¡¡Feliz Amigo Invisible, kawailoveless4!!

Dec 17, 2013 23:59

PARA:kawailoveless4
DE PARTE DE: Amigus anonimus

Título: Emociones.
Fandom: Katekyo Hitman Reborn!
Personaje/pareja: Dino Cavallone/Kyôya Hibari (Hibari centric)
Rating: R.
Resumen: Hibari tiene un pensamiento recurrente sobre cierta persona y un libro termina por precipitar sus ya intensos sentimientos.
Disclaimer: KHR! Es de su dueño, sea este quién sea y yo no gano dinero con esto, a menos que un intercambio de fics les pueda parecer algo lucrativo.
Advertencias: Uso de drogas.



Desde la ventana de su habitación, en el hotel donde se hospedaba, se observaba la plaza mayor. La gente paseaba y las palomas describían círculos sobre sus cabezas. Lentamente Hibari armó un cigarro, lo encendió con calma, dio unas caladas de pie junto a la ventana. Después caminó hasta el sillón y se sentó.

Era su tercer día en Firenze. Afuera era una tarde hermosa y soleada, apropiadamente mediterránea y él se disponía a leer un libro que acaba de comprar en la vía pública.

Había habido una enorme multitud esa mañana temprano, una marcha en protesta por el asesinato de unas personas provenientes de Senegal. Al parecer era otro ataque racista, pero Tsuna no estaba del todo convencido, le preocupaba que fuera un modo de atraer la atención de la policía hacia el territorio de la familia Vongola.

A cambio de que el décimo mantuviese la boca cerrada, él había accedido a hacer ese "trabajillo”. Hacer que Kyoya colaborara con la familia no era fácil, hasta él mismo lo sabía, por eso no podía culpar al herbívoro por usar lo que estuviese a su alcance para lograr su objetivo. Pero no quería pensar más en ese estúpido secreto y sus consecuencias. Prefería concentrarse en terminar la misión tan rápido como le fuese posible y dejar de deberle ese “favor”.

El libro tenía un lenguaje considerablemente más complejo de lo que hubiese esperado, pero aun así logró comprender su contenido. Alternando la lectura con su cigarro especial pronto se halló sumergido en el tema.

A grandes rasgos el texto acusaba que el sistema burgués había disminuido la capacidad de las personas de estar en contacto entre sí y de profundizar en sus sentimientos. Por medio de mentiras definidas como ciencia y modelos de comportamiento superficiales, las personas se volvían frías, calculadoras, indiferentes o por el contrario, se dejaban arrastrar por lo que sentían sin poder indagar en los motivos más profundos de sus sentimientos.

No se sintió del todo cómodo con la idea, pero siguió leyendo.

De todos los estímulos primarios (olfato, gusto, vista, tacto, oído) es posible para los seres humanos tener una emoción. La cual es la base para luego desarrollar un sentimiento al ser esa emoción profundizada y pensada. Solo como consecuencia de la conjunción del pensamiento, las emociones y las ideas, uno se hallaba frente a un sentimiento verdadero. Tanto el dejarnos llevar por esas primeras, efímeras y superficiales emociones, como el análisis constante de la realidad y la separación entre sentimentalidad-racionalidad, lleva a las personas a una vida poco satisfactoria y poco placentera, malestar que se contagia a los demás ámbitos de la sociedad, sumado a la inestabilidad económica, la opresión del estado, las forzaduras del sistema…

Fastidiado, arrojó el libro lejos de sí. Malditos hippies pacifistas. La sonrisa de ese caballo desbocado vino a su mente de inmediato. Imaginó una gigantesca puerta de madera con remaches de hierro cerrándose, dejando “por fuera” de su mente al líder de la familia Cavallone.

Trató de pensar en algo más, de olvidar las palabras que había leído, de enterrar el recuerdo de él, pero todos y cada uno de los paisajes mentales que solía usar para calmarse pronto se veía invadido por la voz, la presencia, incluso por el olor y el tacto, de ese tipo…

Mala idea la que había tenido esa tarde, de sentarse a fumar y a leer. Pero ya estaba hecho. Suspiró cansado.

Dejó que los recuerdos fluyeran junto con todas las emociones que el Cielo de los Cavallone despertaba en él… por primera vez en mucho tiempo se dejó inundar, arrastrar, por algo más complejo y benéfico que sus rabiosas ansias de “morder”. Algo que definitivamente -y esto lo asustaba un poco, aunque no estuviera listo para reconocerlo aún- se sentía demasiado bien para no estar relacionado con palizas y victoriosas, sangrientas batallas, o con la calma que le producía Namimori.

Siguió fumando, el libro yaciendo en el suelo alfombrado, sus páginas siendo recorridas por el viento que ahora ingresaba por la ventana abierta y que también mecía las cortinas. Con cada pitada se sentía más y más relajado, como si el sillón se volviese más y más cómodo, al punto de hundirse en el mismo. Estaba acostumbrado a esa sensación cuando fumaba. Y luego ese hormigueo, que no era de lo más usual, pero que sí había experimentado lo suficiente como para saber a dónde le llevaría. Se sintió incómodo, cohibido, pero a la vez ansioso por comenzar. Esta vez sin tantas inhibiciones, sin tantas dudas. No solo sería mucho más placentero, sino también -estaba seguro- le ayudaría a manejar de otro modo esos sentimientos que hasta ahora solo había podido enterrar a medias.

Despacio se aflojó la corbata. Imaginó sus manos, las fuertes, pero suaves manos de ese herbívoro que le sacaba de sus casillas mucho más que los demás. Suspiró de puro gusto ante la idea de ser tocado por él, así y aunque solo fuera en su imaginación. Abrió los botones de la camisa, uno a la vez, procurando evocar su olor, la sensación de su cabello haciéndole cosquillas en la mejilla… con el cigarro entre los labios se arremangó la remera que llevaba por debajo de la camisa. Dio una honda calada. Dejó que el humo escapara de sus labios mientras se acariciaba por arriba del pantalón. Aferró su hombría con fuerza, quizás demasiado fuerte, pero así le gustaba. Se imaginó acorralando y dominando, para que luego los papeles se invirtieran, dejándose llevar al borde del abismo hasta perder el control.

Luchó con el cinto y el cierre, alzó las caderas del cómodo sillón para poder bajarse la prenda. Alucinó mordidas, besos salvajes, lamidas y palabras torpes, manos acariciantes y a la vez un poco posesivas, aferrando sus extremidades, dejando dedos marcados en la piel.

Se vino jadeando su nombre, imaginando su gesto de placer y deseo. Sintiendo sus manos en el cuerpo. Maldiciéndose por tener que conformarse con tan poco. Maldiciéndose por haber postergado durante tanto tiempo algo que sabía necesitaba desde hacía mucho…

Se limpió con un pañuelo que luego arrojó a la basura. Se acomodó la ropa sin ganas, dio otra calada al cigarro aun en sus manos. Sonrió ante la idea de que no sabía cómo se las había apañado para no apagarlo (o quemarse), o mejor aún, cómo era que la brasa no había caído sobre la alfombra, incendiando todo en el proceso.

¿Suerte? ¿Casualidad tal vez? Miró el libro, aun en el piso, pensó en lo que esa simple lectura había desencadenado en él.

¿Había sido todo una simple casualidad?

¿Destino?

¿Puras coincidencias?

¿Fatalidad?

Pero ahora sabía que sus emociones, sus sentimientos, nada tenían que ver con eso.


ai 13/14, fandom:khreborn!, ship:cavallone/hibari, personaje:hibari

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