Sigo en la sombra, lleno de luz; ¿existe el día? ¿Esto es mi tumba o es mi bóveda materna? Pasa el latido contra mi piel como una fría losa que germinara caliente, roja, tierna.
Es posible que no haya nacido todavía, o que haya muerto siempre. La sombra me gobierna. Si esto es vivir, morir no sé yo qué sería, ni sé lo que persigo con ansia tan eterna.
Encadenado a un traje, parece que persigo desnudarme, librarme de aquello que no puede ser yo y hace turbia y ausente la mirada.
Pero la tela negra, distante, va conmigo sombra con sombra, contra la sombra hasta que ruede a la desnuda vida creciente de la nada.