Aug 21, 2008 23:36
Prompt # 12: Mentir
Alfons estaba harto. Siempre que le sacaba a Edward el tema de su procedencia, de su familia, sus prótesis, o cualquier cosa relacionada, éste le evitaba cambiando de tema: “¡Mira qué día tan bonito hace! ¡Salgamos a dar una vuelta”, o “Fíjate que noticia tan curiosa hay hoy en el periódico, ¡un perro haciendo surf!”.
Hasta que el alemán acabó picándose muy seriamente. Le acorraló un viernes -luego Edward no compraría el periódico, porque decía que los viernes las noticias eran los “restos” de los lunes y los martes-, lluvioso, y oscuro como una cuadra -y se evitaría los buenos comentarios meteorológicos-.
Edward suspiró, derrotado, tras escuchar las casi duras exigencias de Heiderich.
-Yo… -vaciló-, sólo espero que cuando te cuente esto, me creas y no pienses que soy un tarado.
-No puedo prometerte tal cosa después de lo que acabas de decir. -aseguró ágilmente.
-Vengo de otro mundo. -declaró, mirando a Heiderich fijamente a los ojos.
“Ya decía yo que era un poco extraterrestre…” Pensó Alfons, divertido. Edward debió de advertir el gesto en el rostro de su compañero, por lo que aclaró:
-Quiero decir, vengo de un mundo paralelo a éste…
A cada frase, a cada palabra, Heiderich se creía menos. En ocasiones, Edward hablaba sobre fórmulas alquímicas, círculos de transmutación, homúnculos, piedras filosofales con forma de armadura y parecía que le estuviera hablando en castellano.
-…Mi hermano se había utilizado a sí mismo como piedra filosofal para revivirme; cuando desperté había recuperado mi brazo y mi pierna, pero no quería perderle, y me transmuté a mí mismo para traerle de vuelta. -se quedó en silencio unos segundos, durante los cuales Alfons le miraba incrédulo, con la boca ligeramente abierta-. Y así fue como acabé aquí, al otro lado de la puerta. Pensé que si estudiaba la forma de llegar al espacio, estaría más cerca de mi mundo.
Dibujó una melancólica sonrisa y alzó la vista, clavando sus irises dorados en los azules de Alfons.
-Ya veo… -murmuró el alemán, pasándose una mano por el cabello-, omitiré todo lo que acabas de decir y lo dejaré en que eres huérfano que perdiste el juicio, por lo que acabaste cortándote el brazo derecho y la pierna izquierda.
-¡¿Qué?! -exclamó Edward, ofendido- ¡¿Qué coño dices?! ¡Acabo de contarte la verdad, Alfons!
Heiderich se levantó del sillón y Edward le imitó.
-¡Eres un maldito embustero! -gritó, furioso. Edward nuca le había visto así-, ¡si no querías contarme nada de tu pasado, sólo tenías que decirlo!
Y acto seguido, salió como un huracán del salón.
A Edward le costó más de dos meses razonar con él, explicarle que no estaba mintiendo, que no necesitaba habitaciones acolchadas ni camisas de fuerza, y que no pretendía cortarse el otro brazo. Por primera vez, había sido enteramente sincero con Heiderich.
Aclaremos lo del castellano (“(…) y parecía que le estuviera hablando en castellano”): una vez, en clase de inglés, me resultó curioso oír a mi profesor comentar que, si nosotros utilizamos la expresión “hablando en chino”, los alemanes dicen “hablando en castellano/español”, para dar a entender que no se están enterando de lo que dice otra persona. Lo que no sé, es si mi profesor iba en serio, o era otra de sus coñas o.o
alfons heiderich,
30 vicios,
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