Sip,capítulo nuevo y no, no es viernes.
Pero ya lo terminé, y me ha entrado la prisa así que vamos allá
Continuamos pues:
Capítulo IX.
“Traslado a Austin”
Jensen Acles nunca imaginó que le costaría tanto cumplir su palabra. Desde la puerta de la pensión observó el carromato de la prisión estatal que habían enviado por él. Estaba desesperado. Esos últimos días había encontrado por fin un auténtico motivo para ser feliz, ahora sólo eran un sueño.
El teniente Parker y un destacamento de seis soldados acompañarían a los Rangers y al prisionero. Iban a salir en unas horas, en cuanto saliese el sol. El maestro no había podido descansar en toda la noche.
Agradecía los intentos del Padre Collins y del sheriff para que se celebrase un juicio en el que se tuviese en cuenta sus años en Brownsville, y la recomendación del comandante de Fort Brown pero hubiese preferido que no hubiesen hecho nada, porque así se sentía incluso más obligado a entregarse sin resistencia, y, ¡Dios! No quería irse, no quería alejarse de… Jared.
Inconscientemente rozó las costillas que comenzaban a soldar sin problemas. Un carraspeo a su espalda le comunicó que el Ranger también estaba despierto. No dijo nada dejó que los enormes brazos del gigante lo rodeasen protectores. Y que le dejara un beso rápido y disimulado en el cabello.
Entra dentro Kid - susurró - ya tendrás tiempo de ver esa condenada carreta.
No me llames Kid, Padalecki
No me llames Padalecki, tengo un bonito nombre que me puso mi madre - notó el temblor del cuerpo que estrechaba suavemente - no me acostumbro a llamarte de otra manera
No soy un niño, soy mayor que tú - gruñó el maestro - vamos dentro o tendrás problemas, aquí la gente es muy abierta… si no tienen que ver nada.
Tienes razón.
Jared llevó a Jensen a su habitación, no quería que la vista de la pequeña maleta del rubio sobre el aparador le deprimiese aún más, y como Chris llevaba algunas noches sin aparecer por la pensión aún tenían un rato para ellos dos.
Aún podemos escapar - ofreció el Ranger
Estás loco
Por ti
No Jay, no bromees con eso ahora que… - estaba tan asustado que tuvo que tragar hondo para no gritar desesperado
No estoy bromeando - la mirada verde grisácea del más alto se clavó en él sincera y segura - si quieres, ahora mismo nos vamos de aquí, tú y yo, y que nos atrapen si pueden.
No… - ¡Dios! Deseaba decir que sí con todas sus fuerzas pero no podía hacerle aquello al chico al que amaba con todo su ser.
¿No me crees?
Si te creo, pero, no podría mirarte a la cara Jay, cada segundo tendría miedo de que te cogieran y yo… - inclinó la frente en el pecho del Ranger que quería convertirse en fugitivo por culpa de alguien que no lo merecía - esperaré, esperaremos los dos a ver qué ocurre en Austin ¿de acuerdo?
Pueden ser meses Jensen, incluso años y en el peor de los casos…
No me has llamado Kid - sonrió por fin el forajido burlándose del más joven - eso está bien, ya te estoy educando en el respeto a tus mayores
No hagas eso - murmuró dolido Jared
¿El qué?
Cambiar de tema - el castaño cogió la cara del forajido entre sus grandes manos, buscando la mirada que le hacía ser temerario, capaz de cualquier cosa - no quiero perderte ahora que te he encontrado.
Era el momento de irse, el destacamento al mando del teniente Parker aguardaba junto a la entrada de la pensión a que el prisionero se despidiese de sus seres queridos.
Delilah abrazó a Jensen con un “cuídate, resiste”, prácticamente las únicas palabras que pudo pronunciar Steve con otro abrazo. Jim también tuvo que abrazarle. Sin palabras porque ya estaba todo dicho. Porque todos tenían la esperanza de que volviera y lo que más les preocupaba era que no pudiese soportar la cárcel.
El pistolero ocultó la emoción que lo embargaba con la promesa de que estaría bien. Con la niña le costó más contenerse, incluso se le escapó una lágrima cuando la pizpireta chiquilla exigió a Jared que le mandase un telegrama cuando llegasen a la casa del gobernador contándole cómo estaban con pelos y señales.
Que no se te olvide Ranger - le señaló con su dedito amenazante - que todavía te tengo a prueba como amigo.
Si señorita Samuels - contestó el más alto con cómica seriedad
Te estoy encargando a mi tito preferido, así que no lo fastidies
Sí, Señorita.
¿Y yo qué? - se quejó Steve para distraer a la niña y llevársela antes de que el teniente esposara a Jensen.
Tú eres mi otro tío preferido
Ah claro, eso es que ya no me quieres
¡Que sí te quiero!
¿Entonces vienes conmigo a ayudarme a cortar flores para el comedor?
Eso es trampa - se enfurruñó la niña que de tonta no tenía un pelo - No quieres que llore cuando el tito se vaya
No es eso exactamente chiquitina - Jensen se arrodilló frente a la pequeña - si te quedas quien va a llorar soy yo y tú no quieres hacerme eso ¿verdad?
La niña no dijo nada, abrió los ojos mucho para no llorar y abrazó y besó a su tío. Después dio la mano a Steve y se lo llevó a los establos. El pistolero se levantó, había logrado dominar sus sentimientos. Con una mueca se acercó a los soldados extendiendo las manos hacia el frente.
Lo siento maestro, es la hora - el militar cumplió con su trabajo esposando al detenido
Gracias por esperar - musitó el prisionero
Encerraron a Jensen en la carreta que conducía el enviado de la prisión estatal acompañado por un soldado. A ambos lados del vehículo, el teniente Parker y cinco soldados más, acompañados de los dos Rangers emprendieron la marcha.
El forastero se cruzó con la carreta en la entrada de Brownsville, los ojos castaños del recién llegado observaron la seriedad de la escolta evaluando que la seguridad fuese real. Tampoco perdió de vista a los habitantes del lugar.
Le sorprendió que la pensión estuviese cerrada, necesitaba un lugar dónde quitarse el polvo del camino antes de ir a ver a un viejo amigo que le había enviado una carta después de años sin saber qué había sido de su vida.
Fue a la oficina del sheriff que también estaba cerrada. ¿Es que en esa ciudad nadie abría a una hora decente? Sin embargo la calle estaba llena de gente, que hablaba en voz baja, con cara de disgusto.
Preguntó a una chica rubia y bajita que tenía pinta de trabajar en un salón si había algún sitio dónde alojarse, y al indicarle la posada bufó fastidiado “¿Te burlas de mi?”
¿Te está molestando este tipo, Lonely? - preguntó un hombre de treinta y tantos, alto, fuerte, con una larga melena castaña y perfectamente afeitado y aseado.
No jefe, sólo que la señora Delilah aún no ha abierto
Sólo estoy buscando un lugar donde asearme señor…
Stevenson, soy el propietario del salón señor… - utilizó la misma fórmula del otro
Morgan, estoy de paso
De acuerdo señor Morgan, aunque la puerta esté cerrada llame, están ahí sólo que hoy no es un buen día para nadie de bien en esta ciudad
¿Por qué? Han detenido a un famoso pistolero - preguntó el forastero sorprendido
Aquí no era un pistolero, pero eso no importa a alguien de paso ¿o sí?
No, tiene razón Stevenson, gracias por la indicación - sin embargo había algo en el comerciante que le resultaba conocido - oiga ¿no le he visto antes?
No sé, puede, hace tiempo viajé mucho. Su cara también me resulta familiar Morgan, pero no me interesa ¿de acuerdo? - sonrió Steve peligrosamente
Nuevamente gracias, supongo que visitaré el salón antes de irme de la ciudad, si no tiene inconveniente - Los ojos del recién llegado relampaguearon divertidos al reconocer al ex forajido
Por supuesto que no Dean, incluso le invitaré a una copa - el reconocimiento era mutuo.
Dean Morgan, antiguo jefe de la Compañía de Rangers de Austin se alojó en la pensión y tras darse un baño y tomar un copioso desayuno fue a reunirse con el hombre que fue su mayor dolor de cabeza durante la guerra y que se convirtió en su mejor amigo con el paso del tiempo.
Era demasiado tiempo encerrado en esa carreta incómoda y traqueteante. Jensen se arrepintió por milésima vez en lo que llevaba de camino de haberse entregado. Por el único ventanuco del vehículo apenas entraba la luz suficiente para arrancar algún destello metálico a las esposas.
Maldijo una vez más al que había tenido la genial idea de mandar el vehículo por él. Casi podía montar ya, y prefería doce o trece horas a caballo aunque tuviese que ir esposado todo el rato que estar ahí sin nada más que hacer que repasar mentalmente todo lo que había ocurrido entre Jared y él.
Sabía que el Ranger iba al costado de la carreta, había escuchado a algún soldado y a Kane intentando entablar conversación con él. Apoyó la cabeza en el lateral de acero, al menos ahí dentro no hacía frío, no soportaba el frío.
Oyó al teniente dar la orden de detenerse para almorzar, por lo visto habían encontrado una granja por el camino que había accedido a prepararles algo de comida. Kane abrió la puerta y la luz le cegó.
Lo siento maestro, sal - dijo el más bajo de los Rangers entrando y ayudándolo a levantarse - ¿Cómo vas?
Aburrido, pero es lo que hay
Jared tomó el relevo de su tío llevando al prisionero a hacer sus necesidades. Jensen tenía otras más acuciantes, “Dime que todo saldrá bien” exigió y se dio cuenta de que el más joven estaba afectado, si en algún momento hubiese usado su relación para escapar esa era la ocasión.
Con las gruesas cadenas uniendo sus muñecas retiró las manos con que el apenado gigante escondía su cara. Y levantó su barbilla, a pesar de mantener los ojos firmemente apretados las lágrimas bañaban un rostro que no estaba hecho para llorar, menos mal que les habían dado algo de privacidad, aunque no duraría mucho.
Ey, yo creí que con la escusa de llevarme a mear me ibas a echar un polvo ¿y me montas esto? - provocó intentando borrar esa expresión del rostro que amaba.
Gilipollas - gruñó el más alto besándolo
Nenaza - replicó el prisionero - ¿Estamos bien?
Estamos bien
Sabía que te pondría el tenerme encadenado
Y a ti te pone provocarme pistolero vicioso.
A ver quién va a hablar, Ranger pervertido.
Pero no era cierto, no le excitaba nada el tenerlo encadenado porque no era una broma o un juego. Lo envolvió en sus brazos con desesperación. El pecoso se dejó abrazar, necesitaba cada segundo de contacto, al igual que el poderoso cuerpo que lo retenía pegado a él como si quisiera absorberlo por la piel.
La granja era como todas las granjas, quizás un poco mejor cuidada y más próspera pues estaba siendo un año con pocas heladas y los animales estaban resistiendo bien los fríos invernales. El granjero y su esposa tenía siete u ocho hijos de quince años en adelante, los mayores incluso tenían sus propios hijos.
En un momento les sacaron una mesa al porche para la comitiva. A pesar de que el emisario de la prisión estatal protestó, Jensen comió con ellos, sentado entre los dos Rangers, y bajo la mirada curiosa de los habitantes más jóvenes de la granja.
Uno de ellos, el hijo menor, se acercó al pistolero cuando se preparaban para marchar. “¿Es cierto? ¿Eres Kid Dallas?” preguntó retorciendo en las manos unos fascículos de las viejas novelas por entregas, le enseñó la portada, el típico dibujo de un duelo. Jared tuvo la visión de sí mismo, algo más joven, aguardando junto a un grupo de amigos a que se pusiese a la venta ese mismo número, el día que vio por primera vez al pistolero.
Si chico - fue el mismo Ranger quien respondió - es Kid Dallas
Mi padre decía que habría muerto o habría cambiado de vida - el chaval sonrió al agente estatal - yo sabía que no
Tu padre es un buen hombre muchacho - el castaño sorprendió la intensa mirada de su amante, prisionero, amigo, como si necesitara saber qué pensaba ahora de él, por eso su respuesta iba más para Jensen que para el curioso granjero - y tenía razón, había cambiado de vida.
¿Entonces por qué lo han capturado?
¡Diantre de crío! - Kane vio la duda en su sobrino y decidió emprender la marcha antes de que surgiese algún problema - A ver chico, la ley es para todos, si la haces, la pagas, tarde o temprano, así que no te salgas del camino.
El comandante de Fort Brown recibió a su viejo amigo sorprendido de su presencia. “La capital es aburrida amigo mío, y este pueblo es un tanto curioso, hay algunos personajes interesantes incluyéndote a ti”
Sebastian Roche sirvió una copa de coñac al gobernador de Texas. Ambos se sentaron lado a lado en el rústico escritorio mirando a través del ventanal enrejado que daba hacia el patio de instrucción del fuerte.
Así que te aburre la vida de político - sonrió el comandante haciendo un gesto de brindis al que el otro respondió.
Siempre me han aburrido los políticos, pero o me presentaba o montaba un nuevo “OK Corral” en Austin, el otro candidato era el Juez Finegan.
Repite eso Dean - Roche se levantó como un resorte - ¿Finegan? ¿Alan Finegan? ¿El hermano de Lorne Finegan?
Sí, ¿porqué?, siempre pensé que el pequeño era el único que no era un imbécil de los tres, al menos no intentó secundar a sus hermanos y tratar de controlar las instituciones - entonces recordó lo del ranchero que había estado a punto de provocar una nueva guerra con los mexicanos - espera, ¿me estás diciendo que ese pistolero…?
Apestas como político amigo mío, no debiste dejar los Rangers…
No debí dejar el ejército, era todo más sencillo, cumples órdenes sin plantearte nada
Persigues a alguien toda tu vida, y cuando lo encuentras en lugar de matarlo le das la oportunidad de empezar de nuevo… No, no te planteas nada
Ambos amigos se echaron a reír, un destacamento hacía una tanda de ejercicios con sus fusiles. El Gobernador se sintió transportado a otra época. La guerra acababa de terminar y se había muchos frentes activos en las brechas que aún no se habían cerrado, problemas con los indios, con los mexicanos, con los renegados que no aceptaban la derrota, miles de desesperados, el apogeo de las bandas de forajidos.
¿Desde cuándo sabías que Steve Carlson y Kid Dallas estaban en Brownsville, Sebastian? - sabía la respuesta, ambos se encontraron con la banda del viejo Carlson hace mucho tiempo
Desde que llegué aquí, hace más de cinco años - cortó el intento de protesta de su amigo - la primera vez estaban sacando escombros de este mismo edificio con ayuda de un sacerdote, rescataron al antiguo comandante del fuerte, aún con vida. Decidí hablar con ellos y darles la oportunidad de huir.
No lo hiciste
Nunca les dije nada, Carlson, creo que siempre supo que le había reconocido, Ackles no estoy tan seguro. Durante todo este tiempo, ni una sola vez me han dado ocasión a arrepentirme Dean. Pensé que también merecían una oportunidad, además, llevaban a una mujer y un bebé con ellos.
¿Qué te hizo denunciarlo?
No fui yo, fue un Ranger, al parecer lo había estado persiguiendo toda su vida, ¿recuerdas a mi general?
¿Kane “el oso”? Su hijo fue mi aprendiz durante unos meses, era un chaval muy capaz
Es uno de los dos Rangers, el otro es nieto del viejo Kane, su padre murió en un duelo con Kid Dallas hará unos quince años, es quien cursó la denuncia y solicitó su detención
Pero no la de Carlson
No, el otro Ranger no lo permitió, al parecer ha entablado una fuerte amistad con el dueño del salón.
Morgan terminó su copa. La imagen mental que se había hecho tras la petición del comandante se iba perfilando con claridad. Era evidente que su amigo se identificaba con el par de forajidos que habían comenzado una nueva vida en aquel conflictivo lugar de la frontera.
Dean, ¿era necesario enviarlo directamente a la prisión estatal? Creí que dadas las circunstancias lo retendrías en los calabozos de la policía de Austin
Yo no… ¡Mierda! ¡Los Finegan! Debo poner un telegrama, si entra en esa prisión no saldrá
¡Joder, es cierto! - el comandante acompañó a su amigo fuera - si necesitas ayuda el teniente Parker está a tu disposición amigo, sólo necesita que le digas quien eres. Hay que impedir que Ackles caiga en manos de Joseph Finegan.
Después del largo viaje la carreta se detuvo ante la prisión estatal de Austin. El corazón de Jared dio un vuelco en su pecho. La doble puerta de seguridad se abrió a un camino enrejado que dejaba a ambos lados dos patios vacíos en los que patrullaban varios hombres armados con rifles.
El comité de bienvenida estaba formado por un hombre alto, bastante gordo, de pelo plateado y mirada inquietante. El joven Ranger tenía la impresión de conocerlo de algo. Dos hombres tan bien armados como los que habían visto por el camino acompañaban a quien se presentó como el Alcaide de la prisión.
No es necesario que nos ayuden a encerrar al prisionero señores, a partir de aquí se encarga mi gente, gracias - prácticamente echó a soldados y Rangers de su prisión.
Señor Alcaide, el prisionero está aquí sólo en espera de juicio, aún no ha sido condenado - Chris Kane se vio en la obligación de hablar a favor del detenido, Jared estaba bloqueado y la actitud de la gente de esa prisión le mosqueaba bastante - debe tener en cuenta que ha ayudado a detener a un peligroso criminal y ha salvado la vida de varios agentes de la ley.
Créame Ranger, lo tengo muy en cuenta, gracias por la apreciación.
Jared, Chris y los soldados salieron de aquel tétrico lugar, el Ranger de más edad tuvo que llamar la atención un par de veces a su sobrino que no dejaba de mirar los altos muros con la sensación de que algo estaba muy mal.
Nos alojaremos en el cuartel norte esta noche, amigos - dijo el teniente antes de separarse de ellos - mañana volveremos a Fort Brown, si queréis que lleve alguna carta o algo, no tengo inconveniente
Gracias Teniente - Kane estrechó la mano del militar, el otro Ranger ni se dio cuenta de que también se la ofrecía a él - discúlpale, me temo que está bastante distraído desde que hemos llegado. ¡Jared!
¡Oh! ¡Si! Gracias teniente - reaccionó al fin el gigante
Tendrá suerte, ya verán, hay mucha gente importante dispuesta a echarle una mano, no me sorprendería que en unos meses esté en el ejército o al servicio de los Rangers - el militar dio en el clavo con la preocupación del castaño que sonrió confuso
Se separaron, camino de la ciudad recordó su promesa, tenía que mandar un telegrama.
El que ni Jared ni Kane lo hubiesen sacado de la carreta antes de irse mosqueaba bastante a Jensen. Se puso en pie esperando que abriesen la puerta y estuvo a punto de caer cuando la carreta volvió a ponerse en marcha. Escuchó un par de portones más y se detuvo.
La puerta se abrió u una voz le ordenó salir. El sol prácticamente se había puesto por lo que no le molestó para echar un vistazo alrededor. Supo ocultar el miedo al ver a un grupo de presos con un horrible uniforme de rallas grises trasportando unas rocas de un lado a otro del patio vigilados por un par de hombres con rifles en las manos y látigos al cinto.
El que reconoció por la voz como el alcaide de la prisión se dio cuenta de a dónde se dirigía su mirada y rió divertido. “No te preocupes Dallas, para ti tenemos un trato especial” la advertencia se apoyó en el culatazo de rifle que recibió en la espalda para que avanzara.
Lo llevaron a un barracón dónde un viejo médico que parecía más un barbero sacamuelas que otra cosa lo inspeccionó sin tocar las vendas que aún protegían sus costillas. Le dieron uno de los uniformes de los presos y lo llevaron a la oficina del alcaide.
¿Por qué no está encadenado agente Pulnam? - fue lo que dijo el orondo tipo sentado tras el imponente y carísimo escritorio de talla isabelina.
Creí que como ese Ranger dijo…
¿Quién da las órdenes Pulnam?
Usted Alcaide Finegan - replicó el agente
El señor Dallas es un pistolero muy peligroso Pulnam ¿nunca ha oído hablar de él? - Joseph Finegan se levantó de su sillón y se encaró con el prisionero, era un poco más bajo, apenas dos pulgadas, pero sus pequeños ojos grises destilaban un odio furibundo - yo sí, así que ayudó a matar a un criminal ¿no señor Dallas?
Fue cara a cara - replicó el pistolero recibiendo un puñetazo del mandamás de la prisión.
Varios agentes más entraron y rodearon a Jensen sin darle opción a defenderse. Dos de ellos lo sujetaron permitiendo al Alcaide desfogar su furia hacia el hombre que había matado a su hermano menor.
Cuando terminó, mandó encadenarlo y que lo llevaran a los pozos, dónde castigaban los intentos de motín o de huída. Una vez el prisionero fue arrojado dentro de uno, Joseph Finegan se sentó en el borde de la celda sin puertas ni techo. “Está muy mal atacar al Alcaide e intentar escapar el primer día señor Dallas, así no me da opción a atender las recomendaciones de los Rangers, es una lástima, si sigue con esa actitud no saldrá nunca de aquí”
El rubio no dijo nada, miró fijamente al Alcaide. Aguantaría, se lo había prometido a Jared, y si tenía que llevarse a ese maldito psicópata por delante para cumplir su promesa… se lo llevaría.
Estaban cerrando la tienda de juguetes junto a la oficina de telégrafos. Una muñeca con rizos dorados y un traje de pionera llamó la atención de Jared, el teniente se iría al día siguiente, quizás no le importase dársela a Mary.
¿Crees que si sobornas a ese diablillo te va a querer más que a su tito Jensen? - picó Chris cuando el más joven convenció a la tendera que se la envolviese para un viaje.
Venga Chris, no es un soborno, sólo me pareció buena idea…
Pues que sepas que eres el último de su lista y que “sigues a prueba” - dijo las tres últimas palabras poniendo una voz ridícula y chillona que quería parecer infantil.
Gilipollas - intentó reír el otro Ranger, pero el mal presentimiento que tenía desde esa tarde no le dejaba relajarse.
Con el paquete bajo el brazo entró en la oficina de telégrafos, tuvieron que esperar un rato hasta que se hizo el cambio de turno y entraron los del horario nocturno.
Sólo emergencias y asuntos oficiales señores - dijo el viejo telegrafista
Es una emergencia - dijo Kane - o aquí mi amigo es capaz de saltar el mostrador y mandar el mensaje él mismo
Soy un empleado del gobierno, si atentan contra mi vida los Rangers los perseguirán - dijo valientemente el viejo dispuesto a defender su herramienta de trabajo.
No le haga caso señor, sólo bromeaba - Jared fulminó a su tío con la mirada - necesito mandar un telegrama a Brownsville.
Verá muchacho, en las ciudades fronterizas las oficinas de telégrafo sólo abren por la mañana, enviar un mensaje ahora supondría que la máquina funcionase sin que nadie recogiera el mensaje, se perdería…
¿No queda marcado en esas tiras de papel? - preguntó Kane señalando un par de telégrafos con sus rollos de impresión
Sólo están disponibles en las capitales señor, a menos que alguien esté esperando un mensaje oficial, no habrá ninguno en Brownsville.
Está bien, lamento la molestia, volveré mañana - dijo el más alto saliendo por la puerta.
Aún no había salido cuando el telegrafista dijo en voz alta “¡qué coincidencia tan curiosa!” mientras recogía un mensaje. El viejo se puso la chaqueta e iba a cerrar la oficina para ir a entregar el mensaje al ver que los dos hombres aún no se habían ido les dijo.
Hay gente en la oficina de Brownsville, si me hacen el favor de aguardar aquí mientras llevo este mensaje a los Rangers, enviaré el suyo a mi vuelta.
Somos Rangers - Kane y Jared mostraron sus placas al aturullado viejo que les entregó el mensaje.
Lo enviaba el Gobernador de Texas en persona pidiendo al alto mando de la Compañía de Austin que se hiciese cargo de la custodia de Kid Dallas y que no permitiese que fuera encerrado en la prisión estatal, recurriendo al ejército en caso de ser necesario.
Jared no vio nada más, olvidó su preciado paquete sobre el mostrador de la oficina y marchó al galope a la capitanía general. Chris respondió al mensaje avisando al Gobernador que tendrían problemas pues ya habían entregado al prisionero.[/color]
Continuará: