Spangel. Historias de vampiros

Nov 08, 2007 22:40

Porque hinperyon quería porno gay, porque vicenivi lo sugirió sutilmente, porque adicta2 me acecha y preguntó por el y porque a mordaz no se le olvidó.

He pasado de pensar que era "cutre y vulgar" al "quizá pueda recuperar algo" volviendo otra vez al "resulta infumable". Lo escribí, lo tuve escondido durante semanas, lo recuperé y llevo dos días revisándolo y cambiándolo sin parar. Tanto, que si lo vuelvo a leer vomitaré. Seriously.
Dudo tanto de mi misma que no es normal e igual debería buscarme una beta para el próximo. Si es que hay próximo.
Así que esto es lo que hay. De perdidos al río.

Ummm... por cierto, tengo la sensación de que le he birlado impunemente a alguien el título, pero no estoy segura. Si estás ahí y tienes un fic con el mismo título, avisa y lo cambio.

El fic tiene como dos partes pero es la misma historia (si a eso le podemos llamar historia) contada desde el punto de vista de Angel y el punto de vista de Spike.

Warnings: Básicamente es sexo entre dos vampiros con alma, así que si no tienes 18 años no entres, si no te gusta el sexo entre dos personas del mismo sexo no entres, si no te gustan los vampiros... no sé que haces leyendo este LJ (bwajajajajajaja) y si no te gusta el sexo entre dos vampiros con alma... huye!!! Aún estás a tiempo.

Dicho lo cual...


Historias de vampiros. Angel.

Spike duerme dulcemente, como un niño, sin una sola sombra de preocupación en su rostro. Plácidamente. Feliz. No parece que ninguna pesadilla enturbié su sueño. ¡Incluso respira acompasadamente! No necesita oxígeno pero sus pulmones se mueven como si estuviera vivo.
Angel no puede reprimir una sonrisa ante esa visión de su childe y le abraza por la cintura pegando su pecho contra la espalda de él y, enterrando su cara en el cuello de Spike, le besa quedamente para evitar despertarle. Se siente feliz también. Casi. No del todo. Pero igual es mejor así, no quiere que Angelus vuelva a aparecer y arruine esto que ahora por fin tiene.

Angelus. Un escalofrío recorre su espalda al recordar lo que un día fue y todo aquello que le hizo a William.

Y es eso precisamente lo que no le deja ser feliz del todo.

Recuerda la fascinación que sentía por William hace tantas décadas. La necesidad de poseerle, de hacerlo suyo una y otra vez, de follarle aun y en contra de su voluntad. Recuerda la rabia atroz que sentía Angelus cada que veía un destello de bondad en él. No soportaba el hedor a humanidad del William recién convertido y le quería humillado y postrado a sus pies, doblegándole a su voluntad de la mejor manera que conocía. Con una violencia infinita.

Un gesto de horror cruza el rostro de Angel al recordar todo lo que tuvo que soportar Spike por su culpa y el arrepentimiento le hace abrazarlo un poco más fuerte.

No hace mucho, durante aquella pelea, Spike le dijo que lo que había intentado por aquél entonces era crear un ser igual que él. Replicar su maldad en William. Quizá tenga razón, pero es evidente que no lo consiguió. Angelus nunca pudo hacer de Spike un ser absolutamente malvado, nunca pudo borrar completamente su humanidad y nunca consiguió arrancar del todo el amor de su corazón.

Y ahora da infinitas gracias por eso.

Después, cuando recuperó su alma, lo que más le dolió fue dejar a William, pero se alejó de él durante tantos años que casi llegó a olvidarlo. Se hubiera vuelto loco si no lo hubiera hecho.
Luego, mientras coincidieron aquél breve espacio de tiempo en Sunnydale, no llegó a tocarle. Supone que estaba más obsesionado en acabar con Buffy que en follarse a Spike pero aun así no entiende como no le buscó en medio de la noche.

Hasta que un buen día apareció en Los Angeles y volvió a entrar en su vida como un vendaval.

Y además esta vez con alma.

Al principio se negó a si mismo sus sentimientos hacia Spike, al fin y al cabo él seguía tan irritante como siempre y fue fácil engañarse diciéndose que no le soportaba. Hasta que un día se descubrió masturbándose en la ducha mientras pensaba en Spike, corriéndose con tanta fuerza que incluso se sorprendió.
Vale, podía aceptarlo, Spike le atraía sexualmente. Después de todo algunos de los orgasmos más increíbles de su vida habían sido con él. Pero eso no significaba que tuvieran que acabar en la cama. Él era Angel, el rey del autocontrol, podía controlar sus deseos a pesar de echar tanto de menos aquel cuerpo caliente y esa preciosa polla tan perfecta que tanto le atraía y que, lo recordaba perfectamente, se volvía tan increíblemente dura entre sus manos ante la demanda de sus caricias.

Sí, podía mantener al muchacho lejos de él.

Y realmente lo intentó... hasta aquella noche en su despacho.

No recuerda bien de que iba la discusión que tenían. En realidad no importa, era otra tonta discusión de las suyas donde Spike le mareaba con toda su insufrible e inacabable palabrería acabando con su paciencia.
Llegó a enfurecerle tanto que recorrió con la mirada todo el despacho en la búsqueda de una estaca para conseguir que se callara. No la encontró y volvió a posar sus ojos sobre los labios húmedos de Spike. Tenía que callarle, como fuera, pero que cerrara la bocaza de una vez.

No había estaca, bien, entonces tendría que besarle.

Sí.

Besarle.

Ahora.

Por favor.

Le empujó contra la pared y se abalanzó sobre su boca fuera de si, introduciéndole la lengua furiosamente buscando la de él. Que dios le ayudara, sabía tan dulce como recordaba.

Vaciló durante un segundo cuando vio la sorpresa en los ojos de Spike pero instantes después sintió sus manos forcejeando con la cremallera de su pantalón, acariciando su dolorosa erección por encima de la tela, y se dejó llevar. Tomó lo que quería, lo que llevaba semanas deseando conscientemente y que tanto había anhelado inconscientemente desde que dejó de tocarle cien años atrás.
Volvió a Spike poniéndole cara a la pared, le bajó los pantalones bruscamente y le penetró de un solo empellón lleno de necesidad mientras un gruñido de satisfacción salió de su garganta.
Los jadeos de Spike llegaron a sus oídos volviéndolo loco y siguió empujando enfebrecidamente mientras una de sus manos buscaba por debajo de la camiseta de Spike acariciando el suave vientre y la otra subía y bajaba alrededor de la increíblemente endurecida polla. Los dos se corrieron a la vez entre gemidos ahogados.

Fue rápido, brusco y sin ningún tipo de ternura, limitándose a desahogarse de un siglo de soledad.

Mientras se colocaba la ropa viendo como Spike hacía lo mismo supo que había abierto una puerta que ni podía ni quería cerrar y que Spike tampoco iba a permitirle que cerrara.

Sus encuentros rápidamente se convirtieron frecuentes y aunque Angel intentaba que se produjeran en las discretas horas nocturnas Spike le provocaba en cuanto tenía ocasión, buscándole a todas horas. No es que le importara, pero le obligaba a hacer cosas que no eran propias de él.

A Spike le gustaba entrar en su despacho cuando estaba reunido con Wesley o con Gunn o con quien fuera, sentarse desordenadamente en el sillón con las piernas abiertas y quedarse mirando a Angel con una medía sonrisa. Angel sabía lo que eso significaba, sabía los pensamientos que cruzaban la calenturienta mente de Spike y hacía auténticos esfuerzos para desviar la mirada de su entrepierna expuesta e intentaba no balbucear frases inconexas mientras notaba como se le ponía dura sin poder evitarlo.

Una vez incluso medio hecho a Fred del despacho con una excusa horrible al ver que Spike se tocaba disimuladamente. Ni siquiera le arrastró a su habitación como otras veces. Cerró la puerta con llave, echó las persianas con manos temblorosas y le tomó allí mismo, sobre su impoluta mesa, consumido por la lujuria, mientras le pedía que dijera su nombre y Spike le obedecía con la respiración entrecortada, nombrándole una y otra vez a cada golpe de sus caderas.

O como aquella otra vez que Spike se la comió en el baño. Él no estaba acostumbrado a pedir nada a nadie pero casi se lo suplicó de lo increíblemente excitado que estaba. Deseaba esa boca perfecta enroscándose sobre él. Tan húmeda y caliente. Su lengua arriba y abajo, recreándose en su punta y llegando hasta su base, acariciándole hasta llevarle al orgasmo. Dios, se lo hizo tan bien, tan profundamente, tan suave y lento que creyó morirse otra vez del placer que le causó correrse en su boca.

De todos modos por aquel entonces Angel aún creía que tenía el control, que lo suyo con Spike no era más que deseo físico, una mera necesidad sexual. Al fin y al cabo, e incluso con alma, los dos eran vampiros, seres oscuros ligados a la sangre, la muerte, el semen y el sexo.

Estaba equivocado. Tremendamente equivocado.

Y fue consciente de ello el día del mensaje.

Estaba en otra interminable e importantísima reunión para salvar al mundo cuando su móvil pitó anunciándole un mensaje que intentó leer disimuladamente.

Si su corazón hubiera latido posiblemente se hubiera parado en ese instante.

>>¿No te gustaría que estuviese debajo de la mesa? Entre tus piernas, comiéndotela. Recorrer con mi lengua cada una de tus venas. Despacio, muy despacio, como sé que te gusta.<<

Apenas pudo reaccionar los echó a todos de allí, canceló todas sus reuniones del día y le buscó enloquecido por todo el maldito edificio, desesperado por no encontrarle.

Al final le descubrió arriba, en su ático, indolentemente tirado sobre su cama, completamente desnudo y maravillosamente erecto. Esperándole. Su perfecto y pálido cuerpo destacando sobre las negras sábanas de seda como la más hermosa de las esculturas clásicas.

-Has tardado mucho- le dijo Spike con un brillo irónico en los ojos y su endiablada sonrisa -¿Dónde estabas?

-Buscándote- su voz era un ronco gemido lleno de deseo que apenas pudo reconocer.

Ciego por la pasión a Angel apenas le dio tiempo a arrancarse la ropa mientras cruzaba los pocos pasos que le separaban de la cama.

Sabía que debería esta furioso con Spike, que debería matarle por jugar con él de esa manera, pero lo único que deseaba era llegar a su lado y hacerle el amor hasta quedarse sin fuerzas. Literalmente durante toda la eternidad.

Hacerle el amor. No follarle.

Fue una noche de besos y caricias, de susurros y gemidos. Se entregaron el uno al otro como jamás lo habían hecho. Angel recorrió con sus manos y su boca todo el amado cuerpo de Spike, deleitándose en cada uno de sus rincones, dejando que él hiciese lo mismo.
Y mientras ambos bebían de la sangre del otro el orgasmo les llegó imparable y se consumieron en el.

Se derrumbaron exhaustos sobre la cama, con los cuerpos húmedos de sudor, saliva y semen. Y mientras el sopor se adueñaba de ellos Angel supo que amaba a Spike y supo que jamás le dejaría marchar. Le abrazó, atrayéndole hacía si y murmurando contra sus labios.

-Mi niño. Mi amor.

-Angel- suspiró Spike casi completamente adormecido.

Durmieron durante horas sin separarse, buscando su contacto físico como si fuera lo único que les ataba a este mundo. Y por primera vez desde que tenían alma ninguno de los dos tuvo pesadillas aquella noche.

Fin Angel.

Historias de vampiros. Spike.

Angel cree que está dormido pero puede notar como su sire le abraza y le besa la nuca despacio, con cuidado de no despertarle y con una infinita ternura que hace que el corazón de Spike rebose de felicidad al sentirse amado.

Es tan feliz que le aterra que todo pueda acabar. Le aterra que vuelva Angelus.

Después de haber conocido la dulzura de Angel no podría soportar perderla y que regresara la violencia de Ángelus.

El recuerdo del que una vez fue el Azote de Europa cruza por la mente de Spike. Su forma de actuar fue una incógnita para él durante años, así como el por qué de los sentimientos que provocaba Angelus en él.
Había momentos en los que le odiaba tanto que tenía que morderse los labios hasta hacérselos sangrar para evitar lanzarse sobre él y enzarzarse en una pelea que William sabía perdida de antemano y que lo único que le depararía sería una paliza de tal magnitud que le dejaría inconsciente durante horas y una sensación de humillación que duraría días.
Pero otras veces le deseaba tanto y deseaba tanto ser suyo, que sólo notar su presencia a lo lejos le hacía excitarse como jamás se había excitado ni siquiera por Dru.

Angelus le fascinaba de tal manera que lo sola idea de marcharse y abandonar todo aquello le resultaba inimaginable.
Por eso aguantó. Aguantó sus constantes cambios de humor, la incertidumbre de si cuando pasara por su lado le daría una bofetada o un beso en los labios. Aguantó sus violaciones y sus humillaciones como jamás se las hubiera aguantado a nadie y como jamás se las aguantó a nadie después y le siguió por toda Europa aprendiendo de él.

Hasta que llegaron a Rumania.

Solo mucho después supo el motivo de que Angelus les abandonara pero cuando Darla les dijo que había ido para no volver nunca la sorpresa primero y la desolación después acapararon el corazón de William sin entender el por qué del abandono de su sire.
Durante aquellas largas décadas se refugió en Drusilla llegando casi a olvidar a Angelus pero preguntándose siempre donde estaría.
Cuando volvió a verle en Sunnydale su mezcla de odio y amor por él volvió a surgir ganando esta vez el odio, llegando incluso a pactar con la Cazadora para acabar con él y enviándolo esta al Infierno.
Luego, cuando recuperó su alma, no pudo evitar pensar en Angel cientos de veces, entendiendo entonces su amargura, comprendiendo los terribles remordimientos por los crímenes pasados que Angel tenía que sentir de la misma forma que los sentía él.

Y entonces vino todo aquello de salvar al mundo, el medallón y regresar a Los Angeles sin pedirlo.

Al principio le dolió que en lo más hondo que Angel no se fiará de él, que no se diera cuenta que no era el que había sido, pero a raíz de aquella pelea por ese maldito cáliz de juguete todo empezó a cambiar. Supone que la liberación de echarle en cara todo lo que llevaba guardándose un siglo hizo que el odio que sentía por Angel se diluyera quedándose en nada. Y supone también que fue aquél día cuando Angel se dio cuenta de verás que había cambiado y que ya no era el de antaño.

Fue entonces cuando volvió a desear a Angel intensamente, cuando volvió a acariciarse por las noches pensando en esos ojos oscuros. Pero el que él deseara a Angel no significaba que el cabezón sintiese lo mismo, desafortunadamente.

Su rutina apenas cambió y seguían discutiendo por naderías, discusiones que Spike era consciente que forzaba sólo por enfurecer a Angel, por verle perder los papeles y su mítico aplomo ante sus constantes pullas. Eso le divertía como a un niño pero no pensó que les conduciría a ningún sitio.

Hasta aquella noche en el despacho de Angel.

La discusión era tan tonta como siempre pero Angel parecía saltar esa noche con increíble facilidad ante sus impertinencias. Spike se divertía especialmente y eso hacía que se esforzara por molestarle cada vez más mientras veía como las venas del cuello de Angel se iban volviendo más prominentes y los músculos de su cuerpo se tensaban mas y mas, visibles bajo la fina tela de su camisa.

No pudo evitar mirarlos anhelante, humedeciéndose sus labios secos por el deseo, mientras notaba como se excitaba irremediablemente ante la visión del poderoso cuerpo de Angel.

Pero eso no impidió que siguiera lanzándole comentarios hirientes y supo que estaba al borde del límite cuando Angel se acercó tanto a él que pudo sentir el calor que emanaba su cuerpo y oler la furia que le poseía.
La prudencia le decía que debía callarse pero ¿cuándo diablos había sido él prudente? Y siguió metiéndose con Angel alerta ante cualquier reacción de él, en guardia para defenderse del primer golpe que llegaría en cualquier momento.

Preparado para cualquier cosa excepto para lo que vino después.

Sintió todo el peso de Angel haciéndole chocar contra la pared y sin apenas tiempo para reaccionar tuvo la boca de Angel sobre la suya con su lengua forcejeando furiosamente por introducirse dentro de él.

Le estaba besando.

Sí.

Por fin.

Se quedó inmóvil un segundo, sólo un segundo y posiblemente Angel fue consciente de su sorpresa porque vaciló. Pero él no estaba dispuesto dejar pasar lo que ya pensaba que nunca volvería a ocurrir.
Buscó a tientas la entrepierna de Angel y descubrió una erección tan increíble que le hizo forcejear con la cremallera casi con desesperación. Cuando consiguió introducir sus manos bajo el pantalón de Angel la encontró tan caliente, suave y absolutamente preparada que no pudo reprimir un jadeo de deseo contenido.
Angel le volteó, fuera de si, y sin haberle dado tiempo de girarse completamente le bajó los vaqueros de un brusco tirón. Le penetró de un único y poderoso empujón mientras la manos se cerraban sobre su polla acariciándole como no recordaba que le hubiera acariciado nunca. Sintió el cálido aliento de su sire en su cuello gimiendo entrecortadamente en su oído mientras entraba y salía de él frenéticamente y lleno de necesidad.
La sensación del tan largamente añorado cuerpo de Angel sobre él, cubriéndole completamente, sus empellones profundos e intensos, llenándole plenamente, y el tacto de su suave piel le llevaron al borde de la locura, corriéndose en un orgasmo tan intenso que tuvo que agarrarse a Angel para no caerse.

Cuando acabaron se colocaron las ropas en silencio y Angel salió del despacho sin cruzar una sola palabra con él, pero con un brillo en los ojos que hacía mucho que no estaba allí. Spike no pudo evitar sonreír sabiendo lo que significaba eso. Papá había vuelto a casa.

Después de aquello Angel se comportó como Spike pensaba que se comportaría. Por las mañanas seguía siendo el inexpresivo e impasible vampiro de siempre. Las únicas señales de que algo había cambiado entre ellos eran las largas miradas que le prodigaba Angel. Varias veces Spike le había sorprendido mirándolo fijamente, absorto en su contemplación y abstraído del resto del mundo. A Spike le gustaba que Angel le mirara así. Sentía sus oscuros ojos deslizándose por su cuerpo, deseándole, y un cosquilleo de anticipación se apoderaba de su estómago.

Al principio se conformó con las largas horas nocturnas que compartía con Angel en su cama pero pronto eso dejó de ser suficiente y empezó a buscarle también de día. Poco a poco se convirtió en una costumbre el ir a su despacho, le echaba tanto de menos que no le importaba que Wesley o cualquier otro estuvieran allí, simplemente entraba y se sentaba. Angel, aparentemente, le ignoraba pero él sabía que estaba pendiente de todos y cada uno de sus movimientos y cuando se tiraba en el sillón era consciente de que Angel no podía apartar la vista de su polla que, indudablemente, se le marcaba debajo del vaquero. Cuando Angel empezaba a perder su rígido autocontrol apenas evidenciado por leves vacilaciones en su conversación y empezaba a removerse incómodo en su silla, Spike sabía que se debía a que se estaba excitando por él.

Saberse tan increíblemente deseado le hacía sentirse poderoso y le excitaba tanto como lo podía estar Angel.

Generalmente cuando la persona que estaba reunida con Angel se marchaba, este le arrastraba precipitadamente a su habitación y allí se entregaban a sus desenfrenados apetitos pero alguna vez ni si quiera les había dado tiempo a llegar arriba y lo habían hecho en el ascensor parados entre dos pisos.

Spike recuerda con una sonrisa aquella vez que estaba especialmente excitado y no pudo evitar acariciarse levemente por encima de la ropa sin apartar sus ojos de los de Angel en un momento en que la pobre Fred, que estaba presente explicando dios sabe que, no miraba. Algo debió de accionarse como un resorte dentro de Angel porque le masculló algo ininteligible a Fred y la echó del despacho. A Angel apenas le dio tiempo a cerrar las persianas mientras no dejaba de comérselo con la mirada. De dos zancadas cruzó la habitación, le levantó del sillón prácticamente en vilo, le llevó hasta la mesa, apartó los papeles de un manotazo y le tomó allí mismo pidiéndole que dijera su nombre. ¿Su nombre? Hubiera recitado completa la maldita lista de los presidentes de los Estados Unidos si se lo hubiera pedido sólo por oír los jadeos que profería contra su cuello cada vez que le penetraba.

O como aquella otra vez en la que se encerraron en el baño y Angel le pidió que le hiciera una mamada. Se la comió despacio, deleitándose en toda su longitud, recorriéndola con su lengua desde la empuñadura hasta la punta redondeada, rosada y suave, saboreándole. Los dedos de Angel enredados en su pelo, empujándole contra él, tragándosela entera una y otra vez hasta volverle loco de deseo, haciéndole correrse en su boca mientras gemía su nombre.

Spike sabía que, a pesar de lo que podía parecer, era él quien llevaba las riendas de todo aquello. Puede que Angel fuera el sire y que se creyese que era él el que mandaba y manejaba la situación manteniéndola bajo control pero Spike sabía que sólo le bastaba susurrar al oído de Angel un "Ahora" para que este le siguiera al mismísimo infierno si era necesario.

Pero no le bastaba. Ya no.

Tenía el cuerpo de Angel, pero también deseaba su corazón.

Le estaba ocurriendo lo mismo que con Buffy. Podía follarselos una y otra vez y ellos volverían a por más pero ya no era suficiente para él. Ahora necesitaba oír un "Te quiero" de los labios de Angel.

Se había vuelto a enamorar.

Y con un destello de dolor vio que la historia de su vida se volvía a repetir, Angel no le correspondería nunca.

Cambió de opinión el día del mensaje.

Sabía que Angel estaba reunido discutiendo los designios del mundo cuando una perversa voluntad se adueñó de él. Quería saber, necesitaba saber, si Angel sería capaz de renunciar a todo por él. Si su deseo sería tan fuerte como para olvidarse de sus responsabilidades y buscarle.

Subió al ático, se desnudó y se tumbó en la cama. El tacto suave de las sábanas de Angel impregnadas con su olor le envolvió como si fuera él, haciendole excitarse casi el acto.
Le mandó un mensaje al móvil diciéndole ni mas ni menos lo que mas deseaba en ese momento y esperó.
No se atrevía a esperar que Angel subiera y el tiempo se le hizo eterno. Llegó a pensar que no iría, y cuando estaba a punto de levantarse e irse oyó llegar al ascensor.

Cuando la imponente figura de Angel, semejante a la de un hermoso dios pagano, se recortó contra el hueco de la puerta sonrió con satisfacción y no pudo evitar preguntarle.

-Has tardado mucho ¿Donde has estado?

-Buscándote- le contestó Angel.

Una palabra, sólo una palabra, pero fue suficiente para Spike. La voz estrangulada de Angel le reveló mucho más de de lo que hubiera podido hacer cualquier discurso.

Mientras este recorría la escasa distancia que les separaba prácticamente arrancándose la ropa, Spike supo que Angel era suyo. Y que nada podría arrebatárselo.

Le acogió a su lado buscando sus besos y sus caricias. Se amaron durante horas interminables entregándose el uno al otro, compartiendo susurros ahogados y palabras dichas a media voz, compartiendo sus sangres en un acto de entrega total, hasta llegar al orgasmo.

Derrumbado sobre la cama y adormecido hasta la extenuación Spike sintió los brazos de Angel alrededor suyo murmurándole en voz queda cargada de amor.

-Mi niño. Mi amor.

-Angel- suspiró él, henchido de felicidad.

Se durmieron juntos, sabiendo que empezaba una nueva vida para ambos sin pesadillas en sus sueños.

Fin Spike.

Y mañana es fiesta en Madrid!!! Weeeee. Voy a dormir hasta las mil.

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