Las lluvias provocan el desalojo de trece pisos de Miraflores
El agua se filtró por la azotea, que se encontraba en obras, provocando grandes desperfectos en los techos y paredes de las casas, así como en muebles y enseres. Dieciocho vecinos han tenido que dormir en un hostal
IGNACIO A. CASTILLO. MÁLAGA
Unos han pasado la noche en un hostal del Centro, otros han tenido que recurrir a la ayuda de sus familiares, algunos tenían otro piso y, provisionalmente, se han trasladado... En total, trece familias del barrio de Miraflores tuvieron ayer que desalojar sus casas después de que, durante la madrugada, se vieran sorprendidas por una auténtica catarata que caía del techo, provocando serios desperfectos en sus viviendas y en los enseres que contenían.
El agua se filtraba por los tejados y paredes, calaba los armarios y la ropa que éstos guardaban. Empapaba colchones, sillas y sillones, alcanzando una altura de dos dedos en el suelo. Los marcos de las puertas estaban inflados y las baldosas levantadas. Los adornos de escayola de los techos habían desaparecido.
Las doce casas del noveno piso del bloque 2 de la calle Miravioletas amanecieron completamente anegadas, afectando también a los pisos inferiores. La del portero, en la planta superior, tampoco escapó del efecto de la tormenta, que durante la noche dejó en Málaga capital unos 25 litros por metro cuadrado, según los datos de la delegación en Málaga del Instituto Nacional de Meteorología.
La comunidad había contratado las obras del arreglo de la azotea del edificio a la empresa Francisco Ternero, y las de la fachada a Lusán. Los trabajos comenzaron el lunes, 14 de mayo. Los vecinos se quejan de la falta de previsión de los operarios, ya que no han ido instalando el nuevo tejado conforme quitaban el antiguo, dejando el techo del bloque sin ningún tipo de protección. "Ni siquiera han puesto un plástico, sabiendo, como se sabía, que se esperaban lluvias", comentaba ayer indignado Miguel Esteban, propietario del noveno H, una de las viviendas más afectadas, que se pasó toda la noche tratando de achicar agua, junto a su mujer y sus dos hijos.
A la una de la madrugada, cuando los vecinos ya dormían, se dieron cuenta de que sus casas eran un auténtico colador. "Ya no teníamos más cubos ni cacerolas para tratar de recoger el agua que caía del techo", explicaba Juan Manuel Suárez, del noveno J, mientras mostraba el estado en el que se encontraban los techos de todas las habitaciones de la vivienda, que se despellejaban como si fuera la piel de una cebolla.
La presidenta de la comunidad de vecinos, Toñi Reyes, señaló que las empresas han asumido en todo momento su responsabilidad, y que a las ocho de la mañana enviaron una cuadrilla especial de doce obreros para proteger, cuanto antes, los tejados por medio de plásticos. Los peritos de las empresas aseguradoras también visitaron las casas y tomaron fotos de los desperfectos, para estudiar la cuantía de los daños y hacerse cargo de estos, aunque serán necesarios unos 15 días para la evaluación definitiva.
Del mismo modo, el área de Bienestar Social del Ayuntamiento se ha encargado de buscar un alojamiento provisional para 18 personas, en concreto, el hostal La Terminal, cercano a la estación de autobuses. Todo hace indicar de que estas familias deberán pasar más de una noche en el hotel. El Ayuntamiento se va a hacer cargo de los gastos.
Efectivos del Real Cuerpo de Bomberos también se desplazaron al edificio para determinar la seguridad de la estructura instalada por la empresa para proteger la azotea. Reforzaron los plásticos y retiraron otros que podrían barridos por el viento.
La lluvia que se cuela por el techo
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02:56 Nacho Sánchez MÁLAGA. A Sergio Esteban la pasada noche no se le olvidará nunca. Cuando dormía, empezó a sentir algo en el pie. Se despertó, encendió la luz y su sorpresa fue mayúscula al ver que eran gotas que caían del techo. Rápidamente llamó a su padre, Miguel Esteban. Pasaban cinco minutos de la una de la mañana y la tromba de agua que caía se le colaba por el techo de toda su casa. La mujer e hija de Miguel también se levantaron y, desde ese momento, pasaron toda la noche achicando agua de su vivienda, ubicada en la novena planta del número 2 de la calle Miravioletas, en el barrio de Miraflores de los Ángeles.
Como ellos, otras doce familias estuvieron toda la pasada madrugada viendo como el agua les caía por las paredes y los techos de sus pisos. El problema estaba en el tejado. El pasado 15 de mayo una empresa comenzó a retirar una uralita con amianto y no cubrió la zona con nada más. Así, la lluvia pudo traspasar sin problemas las tejas, el cemento y el yeso. "El susto ha sido inmenso. Pero lo peor es que nos han buscado la ruina", explicaba Miguel Esteban, que tuvo que tomar un valium para poder tranquilizarse.
Lo primero que salvó la familia Miguel fue el vestido de comunión de Rocío, que la hace el próximo domingo. Luego, llamaron a la Policía pasadas las 1.30 de la mañana. "Pero nos dijeron que ellos no podían venir", añadía Dolores Colorado, que vive en otro de los novenos del bloque. Luego, la llamada fue a los Bomberos. Tampoco fueron. "Hasta que el agua no llegara a los 50 centímetros decían que no venían", aseguraba la mujer. Y, con el susto en el cuerpo, veían como el agua aumentaba su caudal en el interior de su piso. "Primero en el dormitorio, luego en la salita, después en el salón... y luego caía como un gran chorro por la zona de las escayolas", afirmaba Dolores. La situación era tal que las 13 familias afectadas tuvieron que pasar la noche colocando decenas de botes y cubos en todas las goteras, fregando suelos y poniendo a cubierto todos los electrodomésticos y objetos de valor.
Aunque de poco les ha servido. Gran cantidad de trozos de yeso habían caído al suelo en todos los pisos, el agua había humedecido las paredes, estaba agrietando los muebles e incluso se había colado dentro de los armarios, empapando toda la ropa. "Yo no quiero quedarme aquí esta noche. Tengo miedo de que se caiga el techo si sigue lloviendo", explicaba Pilar Cueto, otra de las vecinas afectadas, que tenía la mitad de los muebles en el descansillo de su planta y la cama cubierta de plásticos. Porque las goteras siguieron cayendo insistentemente durante todo el día, a pesar de que la lluvia no volvió a aparecer. "Además, está todo húmedo y si nos quedamos vamos a pillar alguna enfermedad", añadía Miguel Esteban.
Tras una noche entera fregando, el cabreo de los inquilinos de los 13 pisos seguía en aumento. Era el momento en el que los operarios de la empresa que repara el techo ponían un plástico sobre la zona en la que trabajaban: "A buenas horas, nuestras casas ya están inundadas", aseguraban entre gritos. Por la tarde, dos peritos se acercaban hasta las viviendas, "pero ninguno se quiere hacer responsable del caso", aseguraba Miguel Esteban. "Han venido de las dos empresas que han hecho trabajos en el tejado, Lusán y Francisco Ternero, pero dicen que no es culpa de ellos", añadía el vecino. Sus historias parecen papel mojado para las empresas.