Es definitivo. El estudio me deja mal. Salí de una prueba eterna y escribí esto. Es crack.
Título: Yo Soy Dobby
Clasificación: PG
Beta: Caribellieh (gracias, a pesar de que es para ti xD)
Género: Crack.
Disclaimer: los personajes son de JK Rowling. Esto es sin fines de lucro, sólo de perversión.
Advertencias: Algo de Draco/Dobby y Draco/Harry. En serio, no es parodia, es ¡crack!
Está dedicado a Caribellieh, por ser mi beta, mi amiga drarriesca, por compartir ideas y noches de ocio. ¡Vamos por el fanclub! I Love Drobby.
Yo Soy Dobby
Ser un elfo doméstico era un orgullo. Entender el servicio como algo fundamental para la vida era lo que movía a los elfos. Si servían a los magos, era porque en algún momento lo habían decidido. Sin embargo, los magos en su arrogancia y altanería, los habían degradado hasta convertirlos en pequeños esclavos útiles para todas las tareas. De cierta forma, los elfos se sabían importantes. Más allá de los malos tratos, se sabían indispensables para las familias mágicas. Existían aquellos brujos que apenas si sabían respirar sin ayuda de un pequeño, flacucho y feo elfo doméstico.
o.o.O.o.o
De pequeño, Draco Malfoy gustaba de perseguir y patear elfos domésticos. Con el tiempo encontró variantes de aquella actividad. Sus padres rara vez estaban en casa, su madre le daba libre albedrío para jugar y correr por la mansión. No tenía amigos, sólo se reunía con los hijos de los amigos de su padre por mera obligación. No encontraba entretención alguna en compartir su tiempo con aquellos niños que intentaban rendirle honores e imitar su aristocracia y altanería.
Él era único y suficiente, no necesitaba más que su propia compañía.
Además, perseguir elfos por la mansión y obligarlos a hacer lo que él quisiera era mucho más entretenido y gratificante. No que hiciera demasiado, la verdad, tendía a tirarles las orejas, a intentar meter cosas por los ojos y pisarle los pies. Se sentía bien poder actuar así sin ser sancionado. Su padre le había enseñado que los elfos estaban para lo que él quisiera. Para todo lo que él quisiera.
No supo en que momento sus pensamientos comenzaron a llenarse de aquellos ojos verdes. No supo, ni quiso saber qué significaba lo que le estaba sucediendo. A él le gustaba someter a esas pequeñas bestias, causarles daño, perseguirlas y atacarlas. Sentir la autoridad fluir con sus palabras. Sentir el temor en esos grandes ojos expresivos, observar el temblor de los pequeños cuerpos.
Cuando cumplió la edad necesaria para entrar a Hogwarts, se alegró. Llevaba gran parte de sus once años de vida esperando ese momento y además, supuso que estando lejos de aquel ser, toda su fijación se acabaría. Sabía que no podía ser normal querer morder sus arrugadas orejas.
Aunque tenía un conflicto interior. Sabía que no podía ser normal, su padre no le prestaba la más mínima atención a los elfos, los pateaba, sí, en especial a Dobby, pero no perdía ni un segundo más en su miserable existencia. Pero, por otro lado… él prácticamente se había criado con ellos… había jugado con los elfos de su mansión, había gritado y ellos, en especial él, siempre aparecía a su lado. Siempre que necesitaba algo, pues ahí estaba él.
Ni su madre, ni su padre. Sólo su elfo doméstico.
Entonces no entendía mucho porqué aquello estaba mal. Porqué el elfo se asustaba cuando él lo tomaba de los hombros y lo levantaba, era cómico observar la expresión de terror en aquel rostro. Y Draco sólo lo alzaba, era tan liviano, tan frágil. Se sentía tan poderoso frente a él.
Superior. Fuerte.
Durante el primer año su conflicto fue reemplazado por algo un poco más divertido. Pero no tan satisfactorio.
Molestar a Potter era todo un pasatiempo. Una especie de misión que se había autoimpuesto desde el momento en que Potter, el estúpido Potter, había rechazado su mano.
Potter tenía los ojos verdes. Eso no era extraño, sólo que… sólo que ese verde expresivo lo había visto únicamente en otro ser.
A finales del tercer año, Potter había roto todo su equilibrio. Todo el esfuerzo que había involucrado en olvidar su insana y vergonzosa fijación, se había ido al caño por culpa del niño héroe. Dobby estaba ahí, en el castillo, podía encontrarlo en las cocinas, podría olvidarse de la insanidad de su situación, podría… podría arruinarlo todo.
Llegó a la conclusión, aun con doce años, que Potter era el culpable de todas las desgracias que acontecían en su vida.
o.o.O.o.o
Desde esos primeros años, ya habían pasado veintidós. Todo su problema “elfístico”, como había decidido llamarlo, había sido superado. Llegó a la segura conclusión de que había sido sólo una etapa, debida quizás a la falta de cariño paterno, o al abandono en sus días de juego. Lo qué fuera.
Esos dos años de fijación con Dobby ya estaban olvidados, enterrados y en el más profundo e íntimo secreto.
Sin embargo, sus gustos no habían mejorado. Luego de la guerra, y después de la reconstrucción, en algún momento que no recuerda exactamente, comenzó una especie de relación con Potter. Lo que más le atraía de aquel hombre eran sus ojos. Sus ojos verdes, vivos, expresivos. Eso y su temperamento, sus actitudes lo retaban a dominarlo, a controlarlo, y a Draco le encantaba dominar.
Y de ahí todo fue rápido y confuso. Potter le gustaba y el le gustaba a Potter, y por extensión terminaron juntos. Draco no podía decir que se sorprendió cuando Potter, borracho, le había confesado que era gay, puede reconocer que incluso se alegró.
Pasaron los meses y esa atracción sexual fue convirtiéndose en algo más. Era extraño sentir la mezcla de sentimientos que él sentía al estar con Potter, con Harry, pero no le molestaba, se sentía bien. Se sentía correcto. Además que Potter tenía los ojos verdes más impresionantes que había visto desde que vio los de Dobby. Definitivamente no le hacía bien recordar su infancia.
-Draco, ¿qué estás haciendo? -preguntó un confundido Harry. Draco estaba sosteniéndolo de los hombros, intentando levantarlo. Harry comenzó a reír y Draco pareció reaccionar.
-Joder Draco, me sacudes como si fuera un elfo. -Touché.
Draco abrió los ojos con sorpresa. No lo había pensado así, no sabía porqué estaba sosteniendo a Potter de aquella manera.
-No seas estúpido, Potter, en lo único que te pareces a un elfo doméstico es en lo enano que eres. - Sí, volver a los insultos, aunque ya no fueran verdaderos, era una solución para los pensamientos que comenzaban a agolparse en su mente.
- ¿Enano?- Harry alzó una ceja, claro signo de que llevaban mucho tiempo juntos. - Si fuera un elfo doméstico me querrías igual ¿no? - Harry lo decía en broma, por su puesto que lo decía en broma. Él no podía saberlo, realmente no podía. Algo se estremeció en el pecho de Draco, una mezcla de miedo y excitación.
Si fuera un elfo.
Esa noche tuvieron uno de los mejores polvos de los que podía recordar, que eran bastantes. Se acostó agotado, colocó la cabeza sobre la almohada y se durmió instantáneamente.
Iba caminando por un oscuro pasillo. No reconoció el lugar inmediatamente, habían pasado años desde la última vez que lo visitara. Las paredes oscuras, el techo alto. Las sombras cercándolo. Y al final, un pequeño ser. Sabía que no podía ser real, sabía que Dobby llevaba años muerto. Incluso una vez había visitado su tumba con potter.
-Estás muerto
-Amo, ¿usted quiere que yo esté muerto?
Draco comenzó a marearse. ¿Qué demonios estaba sucediendo?
-Estás muerto, estás muerto. Esto es un sueño, una pesadilla, tú estás muerto.- Repetía esas palabras como un mantra, intentando convencerse que no le importaba en lo más mínimo que ese pequeño, arrugado y viejo elfo estuviera ahí, vivo, mostrando sus orejas. Ignoró las ganas de tomarlo entre sus manos y alzarlo, ocultó el deseo de morderle sus orejas, de perderse en su mirada.
En un momento el escenario cambió. Ya no estaba Dobby frente a él. Era Potter quién lo miraba.
-Yo soy Dobby.
A esa afirmación, Draco no supo que decir. Sólo que le reafirmaba que estaba en una pesadilla. Siempre guardó sus comentarios sobre que Harry tenía cierto parecido con Dobby, sus ojos verdes, sus ganas de ayudar, su interés por servir. Su devoción hacía él.
Potter se acercó a él. Draco no supo si caminó o levitó, todo estaba dando vueltas. Las imágenes volaban en su mente, confusas, generando un calidoscopio de recuerdos y deseos.
Si Potter era Dobby, ¿qué demonios estaba pasando? Pero ¿y si realmente lo fuera? Joder. Debía dejar de fabricar pociones, estaba perdiendo la capacidad de razonar.
Potter agotó la distancia que los separaba y lo besó. Draco estaba acostumbrado a ser besado por él, por eso cerró los ojos y se entregó al beso. Era extraño, no parecía Potter, su boca era más áspera, pero no le disgustaba, sentía unas facciones más finas rozar con las suyas, y se sentía bien. Se dejó llevar. No era muy consciente de lo que estaba haciendo. No hasta que sintió una pequeñas manos acariciando su rostro.
Eso fue suficiente para paralizarlo por completo. Su más profundo temor se estaba realizado ¿temor?
Se separó lo más rápido que pudo, como si quemara. Ya no estaba Potter frente a él. Bajó su mirada y la fijo en su pequeño elfo.
Estaba asustado y avergonzado. No recordaba sentirse tan avergonzado desde que Potter le salvara la vida.
Potter.
Ese pensamiento actúo como detonador.
Pero el elfo frente a él no pensaba lo mismo. Draco pensó que quizás quería cobrar venganza por las muchas veces que lo maltrató y que por eso se estaba acercando. Que por eso intentaba aferrarse a sus pantalones y luchar contra su cremallera.
O Merlín.
- ¡No! Suéltame, suéltame. -Draco comenzaba a desesperarse, él no quería que Dobby hiciera eso, cuando pequeño le gustaba morderle las orejas, pero ahora el elfo quería…quería… no podía ni pensarlo -. Perdóname por perseguirte y maltratarte. Perdóname. ¡Es una orden! ¡Suelta mis pantalones Dobby!
- ¡Draco! Despierta. -Harry estaba a su lado, en su cama. En su habitación. En su casa. Había estado soñando.
-Joder. -Draco se tapó la cara con las manos. Era un jodido sueño. Y Harry lo había escuchado.
Harry comenzó a reírse, y entremedio de las carcajadas sólo pudo pronunciar entrecortadamente-: ¡Suelta mis pantalones Dobby!
FIN
Edit: entrada modificada como por 5 vez. Odio al Lj en este momento.