Del 6 de Agosto al 2 de Septiembre en
glee_esp#1: "Cierto que casi siempre se encuentra algo, si se mira, pero no siempre es lo que uno busca." JRR Tolkien, El Hobbit
- Palabras: 440
-Por qué no haces algo útil y vas a ponerle un poco de veneno para ratas a esos viejos Jell-O o vas a visitar a los Garglers.
-Los Warblers-corrigió Kurt.
-Lo que sea. Ve a ver lo que hacen. Además, podrás usar todas las plumas que quieras. Encajarás a la perfección.
-Bien.
Aun a esas alturas, Kurt no sabe con seguridad por qué rayos le hizo caso a Puck. Aun no sabe bien por qué saltó todas las clases del próximo día para ir a espiar a un coro de una escuela de niños ricos que, seguramente, le darían una buena paliza si llegaban a enterarse de lo que estaba haciendo.
Hay una opción con la que siempre juguetea cuando empieza a analizar ese momento de su vida, pero jamás encuentra las ganas de aceptarla como verdad.
Kurt buscaba aceptación.
Y sí, New Directions habían sido bastante comprensivos con todo lo que englobaba el ser Kurt Hummel. Pero eso no quitaba que siguieran teniendo sus cosas. Como su incapacidad de aceptar que, no, Kurt no creía en Dios. O el hecho de que tuviese que hacer un dueto consigo mismo porque nadie quería ser su pareja. Y Finn, Finn en general.
Así que, sí, Kurt quería aceptación. Dejar de ser ''el raro del grupo'', quería que lo valoraran, quería ser útil. Demonios, incluso quería que Puck le palmeara la espalda como lo hacía cuando cualquiera de los chicos hacía algo genial -aunque a Kurt no le gustaba que le tocaran-.
Y, aunque lo negara, fue por eso que le hizo caso a Puck, fue por eso que intentó fallidamente espiar a los Warblers. Porque quería que dejaran de mirarlo por encima del hombro, quería que dejaran de hacerse de oídos sordos cuando sugería algo. Quería encajar, solo eso.
-Um, hola. ¿Puedo hacerte una pregunta? Soy nuevo aquí.
El joven observó el atuendo de Kurt, notando la ausencia del uniforme y, por un momento, Kurt estuvo seguro de que ya lo habían atrapado. Pero entonces el chico dio un paso adelante con una sonrisa en el rostro y la mano extendida.
-Mi nombre es Blaine.
Kurt se acercó y estrechó la mano de Blaine-. Kurt.
Y tal vez no encontró nada de lo que estaba buscando, porque aun seguían sin escucharle del todo cuando hablaba y Finn seguía teniendo sus problemas, por más que lo negara.
Pero de todos modos halló algo. Un amigo, una persona que le comprendía, alguien que le inspiraba valor, encontró a Blaine. A su Blaine. Y si eso no es mejor de lo que estaba buscando inicialmente, no tiene idea de qué lo sea.
#2: "El amor no debe pedir ni tampoco exigir. Ha de tener la fuerza de encontrar en sí mismo la certeza. En ese momento no se siente atraído, sino que atrae él mismo. Sinclair, su amor se siente atraído por mí. El día que me atraiga a sí, acudiré."- Demian. Herman Hesse
- Palabras: 431
Si había algo que Rachel odiaba de toda esa situación era que Blaine no peleaba, solo le miraba con esos ojos tan infinitamente tristes. Y le molestaba porque Rachel sabe cómo gritar, sabe cómo pelear con alguien y dejar salir el enojo, sabe cómo herir y no permitir que sepan que le hirieron, pero esto… No sabe cómo manejar esto. No sabe qué hacer cuando se enfrenta a Blaine, porque él no reclama, él no se enoja y tampoco quiere herirle, solo le mira con tristeza y, por alguna razón, eso es peor que los más malvados insultos del mundo.
- ¿Quieres hablar de lo que pasó anoche?-dice por fin.
Rachel se queda callada porque no entiende por qué Blaine no le reclama, por qué no le pide que no se case con Finn, no entiende por qué no le exige que hablen sobre lo que sucedió la noche anterior sino que le pregunta si quiere hacerlo. Rachel no entiende, porque sabe que si la situación estuviese invertida y Finn estuviese en el lugar de Blaine le estaría gritando en esos momentos, pero Blaine no lo hace.
-Estoy comprometida, Blaine-es todo lo que logra decir, Blaine desvía la mirada y Rachel logra ver cómo se muerde los labios.
-Lo sé-dice, tranquilo y casi susurrante y Rachel jamás había deseado tanto que se enfadara con ella, que mostrara que le importaba, solo un poco.
Blaine se levanta y camina a hasta la puerta con los hombros caídos y se ve tan triste y derrotado que el corazón de Rachel se rompe un poco más.
- ¿Por qué no te enojas conmigo?-murmura, Blaine se da la vuelta y se observa con esos ojos suyos tan hermosos, esos ojos que podría amar tan fácilmente.
-Porque no tengo derecho a enojarme ni reclamar. Porque si me amaras a mí no tendría que reclamar nada, vendrías conmigo sin que tuviese que pedirlo. Pero no me amas a mí, Rachel, así que no tengo el derecho de pedir nada ni estar enojado-Rachel no sabe cómo responder a esas palabras y sabe que Blaine está muy consciente de eso.
Y es por eso que, cuando Blaine sale de su apartamento, Rachel no hace nada para intentar detenerlo. Porque sabe que Blaine tiene razón y que ella no encuentra cómo dejar a Finn por la misma razón que no supo cómo responder a ése ‘’te amo’’ la noche anterior. Porque quiere a Blaine, pero sabe que no le ama e ir tras él no sería justo ni para él ni para ella y tampoco para Finn.
#3: "Y cuando te hayas consolado (uno siempre termina por consolarse) te alegrarás de haberme conocido." El Principito. Antoine de Saint-Exupèry
-Palabras: 184
Aunque ambos habían estado considerándolo por separado, es Kurt quien finalmente da el paso. Y que ambos hubiesen estado pensando en la opción no quiere decir que duela menos.
El primer día, Blaine llega a su casa dando portazos y negándose a hablar, Kurt por otro lado, llega a su apartamento en silencio y se encierra en su habitación sin decir ni una sola palabra.
Lo que sí hacen ambos es llorar.
Lloran porque se quieren, porque no quieren hacer eso, pero saben que deben hacerlo. Lloran porque la vida es infinitamente injusta y porque saben que, aunque hayan pasado semanas, seguirán llorándose el uno al otro. Lloran porque se aman, pero no quieren que el otro sufra de manera innecesaria, así que es mejor cortar por lo sano que romper cuando ya hayan pasado la línea. Lloran por creer que duraría para siempre, lloran por haber sido tan ingenuos. Lloran porque sí y porque no saben qué más hacer.
Y, al fin y al cabo, Kurt solo espera que Blaine entienda por qué lo hizo y que algún día pueda alegrarse por eso.
#4: "En la vida de toda persona aparecen una y otra vez, bajo las figuras más diversas, los tipos que le corresponden: el padre, la madre, el amigo, el traidor, la amiga, la amante". Arthur Schnitzler
- Palabras: 314
A Blaine siempre le ha valido más el sentimiento que le une a algunas personas que la sangre que le une a otras.
Es por eso que se siente más a gusto hablando con el padre de Kurt que con su el suyo. Es por eso que, si tiene algún problema, no piensa en ir a la oficina del Señor Anderson sino, aunque se siempre se sienta nervioso, acude al taller del Señor Hummel -y es Burt, chico-. Es por eso que cuando está con su padre siempre se siente tan incómodo y cuando está en la casa de los Hummel-Hudson se siente tan a gusto.
Por eso también que siempre se ha sentido más seguro hablando con Santana que con su madre. Porque prefiere que Santana salga con uno de sus hobbit, estás hecho de azúcar a que su madre le ignore. Porque sabe que, cuando lo necesite, es Santana y no su madre la que saldrá a defenderlo, cueste lo que cueste.
Y es por eso que siempre ha sabido que Cooper es mejor amigo que hermano y Mike es más su hermano que amigo.
Y luego está Kurt, que empezó siendo como un hermano menor al que tenía que ayudar -aunque Kurt fuese mayor que él- y terminó siendo la persona más importante de su vida -porque la palabra ''amante'' le queda corta, así que lo llama ''el amor de su vida'', que es algo grande, pero sabe que a Kurt hay que definirlo con cosas grandes-.
Y tal vez si le explica ésto a las personas que comparten lazos de sangre con él se sentirán infinitamente ofendidas, pero si se lo explica al otro grupo sabe que sabrán entender perfectamente. Así que, sí, para él ''familia'' no es el grupo de personas con las que nació sino ese grupo de personas que encontró por el camino y amará para siempre.
#5: "Morir, morir. Qué cómodo. Cuesta más vivir, luchar cada día. Morir por las mujeres es dejarlas viudas. ¡Y desprestigiar a los médicos!" - Los hombrecitos de Jo. Louisa May Alcott
- Palabras: 586
Blaine tiene 14 años cuando observa la navaja de afeitar de su padre con una fascinación casi inhumana. Ha estado pensando en la opción por semanas, y sabe que está mal y que su vida no se reduce solamente a que su padre no le quiera como se supone que un padre quiere a su hijo. Pero es esa tristeza y ese sentimiento de que no sirve para nada lo que hace que tome la navaja entre sus manos y realmente considere quitarse la vida.
Y es cuando pasa el pulgar por la navaja y esta le corta y le hace sangrar que se detiene. Se detiene porque no está seguro de si quiere renunciar a todo porque su padre no le acepta. Se detiene porque no quiere olvidar sus sueños, no quiere rendirse tan rápido y, aunque quiere que la humillación y el sentimiento de dolor se vayan, no quiere desaparecer para siempre. No todavía.
Y es por eso que suelta la navaja como si quemara, va a esconderse a su habitación y no sale hasta que ya es de noche y su dedo ha dejado de sangrar. Y, aunque para cualquier otra persona sonaría como que decidió vivir, en realidad se siente como si hubiese pedido una pequeña prórroga, un tiempo más para volver a considerarlo.
Blaine tiene 15 años cuando juega con el frasco de pastillas mientras miles de pensamientos cruzan su cabeza. Unos gritando 'hazlo' y otros 'espera', pero, ¿esperar qué? ¿Esperar a ese insulto por parte de su padre que lo rompa hasta el punto en el que sea imposible reconstruirse de nuevo? ¿Esperar a que aparezcan más jugadores de futbol que encuentren divertido llamarle marica y golpearlo hasta el cansancio? ¿Qué se supone que espera?
Nada, le grita su cabeza en respuesta. Felicidad, le susurra la otra parte. Pero, ¿es posible? Y, cielos, ¿qué parte tiene la razón? ¿O es que ambas la tienen?
Se mira al espejo y nota lo pálido y delgado que está, las ojeras y las lágrimas secas en sus mejillas. Se mira y solo ve el cascarón de lo que fue Blaine Anderson. Porque sabe que está roto, así que, ¿qué tiene de malo terminar de romperse por completo a esperar que el mundo siga rompiéndole poco a poco?
Blaine tiene 16 años y ya le ha pedido unas cuatro prórrogas a todo objeto que pueda ayudarle a acabar con todo. No porque quiera vivir sino porque no sabe cómo morir. Lo ha planeado cientos de veces y ha tenido miles de oportunidades para llevar a cabo cada uno de los planes. Y se siente cobarde y débil, porque prefiere seguir viviendo un infierno a enfrentarse a lo desconocido.
Blaine tiene 16 años y le hacen falta dos años completos y un par de ojos azules para entender que no es de cobardes seguir viviendo sino morir. Blaine tiene 16 años y es cuando entiende que, aunque morir es más fácil, no quiere decir que sea la opción acertada.
Blaine tiene 16 años y puede que todavía no esté seguro de que quiere vivir, pero sabe con certeza que no quiere ser el causante de su propia muerte. Y puede que nunca haya sido un luchador nato, pero desentierra sus sueños y se dispone a intentar. No por su padre, no por su madre ni su hermano, y quizá, tampoco por Kurt, sino por él mismo.
Y es la primera vez que hace algo por y para él y, por primera vez, se siente libre.
#6: "Amor mio, no te quiero por vos ni por mi ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mi, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, (…)" Rayuela. Julio Cortazar
- Palabras: 409
Sebastian tiene muy claro que ninguno está enamorado del otro. Sí, tuvo su temporada en la que se medio-obsesionó con el famoso Warbler, pero de ahí a amar hay un largo camino.
Y puede que hayan pasado meses desde que Blaine y Kurt rompieron, pero ellos siguen comportándose como amigos (Sebastian soltando sus cometarios fuera de lugar aquí y allá y Blaine sonrojándose hasta las orejas o bien no entendiendo ninguno).
Es extraño para Sebastian, muy, muy extraño. Mayormente porque, en toda la historia de su vida, jamás había hablado con un chico por más de cinco minutos antes de terminar enredado con él en el primer lugar que encontrara y ha salido con Blaine por semanas (aunque realmente no sabe si lo que hacen es ‘salir’ o ‘encontrarse’ o ‘pasear’ o cualquier otro verbo que, se escribe diferente, pero al fin y al cabo es la misma cosa) y ni siquiera han llegado a tocarse de manera inapropiada.
Ni siquiera quiere analizar el hecho de que no ha pisado Scandals desde que empezó todo ese lío con Blaine. Y no sabe si se debe a él o porque simplemente le gusta más pasar sus noches viendo alguna película con Blaine o jugando a hacerlo sonrojar que embriagándose en un bar y terminando la noche con alguien que ni recuerda ni reconoce.
Y no quiere pensar de más las cosas ni analizar nada porque, muy a su pesar, tiene muy claro que Blaine jamás va a pertenecerle. Porque Blaine es de Kurt (por más que en esos momentos no estén juntos como pareja, Sebastian sabe que siguen estando juntos de todas maneras). Sabe que es cuestión de tiempo, que Blaine se gradúe y vuelva con Kurt, así que prefiere no gastar esfuerzos en una pelea que perdió mucho antes de que empezara y vivir con lo que tiene.
Y la vida y el amor deben ser unos malditos porque, de todas las personas, hacen que quiera al único que no le pertenece. Pero eso no quiere decir que no quiera mover sus hilos y permitirse querer a alguien como Blaine. (Querer, no desear. Querer, no utilizar. Querer, no jugar.) Y sabe que es un salto demasiado grande y que tiene todas las de perder, porque puede no llegar al otro lado, puede caer en el vacío o bien no encontrar nada cuando logre el salto.
Pero es Blaine y, aunque nunca será del todo suyo, vale la pena intentarlo.
#7: "A veces, uno vive durante años sin vivir lo más mínimo y, de pronto, toda la vida se agolpa en una sola hora." Oscar Wilde
-Palabras: 565
Sebastian no es de las personas que analizan lo que hacen, bien, tal vez un poco, pero cuando se trata de "a quién besar", "con quién enredarse" o sus variantes… No discrimina y, por consiguiente, tampoco piensa mucho. Más que nada porque ninguno de esos hombres con los que ha compartido besos o noches incontables jamás le han dado razones para que tuviese que pensar otra cosa que no fuese "debo largarme antes de que despierte”.
Y ahora quizá debería detenerse y pensar un poco, pero es completamente imposible. No porque no tuviese que hacerlo, sino porque no sabe cómo.
Porque está besando a Blaine y Blaine le está besando a él. Y puede que Sebastian haya besado a muchos chicos antes (y posiblemente algunas chicas también), pero es Blaine, Blaine que tiene ya los labios rojos porque, desde que empezaron, no han encontrado cómo parar. Ambos lo han intentado (Sebastian por recuperar aire y Blaine para recuperar lo que quede de su cordura), pero no pueden porque, bueno, porque se están besando.
Sorprendentemente, es Sebastian el que se separa primero y observa el rostro de Blaine, prácticamente aprisionado entre sus manos. Y está seguro de que iba a decir algo, está seguro de que tenía una frase muy ingeniosa en la punta de la lengua que se queda, justo ahí, en la punta de la lengua. Porque nunca se hace escuchar, porque el rostro de Blaine está a unos centímetros del suyo, y puede sentir cómo intenta recuperar la respiración y sus ojos de avellana tienen destellos verdes que jamás había notado y está sonrojado, completamente sonrojado.
Y que alguien golpee al que se atreva a culparlo por volverlo a besar. Porque no es que quiera (aunque, sí, también quiere) es que lo necesita, más que al mismísimo aire posiblemente.
Sabe que está lanzándose de cabeza en arena movediza, porque besar a Blaine es peligroso (especialmente cuando el corazón de Blaine está cumpliendo sus sueños en Nueva York y el suyo está en alguna parte de París), pero Sebastian no está pensando ahora y todos saben que se le da mejor cometer el error y luego intentar arreglar las cosas que pensar bien antes de actuar.
Y ninguno de los dos quiere pensar, porque pensar es dejar de sentir un poco, pensar es complicarse la vida, pensar es arruinar lo que sea que está pasando entre los dos y, además, pensar es sentirse culpable. Así que no, no piensan.
Sebastian no sabe cómo es que ha esperado tanto para hacer esto y tal vez de lo único que se arrepiente es de no haberlo hecho el primer día que volvieron a hablarse. Porque se siente diferente, se siente bien y quizá emocionado no sea la mejor palabra, pero es la única que logra rescatar de su caótica mente. Porque Blaine no besa como los otros chicos, él besa con una calma casi religiosa y a Sebastian nunca lo habían tratado con otra cosa que no fuese brusquedad (y él tampoco había tratado a las personas de otra manera, claro).
Son tantas cosas las que siente y quiere pensar que es como si hubiese abierto los ojos luego de vivir con ellos cerrados por tanto tiempo. Y por eso y mucho, mucho más es que no sabe si debería sentirse culpable cuando se separan o está bien sentir esas ganas de empezar todo de nuevo.