pequeño detalle que recuerda de ella es como un regalo para él.

Ella sonríe mas aun al verle reír.

-Me gusta que estés animado, eso es bueno.

-Y a mi me gusta verte sonreír- dice él mientras le inunda la ternura.

Y se da cuenta de que quiere besarla más que nada en el mundo y que no es la primera vez que lo desea.

¿Que ocurriría si se acercara a ella y la besara? ¿Le devolvería el beso? ¿Se retiraría musitando una disculpa? ¿Le golpearía por haberse atrevido a tocarla? Por lo que ha visto durante estos días y lo poco que va recordando la ve muy capaz de dejar KO a quien quiera si se lo propone.

Quizá es mejor que espere. Un tiempo. Hasta haber recuperado todos sus recuerdos quizá. Supone que tendrá que mantenerlo en secreto por ahora.

Vale, a eso se refería ella cuando decía que todo el mundo tiene secretos. ¿Será el de ella de la misma naturaleza que el suyo?

No puede evitar sonreír.

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Parker va a venir a verlo. La sola idea de ver a su hijo aunque sea a través de un cristal le hace feliz. Cuando le dijeron que no podría hablar con él se enfadó, << ¡es mi hijo! ¡¿por qué diablos no puedo hablar con él?! >>, pero Brennan consiguió convencerle de que es lo mejor para el niño. Él no sabe que su padre está sin memoria, Rebecca no ha querido decírselo, y si se da cuenta de la verdad en medio de la conversación podría crearle un trauma o algo así, dice Sweets. Así que accede a ver al niño a través de los cristales nada más.

Cuando lo ve llegar sabe que es su hijo. Lo sabe. Sus rizos rubios y su sonrisa perenne es la que ve en su mente desde que se enteró de que era padre. Le tranquiliza comprobar que la imagen mental que tiene de su hijo es real. Estaba un poco nervioso de que quizás no fuera así. No es como si durante estos días pudiera fiarse totalmente de su memoria ¿no?

El niño apenas está unos pocos minutos que se le pasan volando pero se sonríen, se hacen gestos y se ponen caras el uno al otro. A través del cristal consigue hacerle entender que se pondrá bien pronto y que cuando salga de allí le llevará a jugar al béisbol y a un partido de hockey.

Antes de marcharse Parker estira la mano sobre el cristal y él coloca la suya al otro lado, justo encima.

Cuando se marcha él se gira y busca a Brennan con la mirada.

-Es feliz ¿verdad?

-Mucho, eres un gran padre.

-Y me quiere.

-Muchísimo.

-Y yo a él.

-Claro, sois padre e hijo.

Es innegable que él adora a su hijo pero… pero…

-Yo no soy como mi padre- añade recordando algo sutilmente.

Ve como Brennan se tensa y como su cara se transforma revelando su preocupación.

-¿Que recuerdas de tu padre?- pregunta ella con miedo.

Todo. De repente recuerda todo lo referente a su padre. La bebida, los malos tratos, las palizas, él protegiendo a Jared porque es el hermano mayor. El miedo. La desolación. La tristeza. La rabia. El dolor. Y a su abuelo. Su abuelo. Su única tabla de salvación.

Se toca la medalla de San Cristóbal que lleva colgada al cuello y tiene que sentarse porque le da la sensación de que las piernas no le sostienen mientras se sujeta la cabeza con las manos. Brennan se sienta a su lado.

-¿Booth?- pregunta con cautela.

La mira con los ojos llenos de lágrimas.

-Yo no soy como mi padre- la dice con voz desgarrada. -No soy como mi padre.

Brennan le abraza.

-No, Booth. Tú no eres como tu padre. Nunca serás como tu padre.

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Lleva todo el día inquieto. Hoy Brennan no ha podido venir al hospital y el día se le está haciendo interminable. La echa terriblemente de menos. Se ha acostumbrado a pasar todo el día con ella, hablando, viendo fotos, escuchando canciones, haciendo continuamente cosas para estimular su memoria y las horas transcurren desesperadamente lentas cuado ella no está.

Los médico le han prometido que le darán el alta pronto, que la hemorragia de su cerebro está prácticamente curada, pero quieren tenerle en observación unos días mas para descartar una recaída.

Resopla. Para entretenerse enciende la televisión y va pasando de canal en canal hasta que se detiene en uno de niños en el que emiten dibujos animados. A Brennan no le gustan mucho los dibujos animados, no sabe por qué, pero a él le resultan divertidos.

Unos bichejos con forma de personas, azules y blancos, que hablan raro huyen de una especie de brujo. Pitufos, recuerda. El efecto en él es fulminante.

Recuerda el Pitufo Sabio que le regaló a Brennan. El cerdito Jasper. El árbol de navidad que le llevo con Parker. << Tengo un curioso sentido del humor para los regalos, de eso no hay duda >> piensa de si mismo. Intenta recordar si alguna vez le ha regalado flores. Cree que no pero... Recuerda la sonrisa de ella en todas las ocasiones que le ha hecho un regalo, por extraño que este sea y no puede evitar una cierta nostálgica mientras nota que el corazón le late un poco mas rápido. Hace ya varios días que decidió que puede ser feliz sólo con ver esa sonrisa eternamente.

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Están hablando tranquilamente cuando ocurre. Una cualquiera de las miles de conversaciones que han tenido a lo largo de estos días.

-Me gusta mi trabajo, Booth. Y soy la mejor en mi campo. Eso requiere dedicación.

-Pero pasarse horas encerrada entre huesos no es muy normal. Reconócemelo Brennan.

-Es un trabajo muy absorbente. A veces pierdo la noción del tiempo cuando examino unos restos, eso es todo- argumenta ella.

-¡Oh, Bones, venga! Te pasas los fines de semana en el laboratorio. La gente nor...

Y de repente se da cuenta. Un segundo antes la estaba llamando Brennan y ahora es Bones. Sencillamente le sale solo. Brennan no, Bones. Siempre ha sido Bones, desde el primer día. Empezó como una forma de molestarla y ahora no hay de ninguna otra manera que él desee llamarla.

-¿Como me has llamado?- pregunta ella sorprendida, dándose cuenta del cambio de nombre.

-Bones.

-¿Quien te ha dicho que me llames así?- le pregunta recelosa pero llena de esperanza.

-Nadie. Simplemente lo sé.

-Booth… yo… yo… lo echaba de menos- reconoce tímidamente.

<< No me llames Bones >>

-¿Cuando dejaste de odiarlo? Un buen día dejaste de pedirme que parara de llamarte así pero no recuerdo que me dijeras que te gustaba- la pregunta feliz por haber recordado su apodo.

-Nunca te lo dije- y sonríe.

-Pero te gusta.

-Sí- reconoce ella.

-Sabía que tarde o temprano terminaría por gustarte el nombre- añade presuntuoso y con autosuficiencia.

-¡Booth! No seas…- empieza a quejarse Brennan.

Pero antes de que ella pueda decir nada mas la abraza… y se siente como en casa.

El contacto de su cuerpo contra el suyo le trae uno tras otro el recuerdo de todas las otras veces que la ha abrazado… cuando la rescató de Kenton… cuando supieron que su verdadero nombre era Joy… cuando creyó que habían asesinado a su hermano… cuando él gano aquel combate en Las Vegas contra todo pronostico... cuando la dijo que su padre se había dejado arrestar para no volver a abandonarla… en aquellas escaleras mientras esperaban el veredicto… cuando enterraron a Riley… cuando ella fue a buscarle en aquel helicóptero…

-¿Nunca fueron abrazos de tíos, verdad?- asegura mas que pregunta él.

-No sé, fuiste tú el que les diste esa definición- murmura ella contra su hombro aun abrazada a él.

No puede evitar una carcajada mientras se separa de ella y la mira a los ojos acariciando su rostro.

-Nunca fueron abrazos de tíos. No los míos, por lo menos.

-Los míos tampoco- contesta ella con una sonrisa.

-Bones- susurra contra sus labios.

-Me gusta como suena.

-Mi Bones.

Y cerrando los ojos se acerca a sus labios y la besa suavemente. Con cautela al principio, pero cuando nota que ella le devuelve el beso busca su boca con la pasión que sabe que lleva conteniendo durante cuatro larguísimos años.

Y recuerda todos aquellos los momentos que durante esos cuatro años quiso besarla y no lo hizo. Sabe que tiene muchos besos que darla para compensarlos. Muchos. Los recuerda todos y cada uno de ellos.

Fin

Ey, sentiros orgullosas de mi, apenas me he metido conmigo misma en la introdución. Voy mejorando.

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