Tengo un sueño horroroso y quiero irme YA a la cama, así que mas vale que sea rápida con la introducción... porque generalmente me enrollo para luego no decir nada y... ¿veís? ya lo estoy haciendo otra vez.
Al grano... dos fotos para poneros en situación y luego al lío. Ah, ni es el angst/sex-comfort ni el de las llamadas nocturnas. El primero haber si le doy un empujón en Semana Santa, aunque no lo tengo nada claro, y el segundo ni siquiera lo he empezado, es mas, ni siquiera sé como empezar... pero en fin.
Y, bueno, que eso, que es de los míos, de los cortitos y tontines, con demasiado azúcar y tal. Situado unos dos o tres meses después del episodio del beso navideño bajo el muérdago, Santa in the Slush.
¿Verdad que son monísimos los dos? Ainsss. Vale, pues imaginároslos así uno frente al otro y lanzándose miradas.
¿Lo tenéis? ¿Sí? Pues si sois tan amables y me seguís por aquí...
Empirismo
Estaba sentada en su mesa, delante de él, y la miraba mientras ella rellenaba un informe tras otro. Increíblemente precisa. Increíblemente eficiente. E increíblemente hermosa. Como siempre.
El pelo recogido en un moño bajo le dejaba ver que llevaba unos pendientes azules que hacían juego con el color de sus ojos y dejaba al descubierto la blanca piel de su expuesto cuello. Tan cerca de él que sólo necesitaba alargar un poco el brazo para poder acariciarla, para deslizar sus dedos por la garganta y comprobar si esa piel era tan suave como parecía. Tan cerca… y a la vez tan lejos.
Con un suspiro se esforzó en apartar la vista de ella y la dejo vagar a su alrededor mirando el despacho. No hacía mucho que había aceptado que se sentía a gusto allí. Al principio a penas lo soportaba, era demasiado pulcro, ordenado, limpio, para ser un lugar donde la muerte era la principal protagonista, pero poco a poco sus sentimientos habían cambiado con relación a aquel sitio. Ahora estar allí era agradable. Se sentía cómodo.
Además, desde las pasadas Navidades cada vez que ponía un pie en aquel despacho no podía evitar acordarse del beso que habían compartido bajo el muérdago. Era atravesar las puertas de cristal y rememorar la suavidad de sus labios, el dulzor de la menta, su lengua introduciéndose en la boca de él, el anhelo que había sentido al verla acercarse y la calidez que le embargó mientras ella le besaba.
Cuando se separaron se dio cuenta del sutil rubor que cubría sus mejillas y del azoramiento que trasmitían sus palabras cuando dijo aquello de los barcos. Se sintió halagado. ¡Había conseguido ruborizar a la doctora Temperance Brennan y dejarla casi sin palabras! ¡Y con un único beso!
Lo siguiente que dijo ella fue un jarro de agua fría para él.
<< Ha sido como besar a mi hermano >>
¿Su hermano?
¡Su hermano!
Llevaba semanas dándole vueltas a aquella afirmación ¿De veras había sido para ella como besar a Russ? Porque, bueno, él no tenía hermanas, pero estaba seguro que lo que había sentido al besarla no era lo mismo que hubiera sentido al besar a una hermana. No, seguro que no.
-¡Booth!
-¿Qué?- sus pensamientos cesaron abruptamente y se sobresaltó al oírla llamarle.
-Por tercera vez ¿puedes pasarme el archivo con las fotos del caso?
-Sí, claro. Toma.
Estiró el brazo con el archivo pero antes de que ella pudiera alcanzarlo lo retiró bruscamente. Se la quedó mirando fijamente con una única idea en la cabeza mientras ella fruncía el ceño y hacía una mueca de extrañeza.
-¿Qué pasa? ¿No son esas las fotos? Zack me dijo...
Dios, se iba arrepentir de esto, estaba seguro, pero la pregunta le quemaba en la garganta y no podía soportarlo más.
-¿De verdad fue como besar a Russ?
Ahora era ella la que le miraba fijamente. Pudo leer en su rostro que no tenía ni la mas remota idea de a lo que se refería él y eso le enfureció más aun. O sea, él llevaba más de dos meses sin poder dejar de pensar en aquel maldito beso y recordándolo todos las noches sin excepción y ella ni siquiera se acordaba.
-¿De que diablos...?- la pregunta murió en sus labios con un gemido ahogado al darse cuenta de que era a lo que él se refería.
Sus mejillas enrojecieron súbitamente y apartó la mirada del rostro de él, fijándola en los papeles que estaban encima de su mesa.
-Oh, aquello- musitó.
-Sí, aquello- respondió él y volvió a formularle la pregunta. Total, el daño ya estaba hecho y necesitaba una respuesta.
-¿Fue como besar a Russ?
-Por favor Booth, dije aquello sólo para que Caroline no pensara otra cosa- contestó mientras jugueteaba nerviosa con el bolígrafo que tenia entre las manos.
-¿Qué otra cosa?
-Ya sabes, otra cosa... distinta- intentó explicarle ella.
-¡No, no lo sé! Yo nunca he besado a Russ y no sé lo que se siente.
-¡Yo tampoco he besado nunca a Russ!- dijo alzando la voy y volviéndole a mirar a la cara.
Él abrió los ojos genuinamente sorprendido.
-No así, quiero decir- se corrigió ella, balbuceando.
Era imposible no oír la timidez que transmitían sus palabras y eso le estremeció. Parecía increíble pero la resuelta Temperance Brennan también podía ser tímida. No se lo esperaba, de verdad que no.
-¿Cómo es así, Huesos?- le preguntó ahora suavemente, bajando el tono de voz.
Poco a poco había ido acercándose a ella, reduciendo cada vez más el escaso espacio que les separaba. Sus rostros se encontraban a pocos centímetros el uno del otro, como otras muchas veces, y sus increíbles ojos azules brillaban y le miraban sin apenas parpadear.
El Cielo sabía que podría renunciar a un millar de cosas sólo porque ella le mirara siempre así.
-Dime ¿qué es lo que sentiste entonces, Temperance?- susurró su nombre de pila en un tono que no recordaba haber utilizado nunca con ella, acariciándola con su voz.
-Fue... agradable- dijo ella apenas con un hilo de voz.
-¿Sólo... agradable?
Con la vista fija sobre la boca de él y con sus labios entreabiertos ella no respondió.
Y encomendándose a todos los santos que recordaba en aquel momento para que ella no se apartara acortó la casi inexistente distancia que le separaba de ella y, cerrando los ojos, depositó un suave beso sobre sus labios.
Que Dios le ayudara, sus labios eran tan suaves como recordaba.
La oyó gemir mientras el beso, tierno y delicado, apenas un roce al principio, se fue haciendo cada vez más anhelante. No tardó en notar la lengua de ella buscando la de él, abriéndose paso en su boca, y sintió las manos de ella enredándose en su pelo atrayéndole hacía si.
La dio todo lo que ella le pedía y la correspondió con la necesidad de quien lleva meses esperando, porque si de él hubiera dependido habría saltado por encima de la mesa y la hubiera hecho el amor allí mismo si ella se lo hubiese permitido. Además, el pequeño Seeley, bueno quizá no tan pequeño en esos momentos, le estaba reclamando más.
Se separaron con la respiración jadeante y se sonrieron el uno al otro.
-Definitivamente esto no ha sido como besar a tu hermano ¿verdad?
La sonrisa de ella se hizo más franca y soltó una pequeña carcajada.
-Ya sabes que no me gusta sacar conclusiones precipitadas. Creo que deberíamos ir a mi casa y hacer más pruebas, experimentar más. Ya sabes- dijo ella con un deje de malicia.
-Por supuesto- contestó el divertido, devolviéndole la sonrisa -Todo sea por la ciencia.
-Por supuesto, todo por la ciencia- aseguró ella -Y cuanto antes empecemos, mejor.
Y agarrandole de la corbata lo atrajo hacía ella y lo volvió a besar.
Fin
Empirismo - Conocimiento que se origina desde la experiencia (diccionario de la Real Academia Española, vigésima segunda edición)
Buenas noches.