-¿Conoce usted esos días en los que se ve todo de color rojo?
-¿Color rojo? querrá decir negro.
-No, se puede tener un dia negro porque una se engorda o porque ha llovido demasiado, estás triste y nada más. Pero los días rojos son terribles, de repente se tiene miedo y no se sabe por qué.
***
Esta conversación se oía mientras Montse me hacía la foto.
Si, yo conozco esos días... días en los que el mundo asusta y no encuentro un punto fijo al que mirar para no perder el equilibrio. Días en los que estoy en el portal, poniéndome el mp3 y encendiendo un cigarro antes de salir, porque fuera hace tanto frío que el mechero seguro que ni enciende. Salgo y a medida que ando canto en voz baja la canción que suena... y resulta que olvidé que había metido esa canción, pero no la quito.
A veces soy tan sumamente masoca que me asombro.
Sigo cantando... y llega el verso que me cae como un alud de nieve. Paro en seco, miro alrededor y veo caras tristes, coches tristes y casas tristes. Los árboles a dos metros unos de los otros, pero tan solos... casi tanto como yo.
Y no es que me sienta sola por no tener a nadie durmiendo conmigo todas las noches, juntando sus pies al calor de los míos. Sino porque hoy tengo miedo del mundo, de todas las cosas malas que ocurren en él y que no puedo cambiar. Es de los días que me siento cobarde...
Y en vez de seguir mi camino e ir a clase, me doy la vuelta. El panadero, cuando me ve pasar en sentido contrario me mira perplejo. El jardinero me pregunta que si ya vuelvo... y a ninguno le devuelvo la mirada.
La maldita canción sigue sonando en el mp3, soy tan gilipollas que le he dado a repetir porque en ese momento sentirme mal es lo único que me hace sentir viva.
Abro el portal y noto el calor que vive en él durante los meses de invierno.
Me meto en el ascensor, pero ahora no me miro al espejo como hago siempre... tengo miedo de no encontrar a nadie al otro lado.
Séptimo, Octavo y... Noveno! por fin.
Abro la puerta de casa, y Bebé me recibe extrañada. Sé que es más lista de lo que muchos piensan y se ha dado cuenta de lo que pasa. Me sigue hasta mi habitación, mientras esquiva toda la ropa que me voy quitando hasta llegar a la cama.
Llego a la minicadena y pongo el cd con esa banda sonora que es tan triste.
Y así tal cual, en ropa interior, vuelvo a meterme en la cama mal hecha por las prisas. Bebé coge carrerilla y se tumba junto a mi.
Se me cierran los ojos al escuchar las primeras notas de esa canción, me caen tres lágrimas y me quedo dormida.