Feb 07, 2008 20:23
AVISO: SPOILERS leves.
Por eso cada noche me muero
y las mañanas me hacen vivir
Así de día tengo mis años
y en cambio, de noche,
mis años veloces…
me tienen a mi….
“Noche” - La Oreja de Van Gogh
Símbolo 5: Historia
Ginevra Molly Weasley era consciente de que se había metido en la encrucijada ella solita.
A veces le gustaba pensar que lo había hecho por decisión propia, que había tenido libre albedrío, y técnica y teóricamente, así era. Pero desde el punto de vista práctico (y, en realidad, el único verdadero) no era cierto.
Ginny había caído en la tentación a una edad en la que no podía (ni debía) ser consciente de los problemas que podría acarrearle en un futuro. Cuando su padre le contaba, antes de ir a dormir, mil y una veces su historia predilecta (como [aunque en realidad nadie entendía como. Ginny no podía imaginar que muchos años después sería una de las pocas privilegiadas personas en saberlo] Harry Potter había burlado el maleficio asesino, destruyendo en el proceso `se suponía] al Señor Oscuro), no podía saber que estaba labrando el futuro de su hija más profundamente que con cualquier otra cosa que podría haberle inculcado.
Y a los diez años, el golpe, el encanto, el éxtasis, la ilusión. El chico de desordenado cabello azabache, solo, nervioso y desorientado, le había provocado ternura en cuanto lo vio. Pero cuando se enteró que era Harry Potter, cometió el error fatal que lamentaría toda su vida.
Reemplazó la ternura por adoración.
A los once años, compartiendo el verano con él, se dio cuenta de que Harry no necesitaba una admiradora histérica. Pero al mismo tiempo, conoció al hombre (futuro, pero que a grandes rasgos ya podía vislumbrarse en el niño) que se ocultaba tras el héroe, y el cariño y la admiración fueron diluyéndose para convertirse en un amor profundo y desgarrador.
Pero ya era tarde. Sus amigos, su familia y hasta ella misma en cierta medida, subestimaron ese amor por considerarlo capricho de nena chica. De amor tenía mucho, y de capricho (casi) nada, pero deberían pasar muchas cosas para que los demás, él, y ella, pudieran apreciarlo en su completa dimensión.
Ginny aprendió a convivir con él. Lo llevaba encima como una alhaja, orgullosa de él, aunque no le gustara mostrarlo, e influía en ella como un lóbulo accesorio de su cerebro. A todo momento consideraba que diría él, como pensaría él, como actuaría él. Había utilizado tanto tiempo en observarlo a distancia, y en hablar sobre él con Hermione que leía en sus señales externas mejor que casi cualquier otra persona, y poseía, inconscientemente, un mapa psicológico de él casi perfecto. Había logrado llevar tanto de él en si misma que sentía que ya casi no lo necesitaba.
Y entonces llegó el momento crucial. Tenía casi quince años, un novio, amigos y había demostrado (ante él y ante el mundo), que era una chica inteligente, una bruja poderosa y temeraria y que, como consecuencia natural de ambas cosas, era perfectamente capaz de valerse por si misma. Estaba en una encrucijada. Había logrado el equilibrio y una pseudo felicidad. Sin él. Podía abandonar su obsesión como quién deja atrás la ropa de ka infancia.
Se equivocaba. O mejor dicho, había cometido un error de cálculo. Podría abandonar la obsesión, pero jamás el amor.
Llegó el año de la amistad y la complicidad. Fue en ese momento que Ginny se dio cuenta de que aquello con lo que se había conformado antes no era más que una pálida sombra al lado de lo que se sentía realmente pasar tiempo con él.
Luego el beso. Ahí fue plenamente consciente de que nunca había renunciado verdaderamente a él, y que había ansiado ese momento durante toda su vida.
La verdad era que debió haberlo presagiado, pues él se comportaba de un modo extraño, y Hermione (que ere perspicaz como pocos, y lo conocía como nadie) llevaba por lo menos un mes dándole indirectas muy directas. Pero Ginny había aprendido a fuerza de sangre y lágrimas que ella era apenas más que insignificante en la vida de él, y se había inmunizado contra todo aquello susceptible de hacerle creer lo contrario. Hasta que él la besó. En medio de la Sal Común, llena de gente hasta las pestañas, y poniendo todo el corazón en el acto.
El comienzo del idilio.
Pese a los dementotes, los ataques de los mortífagos, los exámenes y los castigos de Snape, ¿quién dijo que el paraíso terrenal no existía? Pero como todo lo bueno dura poco, el excelso romance duro menos que un suspiro. O al menos así lo sintió ella y él… (“Estas últimas semanas contigo han sido… como un sueño”) también.
Luego, aquella nobleza condenadamente estúpida que lo caracterizaba. La separación. Las lágrimas. El reencuentro. El beso. (¡Ese beso!) Nueva separación. Menos lágrimas, y más dolor. Miedo e incertidumbre.
A Ginny Weasley le gustaba pensar que había sido libre de tomar decisiones en su historia con Harry Potter, peor por momentos sentía que ella no llevaba su vida adelante, sino que su vida se la llevaba por delante a ella.
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La versión “Ginny Weasley” de la historia. Iba a ser “Incertidumbre”, por unos breves párrafos fue “Espiral” y terminó en “Historia”. Los delirios de mi cerebro…
Por otro lado, quiero que sepan que ya escribi otra viñeta sobre la Tabla Refranes (lease: CHARLIE/TONKS) que, nuevamente, no tiene NADA de Charlie/Tonks... En fin... Pero no la publicaré hasta que termine los H/G, porque me gusta publicar las cosas em orden cronológico respecto a como las escribi.
¿Comentarios?
Lean, escriban, sueñen, amen, sonrían
Estrella
harry/ginny,
ginny omfg ginny *-*