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blackstones - Como amo a NANA! ;___;
(IN) fiel
-a veces ser fieles a nosotros mismos nos significa serles infieles a quienes nos rodean-
-a veces ser fiel a quien nos rodea nos significa engañarnos a nosotros mismos, sernos infieles-
Es una elección, que queda en tus manos, es aquello que tu sabes bien debes seguir.
Tenía miedo. Lo sabía bien.
Había soñado despiertas tantas veces con el instante mismo en que su piel sintiese una caricia tal, pero en aquel momento no podía más que temer.
Un escalofrío recorrió su espalda cuando además sintió la calidez de su aliento en su nuca, un olor mentolado mezclado con las influencias del alcohol, una ráfaga tan directa y suave que pareció acariciarle enteramente, hasta lo más interno de su ser.
Temió nuevamente, cuando sintió que sus pies se movían con fuerza propia aún pese a las negaciones que como impulsos su cerebro mandaba para evitar aquel movimiento.
Sin embargo estaba vencida, nunca jamás tuvo las de ganar en esa lucha entre razón e instinto.
Se detuvo al sentir una cobija sobre sus hombros, obligó su mirada a bajar para evitar sucumbir ante la mirada de aquel que le robase su poco sentido común, si es que alguna vez lo había tenido.
Contuvo nuevamente la respiración, sintiendo que desfallecería ante la más mínima palabra, ante el más mínimo susurro.
Pero ni ello fue necesario, absolutamente todo desapareció de su mente cuando sintió una de sus manos recorrer su rostro en una suave y temblorosa caricia.
Instintivamente llevó su mano sobre aquella que le alhajaba, cerrando los ojos al sentir como esta descendía por su mejilla hasta detenerse en su cuello, donde se quedó prendida.
-Quiero besarte- ¿Qué preguntas hacía?, si ya con el solo sonido que escapaba de sus labios lo estaba haciendo, si con solo aliento ya pareciese que hubiese robado el más guardado beso, el más apasionado, el más secreto.
No esperó respuesta, y ella continuó allí, sentada, con los ojos entrecerrados, sabiendo que de abrirlos y tratar de negarse su mirada le delataría en actitud contraria.
Pero el tacto no se hizo presente, no sobre sus labios.
Sintiendo una suave humedad en su cuello levantó lentamente sus parpados dejando a su vista vagar por la habitación.
Un mordisco que la obligó a contener un grito de asombro, llevando inmediatamente su mano a los labios para reprimirle.
-No- Musitó tratando de sonar fuerte y convincente, pero solo logró hacer escapar una carcajada ahogada en su cuello por parte de su torturador.
-En serio- Recapacitó, llevando ambas manos a la cabeza del chico y separándole de sí, este entonces le miró con cierto dejo de enfado, como a aquel niño que le detienen antes de efectuar alguna maldad.
-¿Estás segura?- Su mirada antes lúdica y lasciva, pareció ahora recriminarle, amenazarle por su actual actitud.
-…-
Nuevamente reía, entre satisfecho y burlesco, la duda dejaba bien en claro que además de no tener suficiente fuerza para detenerle aquello le agradaba.
Sintió el oprimir de aquellos labios sobre los propios, una lengua irrumpir para abrirse paso y su inconciente responder, una ardorosa llama que nacía en su interior y escapaba por sus labios, mezclando la humedad de ambos que se fundía dentro de su boca.
Y fue ganado potencia, ya no conforme con una respuesta, deseaba sumisión.
La cual obtuvo dichoso cuando los labios no pudieron contener un gemido que se perdió en aquella violenta unión.
Jamás nunca hubiese esperado encontrar tanta pasión en un beso, pues si alguna vez antes hubo de haber besado hasta ese minuto nunca lo hizo de esa forma.
Por que antes no sintió el hambre de probar más, ni tampoco el deseo de fundirse aún más profundamente, ni tampoco la ansiedad de entregar cada espacio, de hacer la distancia inexistente, de ser acariciada tan vehementemente.
Y el beso pasó a ser insuficiente, su cuerpo reaccionó con descargas envolventes, lenta e inexpertamente sus manos se dirigieron a la nuca de su opresor, envolvió sus dedos en los suaves cabellos de este y con movimientos irracionales le rogó no se detuviese ni se alejase, le pidió le deleitase con ese nuevo sabor desconocido, que siguiera aquella dulce tortura.
La respuesta no se dio a esperar y la caricia se hizo más agresiva, sintiendo como sus labios eran mordidos suavemente y como ante el abrir de su boca la lengua de aquel irrumpía con mayor violencia robándole nuevos e imparables suspiros.
No podía más ya, necesitaba separarse y respirar, sin embargo este no le permitió ante tal demanda separarse de su boca, mezclándose los agitados hálitos de ambos, en aquel estrecho espacio que compartían, con sus frentes una pegada a la otra y con las miradas hambrientas perdidas en los labios del otro.
El contacto visual fue perdido cuando el muchacho atrevió a saciar sus ansias en otros sitios, besó con misma pasión la frente de la chica, recorrió con aquellos apetecidos labios el rostro de esta, viajó por su nariz y luego besó su mentón, para posteriormente perderse en el cuello de ella, mientras sus manos cansadas de aquella posición tan pasiva, atrevían a incursionar nuevos parajes en la piel que descubría.
La atrajo más hacía si, derritiendo con la punta de sus dedos el inicio de su espalda, fue viajando lentamente mientras su lengua torturaba el cuello, taladrando con su aliento.
Buscó sin separarse un momento, dejando sus palmas sobre la cintura mientras sus pulgares acariciaban el estomago, quemaban, hendían, amaban y subían lentamente, buscando llegar más lejos, a sitios aún más prohibidos, aún más ansiados.
Pero se detuvieron en seco al tiempo que ambos corazones se congelaban, quizás por lo que hubieron de oír, quizás por saber que deberían cesar con aquella fantasía utópica que jamás antes había llegado tan lejos.
La puerta se abrió pocos minutos después dejando aparecer una castaña cabellera, un muchacho alto y con sonrisa dulce pareció saludarlos a ambos con esta, dos de sus personas más queridas: su mejor amigo y su novia.
Ambos conocidos desde su niñez, ambos queridos, ambos con quienes compartió los momentos más dulces y así también las más difíciles experiencias…
… Si supiese que a su vez ambos eran los incitadores de los más infieles pensamientos, de los más ardientes deseos…
Se acercó para besar a su chica, quien le respondió con un roce casi esquivo, alargó su mano a su amigo quien la estrecho con la mirada gacha y con cierta ira.
-¿No habrán discutido, verdad?- Irrumpió con su interrogante, viéndoles extrañado, era raro ver a ambos en una posición incomoda, después de todo siempre se habían llevado relativamente bien- excesivamente bien para su inicial disgusto-
-No- Respondieron ambos a coro para entonces mirarse penetrantemente, el chico bosquejó un amago de sonrisa y ella respondió igual.
Sonrisas más falsas y carentes de felicidad, sonrisas más dolidas y cargadas de decepción.
-Bueno, creo que será mejor que nos vallamos- Reanudó el recién llegado, tomando entre sus manos las de su novia- Ya sabes como molesta tu tío respecto de las horas de llegada- Añadió ante la falta de respuesta por ambos interlocutores.
-Tienes razón-
-Que estén bien ambos-
La muchacha asintió, para luego seguir a su novio.
Y un corazón quedaba cargado de ira, irradiando indignación.
Mientras otro partía con igual sentir, mirando por la ventana, sin poder ya oir.
Ambos con el sabor de lo anhelado en sus labios, con la huella de lo codiciado en sus manos.
Expectantes, sabiendo que el deseo era irrefrenable.
Y que aquello que hubiesen comenzado ya no podría ser aplacado.
El fuego que hubo nacido para quemar a los vivos.
Indignación en sus almas que clamaban con esperanza
El sabor de un nuevo encuentro, el sentir de un renacer.
Ya nada le podía hacer desaparecer.
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La entrada de hoy nada tiene que ver en su sentido extricto conmigo (no, nadie me fue infiel ni a nadie le he sido). pero si quise ponerlo (nació de la nada u.u) como un ejemplo, para simplemente graficar que, a veces, podemos cumplirle a los demás y dejarles contentos, pero eso no significa que no nos estemos engañando, esta vida está llena de decisiones, a veces con nuestras acciones dañamos o somos infieles a quienes nos rodean, otras tantas por no disgustar terminamos siendolo con nosotros mismos...
Cuando sea uno y cuando sea otro ya depende de nosotros, y en tales casos ¿Qué podría hacer?, nada más afrontar y preguntar a mi interior, a veces lo que la razón dicta es contrario al corazón... la decisión la tienes tú.