Apr 20, 2019 13:35
¿Qué tan imbécil se puede ser para auto condenarse?
Ponerse la soga al cuello sin chistar y gustosa, eso fue lo que hice el día en el que insistí en que alguien fuera a un viaje y abrí camino para que sucediera, el día en el que dije que yo iría a ese viaje, el día en el que mencioné que no deberíamos esperar a ser llamados sino ir y ofrecer ayuda a pesar de mi personal resentimiento a esa persona, el día en el que dije que los amaba y por eso no podría dejarlos solos porque de sobra sabía que ellos se ofrecerían a cuidarlo, el día en el que me arruiné la primer y probablemente la última aventura agradable, el día en el que me consolé convenciéndome que yo era una buena persona... el día en que, en silencio, opté por no abandonar como lo han hecho conmigo todo el tiempo.
Cerré el grillete, el físico y el emocional, ahora me doy cuenta de que fueron demasiadas cosas que no detuve, se formó una avalancha, dejé que todo cayera irremediablemente, pero al mismo tiempo me doy cuenta de que no podía detenerlo, la fuerza descomunal de todos modos me hubiera aplastado.
Sin embargo aún lucho por no creerlo, no puedo aceptar que todo esté tan mal, que mi grillete esté tan apretado y la cadena justa. El solo tratar de safarme me es doloroso e impossible.
Sigo sin entender porque las cosas terminan mal siempre, no soy una mala persona, entonces ¿porqué cada proyecto se ha venido abajo?, y, lo más horrible: la peor cosa imaginable, eso justo que varias veces llegó a mi cabeza y que espantaba de mi imaginación porque era el peor escenario futuro que podría tener... ese, es justamente el que me toca. Es injusto, es doloroso, es absurdo, es tan detestable que aún estando ya en esta situación, imaginarme el qué viene me llena de tormento, de angustia, de terror.
Lo más lloroso es que en verdad me encuentro sola, hace unos años me sentía caminando sola pero acompañada, hoy esa compañía se está esfumando, se está muriendo porque también fue arrastrada por la avalancha y todos los demás sólo huyen, sólo desaparecen.
Mi nudo en la garganta es ya permanente, no puedo pasarlo, está ahi siempre, ahogandome, asfixiandome. Quiero vomitarlo y lo hago pero continúa estando ahí, impune y perenne.
Mi tristeza me consuela sólo para de nuevo darle paso después a la desesperación, al desamparo.