PARA:
tsubame_17DE PARTE DE: Amigus anonimus
Título: Felicidad
Fandom: Crossover: Harry Potter - Bleach.
Personaje/pareja(s): Principal: James/ Severus
Secundarias: Severus /Ishida- Ichigo/Ishida
Rating: NC-17
Resumen: El era su vida por eso quiso tener una a su lado, pasar los días con él hasta envejecer.
Disclaimer: Los personajes no me pertenecen son de J. K. Rowling y Tite Kubo - Sensei, respectivamente.
Advertencias: Yaoi - Lemon.
Notas: Ojala sea de tu agrado, me costó bastante, pero me gusto hacerlo.
Un saludo enorme y ¡Buenas vibras para el 2012!
Despertó lentamente y reconoció de inmediato los alrededores de la habitación en la cual se encontraba, tenía la boca seca, un fuerte dolor de cabeza y de estómago.
- Dios, quiero morirme - murmuró mientras se frotaba las sienes.
Miró su reloj despertador; las seis y quince de la mañana, pronto debería levantarse para ir al instituto; maldijo por dentro la hora en que se le ocurrió ir al bar a ahogar sus penas un día se semana, sabiendo de antemano que al día siguiente le tocaba impartir la clase a primera hora.
Tenía quince minutos más para descansar. Se revolvió incomodo en su cama notando un bulto al lado suyo, sorprendido desvió la vista, justo a su lado, un cuerpo durmiente lo acompañaba. Palideció.
Trato con todas sus fuerzas de recordar lo que había sucedido la noche anterior, logro ver en su mente escenas cortadas. El en el bar, luego una persona conocida lo saludaba, risas, charlas, su departamento, su cama y…
Recorrió, con desesperación, aquella piel pálida de porcelana, si que era un ser hermoso, casi etéreo. No pudo contener la excitación apenas el cuerpo menudo del menor rozo su entrepierna, con furia reprimida lo depositó en la cama a medio vestir y no detuvo sus manos hasta tenerlo como quería verlo, completamente desnudo sonrosado y a su merced. Recorrió con su lengua cada recoveco y permitió algún que otro gesto atrevido del adolescente, aunque verdaderamente no estuviera para juegos, es que sentía con apuro la necesidad de estar dentro de su alumno modelo, ese que con gemidos y palabras soeces al oído, lo incitaba al punto de la locura. Quiso tomarlo y así de un solo movimiento lo puso boca abajo, preparándolo, violándolo, literalmente con la lengua y sus dedos, hasta que decidió que era tiempo y así, sin más lo penetró sin miramientos consiguiendo un fuerte grito de intenso dolor y placer. Con cada embestida sentía que la vida se le iba, mientras lamia su espalda, su cuello, mientras agarraba su cabello negro azabache como la noche, mientras oía una y otra vez que no parara que lo hiciera más fuerte, que le acabara dentro.
Suspiró sonoramente y su acompañante se movió sin despertarse. Decidió levantarse para tomar un baño y despejar las ideas, el sueño, la resaca y la sorpresa. Debía pensar bien las cosas; estaba metido en un gran lío.
Mientras se duchaba oyó que entraban al baño, su cuerpo se puso en alerta.
- Buenos días Sensei - lo saludó el pelinegro con cortesía.
Snape no pudo más que sonreír, después de lo de anoche el menor todavía lo trataba con el respeto característico en el.
- Buenos días Ishida - de repente le pareció absurdo llamarlo por su apellido, aunque por otra parte era mejor mantener la distancia a pesar de todo.
Un silencio sobrevino en el ambiente hasta que logró emitir palabra.
- Si quieres ducharte, estoy por terminar, luego te llevare a tu casa.
- Debo ir a la escuela - dijo tímidamente el menor.
- Uryuu, no es conveniente que te lleve a la escuela directamente, lo entiendes ¿verdad?
Ishida no respondió inmediatamente.
- Claro… con su permiso, lo estaré esperando en la sala - rápidamente sin esperar respuesta se retiró del baño.
El camino hacia la casa de Ishida fue no menos que incomodo, tedioso y sofocante; el silencio por momentos era abrumador y la cara parca del adolescente le daban la pauta de que la cosa no iba por buen camino, aun así intento romper el hielo.
- Vives en un barrio muy… agradable.
- Gracias.
Y el silencio retornó. Al llegar a la casa del menor, decidió ir al grano.
- Ishida, sobre lo que paso anoche… - pausó unos segundos buscando la mejor forma de decirlo - ha sido un error y acepto toda la responsabilidad como el adulto que soy, es - tomó aire - es inconcebible y estoy dispuesto a renunciar al instituto…
- ¡Espere! - Lo interrumpió Uryuu con cara de espanto, para luego tranquilizarse un poco - no es necesario que haga eso,
- Claro que lo es, no podría mirarte a la cara en clase luego de esto.
- ¿Tanto así le hago acordar a él? - Uryuu puso una cara de honda tristeza que hizo a Snape derretirse, luego cayó en la cuenta.
¿Cuánto era lo que le había revelado de su vida al menor en la noche de borrachera? Por lo visto demasiado.
- No, no es eso.
- ¿Entonces?
- Debes entender que esto no es posible, soy tu superior, tu profesor, tengo el doble de tu edad y… - se quedó callado.
- Todavía lo ama - completó Uryuu
Severus Snape nada dijo.
- Realmente no ha sido su culpa - dijo Uryuu abriendo la puerta del automóvil - yo sabía anoche que usted iba a estar allí como todos los Jueves desde que vino a Japón, desde antes de que se convirtiera en mi profesor y tomé ventaja de ello, de su borrachera, su confesión, y de el simple comentario de que me parecía a él; si alguien debe sentirse avergonzado no es usted.
- Ishida…
- No se preocupe, apenas conseguí lo que quería, me arrepentí inmediatamente, si bien he estado enamorado de usted desde hace un año también fui consciente de que solo era un remplazo y soy demasiado orgulloso para aceptar eso. Así que por favor no deje la escuela, me sentiría muy mal si por mi culpa lo hiciera. - terminó de decir aquello y bajó de vehículo metiéndose rápidamente en su departamento.
“Un año” Repitió en su cabeza. Un año desde que había dejado a James y a Inglaterra atrás. ¿Lo había dejado de amar? No, qué diablos; el maldito cuatro ojos se había metido en sus venas, en su sangre, en su alma. Y ahora un jovencito de diecisiete años le declaraba su amor y su desamor todo en la misma mañana. “Diecisiete” recordó con nostalgia, la edad que tenía cuando conoció a James Potter en el último año de secundaria, un niño malcriado y popular, todo lo contrario a él, y aun así se hicieron amigos y años después amantes. El era su vida por eso quiso tener una a su lado, pasar los días con él hasta envejecer. Recordó aquella última pelea antes de decidir huir sin dejar rastro.
- ¿Acaso no me amas?
- No es eso Severus.
- ¿Entonces? ¿Qué es? ¿No es lógico acaso que quiera dar un paso más en la relación?
- ¡¿Un paso más?! ¡Eso no es un paso más! ¡Quieres Tener un hijo por el amor de dios!, ¿te das cuenta la magnitud de eso? Además somos hombres.
- ¿Y que con eso? - Rió sarcásticamente - lo dices como si fuera algo vergonzoso, que un homosexual declarado diga eso es gracioso y patético.
- Te parecerá patético pero a diferencia tuya pienso las cosas, ¿crees que no tendremos problemas para adoptar una criatura? ¿Qué nadie nos pondrá objeciones? ¿Y cómo lo criaremos? ¿Sabes el estigma que será para el niño tener dos padres y no una madre y un padre como todos los demás?
- ¡Cállate! Yo me encargare de darle todo lo que necesita.
- ¡Pues yo no! Así que ve sacándote esa idea la cabeza.
Una semana después su avión partía hacia Japón.
-o-
Las clases terminaron, y lo único que quería era regresar a su departamento y tirarse a dormir, casi no quedaba rastros de la resaca, pero aun estaba muy cansado, con muy pocas horas de sueño encima. Las cosas con Uryuu no estuvieron tan mal, el menor se comportó un poco más, antisocial y taciturno que lo normal pero aparentemente a nadie le llamó demasiado la atención, rió para sus adentros, ¿Por qué le había dicho que le hacía recordarlo? James era todo lo contrario a Uryuu en lo que respecta a personalidad, aunque debía admitir que sus rostros se parecían o por lo menor los lentes le daban esa impresión, esa manía de acomodárselos una y otra vez. Sacudió su cabeza, otra vez se encontraba pensando en James.
Dejó el salón de maestros, era el último que quedaba por retirarse, el instituto estaba casi vacío, solo algún que otro estudiante de algún club pululaba por allí. Salió al estacionamiento, en cuanto puso un pie en el, desde lejos observó una figura parada junto a su automóvil, por un momento deseó haberse quedado a vivir dentro del edificio.
-o-
- Hola
Uryuu se asustó al escuchar aquella voz, estaba tan metido en sus pensamientos que no se dio cuenta que hacía bastante lo estaban acompañando. Apenas las clases finalizaron decidió subir al techo del instituto para estar solo. No tenía ganas de ver a nadie, por eso se había salteado el club de costura y no solo eso, como era viernes estaba seguro que su padre lo estaría esperando en la puerta de su departamento como todas las semanas para darle dinero y reprocharle porque no lo visitaba o al menos llamaba por teléfono, no tenía ganas ni fuerzas para escucharlo, menos aun en el estado en el que estaba. Al escuchar que lo saludaban levantó la vista y como autómata respondió.
- Hola Kurosaki
Lo último que le faltaba pensó. No solo debía lidiar con un amor no correspondido, sino con su mejor amigo.
- ¿Qué te sucede?
- Nada.
El pelinaranja frunció el seño - más si era posible -
- No soy estúpido sabes, me doy cuenta de que algo te sucede.
- Si lo sabes entonces no me molestarás con estúpidas preguntas y me dejarás solo - contestó de mala manera.
Contra todo pronóstico el otro tomó asiento a su lado, aunque Ishida lo tratara de esa manera él no lo dejaría solo.
El pelinegro lo miró entre extrañado, y confuso pero luego lo ignoró y siguió cavilando, hasta que Kurosaki volvió a romper el silencio.
- ¿Pasó algo con el profesor?
Eso lo tomó desprevenido ¿acaso era tan obvio?
- Si lo eres - le respondió el pelinaraja como leyendo su pensamiento.
- No es de tu incumbencia - sentenció.
Rayos era tan difícil hablar con él.
Uryuu no se sorprendió tanto, parecía que Kurosaki tenía la facilidad de leerlo como un libro abierto, cosa que ni Ryuuken era capaz de hacer, además, sabia de sus sentimientos hacia el mayor desde que este había pisado el instituto.
Ishida se levantó de donde estaba sentado apoyándose en la reja, Ichigo lo imitó, en ese momento vio las facciones del pelinegro cambiar como si algo que no debiera haber visto sucediera antes sus ojos.
Siguió con sus ojos la mirada perdida de su amigo y enseguida comprendió todo.
No supo que decir, entonces decidió actuar, después de todo no era bueno con las palabras.
Lo tomó por el brazo y volteó a su amigo para mirarlo a los ojos, esos hermosos ojos azules que tanto lo encandilaban, que ahora estaban rojos al punto del llanto y sin dejar que el otro le reprochara la brusquedad de sus actos deposito en sus labios un torpe e inexperto beso, de esos que se dan en un arranque de pasión, furia y timidez, esos que solo pueden dar los adolescentes verdaderamente enamorados, esos que solo pueden darse la primera vez.
Luego de aquello, espero pacientemente la furia de su amigo, furia que no vino, solo una confusión extrema, seguida de una imperceptible sonrisa mientras se acariciaba los labios sintiendo todavía la calidez en la punta de los dedos que aquella boca le había dejado.
Tal y como su amigo le había enseñado, sin cruzar palabra, tomo la nuca del pelinaranja y lo acerco hacia él, para profundizar aquel beso, para sentirlo, para dejar que el sentimiento que poco a poco despertaba, le inundara el alma.
-o-
El té estaba servido, pero el silencio y el rostro temible de su interlocutor no lo dejaban reaccionar en algo tan simple como lo era tomar la tasa en sus manos.
Cuando pudo hacerlo, como para matar el silencio abrumador comentó:
- Esta bueno ¿es té verde?
- Sí - fue la escueta respuesta.
- Es bueno que en Japón también se tome el té como en casa…
- ¿Qué es lo que quieres? - no estaba para hacerse el amigable.
- Vine a verte, vine a… - dudo unos instantes - pedirte perdón.
- ¡Ja! Qué bueno que te apresuraste a hacerlo - Saltó con ironía.
- No digas eso, tú fuiste el que desapareciste sin decir nada, me costó mucho hacer que tu familia me dijera dónde estabas.
- No creo que te haya costado un año.
James no dijo nada.
- Vez, como lo supuse ¿Qué vienes a hacer después de tanto tiempo?
- No pude olvidarte - dijo sin pensar, para luego aclarar - no quise olvidarte.
- Pues que mal porque yo si lo hice, seguí con mi vida James - mintió.
- ¿A si? ¿Con quién? ¿Con el niño con el que te vi salir esta mañana?
Severus palideció.
- ¿Estabas aquí esta mañana? - de repente sintió una ira nacer en el.
- Sí, vine directo hacia aquí apenas mi vuelo llegó, y te vi salir de tu departamento ¿Qué estas pesando Severus? ¡Es un niño!
- ¡Eso a ti ya no te incumbe! - gritó golpeando la mesa.
James volvió a guardar silencio. Después de unos minutos le dijo con resignación.
- Tienes razón. Es solo… - no sabía cómo decirlo no esperaba que Severus se olvidara de él, aun si hubiera pasado un año, en su interior quería creer que su amor podía superarlo todo y que ese pensamiento era mutuo.
- ¿Qué James? Dios, ¿enserio pretendes que las cosas estén bien, que te aparezcas de la nada un día y yo te dé la bienvenida y seamos felices?
- Bueno, sí, algo así. - contestó sinceramente.
Severus puso los ojos en blanco, no tenía remedio, seguía siendo un niño, egoísta y caprichoso aun con treinta y cinco años.
- James que jodido eres… - espeto en un murmullo derrotado frotándose las sienes, otra vez el maldito dolor de cabeza; realmente había sido un día agotador.
- Mira solo escúchame y luego me iré por donde vine.
Solo bastó que Severus guardara silencio para que el prosiguiera.
James tomó un portafolio y sacó de él una carpeta, dentro de ella se apreciaba una foto donde una linda niña de unos tres años de edad aparecía en ella.
- Se llama Lily, está por cumplir cuatro años y es huérfana, sus padres murieron en un accidente y no tiene ningún otro familiar, ahora esta en un orfanato en Inglaterra.
Severus abrió los ojos enormemente mientras tomaba la foto, aquella niña parecía tan inocente, vestida con un vestido rosa y un conejito de peluche en sus manos.
- ¿Qué es todo esto?
- Esto… - prosiguió James - ella… es la causa por la que recién ahora me aparezco ante ti. A penas te fuiste quise venir a buscarte, pero supe dentro mío que había cometido un gran error y que debía primero enmendarlo. Los trámites de adopción tardan mucho tiempo y aunque al principio tuve muchas trabas no me rendí, ahora vengo a comunicarte que ella será dentro de unos meses Lily Potter.
Severus solo atinó a mirarlo desconcertado.
- Es por esto que quiero que volvamos a estar juntos, por mí y también por ella…
- ¿Qué paso con eso de somos hombres y los estigmas que tendrá ella?
- Bueno, creo que será lo suficientemente feliz con el cariño nuestro como para entender ciertas cosas- sonrió de lado - estaba asustado Severus, y en este tiempo me di cuenta que mis miedos eran infundados.
- No sé qué quieres que te diga esto es demasiada información - dejó la foto en la mesa y lo miró a los ojos.
- Lo sé, pero es lo que te ofrezco, una vida como la que querías, a mi lado, junto a mí, junto a Lily en Inglaterra, una vida que yo también quiero.
- Debo pensarlo.
- Si - James se levantó y agarrando sus cosas caminó hacia la salida. - el lunes a las doce del mediodía sale el vuelo a Inglaterra, si decides que esto es lo que quieres te estaré esperando en el aeropuerto. - y sin decir más se marchó.
-o-
Ese lunes llegó al instituto pero no impartió su clase, luego de arreglar sus papeles y saludar al director, subió al techo del colegio donde Ishida lo esperaba.
- Esto es un adiós - dijo Uryuu apenas lo vio.
- ¿Ya lo supiste?
- Hace un tiempo que lo sé, creo que este no era su lugar.
- Sí, creo que no lo era.
- Le deseo mucha felicidad - Uryuu lo miró con una sonrisa.
- Tu también debes ser feliz - dijo viendo en ese momento a Kurosaki entrar por la puerta.
- Lo intentaré.
Severus le dedicó una sonrisa y despidiéndose de los adolescentes se retiró.
-¿Qué fue lo que sucedió? - preguntó el pelinaranja, curioso, mirando desconfiado como se marchaba su ex profesor.
- Nada que te incumba kurosaki - dijo el pelinegro mientras se acomodaba los lentes, para luego sonreír mientras lo tomaba de las manos y lo arrastraba escaleras abajo.
-o-
Su estancia en ese país había sido algo extraña, caótica, difícil por momentos pero memorable al fin, y no se arrepentía de las decisiones; ni de aquella que tomó hacia un año atrás, ni de esta; no mientras tuvieran un final feliz.
El avión estaba por partir, a lo lejos lo vio, siempre llegando tarde, aun si su vida dependiera de ello la puntualidad no sería nunca su fuerte, había cosas que no cambiarían, pero se alegraba tanto de saber que por el James sería capaz de cambiar las estrellas, el sol, la luna y hasta su vida entera.