18 Segundos Antes del Amanecer [3/3]

Nov 30, 2008 12:24



Título: 18 segundos antes del amanecer

Beta: Caribelleih (LL)

Género: Hurt/Confort… en teoría, pero no sé quién ayuda y quién es el ayudado.

Clasificación: NC-17

Disclaimer: Harry Potter, personajes y situaciones asociadas pertenecen a J.K Rowling. Esto es sin fines de lucro.

Segunda Parte



18 Segundos Antes del Amanecer

Harry salió de su propia casa para escapar de la situación y para entender, sobretodo para entender.

¿Por qué Draco se comporta así? ¿Por qué no me habla? ¿Por qué no me deja…?

¿Qué? ¿Participar en su victoria? Escúchate Potter, suenas patético. Suenas como un chiquillo enamorado.

Harry estaba sentado en el banco de una plaza, la cabeza entre los brazos y éstos apoyados en las rodillas.

Intentaba ordenar sus pensamientos. Intentaba saber porqué le molestaba que Draco no le hiciera partícipe de lo que lograba, porqué se sentía traicionado y excluido.

No había forma de entenderlo. Él estaba ahí ¡por Merlín! Él lo estaba ayudando. Y Draco parecía no entender que si lo hacía era porque le importaba.

-¿Por qué sigo ayudándote, Draco?

¿Draco? ¿Acaso sentir su nombre brotando de tus labios no es la respuesta que buscas?, dijo la odiosa voz que parecía no querer abandonarlo.

No…no sé. Es su nombre ¿no? Así debo llamarlo.

¿Tan difícil es reconocer la realidad, Potter? Esa voz, Harry se maldijo por enésima vez en ese día. Esa voz interior al principio le recordaba a Hermione, tan prudente y responsable, pero que sin darse cuenta ahora sonaba como Draco.

¡Maldición! Incluso está dentro de mí.

Harry estaba superado por todo lo que estaba sucediendo. Simplemente, estaba abrumado por sus sentimientos. Sintiendo que la burbuja en la que estaba viviendo tenía una falla que lograría colapsar con toda la estructura: Draco Malfoy.

Cansado, sentía que el escaso año que tenía viviendo en relativa calma había alterado todos sus esquemas de vida.

¿Tenías un plan para tu vida? Já, no pensabas vivir ¿recuerdas? Además ¿Qué querías? ¿El final feliz romántico de todo héroe? Draco no es una princesa para quedarse con el príncipe azul.

Sólo quiero vivir. Quiero… quiero ser feliz.

Eres tan Gryffindor.

-Sí, lo soy -. Escuchar a sus pensamientos raramente le hacía bien, en general siempre lo confundía, más ahora que su voz interior era asombrosamente Slytherin.

Sin embargo, esta vez era levemente diferente. Sus pensamientos lograron que Harry comprendiera un poco, sólo un poco, el comportamiento de Draco.

Por eso no lo entiendes. No basta con ponerse en su lugar. No basta con imaginarse dependiente y débil. Piensa qué harías si lo único que te quedara fuera tu dignidad ¿cómo actuarías frente aquel que te ha devuelto la vida?

¿Qué harías? ¿Odiarlo? ¿Agradecerle? ¿Ignorarlo?

-No lo odiaría. Creo… creo que lo… -La voz tenía razón, efectivamente no se había esforzado en entender realmente a Draco. Él lo había visto como un enfermo que necesitaba ser cuidado, que quería ser cuidado.

Y Draco no lo quería, sólo lo había aceptado. Era normal que quisiera alejarlo de su vida, de la única forma que podía hacerlo.

*

Oscurecía y no había señales de que aquella noche apareciera la luna. La calle estaba húmeda y la confusión de su mente se veía exacerbada con todo lo que lo rodeaba.

Harry llegó a su casa y entró en silencio, intentando pasar desapercibido. La oscuridad del interior lo sorprendió, últimamente sentía su hogar lleno de vida. Siempre estaba iluminado por Draco.

Ahora, sin embargo, sabía que lo que Draco quería era que lo dejara en paz. No se lo había dicho y Harry suponía que no se lo diría, pero sus actos, o la ausencia de éstos, lo dejaban todo absolutamente claro.

Harry se quedó estático en el pasillo. Tenía ganas de ver a Draco, era una rutina instaurada hace meses, dormir con él, a su lado, sintiendo su calor, escuchando su respiración. Pero creyó que debía romper con eso, que ya se le antojaba un poco enfermo.

Lo quieres, ¿Cierto? A pesar de los silencios y la indiferencia.

Eso ya no importa. Si prefiere estar solo, yo no puedo obligarlo.

Harry respiró hondo y dirigió sus pasos hasta su propia habitación, se sentía vacía y fría. Entre aquellas cuatro paredes no había sucedido nada que le hiciera sonreír. Nada que apclarra la soledad que sentía.

Se acostó sobre las mantas, aún preguntándose sobre la situación. Si la analizaba desde lejos, no le encontraba sentido a nada.

Él había optado por cuidar de Draco sin pensarlo demasiado, había sido algo instantáneo. Entre sueños se preguntó en qué momento todo se había vuelto tan extraño, en qué momento Draco había pasado a cuidarlo a él, a sostener su vida. A equilibrarlo.

No supo la respuesta porque el sueño lo invadió antes de que siquiera pensara en que la “relación” que había generado con Draco estaba sostenida por una necesidad afectiva que no había aceptado antes.

*

Despertó sintiendo vacío a su alrededor. La novedad de enfrentarse a la soledad lo abrumaba cada mañana al despertar. Sin embargo, esa sensación era rápidamente superada por la tristeza que lo sobrecogía al recordar lo sucedido.

Habían pasado cuatro meses desde la última vez que viera a Draco. Siete desde que lo vio caminando.

El tiempo había pasado sin dejar mayores huellas en su casa, ni en su vida. Todo parecía estático, todo parecía carecer de un motivo suficiente como para seguir adelante.

No que quisiera terminar con su vida. No que sin Draco nada tuviera sentido. No era eso, era que de nuevo estaba perdido, sin rumbo y sin objetivos.

Y sin Draco.

¿Te sientes solo?

Cállate.

Draco se había ido. Prácticamente sin despedirse, sólo dejando una nota. Palabras que eran la única prueba de que Malfoy había estado allí, compartiendo su vida y su recuperación por casi un año.

Te odio. No soporto sentir tu presencia. Es enfermo y doloroso. No me busques Potter, no quiero ser encontrado.

Harry, intentando entender por qué le dolía la soledad, se estaba volviendo loco y comenzaba a sentir que toda la situación era bastante desquiciada. Necesitaba hacer algo.

Ya lo había asumido: el quería a Draco. Probablemente desde que lo conoció- realmente- en Grimmuld Place.

Lo quería.

También se dio cuenta de que el casi año que “vivieron” juntos fue bastante revelador respecto a aclarar tendencias que ya de cierta forma conocía. Era más que obvio que le gustaban los hombres, le gustaba Draco, al menos.

Y también era más que obvio que tenía algún trauma infantil que lo llevaba a necesitar sentirse necesitado; proteger y ayudar. Lo cual era bastante esperable dado sus antecedentes… pero lo verdaderamente importante era que, quizás, con sus actitudes sobre protectoras exacerbadas por la personalidad Gryffindor que lo definía claramente, habían provocado que Draco se sintiera humillado.

Oh, gran razonamiento. ¿Te llevó meses llegar a esa conclusión?

-Draco no es fácil de comprender- dijo Harry hablando para sí, mientras giraba en la cama, buscando una postura más cómoda para volver a dormir. Las sábanas estaban húmedas de tanto removerse en las noches, y el colchón se sentía incómodo. La tranquilidad de sus sueños era algo olvidado.

Esa es sólo una excusa. Te cuesta reconocer la culpa. Ahora que lo sabes, ¿qué harás para solucionarlo?

Nada, me odia, no quiere que lo encuentre.

¿Crees que él te odia? ¿Recuerdas que casi eres Slytherin?

Sí, nunca me has dejado olvidarlo.

Aprovéchalo y piensa.

Harry se quedó unos minutos más, divagando sobre si escuchar o no a su voz interior, a veces se sentía un tanto estúpido por tener esas... er… conversaciones consigo mismo. Pero no tenía más opciones, de momento. Todo lo sucedido con Draco era un secreto para sus amigos y para el mundo mágico en general.

Para todos ellos, Harry estaba recuperándose por los traumas de la guerra, no tenían ni idea que lo que pasaba por su mente era que no sabía si ir o no a buscar a Draco a donde quiera que éste estuviese.

*

La situación era desesperante. Lo intentaba, pero no conseguía descubrir el paradero de Malfoy. Sí, volvía a ser Malfoy, porque el muy estúpido había borrado todas las pistas útiles para conocer su ubicación. Además, no había forma de encontrar la mansión Malfoy por sus propios medios.

Harry prácticamente no se había dado cuenta cuándo Draco había desaparecido de su casa, los últimos meses de convivencia los pasaron casi sin verse, con Harry intentando alejarse de él. Éste no le había dado señales para que volviera a acercarse, y Harry, no queriendo complicar más su vida, había intentado distraerse, hacer algo útil con su vida, pasando la mayor parte del tiempo fuera de casa. No por que quisiera hacerlo, no realmente.

Quizás era por eso que no recordaba, exactamente, si la varita de Draco había estado en su habitación, o si la había perdido en el ataque sucedido hacía ya tanto tiempo. A Harry le pareció extraño haber olvidado un dato así, pero supuso que la preocupación por la salud de Draco había vencido a cualquier detalle.

No saber si Draco podía o no realizar magia ampliaba su búsqueda, además que averiguar cualquier cosa en el mundo mágico levantaría sospechas sobre él y sobre el paradero de Draco, que según le había comentado Hermione, era desconocido.

Harry, piensa: ¿dónde no has buscado?

¿En todo el mundo muggle?

Esfuérzate un poco: ¿qué ves en Draco?

Un Slytherin que ha desaparecido.

¿Sólo un Slytherin, Potter?

Todas sus carac- un Malfoy.

¿Y qué haría un Malfoy luego de estar encerrado un año en una casa muggle?

Harry tomó su varita y un abrigo que estaba arrugado en uno de los sillones de sala y desapareció.

Frente a situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

Era hora de cobrar algunos favores al Ministerio.

Era sorprendente lo fácil que había resultado encontrar ese lugar, después de todo. La mansión Malfoy se erguía ante él con la majestuosidad que esperaba del hogar de alguien como Draco. No creía encontrarlo ahí, sólo que necesitaba un punto de partida para su investigación. Se había propuesto encontrar a Malfoy y necesitaba cumplir.

Sabía que estaba vivo, porque las lechuzas que había mandado para contactarlo regresaban sin los mensajes y sin respuestas, pero lo importante era que sólo Draco podía recibir esos mensajes, así que Draco sabía que Harry lo estaba buscando.

Harry registró la mansión de forma aún más exhaustiva que los Aurores del Ministerio, encontró algunos documentos sobre propiedades de los Malfoy alrededor del mundo, y así comenzó su odisea.

Aquel viaje, al menos, le servía como excusa para no regresar al mundo mágico todavía. Harry dijo que se iba de vacaciones por Francia, Italia, Dinamarca y Alemania.

Nadie le cuestionó sus planes ni tuvo inconvenientes para viajar por red flú hasta las embajadas que Inglaterra tenía en cada país. En todos lados era bienvenido con efusivas muestras de reconocimiento que no quería recibir, pero que era imposible esquivarlas totalmente.

Tardó un mes en ubicar todas las propiedades e investigarlas, buscando rastros de magia o rastros de vida. Lo que fuera. Si Draco no estaba en uno de esos lugares, podría estar en cualquier parte del mundo y ya no podría encontrarlo.

Y ahora, sabía que quería encontrarlo, ya no era un deber, era un querer. Una necesidad; lo extrañaba. Él había querido al Draco real de vuelta, pero una vez logrado eso, Draco se había marchado, sin darle la oportunidad de hacer ni de decir nada.

Harry entró a la última propiedad de su lista, en Alemania. Esa propiedad en especial no había sido fácil de rastrear y romper las protecciones que impedían el paso a extraños fue aún más difícil. Pero lo había logrado, y ahora sus pasos lo dirigían hacia una puerta de madera que Harry percibió cerrada con magia.

Comenzó a sentir algo parecido a la esperanza. La propiedad estaba demasiado protegida, parecía con vida.

Tardó en encontrar el hechizo adecuado para romper las barreras, una vez logrado eso, la puerta de abrió suavemente, dándole acceso a un lujoso pero acogedor salón.

Harry buscó con ansias algún signo de Draco, quizás esperaba encontrarlo durmiendo en algún sofá, o leyendo algún libro en la biblioteca, o disfrutando del sol en el jardín. O algo.

Pero la casa estaba vacía.

Estaba limpia, ordenada y mostraba una reciente actividad, pero estaba vacía de vida, vacía de Draco.

Y aquel vacío rompía una vez más con sus esperanzas, logrando que la soledad se anclase aún más en su alma.

*

Su casa parecía más grande que antes. Las cortinas de la sala estaban cerradas y algunos rayos de luz de luna se colaban a través de los pliegues. No recordaba haber cerrado las cortinas, a veces sucedían tantas cosas que no esperaba, que ese detalle poco le importaba. Además, no tenía fuerzas para pensar en las cortinas, no cuando sus ánimos de habían quedado varados en Alemania.

Se sentía cansado, ni siquiera tenía que mirarse a un espejo para comprobar que tenía ojeras y que su piel estaba más pálida.

En sus hombros sentía un peso invisible que le hacía pensar que tenía más años de los reales, que le hacía analizar todo desde otra perspectiva. Que lo hacía desesperar y sentir que flotaba sin dirección fija. Harry sólo permitía que sus pensamientos se dirigieran hacia Draco, no quería pensar en nada más.

Pero Draco no estaba y probablemente no estaría nunca más. Harry suspiró cansado, no sabía que hacer.

¿Seguir buscando o dejarlo ir?

Dejó sus cosas sobre uno de los sillones. No miró alrededor, no tenía ganas de ver el vacío y abandono en que estaba todo. Incluso él mismo.

Debería entender las indirectas. No quiere ser encontrado. Al menos no por mí. Zabinni no quiso responder a mis preguntas, seguro que él sí sabe dónde está.

-Es un estúpido. Un estúpido que no valora que otros…

-Hablar solo es el primer síntoma de locura - Harry escuchó paralizado esa voz que provenía de detrás de un sillón de la sala. La habitación permanecía en penumbras, y él no había sentido nada, sumido como estaba en sus pensamientos. -Andar por toda Europa irrumpiendo en casa ajenas no es algo muy sano tampoco, ¿sabes?

Harry no podía moverse. Recordaba perfectamente la última vez que había escuchado esa voz. Y esa vez se había alegrado, a pesar de las palabras dichas. Pero esta vez era diferente. Draco estaba ahí, Draco estaba en su casa y le estaba hablando. ¡Le estaba hablando!

Detuvo sus pensamientos un momento. Atemorizado por la ola de sentimientos que se agolparon en su mente al ser totalmente consciente de la situación. Intentó dar un paso y acercarse al origen de aquella voz. No pudo, su cuerpo era incapaz de seguir a sus pensamientos que, de todas formas, estaban caóticos en su cerebro.

Vio hipnotizado cómo Draco se levantó del asiento en el que estaba, cómo restó los metros que los separaban y cómo llegó hasta estar a centímetros de él.

No notó si le costaba andar, no notó si le costaba controlar su cuerpo, tenía a Draco frente a sí, no necesitaba nada más.

Draco sonrió, una sonrisa irónica, ladeada, como las de antes, como las que le recordaban al Draco de siempre. A Harry no le parecía molesta esa sonrisa, no le parecía nada, sólo podía pensar en que Draco estaba ahí, después de tanto tiempo, y en que no sabía qué hacer, ni qué decir.

Draco lo observó fijamente, hasta decidir que ya era suficiente. Disminuyó la distancia que separaba sus cuerpos y atrapó a un asombrado Harry en un fuerte abrazo. Harry pronto se recuperó de la sorpresa inicial, decidiendo que aquello era real y no uno de sus sueños, y lo abrazó de vuelta, fundiéndolos en un abrazo que no dejaba espacio para nada, para absolutamente nada, entre sus cuerpos.

Harry sintió que era capaz de fundir sus células en aquel abrazo si con eso lograba que Draco no se fuera nunca más de su lado.

*

Se había ido porque necesitaba hacerlo. Porque había necesitado recomponerse, volver a ser el mismo y dejar todo atrás.

En la soledad había meditado todo lo sucedido. Había recordado a sus padres. Había recordado la guerra, todo. Y por más que intentaba evitarlo, Potter…Harry, siempre estaba ahí. No era una ilusión, ni un enamoramiento por estar agradecido. No, su razonamiento no se lo permitía.

Era… era que lo quería, y ya no podía negárselo. Lo añoraba y lo necesitaba, pero no podía permitirse volver hasta ser él mismo, el Draco Malfoy de antes. Hasta recuperarse del todo.

*

Draco sintió que, en ese abrazo, estaban perdidos en una especie de gravedad propia. Una burbuja de irrealidad dónde nada podría dañarlos. Dónde no había ni pasado ni futuro, sólo ellos, sólo el presente que le mostraba a un Harry pegado a su cuerpo, diciéndole con gestos que no lo dejaría ir otra vez.

Fue consciente de los brazos de Harry presionando fuerte su espalda, del cosquilleo que le provocaba el oscuro cabello en su cuello, del temblor en aquel cuerpo. Y se sintió comprendido, acompañado, y se dejó llevar, abandonándose a sus deseos y a sus sensaciones.

Comenzó un lento vaivén, acariciando la espalda de Harry sobre la camiseta que llevaba, intentando calmar la emoción que parecía llenarlo. Sus manos cobraron vida propia y subieron por los brazos de Harry, quería verlo a la cara, quería grabar en su memoria las facciones de aquel hombre.

Quería sentir la intensidad de su mirada.

*

Harry sintió cómo Draco lo sostenía por los hombros y cómo lo separaba de su cuerpo. Al comienzo se resistió, así como estaba se sentía bien. Era irreal y maravilloso.

Al fin, sus miradas se enfrentaron, y Harry se dio cuenta que había extrañado esa mirada gris sobre su cuerpo, mucho más de lo que pensaba. Aquella necesidad era angustiante.

― Hola ― dijo Harry, deseando escuchar la voz de Draco otra vez. Las palabras de Harry atravesaron lentamente la atmósfera que los rodeaba, era extraño, era como si el tiempo se hubiese detenido, cómo si todo fuera más real, más fuerte, más denso a su alrededor.

Las palabras fueron respondidas por Draco con una sonrisa.

Y parecía la sonrisa más bella y revitalizadora que Harry hubiese visto en toda su vida. Su rostro se iluminó y su cuerpo ya no pudo más, la sonrisa era devastadora para todo el tiempo que llevaba pensando en él, y los labios que la esbozaban se presentaban tan apetecibles y deseables y queridos y…

Harry acercó sus rostros, quedando sus labios separados por menos de un centímetro, dándole la oportunidad a Draco de no aceptar, pero deseando que lo besara. Que le provocara, que le hiciera sentir.

― Hazlo ― susurro Draco, y las palabras se sintieron rozando sus labios. Harry hizo lo único que podía hacer frente a esa sensación, lo besó.

*

Draco sintió cómo los labios de Harry rozaban los suyos, cómo éstos trasmitían el anhelo de ambos.

Respondió, moviéndolos suavemente, lamiendo con lentitud los labios ajenos, queriendo impregnarse de todo el sabor que desprendían. Del sabor de Harry, del aliento de Harry, de sus besos, de sus deseos, de sus sentidos.

Cerró los ojos y se dejó envolver nuevamente por los brazos del hombre que había extrañado y que ahora tenía junto a su cuerpo.

Ambos, con los ojos cerrados, no notaron cómo afuera comenzaba a amanecer. No notaron cómo la luz de sol comenzaba a llenarlo todo, iluminando, limpiando… sanando.

No notaron que segundos antes del amanecer, sus bocas se encontraron definitivamente, marcando un comienzo hacia algo que no tenían planeado, pero que deseaban con fuerza.

*

El primer encuentro en la penumbra de la sala de la casa de Harry, había terminado con ambos recostados en el sillón, agotados y juntos. Durmiendo uno sobre el cuerpo del otro, acompañándose y asegurándose, de ese modo, que no se separarían aún.

Harry se despertó al sentir un peso sobre él, al sentir el calor que emanaba el otro cuerpo.

Era extraño, de cierta forma, estaba acostumbrado a la soledad, pero rápidamente reaccionó, recordando todo lo acontecido la noche anterior.

La desesperanza al no obtener resultados con su búsqueda y la sorpresa de encontrar a Draco ahí, en su propia casa.

La noche anterior no había preguntado nada, temiendo romper la complicidad que se había generado.

Pero ahora, su mente estaba más despejada y ansiosa por obtener respuestas.

Abrió lo ojos, deseando encontrar a Draco a su lado. Lo encontró, acarició el cabello rubio con cariño, queriendo despertarlo suavemente.

Draco se removió y abrió los ojos.

―¿Por qué?

Draco suspiró. Harry pensó que hubiese deseado no ser interrogado, pero no se rendiría tan fácilmente.

―¿Esa es tu forma de darme la bienvenida?

Harry se acomodó en el asiento, acercando a Draco aún más hacia sí.

―Necesito saber ― dijo Harry mientras abrazaba a Draco.

―No quiero hablar del pasado ― Draco de alejó un poco de Harry, dándole así más énfasis a sus palabras. No quería hablar del pasado, y Harry pensó que no debía forzar la situación obligándolo.

Suspiró, entendiendo y aceptando, buscó los ojos de Draco y dijo ―: Está bien. Nada del pasado. Vamos a comer algo, me muero de hambre. -Se levantó del asiento y le tendió un brazo a Draco, quien lo aceptó aliviado.

Y tomados de la mano se dirigieron a la cocina, comenzando así una relación cómoda y agradable para ambos. Siempre y cuando, no se nombrara al pasado.

*

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. La convivencia estaba bien, siempre y cuando Harry no dijera las palabras prohibidas. Nada del pasado y todo se mantenía en un orden establecido y equilibrado.

Sin embargo, Draco sentía cómo la situación estaba llegando a un límite dónde necesitaba decirse la verdad.

Un punto en dónde la situación ya no podía sostenerse a base de caricias y de verdades silenciosas. La extraña relación se había establecido en base de algo que necesitaba ser superado del todo para poder seguir adelante. Si es que querían seguir adelante.

Harry había salido a hacer unas compras y él estaba en la sala mirando por la ventana sin ver nada, pensando.

Escuchó el ruido de la puerta al abrirse, giró el rostro para encontrarse con un Harry cansado y un poco ojeroso que notoriamente intentaba aparentar que estaba bien, que todo estaba bien.

Draco supo cómo le haría saber todo lo que él había sentido. Sin palabras, sólo usando sus cuerpos.

Esperó paciente a que Harry llevara las cosas a la cocina, que volviera a la sala y que lo besara. Besarse era una forma de comunicación para ellos, decía mucho más que cualquier palabra.

-Harry, ¿quieres saber por qué me fui?

Éste abrió los ojos sorprendido, Draco pensó que Harry había perdido las esperanzas de hablar sobre eso.

-¿Me dirás?- preguntó; su rostro mostraba expectación.

-No con palabras.

Draco tomó a Harry de la mano, llevándolo a la recámara. Lo obligó a sentarse en la cama y lo invitó, con un beso, a guardar silencio.

Harry lo miraba con curiosidad, probablemente se preguntaba qué haría Draco con él, y cómo le mostraría lo que él deseaba saber.

Draco se sentó a su lado y le tomó las manos. Harry lo miraba esperando y Draco deseó tener la entereza suficiente para seguir adelante y mostrarle todo lo que sentía y todo lo que había sentido.

Acercó su boca al oído de Harry y dijo-: Cierra los ojos.

Harry obedeció. Draco llevó sus labios hasta la boca de Harry y empujando, lo recostó sobre la cama.

Se sentó a horcajadas sobre él y le quitó la camiseta, Harry alzó los brazos para ayudarlo.

Draco podía percibir la piel desnuda a pocos centímetros de sus manos, llamándolo a tocarla.

Levantó la mano y tocó la frente de Harry, utilizando los dedos índice y medio.

*

Harry sintió el toque de la mano de Draco sobre su piel, sobre su frente. Intentó no alterarse bajo sus dedos, intentó compenetrarse con ellos, ser parte del suave movimiento que estos dirigían acariciando su piel. La mano de Draco bajó hasta su mejilla, Harry sentía las yemas de los dedos recorriendo su piel.

El rocé siguió hasta sus labios, éstos fueron acariciados con suavidad y Harry los abrió.

El gryffindor notó cómo los dedos de Draco se humedecían con su aliento y cómo su respiración comenzaba a acelerarse.

Sintió otra mano unirse con una se las suyas, sintió entrelazar sus dedos y la presión que el agarre de esa mano le provocaba.

*

Acunó la mejilla de Harry entre sus dedos y se inclinó para besarlo. Lamió el labio inferior y obtuvo como respuesta que Harry abriera la boca, que sus lenguas se encontraran y que se reconocieran. El beso comenzó a hacerse más pasional, más veloz, y él lo detuvo. Sentir era algo lento, paulatino, gradual. Y quería llevar a Harry al borde de las sensaciones, hasta que la estuviera tan abrumado con su cuerpo, con su presencia, que no pudiera soportarlo, quería llevarlo al límite.

Se alejó de aquellos labios que quería devorar, y con la mano libre volvió a acariciar la mejilla, utilizando la palma para bajar hasta el cuello y sentir las palpitaciones de la arteria que corría bajo esa piel.

Se detuvo ahí unos segundos para luego bajar y recorrer con los dedos el hueso de la clavícula.

-Harry, mírame, ¿sientes cómo mis dedos tocan tu piel?

Escuchó a Harry gemir bajo la intensidad de sus palabras, bajo todo lo que ellas significaban.

Quizás sólo estaba rozando su piel, pero el significado de aquella acción era abrumador.

Las palabras dichas por Draco eran un reflejo de tiempos pasados, un recuerdo de lo que sucedía en aquella habitación.

-¿Sientes cómo tu cuerpo tiembla al sentirme? ¿Sientes cómo mis manos acarician tu piel?

¿Duele? ¿Sientes cómo tal intensidad de sensaciones duele? ¿Sientes cómo el sonido que provoca el movimiento de mis dedos cala hondo en tu mente?

¿Puedes sentirme?

Harry no respondió y Draco no esperaba respuesta, continuó acariciando la piel que se le ofrecía.

-Yo sí lo hago, ¿sabes? Yo sí lo siento, y es algo que no puedo describir con palabras.

Soltó la mano de Harry, y, con ambas manos, Draco le acarició los hombros relajando sus músculos, tocándole los brazos, haciéndole sentir el anhelo de tocar su cuerpo, de hacerlo suyo.

*

Harry se sentía sobrepasado con los sentimientos que se agolpaban en su mente. Se sentía abrumado por la fuerza de las emociones de Draco traducidas en caricias.

Sentía que no podía más. Sentía que necesitaba a Draco dentro suyo, como otras veces, pero esta vez, diferente.

Esta vez sería real, porque ahora lo entendía. Entendía porque Draco no podía permanecer más tiempo en su presencia, porque se ocultaba, a pesar de todo, tras una pared infranqueable para él.

Ahora entendía, ahora podía sentir. Y dolía. Claro que dolía.

Te quiero tanto que duele.

Harry podía escuchar la respiración agitada de Draco, podía ver su pálida piel contrastar con la suya, podía oler su adictiva esencia, podía tocar su exquisita piel.

Sobre todo tocar. Tocarlo y sentir cómo sus ásperas manos exacerbaban cada toque provocando que el cuerpo de Draco se paralizara al sentir sus manos.

Sentía cómo sus manos iban a adueñándose de cada centímetro, y recordaba cómo lo hacía antes.

*

Draco se acomodó mejor sobre el cuerpo de Harry, ya vencido por las sensaciones. Queriendo entregarse a la pasión que brotaba de cada movimiento.

Acercó sus labios a los de Harry y lo besó, comenzando otra vez con el ciclo de movimientos. Pero esta vez diferente, como todo lo que sucedía ese día.

El beso fue ansioso, intentaba trasmitir en el choque de lenguas lo que no se atrevían a decir en palabras. Diciendo con la intensidad de sus labios: te entiendo.

Las manos de Harry, deseosas por recorrer el cuerpo ajeno, se colaron bajo la tela de la camisa que Draco vestía, la levantaron y con rapidez se deshicieron de ella.

Los labios recorriendo y devorando cada milímetro de piel a su disposición y descubriendo nuevos lugares a los cuales no tenían permitida el paso, hasta esa tarde.

Draco ayudó a Harry a que ambos quedaran completamente desnudos sobre la cama, mirándose expectantes. No era la primera vez que se veían así, no era la primera vez que tendrían sexo, pero era la primera vez que realmente se entregaban a la otra persona, tal cual eran.

Con sus obsesiones y traumas, con el pasado superado, no olvidado; sino vívido en sus memorias.

*

Las manos de Harry comenzaron a acariciar la espalda de Draco para luego descender hasta el trasero y presionarlo contra sí, imprimiendo la urgencia y el placer de tenerlo dentro.

Draco notó cómo la excitación del momento generaba un cosquilleo por todo su cuerpo, escuchaba cada roce con la piel ajena, sonidos de humedad, de lenguas deseando, de cuerpos ansiando. Escuchaba los gemidos de Harry que actuaban como un bálsamo para sus nervios; esa noche quería que Harry lo penetrara.

Nunca lo había hecho, había necesitado tener el control de la situación luego de estar tanto tiempo sin poder dirigir el curso de su vida. Pero ese día debía terminar el ciclo, y comenzar una nueva vida. Quería entregarse, quería confiar en Harry; sabía que él no lo dañaría.

Harry estiró un brazo para alcanzar el lubricante que estaba en la mesa de noche, Draco se adelantó a su movimiento y, frente a su cara de interrogación, sólo pudo sonreír, tranquilizándolo, tranquilizándose.

Sin hablar, Draco depositó el tubo en la mano de Harry y se tendió en la cama, de frente y sin quitar la vista de los ojos verdes que lo miraban con cariño.

-¿Estás seguro?

Draco estiró un brazo, lo tomó del cuello y lo acercó a sus labios. Aquel beso pareció convencer a Harry, quien lentamente se acomodó entre las piernas de Draco y abrió el lubricante.

*

Draco sentía cómo los dedos de Harry lo penetraban, cómo éstos llegaban cada vez más profundo en su interior. Se sentían como una muestra de algo que había ansiado por mucho tiempo, pero que había negado aceptar, temiendo.

Estaba listo, sentía que mientras Harry lo mirara cómo lo estaba haciendo no necesitaba más preparación, no necesitaba más que esa mano gentil acariciando su rostro.

*

Harry lo penetró sin prisas, sin ansias; disfrutando y sintiendo, sobre todo sintiendo.

Percibiendo cada detalle de Draco desde una nueva perspectiva.

Sentía a Draco a su alrededor, siendo penetrado por él; su olor, sus gemidos, sus movimientos. Veía su rostro mostrando una mezcla de placer y algo más, no dolor, tranquilidad. Sus pupilas dilatadas de deseo, su pelo húmedo

Sentía que Draco se estaba entregando completamente, sentía que con cada palabra y cada movimiento Draco le hacía sentir que era suyo.

El espiral de sensaciones que lo embargaba llegó a un punto insostenible, sintió la presión del cuerpo de Draco exacerbada, sintió y observó cómo Draco arqueaba la espalda provocando que su miembro lo penetrara más profundamente para, finalmente, correrse, gimiendo y presionando con sus dedos los hombros de Harry.

Harry sintió su cuerpo temblar de placer anticipado y pronunciando el nombre de Draco, se corrió dentro de él.

Su cuerpo colapsó sobre el de Draco, aplastándolo unos segundos para luego salir de su interior y acomodarse a un lado. Draco se giró y lo abrazó, una mano apoyada en su pecho y la otra acariciando su cabello negro.

Pasaron unos segundos dónde lo único que se escuchó eran sus respiraciones agitadas.

-¿Sientes?

Harry giró el rostro y sonrió.

-Siento.

Se quedaron abrazados. Tocando, oliendo, saboreando, escuchando y observando.

Sintiendo.

Juntos y cómodos como estaban, no notaron las horas pasar. No notaron que la noche se acababa.

La oscuridad de aquel día estaba cediéndole terreno al sol que comenzaba a asomarse por los límites del horizonte. Aún no amanecía, faltaban segundos.

Segundos para que comenzara un nuevo día.

Segundos para que sus vidas comenzaran otra vez, sus almas curadas. Sus cuerpos reconocidos.

Cada amanecer da una nueva oportunidad de crecer. Un nuevo día, y ese nuevo día, que los encontraría abrazos en medio de la cama, significaba mucho más que eso, mucho más que la salida del sol sobre sus cabezas.

Ahora, dieciocho segundos antes del amanecer, es cuando realmente me siento con vida.

FIN

fandom: harry potter, pairing: drarry, fiction

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