PARA:
aniki_samaDE PARTE DE: Amigus anonimus
Título: An untitled story about friendship
Fandom: The social network
Personaje/pareja(s): Mark/Eduardo
Rating: PG
Resumen: Una breve historia de cómo Mark y Eduardo llegaron a ser amigos.
Disclaimer: Esta historia está basada en la representación de los personajes en la película. No tiene nada que ver con las personas reales en las que se basa.
Advertencias: -
An untitled story about friendship
Mark está muy aburrido y muy cansado, y eso que hace solo un mes que empezó a estudiar en Harvard. Porque se suponía que era la mejor universidad de América y que iba a resultar estimulante y todo un desafío y sin embargo es un puto coñazo diario y Mark se aburre soberanamente durante la mayor parte del tiempo.
Lo único que soporta son las clases de su especialidad y las noches programando sin que nadie le repita que debe acostarse, comer o ducharse. Sus compañeros de habitación son programadores como él y aunque no son de pasarse conectados diez horas seguidas, entienden que Mark lo haga. Sin embargo cuando su madre le llama, le dice lo mucho que la echa de menos y lo mal que se come allí. Y no miente. Lo único que ha comido en todo el día ha sido un paquete de red vines, tres mountain dew y los restos de comida china que Dustin - uno de sus compañeros - había dejado en la nevera - y que negó haber visto cuando Dustin preguntó por ellos.
Eran las siete de la tarde cuando salió de su última clase. Matemáticas avanzadas. Era la única clase que le resultaba complicada. Y encima había gente a la que los algoritmos les resultaban tan sencillos como a él programar. Especialmente al chico alto de pelo oscuro que solía sentarse detrás de él y que parecía tener la respuesta para todo. No es que fuera el típico empollón que levantaba la mano a cada pregunta que el profesor hiciera, pero cuando nadie sabía que responder, el profesor decía “¿Saverin?” y el chico de atrás daba la respuesta exacta sin dudarlo.
Mark tenía que reconocer que le caía bien. Lo único que sabe de él además de su apellido es que es inteligente y que no mira a Mark como si fuera un bicho raro porque lleve pantalones cortos y sandalias con calcetines en pleno noviembre y para Mark eso es más que suficiente. Además suele sonreírle cuando sus miradas se cruzan en clase, así que de ahí deduce que a Saverin debe caerle bien también.
Saverin salió del aula justo detrás de Mark, así que no fue de extrañar que, cuando Mark se paró en seco recordando de pronto que tenía que llevar un libro a la biblioteca, el chico chocara contra él tirando al suelo los mil papeles que llevaba en las manos.
-Lo siento.
Había estado a punto de gritarle que mirara por donde iba cuando vio quien era y el desastre que había causado. Y en lugar de eso, se agachó a su lado a ayudarle a recoger.
-Gracias.
Mark apuntó mentalmente otro dato sobre Saverin. Era educado y de pocas palabras. Cada vez le caía mejor.
-De nada. - dijo Mark acercándole los últimos folios. - Espero que los tengas numerados.
Saverin rió, con una sonrisa de oreja a oreja que parecía que quisiera salírsele de la cara y Mark no pudo evitar sonreír también, con esa sonrisa suya de medio lado que solo enseña cuando se siente a gusto.
-No te preocupes. Yo me apaño. Por cierto, me llamo Eduardo.
Mark ya sospechaba por su apellido y su acento que no era americano pero su nombre lo confirmaba. Con la certeza de que no iba a poder pronunciar correctamente su nombre en la vida, Mark asintió con la cabeza.
-Yo soy Ma...
-Mark Zuckerberg. Si, ya lo sé. - Eduardo miró el reloj.- Dios, llego tarde. Ha sido un placer, Mark. Nos vemos el miércoles.
Mark se quedó mirando como Eduardo seguía su camino esquivando ágilmente a estudiantes que salían de sus clases hasta que recordó que la biblioteca cerraba a las ocho y echó a andar en dirección opuesta.
…
La segunda vez que se encontraron fuera del aula era medianoche. Mark estaba vagando por la universidad, protegiéndose del frío con la capucha de la sudadera, cuando le vio salir de Eliott tan bien vestido como siempre. Sin embargo, aunque no sabía porque, a Mark ya no le resultaba tan pedante el hecho de que Eduardo parecía de camino a la gala de entrega de los Oscar las veinticuatro horas del día. De hecho creía que le pegaba. Seguramente si se hubiera encontrado con él vestido con ropa casual no le habría ni reconocido... La cuestión era que iba directo hacia él con las manos en los bolsillos del abrigo y mirando al suelo distraído. Demasiado distraído para fijarse en él en la penumbra de la noche y Mark reaccionó demasiado lento a pesar de verle venir.
Tuvo que agarrarse al brazo de Eduardo para no caerse.
-¡Lo siento! No te he visto... - empezó a disculparse Eduardo. - ¿Mark?
Mark volvió a colocarse la capucha que se le ha bajado a causa del leve pero contundente impacto en cuanto recuperó el equilibrio.
-Hola.
-Lo siento mucho, Mark. No te he visto.
-Eso es evidente... ¿A dónde vas con tanta prisa?
No era asunto suyo y normalmente a Mark no le importaba en absoluto a donde vaya la gente pero opinaba que cuando alguien choca contra ti de esa forma en mitad de la noche es normal que despierte alguna curiosidad.
Eduardo sonrió mordiéndose el labio.
-Tengo una cita. Con una chica.
-Ya... Me lo imaginaba... - dijo un poco molesto por el hecho de que Eduardo no le crea capaz de deducir que tiene una cita con otra persona. - Pero ¿no es un poco tarde para eso?
Seguía sin ser asunto suyo. No eran amigos y difícilmente se podría decir que eran conocidos pero la pregunta se le escapó sola. Eduardo volvió a sonreír, mirándole con complicidad.
-Digamos que la cita no es en un sitio público. Tú ya me entiendes.
-Vas a tirártela.
Mark sabía que había incomodado a Eduardo pero no había podido evitarlo. Siempre había sido así de directo. Le gustaba llamar a las cosas por su nombre.
-Sí, supongo que... sí...- titubeó Eduardo arreglándose el cuello del abrigo. - En fin. Nos vemos... otro día... En clase supongo...
-Sí. Nos vemos - dice Mark saludando con la mano mientras Eduardo se alejaba poniéndose los guantes.
De repente estaba de mal humor.
Mark se dio media vuelta para dirigirse a su habitación recordándose a si mismo que tenía que preguntarle a su madre si era normal que el hecho de que compañeros de clase a los que apenas conoce estén follando mientras él escribe código en su habitación le pusiera de tan mala leche.
…
El tercer encuentro no se hizo esperar. Resultó ser al día siguiente durante el almuerzo. Mark se dirigía como siempre a su mesa habitual cuando vio a Dustin hablando con alguien. Con Eduardo. Ambos riendo y charlando como si se conocieran de toda la vida y Mark estaba cada vez más intrigado. ¿Ahora resultaba que Eduardo y Dustin eran amigos? Estaba casi celoso...
-¡Hey Mark! - gritó Dustin de repente y a Mark no le quedó otro remedio que acercarse a ellos. - ¿Conoces a Eduardo?
Mark se sentó junto a Dustin. Justo enfrente de Eduardo, quien le sonreía mientras él se limitaba a saludar con la cabeza.
-Sí. Estamos en la misma clase de matemáticas.
-Además nos hemos topado un par de veces por ahí.
-Literalmente... - añade Mark con una sonrisa.
Dustin miró a uno y a otro y sonrió para sí mismo.
-O sea que ya os conocíais....
-Sólo un poco.
Mark contestó a las preguntas de Dustin despreocupadamente y quitándole importancia cuando en realidad se pasaba las aburridas clases de matemáticas pendiente de él y a pesar de que después de su primer encuentro pasara más tiempo de lo normal dando vueltas por la biblioteca.
A pesar de haberse pasado la mitad de la noche pensando lo injusto que era que Eduardo estuviera teniendo sexo mientras él estaba solo en su cama.
-¿Qué tal anoche? - soltó de repente.
Si Mark compitiera para hacer las preguntas más incómodas en los momentos menos adecuados ganaría de calle. Eduardo sin embargo no parecía molesto. Si acaso un pelín incómodo.
-Hubo un repentino cambio de planes. - se limitó a contestar encogiéndose de hombros y Mark tuvo que hacer un esfuerzo titánico para parecer comprensivo y no mostrar que por algún retorcido motivo se alegraba de que la noche de Eduardo no hubiera salido como él esperaba.
-Vaya, lo siento. Se te veía con muchas expectativas...
-No te vayas a creer...
Mark inclinó ligeramente la cabeza entrecerrando un poco los ojos, intentando descifrar la enigmática respuesta de Eduardo.
-¿Tienes planes para esta noche?
Mark no pudo contener un respingo. La voz de Dustin había expresado en voz alta la frase que le rondaba la cabeza. Eduardo por alguna razón, también parecía sobresaltado.
-¿Yo? - preguntó aun cogido por sorpresa antes de seguir hablando riendo. - No. Tristemente no tengo planes para un viernes por la noche.
-¿Por qué no te pasas por nuestra habitación?
Eduardo abrió la boca y miró a Mark, quien mantenía la mirada fija en él esperando su respuesta.
-Me encantaría. - dijo por fin sin apartar la mirada de la de Mark a pesar de que había sido Dustin quien le había invitado. Mark sonrío bajando la mirada, concentrándose en la comida por primera vez desde que se había sentado a la mesa.
-¡Estupendo! - gritó felizmente Dustin. - Comida china, cervezas y videojuegos. ¡Bienvenido al mundo de los informáticos, tío!
Eduardo sonrió y miro a Mark quien en ese momento cruzaba su mirada con la de él sin poder evitar preguntarse qué cojones le pasa.
…
Mark estaba recordando su primer encuentro con Eduardo por los pasillos justo en el momento en el que sonó el timbre. Siempre ha sido reacio a hacer amigos. No es que se considere antisocial ni nada, simplemente nunca se le ha dado bien confiar en la gente, pero tenía que reconocer que con Eduardo era diferente. Quería llegar a conocerle. Ser amigos. Saltó del sofá para abrir la puerta y casi se podía decir que estaba nervioso por su presencia en su habitación.
Eduardo vestía tan elegantemente como siempre y sonrió de oreja a oreja al verle.
Mark no pudo reprimir una sonrisa.
-Wardo... - Mark se calló a mitad del saludo y maldijo para sus adentros. Menudo momento para que se le trabara la lengua... Sin embargo, Eduardo rió.
-Bueno nombre... Me gusta. - pasó al interior del salón al tiempo que daba una leve palmada a Mark en el brazo. - ¿Qué tal?
Dustin prácticamente saltó sobre él para darle un abrazo. Ahora sí tenía que reconocerlo: Mark estaba celoso.
…
Mientras Mark se peleaba con los palillos chinos, Dustin, Chris y Eduardo hablaban de como Buffy era la mejor serie de todos los tiempos y discutían sobre que personaje era el mejor de todos mientras devoraban todo lo que tenían al alcance de la mano. Mark no les hacía caso. No solía ver la tele (nunca había entendido que la gente lo prefiriera a leer por ejemplo) así que no podía seguir la conversación y además estaba demasiado ocupado intentando que el pollo al limón dejara de escurrirse entre los palillos, pero no puedo dejar de notar que, en mitad de un monólogo de Dustin en defensa de Anya, Eduardo deslizaba un recipiente lleno de tallarines tres delicias con un tenedor dentro en su dirección.
Mark no puedo evitar que se le escapara la risa. Soltó los palillos y cogió el recipiente que Eduardo le tendía.
-He notado que el manejo de los palillos no es lo tuyo. - comentó Eduardo en voz baja, como si temiera interrumpir los argumentos que estaba dando Chris en defensa de Spike. - Yo diría que ya has tenido suficiente práctica por hoy.
-Sí, yo también. - contestó Mark con la boca llena de comida por primera vez en toda la noche.
Se miraron y sonrieron, antes de bajar la vista casi con timidez.
…
El curso transcurrió con total normalidad. De hecho, la única diferencia que había notado Mark respecto al instituto era que ya no vivía con sus padres porque por lo demás... Bueno, eso y Eduardo. Después de esa noche de comida china y videojuegos, hubo más. De pizza y cervezas, de noches estudiando en la biblioteca... Pero siempre con Eduardo sentado y riendo en el extremo opuesto del sofá.
Cuando se fue acercando final de curso y los exámenes, las noches de estudio se hicieron más frecuentes y quedar solo para charlar cada vez era más difícil. Mark no era mucho de ir a la biblioteca. El tecleo normalmente molestaba a los estudiantes y prefería quedarse solo en la habitación. Sin embargo tenía que reconocer algo: echaba de menos a Eduardo. Se había acostumbrado a verle prácticamente a diario y ahora apenas coincidían cinco minutos en los pasillos al salir de la única clase que compartían.
Aquel miércoles, cuando salieron del aula, Eduardo no parecía tener prisa. Recogió sus cosas despacio, casi esperando a que todo el mundo se fuera mientras Mark le esperaba junto a la puerta.
-¿Te apetece una cerveza?
Mark pareció sorprendido ante la proposición.
-¿Hoy no tienes que estudiar? - Eduardo negó con la cabeza sonriendo con alivio.
-Esta mañana he hecho mi último examen. ¿Tienes tiempo para celebrarlo?
Mark se encogió de hombros con una media sonrisa.
-Claro. - contestó y la sonrisa de Eduardo se ensanchó.
Aun le quedaba el estúpido examen de Historia del arte, pero ¿a quién le importaba?
…
Llegó el último día de clase. Había intercambiado teléfonos y emails con los chicos para seguir en contacto y se había despedido de ellos en la puerta de la residencia. Estaba terminando de recoger sus cosas cuando Eduardo entró en la habitación respirando entrecortadamente.
-Pensé... que... no llegaba...
Se apoyaba en el quicio de la puerta intentando recuperar el aliento mientras Mark le miraba inquisitivo y con la cabeza ligeramente inclinada.
-Los chicos ya se han ido.
Eduardo hizo un gesto con la mano para que esperara mientras tragaba saliva con dificultad.
-Lo sé. Les he visto salir y les he dicho adiós, pero quería despedirme de ti.
Mark asintió con la cabeza y siguió metiendo cosas en la maleta. Eduardo se mordió el labio como si quisiera decir algo y no se atreviera a hacerlo y Mark le miraba de reojo deseando que dijera lo que fuera que quisiera decir y que ya había despertado toda su curiosidad.
Eduardo siempre despertaba su curiosidad.
-Quiero preguntarte algo, Wardo. - dijo Mark de repente. Eduardo dejó de luchar consigo mismo para prestar a Mark toda su atención. - ¿Te gustaría venir de visita durante las vacaciones? Pasar unos días en casa si te apetece...
Eduardo sonrió de oreja a oreja.
-Me encantaría, Mark. ¿A tus padres no les importará?
Mark se encogió de hombros.
-Claro que no. Eres mi mejor amigo.
Se le hizo raro decirlo en voz alta pero fue como si de repente fuera más cierto. Eduardo siguió sonriendo.
-Y tú el mío, Mark.
Mark asintió con la cabeza y se agachó a buscar algo bajo la cama para ocultar la sonrisa que se le ensanchó sin poderlo evitar. Cuando cerró la maleta, se volvió hacia Eduardo.
-En fin, llámame y quedamos.
-Lo haré. - contestó Eduardo antes de darle un abrazo. - Nos vemos.
Antes de que Eduardo saliera de la habitación, Mark le llamó.
-Cuando has entrado parecía que quisieras decirme algo. ¿Qué era?
Eduardo agachó la cabeza y se pasó la mano por el pelo.
- No era nada. Ya lo hablamos otro día. Tenemos todo el tiempo del mundo.