Antes de irme a Chile y Argentina, tenía un viaje pendiente con mis amigas de toda la vida. Así que nos escapamos a Fez en un viaje pre-treintañero.
Ya había estado en Fez en el 2001, también en febrero, dentro de un viaje en autobús por Marruecos. Aunque no había sido mi ciudad favorita durante ese viaje, me apetecía volver. El haber visitado antes la ciudad me ayudó a saber qué quería hacer en este viaje, sabía por ejemplo que quería alojarme en la medina antigua, en Fez el-Bali, a ser posible en un Riad (antiguos palacetes convertidos en hoteles) o en un Dar (casas grandes reconvertidas en hostales) y que el guía era imprescindible sino queríamos perdernos nada en sólo día y medio de viaje.
Nos fuimos un viernes por la tarde y volvimos un domingo después de comer, lo malo que fuimos con Ryanair, aunque al final no resultó tan malo. Nos alojamos en Dar Iman, sitio que recomiendo a todo el que vaya:
Está cerca de la zona más característica de la Medina, la Bab Boujloud (Puerta Azul) y en una de las pequeñas calles que salen de Tala'a Kbira (una de las dos calles más reconocibles de Fez el-Bali. Tiene cinco o seis habitaciones, un patio interior precioso, una terraza perfecta para desayunar... Nosotras nos repartimos en una habitación de tres y otra de dos, lo malo que para ir de una a otra tenías que bajar al patio y subir por otra escalera, pero sin embargo estábamos pared con pared, así que nos comunicábamos muy bien por las ventanas.
Afortunadamente el tiempo nos fue propicio y pudimos ver Fez soleado, con algo de frío por las noches pero calentito a medio día.
La primera noche cenamos en un pequeño restaurante café de la plaza de Bab Boujloud, pasada la puerta. Nos lo recomendó el chico del hotel porque uns hermana suya trabajaba allí, y la verdad es que se comía estupendo y abundante, además de que había tanto turistas como nacionales comiendo allí.
El día siguiente decidimos tomar un guía para todo el día, unas seis horas (que al final se convirtieron en 7:30) para así hacernos una idea general de la ciudad y poder ver todo lo turístico. Se llamaba Muhammad y la verdad es que el pobre nos aguantó todas las fotos que nos parábamos a hacer, la más de media hora que estuvimos en la botica... Con él vimos lo más característico de Fez: varias puertas, Tala'a Kbira y Tala'a Sagira (las dos calles principales), varias mezquitas (desde las puertas, claro, no se puede pasar), el mausoleo de M. Idris, un par de antiguos palacios que ahora son restaurantes, el mercadillo de cosas usadas, los curtidores, los latoneros, los panaderos..., todos los zocos o zonas gremiales que tiene Fez, Callejeamos mucho también, por las calles tan estrechitas que tiene Fez (aunque no lo creáis, ésta no es de las más estrechas:
También salimos a Fez el-Jedid (parte de Fez construida entre el siglo XII y XVIII) para ver el palacio Real, ver las vistas de la ciudad desde las tumbas de los Mereníes y desde la fortaleza del sur.
Por la noche, decidimos ir a la parte nueva de la ciudad, la Ville Noveau (desde el siglo XVIII a la actualidad), a cenar, ver un poco el ambiente y disfrutar un poco de la avenida Hasan II, toda llena de fuentes de colores. También encontramos un mercadillo, así que compramos, cenamos y tiramos muchas fotos a las fuentes:
La mañana siguiente fue el tiempo para las compras, también tuvimos tiempo de visitar el Museo de la Madera que es un edificio precioso e incluso nos tomamos un té en la cafetería que tienen en la terraza, con vistas de Fez, y la Madrasa de Bou Irania, que es una maravilla, y estaba bien cerquita del hotel:
Comimos en otro lugar de la plaza de Bab Boujloud recogimos las maletas y nos fuimos al aeropuerto, que es realmente pequeño.
Realmente es un viaje para repetir.