Punta Cana

Nov 30, 2007 18:06



Mark no podía parar de reírse. La verdad es que John tenía un talento
increíble a la hora de contar chistes.

Casi le dio un ataque al no poder respirar. Pero es que lo que dijo era realmente gracioso.

Todo aquel al que se lo contaba por los pasillos del hotel, o en la piscina con vistas al mar mientras tomaba un cubalibre se descojonaba.

Todos reían.

Todos, menos el niño que se moría de hambre dos calles más abajo.

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