Ella

Sep 12, 2006 16:42

Estaba mudo ante tanta belleza, cuyo recuerdo habia creido conservar en mi memoria, porque alguna de mis estrofas, admiradas por mis condiscipulos, tenian de ella palidas tintas. Cuando en un salon de baile inundado de luz, lleno de melodias voluptuosas, de aromas mil mezclados, de susurros de tantos ropajes de mujeres seductoras, encontramos aquella con quien hemos soñado a los dieciocho años, y una mirada fugitiva suya quema nuestra frente, y su voz hace enmudecer por un instante toda otra voz para nosotros, y sus flores dejan tras si esencias desconocidas, entonces caemos en una postracion celestial: nuestra voz es impotente, nuestros oidos no escuchan ya la suya, nuestras miradas no pueden seguirla. Pero cuando, refrescada la mente, vuelve ella a la memoria horas despues, nuestros labios murmuran en cantares su alabanza, y es esa mujer, es su acento, es su mirada, es el ruido de los pasos sobre las alfombras lo que remeda, aquel canto, que el vulgo creera ideal. Asi, el cielo, los horizontes, las pampas y las cumbres de Cauca, hacen enmudecer a quien los contempla. Las grandes bellezas de la Creacion no pueden a un tiempo ser vistas y cantadas: es necesario que vuelvan al alma enpalidecidas por la memoria infiel.
-- Jorge Isaacs

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