Trasladado a
https://althaea.dreamwidth.org/3445.html Autor:
adler_annr2 // AnnR24
Fandom: Kuroshitsuji
Claim: Elizabeth Middleford
Tabla:
♥ Tabla LJ-
♥ FF.netTema: #04 - Es culpa del frío || #05 - Cinco minutos || #07 - Alrededor del mundo || #08 - Repetición || #09 - Callejón sin salida || #15 - Vuelta atrás
Título: #04 - Maldito clima inglés || #05 - Tiempo de Calidad || #07 - La Vuelta Al Mundo En… 2 Días || #08 - Estribillo || #09 - Inevitable || #15 - Nunca más
Resumen: Todos se quedaron en drabbles jeje, mejor léanlos :)
Advertencias: Spoilers, AUs, más precious moments momentos perdidos del canon (?)y ustedes qué dicen? … yo digo que por las dudas: contenido adulto (?) además uso indiscriminado tanto de canon anime y canon manga xDD!
Notas: Kuroshitsuji © Yana Toboso
04. Es culpa del frío || Maldito clima inglés {137 palabras}
Entonces, cuando le preguntaran por la razón de que se encontrara triste no tendría que hacer más que voltear la vista a la ventana, si se encontraba en interiores, o alzarla hasta el cielo, en caso de estar en el exterior, y cualquiera ―por reducida que fuera su capacidad intelectual― sabría inmediatamente de qué se trataba. El fastidioso clima londinense. Comisionado de toda la vida de arruinar sus planes con Ciel.
Ni siquiera podía tener el premio de consolación de estar con su primo dentro de la mansión pues volver sobre sus pasos para resguardarse de la lluvia no significaba otra cosa que volver a la realidad donde él era el perro guardián y no tenía tiempo para ella. ¡Lástima! porque ese día no le había costado tanto a Elizabeth convencer a Ciel de salir un rato.
05. Cinco minutos ||Tiempo de Calidad {170 palabras}
Elizabeth tenía la capacidad innata de exasperar a Ciel en menos de dos segundos. O eso es, al menos, lo que diría cualquiera en estos momentos. Porque no siempre fue así. Hubo un tiempo en que Elizabeth y Ciel convivían haciendo el mismo tipo de cosas infantiles y disfrutando con ellas. Por supuesto en esos tiempos ni él tenía la obligación de proteger toda Inglaterra y a la corona, ni ella la presión de protegerle a él.
Pero Ciel ni siquiera le da la oportunidad, «Si tan solo ―piensa Elizabeth―, me concediera cinco minutos, ¡oh! Juraría que podría hacerlo cambiar de parecer! Le demostraría que a pesar de pretender ser infantil puedo estar a la altura.
Por eso, cada vez que él la salva incluso de sí misma siente que si a pesar de no tener esos cinco minutos de seriedad para ambos; él sí los tiene para velar por la seguridad de ella, entonces no está yendo por tan mal camino.
Por supuesto, la opinión del Conde puede diferir.
07. Alrededor del mundo || La Vuelta Al Mundo En… 2 Días {472 palabras}
―¡Paula! ¡Paula!
La eficaz pero un tanto infantil sirvienta acudió rauda al llamado de su ama solo para encontrarse con la joven Elizabeth llevando a cuestas una veintena de maletas y que estaba tratando inútilmente de bajar las escaleras. En su sentido de alarma Paula solo atinó a apresurarse para alcanzar a la joven dama y ayudarle cargando la mayoría de estas. Una vez al pie de las escaleras Elizabeth se adelantó a la puerta y abriéndola gritó con todas sus fuerzas.
―¡Cochero! ¡John! ¡Llévame a Londres! ¡Vamos, John! ¡Deprisa! ¡Llévame a Londres que luego tengo que ir a Gales, luego debemos pasar por España, Alemania e Italia! ¡John! ¿¡No te das cuenta de que debemos salir a toda prisa!? ¡Eso es sólo por hoy! ¡Mañana debemos recorrer la India y Francia si es necesario! ¡John, es indispensable que acudas ahora! ¡Debo encontrar a Ciel! ¡John! ¿¡Es que no te has enterado!? ¡Él desapareció! ¡John, ¿de verdad no lo sabes?! ―Elizabeth gritaba tan fuerte como podía sin embargo del cochero ni sus luces― ¡Debo… yo debo encontrar a Ciel!
Paula observó en la distancia. Por su mente pasaron con pasmosa exactitud (a pesar de no haber estado presente) las imágenes de cómo habría sido para la marquesa darle la noticia a Elizabeth de la muerte de sus tíos y la desaparición de su primo. Recreó en su imaginación de igual manera la negación en la que la pequeña Elizabeth habría caído tomándose todo a modo de juego, de eso que estuviera más bien entusiasmada por salir de viaje.
Paula suspiró, más por congoja que por cansancio. Se acercó donde Lizzy y tocó suavemente su hombro para llamar su atención.
―Señorita ―Cómo encontrar las palabras para hacerle entender a Lizzy sonaba más fácil de decir que de hacer―, usted… ―Paula se puso de hinojos frente a Elizabeth y agachó su cabeza lo suficiente para que sus miradas quedaran a la misma altura―, lo que una dama debe hacer cuando su príncipe no se encuentra es esperar. Los jóvenes caballeros tienen un orgullo bastante grande y no les gusta saberse necesitados de la ayuda de sus princesas. La señorita recordará cuando lo de su determinación por dejar la práctica del esgrima ―Lizzy asintió―, entonces por favor espere porque los esfuerzos de sus padres y Scotland Yard den frutos.
Las palabras de Paula resonaron en la mente de Lizzy. Rememoró entonces cuando su tía Angelina (nunca Madame Red para la pequeña) le había instruido acerca del deber y comportamiento de una dama. Pensó que si dos de las mujeres que más admiraba le decían que aquello era lo correcto entonces ella debía acatar sus instrucciones en aquella situación. Ya para después, para cuando Ciel estuviera de nuevo con ella, ya tendría oportunidad de poner en práctica los consejos de aquella a quién más admiraba, protegiéndolo.
08. Repetición ||Estribillo {172 palabras}
Como una mala broma le habían arrebatado a su primo una vez más. Qué importaba si él no la podía amar como ella lo amaba a él, con su sola presencia era más que suficiente y a Elizabeth no le molestaba del todo tener que compartirlo con la reina, los sirvientes, sus amistades, Sebastian o quien fuera si al final del día ella podía obtener aunque fuera una migaja de cariño.
Mentira. ¿A quién trata de engañar? No a sí misma, eso queda claro.
A la sociedad. Porque ¿qué van a decir? No confundan, a Elizabeth no le interesa. Si alguna vez se interesó por algo que no fuera Ciel sólo pudo haber sido algo que concerniera a él. Así de simple era su mundo.
La razón por la que le preocupa es porque si la sociedad lo sabe, ella lo va a recordar, y como no puede engañarse a sí misma (que amó a Ciel de forma casi convulsa y mórbida hacia el final) por lo menos puede intentar evadirse.
09. Callejón sin salida || Inevitable {122 palabras}
Un cuervo horroroso se posó en el alféizar de su ventana. El cuervo que anunciaba infaustos acontecimientos. No hizo nada, allí postrado. No habló, habría sido demasiado hilarante. Al borde de la locura, el cuervo la visitó. Elizabeth asintió en la oscuridad. Con lágrimas amenazando desbordarse de sus ojos, con sueños destrozados a mitad de la noche. Una tormenta a punto de desatarse. Cuidadosamente se deslizó en la oscuridad hasta alcanzar los seguros de su ventana y permitió al ave entrar en su habitación. El cuervo tomó entonces forma humana, forma reconocible para la joven; y la consoló, tanto como le fue posible. Y porque el aroma de su alma seguía impregnada en cada parte del ente demoniaco, Elizabeth no lo rechazó.
15. Vuelta atrás || Nunca más {404 palabras}
―No te atrevas a mirar atrás ―y así dijo Ciel, desechándola finalmente de una vez y para siempre.
Y a Elizabeth aquello la rompió. Muerde su labio inferior con la fuerza suficiente como para arrancarlo ―pero no lo hizo pues si de por sí con la desaparición del Conde surgirían rumores ponzoñosos, Elizabeth no quería mancillar más la reputación de Ciel―, sostiene en su pecho ambas manos tocando trémulamente sus anillos. Los que por obligación debe portar, como futura cabeza de la familia Phantomhive, y los que lleva orgullosa y feliz. El de compromiso y el de alianzas.
Y no es que con el paso de los años la noble dama se hubiera vuelto más inútil a la causa del joven Conde. Muy por el contrario ella había demostrado gran sagacidad y valentía, además de una lealtad inquebrantable para con quien finalmente contrajo matrimonio. Era una injusticia para Elizabeth haber pasado lo que Sebastian llamó «Un suspiro» junto al hombre que amó y no poder estar con él hasta el final. Ciel le demostró que sin importar cuán fuerte y hábil fuese, él la consideraría por siempre la más hermosa.
Elizabeth se dio cuenta de que sin importar el Ciel que fuera, ella lo amaría. El Ciel que le teme a las mujeres atemorizantemente fuertes, el que la rechaza todo el tiempo y se siente hastiado de su sola presencia, el que puede ordenar masacres sin conmoverse un ápice, el que grita y reniega de no poder ir en su auxilio cuando ella se encuentra en peligro, el que está dispuesto a concederle de vez en cuando mostrar una sonrisa, el que dice «Sí, acepto» mirándola a los ojos y sin importarle nadie más en toda la sacrosanta catedral.
Al final lo único que la lastimaba era que Ciel mismo la protegiera y la hiriera a un tiempo alejándole de su lado.
Una vez el carruaje se puso en marcha Elizabeth sintió la imperiosa necesidad de asomarse por la ventanilla, y aunque fuera por un instante ver por última vez al amor de su vida (a pesar de desobedecer lo que Ciel le dijera), sin embargo cuando asomó la cabeza ya no se encontraba nadie al pie de las escalinatas de la mansión.
Elizabeth se reacomodó en su asiento susurrando―: Lo una vez perdido…
―No puede volver jamás a la vida ―completó Ciel cientos de kilómetros lejos de ella antes de entregar su alma.
Yo tenía la maravillosa idea de escribir un drabble por día… ¿lo hice? pff, por su puesto que no. Ahora voy súper atrasada xD bueno, ¡ya qué!
btw, una vez una amiga me comentó que hago comentarios (en este caso fics) que no llegan a ninguna conclusión jajaj pero espero que se entienda la idea ??? xDD